Alguien, con mucho tino, consignó alguna vez que Dios es lo más parecido a una locomotora que arrastra un tremendo tren. Dijo que cuando Él se pone en marcha, no hay nadie ni nada que lo detenga. Pero aclaró que todo eso será posible siempre y cuando esa poderosa locomotora tenga vías por las cuales moverse. Y a esas vías, las pones tú o yo. Porque esas vías representan a la fe.

Alguien, con mucho tino, consignó alguna vez que Dios es lo más parecido a una locomotora que arrastra un tremendo tren. Dijo que cuando Él se pone en marcha, no hay nadie ni nada que lo detenga. Pero aclaró que todo eso será posible siempre y cuando esa poderosa locomotora tenga vías por las cuales moverse. Y a esas vías, las pones tú o yo. Porque esas vías representan a la fe.

Hace mucho tiempo ya que estamos enseñando reforma. Y en la base de esa enseñanza, proyectamos nuestro tiempo a una transición que va, desde el antiguo sistema religioso convencional, al vigente, que es conforme a una auténtica comunión con el Padre celestial. Y en medio de eso, las consecuencias, que son los tiempos de sacudir las viejas estructuras estériles y arrancarlas. Único modo de hacer que la Palabra de Dios se manifieste y funcione.

¿Qué es una estructura pensante? Algo que se erige con bases de estudio, escudriñado y evaluación a la luz de la Palabra. ¿Y para qué sirve? Entre otras cosas, para dejar a un lado antiguas estructuras enraizadas en la iglesia, y que muy lejos de tener sustento bíblico, sólo se fundamentan en tradiciones populares, algunas de ellas, de carácter casi pintoresco. Para aprender a utilizar la mente que Dios nos dio y no permitir que otros piensen en nuestro lugar.

¿Qué es una estructura pensante? Algo que se erige con bases de estudio, escudriñado y evaluación a la luz de la Palabra. ¿Y para qué sirve? Entre otras cosas, para dejar a un lado antiguas estructuras enraizadas en la iglesia, y que muy lejos de tener sustento bíblico, sólo se fundamentan en tradiciones populares, algunas de ellas, de carácter casi pintoresco. Para aprender a utilizar la mente que Dios nos dio y no permitir que otros piensen en nuestro lugar.

¿Qué es una estructura pensante? Algo que se erige con bases de estudio, escudriñado y evaluación a la luz de la Palabra. ¿Y para qué sirve? Entre otras cosas, para dejar a un lado antiguas estructuras enraizadas en la iglesia, y que muy lejos de tener sustento bíblico, sólo se fundamentan en tradiciones populares, algunas de ellas, de carácter casi pintoresco. Para aprender a utilizar la mente que Dios nos dio y no permitir que otros piensen en nuestro lugar.

Esta es la octava entrega de esta serie que ya ha acaparado la atención de miles de hermanos que, en una u otra alternativa, se ven reflejados en sus propios conflictos. Lo importante es que, conjuntamente con el diagnóstico y sus causas, procuramos llevarte tambien la salida.

Todos los cristianos, en mayor o menor medida y en amplia o no tan amplia sintonía con la clase de doctrina teológica que hayamos recibido, coincidimos en la importancia que posee el nombre de Jesús, de Jesucristo, o de Jesús el Cristo, como más te agrade expresarlo. Lo que no siempre supimos, es en qué se sustenta el poderío de ese nombre que, -asegura la Palabra- está por sobre todo nombre. Aquí lo tienes.

No es ninguna novedad que el cristiano genuino pasa sus días, en obediencia al mandato de escudriñar las Escrituras, buscando la verdadera y escondida Palabra de Dios. Y mientras está en esa búsqueda, su vida prosigue con ciertos cambios, pero no demasiados. El gran movimiento íntimo llega cuando, al fin, esa palabra es hallada. ¿Dónde se encontraba? Donde siempre, sólo que con la ayuda de la revelación del Espíritu Santo, finalmente ha sido encontrada y puesta por obra.

Llega un momento en la vida del creyente que deberá tomar decisiones muy diferentes a las que haya venido llevando a cabo desde su conversión. ¿Por qué? Porque todo a su alrededor ha ido cambiando y modificándose. hasta sus amistades. Hay gente con la que se tenía casi una férrea amistad que, cuando entramos a una vida de fe, comienzan vernos tan de otro modo que terminan por apartarse.