Dios ha preservado su ley que es su palabra poderosa y justa a través de los siglos de vida de la humanidad, a fin de que el hombre justo y sensato sea fiel entendedor y cumplidor de la Biblia. Porque no hay otro documento escrito; ni tradiciones, ni vicarios, ni dogmas infalibles, ni religiones, ni magisterios, ni voluntad o ideologías…