Un nuevo capítulo del estudio del alma y las emociones.

Cuando nuestro Dios se presenta a sí mismo, allá en el Antiguo Testamento, lo hace describiéndose como "El Dios de Abraham, Isaac y Jacob". Tres nombres, tres hombres, tres generaciones. Esta es una época de alta reforma en la iglesia. Lo estamos viendo, lo estamos discerniendo y el Espíritu Santo lo está revelando. Para que eso sea posible, habrá que ponerle fuertes cimientos a la generación de la Reforma.

Cuando nuestro Dios se presenta a sí mismo, allá en el Antiguo Testamento, lo hace describiéndose como "El Dios de Abraham, Isaac y Jacob". Tres nombres, tres hombres, tres generaciones. Esta es una época de alta reforma en la iglesia. Lo estamos viendo, lo estamos discerniendo y el Espíritu Santo lo está revelando. Para que eso sea posible, habrá que ponerle fuertes cimientos a la generación de la Reforma.

Los estudios relacionados con la Jezabel histórica, devenida por lógica consecuencia en un espíritu maligno comprobable en casi todas las congregaciones cristianas del planeta, no parece tener una conclusión digna de significar un cierre total de datos y especificaciones. Hoy más que nunca resulta absolutamente indispensable que ese espíritu, encarnado en cualquier persona de cualquier sexo, sea identificado, combatido y expulsado de donde se encuentre operando.

Para que una persona que habita en una nación cualquiera, pueda moverse con libertad, hacer uso de todos sus derechos, al tiempo que cumple con todas sus obligaciones, y transitar de un lado al otro de ella sin obstáculos, lo único que necesita poseer es una credencial con su identidad. En el ámbito espiritual del Reino de Dios, sucede lo mismo. Este trabajo considera, evalúa y precisa cuál es esa identidad que nos pertenece.

Para que una persona que habita en una nación cualquiera, pueda moverse con libertad, hacer uso de todos sus derechos, al tiempo que cumple con todas sus obligaciones, y transitar de un lado al otro de ella sin obstáculos, lo único que necesita poseer es una credencial con su identidad. En el ámbito espiritual del Reino de Dios, sucede lo mismo. Este trabajo considera, evalúa y precisa cuál es esa identidad que nos pertenece.

Una entrega más de este estudio respecto al comportamiento del alma, con sus sentimientos, voluntad y voluntad con relación al evangelio.

Me imagino que, al igual que yo y todos los cristianos que hemos sido formados en nuestros primeros pasos en iglesias convencionales, te habrán enseñado y predicado que la iglesia es una gran familia. Que todos los que asisten a tu congregación son tus hermanos y que debes preocuparte por ellos y ellos por ti. ¿Está mal? No, pero está incompleto. Porque la iglesia es, sí una gran familia, pero no entendida de ese modo. Es la familia de Dios en la tierra, nada menos.

Me imagino que, al igual que yo y todos los cristianos que hemos sido formados en nuestros primeros pasos en iglesias convencionales, te habrán enseñado y predicado que la iglesia es una gran familia. Que todos los que asisten a tu congregación son tus hermanos y que debes preocuparte por ellos y ellos por ti. ¿Está mal? No, pero está incompleto. Porque la iglesia es, sí una gran familia, pero no entendida de ese modo. Es la familia de Dios en la tierra, nada menos.

Cuando el relato de la creación nos dice que luego de formar ese muñeco inanimado de barro, Dios sopló en su nariz aliento de vida, y ese hombre nuevo pasó a ser un alma viviente, nos está enseñando que el hombre recibe en su simbólica nariz ese aliento que le transfiere un espíritu eterno que retornará cuando el vaya al polvo de la tierra, pero también un alma que será la destinataria de todo lo que Dios le entrega para que lo administre. Este trabajo procura enseñarte qué hacer y qué no hacer con esa alma, para lograr mejores resultados.