No somos ninguna institución con unas siglas que nos definan, somos de la institución más hermosa y eterna que haya existido nunca, formamos parte del Cuerpo de Cristo. Somos cristianos, y nos basamos en los principios de la Reforma, siendo nuestra máxima autoridad la Santa Biblia.
La gran pregunta que muchos cristianos entendidos se formulan cuando leen un título como este, es: ¿Necesito restaurar mi mente si ya me he convertido y, conforme a la Palabra, mis cosas viejas pasaron y he aquí todas son hechas nuevas? En apariencia, la respuesta debería ser que no, que no se necesita eso. Sin embargo, todos los que hemos estado o están en una congregación cristiana, hoy, saben que en mucha gente, esa palabra no ha pasado de ser eso: una buena palabra y nada más, pero que la realidad indica otra cosa.
Hay llaves que abren puertas maravillosas dentro del evangelio de Jesucristo, lo sabemos. Lo hemos leído una y cien veces en nuestras biblias, sólo que por esa tan singular manía de subestimarnos que nos pone el enemigo, siempre hemos entendido que eso era solamente para aquellos ´heroes" de nuestra fe. Pero la misma Palabra de Dios nos dice que no es así, y que esas llaves, también están a nuestra disposición.
No son pocos los creyentes que buscan y gustan de lo escatológico, de todo aquello que les habla de los últimos tiempos, los últimos días, el final y todo eso que tantas veces se nos ha predicado, pero que no siempre se nos ha mostrado como lo que es, una conclusión esperable para lo que creemos y profesamos, que es un evangelio de amor y de paz, nunca una cosa terrible y destructiva. A eso jamás podríamos llamarlo Buenas Nuevas.
Tú ya conoces este ministerio. Tú ya sabes que no nos agrada jugar con las fantasías de nuestra imaginación o con los sobre énfasis del misticismo sin bases. Nos garad de sobremanera caminar firmes sobre la Palabra de Dios escrita y revelada por el Espíritu Santo. Y a partir de ello es que hemos elaborado este trabajo, teniendo muy en cuenta y hasta comprendiendo, cuales son los obstáculos más frecuentes que te impiden ser el creyente que deseas ser.
Tienes razón al pensar cómo has pensado cuando lees este título. ¡Cuan poco sabemos los cristianos respecto a nuestras almas y nuestros espíritus. No hablo del Espíritu Santo de Dios, de Él sí tenemos información porque la Biblia nos habla de su poder y magnitud. Yo me refiero a tu espíritu humano, ese que fue soplado en tu nariz cuando viniste a este mundo, y por consecuencia, a tu alma, que está sujeta a tu espíritu. Cuidado, porque lo que ambos decidan, es lo que luego hará tu cuerpo...
Todos los que por mucho o por poco hemos militado en alguna congregación cristiana, hemos conocido esta palabra. Y hemos sabido de ella con relación a personas. Sin embargo, yo me he propuesto en este trabajo, descubrir los tesoros que el Espíritu Santo desea traer a tu vida de libertad en Cristo, y revelarte las realidades notorias que esta expresión posee, que no siempre es la que se nos ha enseñado.
Es el evangelio que predicó Jesús, por consecuencia, el único que cada uno de nosotros debería conocer y repetir casi textualmente, a eso vinimos. Para eso recibimos salvación y Vida Eterna sin mérito alguno de nuestra parte, solo por Gracia y misericordia de Dios. Sin embargo, de ese Reino conocemos muy poco y, lo que conocemos, no siempre se ajusta a la verdad bíblica y a la que estamos destinados a vivir.
Es tiempo de retornar a una semilla que hemos olvidado, pero que la historia de la iglesia mantiene en su recuerdo para que no vuelva a ser perjudicial. Es una semilla que se parece mucho a la del trigo, pero que no lo es. Muy por el contrario, es una semilla que, en lugar de alimentar, adormece y hasta envenena, y que sin embargo hoy por hoy parecería estar más que abundante en nuestras mesas de alimento. Es una mala semilla... Conócela.
Todo lo que como creyentes en Jesucristo estamos viviendo en estos tiempos, que no ni fáciles ni sencillos de sobrellevar, indefectiblemente afectará a las generaciones futuras. Hay niños que hoy están controlando si sus padres se colocan sus mascarillas tapabocas al salir de sus residencias, y eso afectará sus vidas futuras. Del mismo modo, nuestro cristianismo actual, tiene bases generacionales que nos afectaron en la historia reciente y antigua.
La historia del becerro de oro que el pueblo de Israel le hizo construir a Aarón porque se habían cansado de esperar el retorno de Moisés, que había ido a buscar instrucciones de Jehová, es lo suficientemente conocida como para no necesitar reiterarla. Sin embargo, si te contamos que ese becerro, todavía hoy, se sigue construyendo en muchos ambientes cristianos, creemos que no te descubriremos nada nuevo.