La Web Cristiana

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No somos ninguna institución con unas siglas que nos definan, somos de la institución más hermosa y eterna que haya existido nunca, formamos parte del Cuerpo de Cristo. Somos cristianos, y nos basamos en los principios de la Reforma, siendo nuestra máxima autoridad la Santa Biblia. 

La historia del becerro de oro que el pueblo de Israel le hizo construir a Aarón porque se habían cansado de esperar el retorno de Moisés, que había ido a buscar instrucciones de Jehová, es lo suficientemente conocida como para no necesitar reiterarla. Sin embargo, si te contamos que ese becerro, todavía hoy, se sigue construyendo en muchos ambientes cristianos, creemos que no te descubriremos nada nuevo.

Todos hemos sido formados, con una cierta y determinada imagen de Dios. Algunos, incluso, han cometido el error más frecuente, que es identificarlo con su propio parde carnal. Otros creen que es un juez implacable, otros que es una eminencia a la Justicia, otros que es fuego consumidor y, otros, finalmente, creen que Dios es, más que todo lo otro, Amor. Por eso será muy importante que conozcas cual es el máximo enemigo de ese Amor.

Has oído decenas de mensajes, predicaciones, estudios y sermones sobre el perdón, ¿No es así? ¿Será este, entonces, uno más de estos tantos? Asìro a que no, a que encuentres en él los rudimentos básicos para que entiendas que, cuando se habla de perdonar hasta setenta veces siete, no estamos jugando a la numerología bíblica, estamos sentando principios báslcos, que siempre será mucho más valioso que sentar simple doctrina.

Habrás leído en tu Biblia en muchas ocasiones que se te demanda (No sugiere, no aconseja, demanda) andar en el espíritu y no en la carne. Tú sabes el motivo, La maldición sobre la serpiente la somete a tus pies, pero al mismo tiempo la habilita a comer polvo todos los días de su vida. Y polvo es tierra, y tierra es carne. Así es que, si andas en la carne, hay derecho legítimo al enemigo para perturbarte. Si caminas con el espíritu, no.

Cuando encaramos un trabajo, siempre recalamos en el contexto global, en el espíritu básico y central de lo que ese pasaje desea significarnos y enseñarnos. Sin embargo, hay algunos textos que por su naturaleza necesitan ser ampliados o mostrados de sus propias esencias. Este es el caso de este trabajo que, pese a girar en torno a ese conjunto, tiene su epicentro principal precisamente en el verso mencionado.

Estamos hablando y enseñando mucho en estos últimos tiempos respecto al Reino de los Cielos, que es la base central de lo que fue el único evangelio predicado por Jesús durante su ministerio terrenal. Todo lo que vino después, añadidos y creatividades de hombres, bien intencionadas, pero en casos alejadas de la verdad. Aquí entregamos una lectura y pintura práctica y social de ese mismo Reino.

Ningún cristiano que tenga un mínimo de información, al menos, ignora de quien se está hablando cuandos se alude a la Serpiente Antigua. Es Satanás en toda su expresión, tomando forma activa en su tarea ancestral de intentar destruir la obra de Dios, Serpiente, un ser con pies y mente, eso es lo que cada día se enfrenta a tus mejores intenciones de creer y ser conforme al propósito y la voluntad de Dios. Conocerlo más, es batallar mejor.

Ningún cristiano que tenga un mínimo de información, al menos, ignora de quien se está hablando cuandos se alude a la Serpiente Antigua. Es Satanás en toda su expresión, tomando forma activa en su tarea ancestral de intentar destruir la obra de Dios, Serpiente, un ser con pies y mente, eso es lo que cada día se enfrenta a tus mejores intenciones de creer y ser conforme al propósito y la voluntad de Dios. Conocerlo más, es batallar mejor.

No es fantasioso ni sobreenfatizado hablar de ejército ni de arenga clásica previa a una o varias batallas. La Biblia misma nos muestra a Dios, como "Jehová de los ejércitos". Nos colocamos su uniforme en el momento mismo de nuestra conversión, y entramos en guerra contra el reino de las tinieblas, nos agrade o no, lo sepamos o no, desde ese mismo instante. Y ante cada batalla, es Dios mismo el que viene y nos arenga a vencer sin desmayar.

Servir al Reino tiene un precio a pagar. Por Gracia, que es favor, que es ausencia de mérito y esfuerzo personal, es la salvación, la que garantiza Vida Eterna en Cristo Jesús, pero servir al Reino de los Cielos, único evangelio predicado por Jesús y ser parte de su victorioso Cuerpo en la tierra, tiene un costo que será un verdadero privilegio pagar porque no será jamás oneroso. Aquí tienes los tres niveles que necesitas para ello.

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