No somos ninguna institución con unas siglas que nos definan, somos de la institución más hermosa y eterna que haya existido nunca, formamos parte del Cuerpo de Cristo. Somos cristianos, y nos basamos en los principios de la Reforma, siendo nuestra máxima autoridad la Santa Biblia.
¿Es posible unir el cielo con la tierra? Para nuesta sabiduría humana, secular, carnal y materialista que es tan abundante en estos tiempos, seguramente que no, que es apenas una utopía más de las tantas que el intelectualismo griego encuentra en la Escritura. Sin embargo, Dios mismo dice que sí es posible y que solo se puede producir cuando un hombre o una mujer, deciden abandonar religiones ritualistas o tradicionalistas e ingresar de pleno en el único evangelio predicado por Jesús: el del Reino de los Cielos.
¿Es que pueden existir pecados que no se presenten a la vista de todos, que no sean factor de degradación inmediata, de separación o expulsión del cuerpo, de acusaciones graves, de agresiones, de juicios y sentencias? Sí, pueden haberlos. Y créeme que son mucho más abundantes que los visibles. Son los pecados de la hipocresía, esa actitud que lleva a las personas a simular, a fingir, a impostar. Y hay una palabra en tu biblia que dice que la hipocresía nació en la iglesia...¡Oh!
¿Es necesario un entrenamiento para militar en el Reino de Dios? Sí, lo es, y no por ocurencias personales de algún afiebrado ministro, sino por lo que la propia palabra de Dios lo demanda. Se nos ordena ejercitar nuestros dones. ¿Y donde lo haríamos, sino en la jurisdicción divina en la que nos corresponde estar? Ejercita tus dones, hazlo con responsabilidad y sabiduría, ye se será tu mejor entrenamiento para vivir en el ámbito que debes vivir.
¿Es necesario un entrenamiento para militar en el Reino de Dios? Sí, lo es, y no por ocurencias personales de algún afiebrado ministro, sino por lo que la propia palabra de Dios lo demanda. Se nos ordena ejercitar nuestros dones. ¿Y donde lo haríamos, sino en la jurisdicción divina en la que nos corresponde estar? Ejercita tus dones, hazlo con responsabilidad y sabiduría, ye se será tu mejor entrenamiento para vivir en el ámbito que debes vivir.
Todos conocemos los ministerios que hoy por hoy habitan la iglesia del Señor en todas sus expresiones terrenales, las aptas y genuinas y la otras, que también existen. Sin embargo, hay uno de esos ministerios, que por alguna razón no establecida, parecería haber quedado a un lado en la consideración general. De ese ministerio, su alcance y sus particularidades habla este trabajo.
La vida del creyente no es un suave manto de pétalos de rosa. Las contiene, porque eso es la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. Pero también están las espinas, esas que de pronto se clavan en nuestra piel espiritual y lastiman, hieren, molestan. De eso se habla en este trabajo, de un flagelo que, por antiguo y conocido, no ha dejad de perturbar la vida de muchos hermanos y su bienestar en esta tierra.
Sobre el remanente hemos hablado mucho y extenso. Hemos explicado a conciencia que es lo que significa, lo que representa para el pueblo santo y lo que se espera de él. Hoy te lo entrego una vez más, pero bajo un nombre legendario, el de Jacob. Y es bajo ese mismo espíritu que ese remanente santo cobra vida activa y cumple con la misión que le ha sido entregada.
Sobre el remanente hemos hablado mucho y extenso. Hemos explicado a conciencia que es lo que significa, lo que representa para el pueblo santo y lo que se espera de él. Hoy te lo entrego una vez más, pero bajo un nombre legendario, el de Jacob. Y es bajo ese mismo espíritu que ese remanente santo cobra vida activa y cumple con la misión que le ha sido entregada.
Hay un tiempo en el espíritu en donde todo parece ser quietud, que no ocurre absolutamente nada, que todo está bajo control y que nada ni nadie nos sorprenderá. Sin embargo, Dios sigue siendo el Dios de todo poder y, en un momento determinado, llega lo que podemos denominar como un tiempo divino, y allí es donde el hombre entiende que no puede ni podrá jamás controlar las cosas de Dios.
Todos hemos pasado por las etapas lógicas y casi tradicionales que se desandan para llegar a los pies de Jesucristo. Crisis, angustias, miedos, llantos, y luego la decisión. ser de Él y no irse jamás de sus amorosos brazos. Sin embargo, en ese tránsito hacia la vida abundante aquí prometida, mientras se camina en dirección a la Eterna, hay un elemento que deberemos tener en cuenta: prepararnos, capacitarnos y estar velando por si fuéramos esparcidos como alguna vez lo fue el otro pueblo de Dios...