La Web Cristiana

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No somos ninguna institución con unas siglas que nos definan, somos de la institución más hermosa y eterna que haya existido nunca, formamos parte del Cuerpo de Cristo. Somos cristianos, y nos basamos en los principios de la Reforma, siendo nuestra máxima autoridad la Santa Biblia. 

Los cristianos tenemos una visible confusión respecto a nuestra situación legal delante de Dios. Ostentamos con orgullo nuestra condición de Siervos, cuando ese solamente es el primer paso. Luego vendrá ser Amigos de Dios, y finalmente Hijos, que son los únicos que reciben la herencia. Aquí tienes una serie de principios que van a convertirte en un Hijo genuino, sin nada que coincidir con tanta hipocresía, simulación e impiedad que hemos visto.

Este es un trabajo que se irá entregando periódicamente, no de manera consecutiva, que consta de once estudios relacionados con el obstáculo más importante que tiene nuestra fe, nuestras propias fortalezas mentales. Si los coleccionas y atesoras, estudiándolos con prolijidad, vas a tener una excelente herramienta para descubrirlas, combatirlas y derrotarlas.

Es indudable que la palabra militancia sólo se interpreta desde la óptica intelectual referida a lo político, social o ideológico. Sin embargo, ser creyentes genuinos implica una militancia, y si me dejas decir lo que creo, una altísima militancia. Porque no podemos ser ni tibios ni ambiguos. De allí que te vendrá muy bien este trabajo que te instruye, de alguna maenra, cómo puedes militar en la fe en los lugares altos en el espíritu.

Todos los cristianos conocemos, en mayor o menor medida, el poder que tiene nuestra palabra. Y no estoy hablando sólo de la reiteración de la palabra de Dios, sino de toda palabra pronunciada. La palabra ata, y no siempre a cosas de bendición. por lo tanto, será muy valioso que conozcas las claves para desatar esa palabra que te bendiga y bendiga a todos tus seres amados.

Es indudable que la gran mayoría de cristianos que acuden a iglesias cristianas de distintas denominaciones, no tienen conocimiento mínimo de la cantidad de ritos y liturgias que cumplen y respetan como bíblicas que en realidad no lo son. Es notorio que las tradiciones han superado las barreras de los años y se han ido propagando entre las feligresías hasta el punto de adjudicarlas a la Palabra de Dios, cosa que en muchos casos, es contrapuesta.

Durante años la iglesia tradicional ha enseñado, (Aunque solamente en los sectores que lo creyeron), en una guerra de corte espiritual que hace honor a la palabra de que no es contra carne y sangre. Y no fue malo aprenderlo para quienes recibieron esa enseñanza. Sin embargo, los tiempos corren de manera vertiginosa y hoy esa misma guerra no solo ha aumentado, sino que incorporado nuevos enemigos.

Es indudable que una gran reforma se acerca a pasos agigantados a la iglesia del Señor. Una reforma que, quizás , tenga visos superiores a los vividos en la época de Martín Lutero. Una reforma que llevará de una vez por todas a la auténtica iglesia a una calidad de sin mancha y sin arruga y gloriosa ante los ojos de Dios. Una reforma que necesita gente como la que aquí se describe.

Es indudable que una gran reforma se acerca a pasos agigantados a la iglesia del Señor. Una reforma que, quizás , tenga visos superiores a los vividos en la época de Martín Lutero. Una reforma que llevará de una vez por todas a la auténtica iglesia a una calidad de sin mancha y sin arruga y gloriosa ante los ojos de Dios. Una reforma que necesita gente como la que aquí se describe.

La del título debe ser la pregunta que más se ha formulado una gran parte del cristianismo durante siglos. No parecería ser suficiente la cruz, la inmolación del Cordero y su sangre derramada. Las obras, los esfuerzos, los sacrificios, en suma; todo lo que el hombre procura hacer con sus manos para acceder a lo que jamás podrá acceder por sí mismo.

Cuando tú aceptas a Jesucristo como Salvador personal de tu vida, y aceptas asimismo convertirlo en auténtico y absoluto Señor de tu vida, tú adquieres una identidad específica, puntual y sellada por el Espíritu Santo: salvo. Esa será de allí en más, tu documento a presentar en cada ocasión crítica. De ninguna manera podrás pretender vencer un problema sin presentar ese documento.

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