Durante años la iglesia tradicional ha enseñado, (Aunque solamente en los sectores que lo creyeron), en una guerra de corte espiritual que hace honor a la palabra de que no es contra carne y sangre. Y no fue malo aprenderlo para quienes recibieron esa enseñanza. Sin embargo, los tiempos corren de manera vertiginosa y hoy esa misma guerra no solo ha aumentado, sino que incorporado nuevos enemigos.