Me imagino que, al igual que yo y todos los cristianos que hemos sido formados en nuestros primeros pasos en iglesias convencionales, te habrán enseñado y predicado que la iglesia es una gran familia. Que todos los que asisten a tu congregación son tus hermanos y que debes preocuparte por ellos y ellos por ti. ¿Está mal? No, pero está incompleto. Porque la iglesia es, sí una gran familia, pero no entendida de ese modo. Es la familia de Dios en la tierra, nada menos.