Cuando nuestro Dios se presenta a sí mismo, allá en el Antiguo Testamento, lo hace describiéndose como "El Dios de Abraham, Isaac y Jacob". Tres nombres, tres hombres, tres generaciones. Esta es una época de alta reforma en la iglesia. Lo estamos viendo, lo estamos discerniendo y el Espíritu Santo lo está revelando. Para que eso sea posible, habrá que ponerle fuertes cimientos a la generación de la Reforma.