Abrió la alacena. No había nada. Estaba vacía. Sobre la cómoda de la sala, arrumadas, las facturas de cobro por los servicios básicos. Junto al televisor, la solicitud escrita de las directivas del colegio donde estudiaba su hijo, para que se pusiera al día en el pago de las cuotas mensuales. Para empeorar el panorama, nadie le había llamado de…