Pedro le dijo a José: “¡Eres un cualquiera!” “¿Cómo? ¿Cualquiera yo? ¡Cualquiera será tú!” le respondió José. Los amigos estaban enfrascados en una discusión frenética cuando pronunciaron estas palabras. A nadie (incluyendo a José) le gusta que le digan que es “un cualquiera”.