Filipenses 4:10-20.


Desde la antigüedad el hombre recurrió a los sobrenatural para tratar de controlar los sucesos de la naturaleza tales como tormentas, inundaciones, cosechas, enfermedades, etc. al mismo tiempo concibieron la idea de dioses los cuales existían para procurar su bienestar físico. Así se pasó de la idea de un dios protector a un dios benefactor que otorga todo lo que el hombre desea, siempre y cuando se realizara el sacrificio indicado.
Cuando una persona, familia o tribu percibía que su dios no le daba todo lo que deseaba o necesitaba no tenían problema en reemplazarlo por otro que consideraban más poderoso; es decir la relación entre el hombre y Dios siempre estuvo enmarcada en el interés personal.

Hoy sucede algo similar, el ser humano procura estar de lado del dios que le de más garantías y ventajas, en esto precisamente radica el negocio de la religión, ella constantemente está dando a conocer las nuevas ofertas de su dios con el fin de captar nuevos adeptos. Así entonces encontramos que la religión vende la idea de un dios que satisface cualquier capricho de sus seguidores con tal que estén a su lado.

Algunos tienen la idea que al obedecer a Dios le están haciendo de alguna manera un favor, pues así él se siente contento.

Desafortunadamente este pensamiento se encuentra aún en las filas del evangelio, donde se predica el evangelio de ofertas en el cual se enseña que la persona que cree en Jesucristo ya no va a tener ningún problema, enfermedad, o fracaso familiar, ya que el Dios de los evangélicos ofrece más garantías que todos los santos del romanismo juntos.

Con este pensamiento la persona se empieza congregar y al comienzo por la emoción todo marcha sobre ruedas, pero cuando abre sus ojos a la realidad se da cuenta que los problemas no se han acabado en su vida y por el contrario en ocasiones como que han aumentado. En ese momento se pregunta: ¿Estaré en el lugar correcto? ¿Será que estoy en la doctrina correcta? Así entonces emigra a otro lugar de reunión donde se le dice que allí si está el poder de Dios. Y el ciclo vuelve a comenzar.

La realidad es que el propósito se la obra de Jesucristo en la cruz fue el restablecer la comunión entre Dios y el hombre, no dar casa carro y beca al que cree. Mateo 18:11. Porque el hijo del hombre, ha venido para salvar lo que se había perdido.

Por otro lado el Señor Jesús enseñó a sus seguidores: En el mundo tendréis aflicción, pero confiad yo he vencido al mundo, Juan 16:33. Por esto ser creyente no es sinónimo de ausencia de problemas y dificultades.

El apóstol Pablo nos sirve ejemplo, pues su vida estuvo enmarcada por las necesidades y la persecución, pero gracias a esas circunstancias el aprendió a ser un creyente con carácter maduro.

1. PABLO Y EL MINISTERIO.

El ministerio Paulino estuvo rodeado de problemas, no eran pocos los enemigos de Pablo, los judíos le acusaban de ser un traidor; los gentiles de ser un falso apóstol que predicaba solo por dinero.

Por esta razón Pablo en Corinto tomó la decisión de predicar gratuitamente el evangelio.

¿Cuál pues es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio. 1 Corintios 9:18.

Pablo prefirió pasar necesidad, antes de poner algún tropiezo en la predicación. Podemos notar como el apóstol a pesar de las necesidades económicas no pedía diezmos, ni enseñaba que los creyentes hicieran pactos o promesas para recibir algo de parte de Dios y de paso financiar su ministerio.

Pablo se caracterizó por su desapego al dinero, él no quería
ser gravoso a la Iglesia y en más de una ocasión pagó de su propio bolsillo los gastos de sus viajes misioneros. He aquí por tercera vez estoy preparado para ir a vosotros; y no os seré gravoso, porque no busco lo vuestro, sino a vosotros, pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos. Y yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aún yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más sea amado menos. 2 Corintios 1:14-15.

Lógicamente esta actitud traía a la vida el apóstol momentos de necesidad, pero él aprendió que la vida cristiana es una escuela en la cual Dios nos enseña por medio de las circunstancias a madurar.

Así entonces encontramos en Pablo una persona estable a pesar de las circunstancias:

No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación, sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad. Filipenses 4:11-12.

Estas son las palabras de un creyente maduro, perfecto en Cristo, si tenía abundancia daba gloria a Dios, sino tenía necesidad daba gloria a Dios, las diferentes situaciones le habían enseñado a estar satisfecho sin dudar de la bondad de Dios.

Tal vez alguno pensara que en fin de cuentas Pablo decía esas palabras porque no tenía muchos problemas, miremos una pequeña radiografía de las circunstancias diarias del apóstol.

¿Son ministros de Cristo? (Como si estuviera loco hablo) Yo más, en trabajos mas abundante, en azotes sin número; en cárceles más; en peligros de muerte muchas veces. De los judíos he recibido cuarenta azotes menos uno. Tres veces he sido azotado con varas, una vez apedreado, tres veces he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar; en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de los de mi nación, peligros de gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos, en trabajo fatiga, en muchos desvelos en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mi se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias. 2 Corintios 11:23-28.

Si Pablo viviera hoy, de seguro los predicadores de la prosperidad le acusarían de estar en pecado o de tener poca fe, ya que para ellos el creyente no debe pasar por ninguna dificultad.

Pero como la realidad es otra, Pablo aprendió a enfrentar las dificultades porque en fin de cuentas él sabía en quien había creído. Por esto pudo decir esa frase que ha perdurado por décadas. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13.

2. LA AYUDA DE LA IGLESIA EN MACEDONIA.

Las necesidades que afrontaba Pablo cumplían un doble propósito, primero producían en el apóstol firmeza en su carácter y en segundo lugar mostraban cuales eran los creyentes que en verdad estaban comprometidos con la obra del ministerio.

La mayoría de Iglesias incluyendo la de Jerusalén daban gloria a Dios por el trabajo de Pablo, pero en el momento de ayudar, brillaban por su ausencia.

Claro que no todos los creyentes tenían una actitud mezquina hacia la obra, la excepción era la Iglesia que se reunía en Macedonia.

Sabéis vosotros oh Filipenses, que al principio de la predicación, cuando partí de Macedonia, ninguna Iglesia participó conmigo en razón de dar y recibir sino vosotros solos, pues aún a Tesalónica me enviasteis una y otra vez para mis necesidades. Filipenses 4:15-16.

La Iglesia de Macedonia era una Iglesia que avanzaba en madurez, pues aprendió a ofrendar voluntariamente; no ponía como excusa la lejanía en la que estaba Pablo, pues donde estuviera le enviaban apara sus necesidades.

Ellos ofrendaban porque amaban a Dios y la obra realizada por el Apóstol Pablo. Hoy da tristeza pues por causa de la niñez en que viven algunos creyentes es necesario amenazarles u ofrecerles el cielo y la tierra para que sean partícipes del ministerio.

Claro está que Dios también está levantando creyentes maduros como quienes ofrendan por amor y no por temor o interés materialista.

La ofrenda de amor delante de Dios se constituye en: Olor fragante, sacrificio acepto agradable a Dios. Filipenses 4.18.

3. RESULTADOS DE LA OFRENDA.

Mi Dios pues suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús. Filipenses 4:19.

Los creyentes de Macedonia habían aprendido la gracia de ofrendar, por lo tanto lo hacían con la motivación correcta, por esto Pablo declara que las riquezas de Dios estarían supliendo lo que aún le hacía falta en el conocimiento y sabiduría espiritual.

Cada vez que un creyente ofrenda está sembrando, y de cierto recogerá en su tiempo la cosecha, pero más importante que la cosecha material, es la espiritual.

Pablo dice a los creyentes que Dios iba a suplir lo que les faltaba en su vida espiritual conforme a las riquezas de su gloria. ¿Cuáles son esas riquezas? Serán casas, carros y dinero y salud? Claro que no porque son riquezas espirituales.

Las riquezas que tenían a su disposición los Macedonios eran:

Las riquezas de la bondad de Dios. Romanos 2:4.

Las riquezas de su gracia. Efesios 2:7.

Las riquezas del pleno conocimiento. Colosenses 2:2.

CONCLUSION.

Pablo en ningún momento pensó en dejar a Dios o el ministerio por causa de las adversidades que pasaba, al contrario en medio de la dificultad más se fortalecía en Dios.

Hoy Ud. y yo somos llamado a seguir ese ejemplo por lo tanto coloquemos nuestra mirada en la recompensa eterna y como Pablo aprendamos a decir: He aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación.


PACTO NUEVO 2.002

JOSE LUIS CARDENAS RIVERA

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