Es indudable que el mayor obstáculo que el hombre cristiano tiene para poder servir eficientemente a Dios, es él mismo. O, mejor dicho, su propia carnalidad, que suele anticiparse con exagerada prisa, producto de una ansiedad que suele ser el mejor antídoto para la fe, a lo que Dios verdaderamente pretende de él. Si aprendes a escuchar al Señor, puesto…