Las Escrituras nos hablan de hombres y mujeres que aún en medio de grandes peligros y enormes dificultades guardaron sus testimonios, honraron a Dios, hasta el final de sus vidas. Su humildad, espíritu de sacrificio, amor verdadero y consagración, nos estimulan a ser fieles y seguir su ejemplo.
Tal es el caso de Rut, Daniel, Eunice, Esteban y Pablo, tantos siervos (as), que merecieron que sus nombres quedaran en los registros inspirados para nuestro ejemplo y provecho espiritual. Pero también nos habla de personas perversas dentro del pueblo de Dios que sembraron confusión, desconfianza, rencor y división en la iglesia (Judas 16).
Los primeros nos inspiran a imitar sus virtudes, los segundos a estar vigilantes, con nosotros para no caer en sus errores.
En la Tercera carta de Juan el apóstol, hay un personaje tan funesto que su nombre a pasado en la cultura cristiana a ser símbolo de tiranía. A ningún padre cristiano se le ocurriría darle ese nombre a uno de sus hijos. Ese personaje es Diótrefes.
El anciano apóstol nos da una breve semblanza de este hombre en su tercera carta. Muchas veces en lo poco se dice mucho y así es en el presente caso. Es muy parco el apóstol al hablarnos de Diótrefes, quizá porque no le era agradable referirse con lujo de detalles a la conducta dañina de este personaje, pero si lo suficiente para saber que Diótrefes era arrogante, soberbio, dominante y experto en la manipulación y de una mentalidad estrecha y torcida.
Las breves palabras de Juan son suficientes para captar la pequeñez espiritual de este hombre: “Yo he escrito a la iglesia (de Éfeso); pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar (primado) entre ellos, no nos recibe. 10Por esta causa, si yo fuere, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia.” Tercera de Juan versos 9 y 10.
El carácter de este hombre es maligno, sus obras y palabras “gritan” a los cuatro vientos la verdadera naturaleza de él, y de todos los que a través de los siglos lo han imitado. Los “Diótrefes” son hombres religiosos; en muchos casos tienen buena doctrina y guardan las apariencias de una buena moral.
Es de notarse que el apóstol no lo acusa de inmoralidad ni falsa doctrina. No era homicida como Caín, ni codicioso como Balaam, ni avaro como muchos fariseos (Lucas 16:14), ni ladrón como Judas, pero sí de oponerse al apóstol y a los que lo reconocían a él como uno de los doce, “…no nos recibe, por esta causa, si yo fuere recordaré las obras que hace…” y las obras como las palabras de este hombre no eran buenas. El gran pecado de este hombre era que tenía un alto concepto de sí mismo en relación con los demás (Romanos 12:3). Sufrían de complejo de superioridad.
Esta es una enfermedad moral, su raíz está en que el yo ocupa el primer lugar. En una persona así el egocentrismo se manifiesta a través del orgullo, despotismo y altivez. Se nutre del servilismo y el halago ajeno. Los “Diótrefes” no aceptan diferencia de pensamiento, no aceptan discrepancias; y si tienen poder, marginan a sus víctimas con cualquier pretexto para no dañar su imagen, la de ellos mismos.
El evangelista Palau escribe lo siguiente: “Diótrefes era celoso carnal y un resentido social, no recibía al anciano apóstol porque temía perder el primer lugar al cual se aferraba desesperadamente.”
Pienso que inconscientemente este señor era un Nicolaíta (Apocalipsis 2:15), y por lo mismo es uno de los primeros “funcionarios eclesiásticos” que como tal reclamaba el primado; era un pequeño “papa”.
El pecado de Diótrefes fue el mismo pecado de Lucero (Satanás), Isaías 14:13-14.
Hablar mucho es una cosa y otra murmurar, calumniar, juzgar sin misericordia; “parloteando palabras malignas contra nosotros” nos dice el texto en relación con este hombre. A él le complacía desprestigiar el carácter ajeno para su propio provecho. Su propósito era reinar aplastando la imagen del apóstol y de los que honraban al anciano siervo del Señor. “No nos recibe…” y por lo mismo no recibía a Cristo al rechazar a uno de sus discípulos.
El Diccionario Bíblico nos informa que: “Pablo y sus compañeros, Priscila y Aquila, fueron acogidos por los judíos, al llegar por primera vez, pero Pablo siguió para Jerusalén. Sus compañeros permanecieron allí (En Éfeso), seguramente ellos fundaron la iglesia ayudados por Apolos.” Lo cual significa que el fundador no fue Diótrefes.
¿Cómo se apoderó este hombre de la asamblea de Éfeso? No se sabe, algunos historiadores creen que era un personaje de alguna importancia en esa sociedad y tenía influencia entre los gnósticos.
San Agustín de Hipona, teólogo cristiano de los siglos III y IV, en uno de sus escritos nos informa: “Este hombre Diótrefes, se adueñó de la iglesia de Éfeso valiéndose del engaño y de la buena posición de que gozaba. Tenía alguna fortuna; a los que no se sometían, los expulsaba. Es posible que Aquila, Priscila, Gayo y Demetrio corrieron esa suerte, ya que ellos respetaban a los apóstoles y eran amados por estos.”
¿Era verdadero creyente Diótrefes? No sé, y si lo era, vivía lejos del Salvador; una cosa es creer y otra seguir.
A través de los siglos ha habido líderes carismáticos que arrastran multitudes. También en las iglesias, pero algunos terminan convertidos en caudillos, adquiriendo poder. El poder sin control marea y corrompe. Alguien dijo que “hay iglesias llenas de gente vacía” y cuando la gente está vacía de conocimiento y piedad, los Diótrefes en potencia prosperan.
El anciano apóstol en pocas frases nos informa lo que este dictador hacía con los creyentes que no pertenecían a su círculo.
A. “No nos recibe”. Esta frase en plural significa que: primero, no reconocía el ministerio de Juan; Segundo, no reconocía a los hermanos que tenían comunión con el apóstol como Gayo y Demetrio (por inferencia al apóstol Pablo, ya que Pablo y Juan tenían comunión); y tercero, no reconocía a Aquila y Priscila, los cuales eran muy amados por Pablo y compañeros de oficio (Hechos 18:2, 3, 18,19 – Romanos 16:3-4).
B. “No recibe a los hermanos.” Los hermanos débiles que se habían apartado por diversas causas pero querían regresar, él no se los permitía. Es posible que algunos de ellos no habían aceptado el autoritarismo de Diótrefes y por lo mismo él les impedía regresar.
C. “Prohibía recibir a los hermanos.” Si un hermano caía en desgracia ante él, no había apelación y por lo mismo ningún miembro de la asamblea de Éfeso podía recibir a estos hermanos sin sufrir persecución, la cual finalizaba en expulsión de la iglesia. ¡Cuánta falta le hacía a Diótrefes el amor, la compasión, la humildad y la afabilidad. A los débiles los debilitaba más, a los caídos los abandonaba.
Swindoll, escritor cristiano escribe: “Es común, por desgracia, encontrar pastores y profesores de seminarios donde se imparte conocimiento bíblico, que se jactan de ser puros en doctrina, fundamentalistas, ortodoxos, pero con un corazón seco como el desierto.”
Yo no se que tan ortodoxo era Diótrefes, pero lo que si sé es que era un pobre hombre lleno de sí mismo; no sé si era un activista religioso que hacía campañas evangelísticas en Éfeso y tenía células de oración en los barrios de la ciudad, pero de lo que sí estoy seguro es de que al buscar discípulos no era precisamente para Cristo; no sé que tan servicial era con los necesitados, pero sospecho que sus servicios, si los hacía, no pasaban de aquellos que halagaban su vanidad.
De algo si estoy seguro, este hombre no amaba a Cristo de verdad. ¡Señor libra tu iglesia de tales hombres!
El hermano Tulio Gómez, es un hombre anciano, que ha dedicado su vida al servicio del Señor. Trabajó en la Obra del Señor 17 años como predicador de medio tiempo, sosteniéndose económicamente con sus propias manos en las labores del campo tales como la agricultura y la construcción. En la actualidad reside en la ciudad de Santa Rosa, Risaralda, Colombia, América del Sur, dedicado a escribir para el Servicio del Señor Jesucristo y la edificación del pueblo de Dios.
COMENTARIOS Y CORRESPONDENCIA:
TULIO GÓMEZ
CALLE 25 Nº 24 – 02
HOGAR “BET- SEAN”, CIUDADELA FERMÍN LÓPEZ
SANTA ROSA, RISARALDA,
COLOMBIA, S.A.
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