Si bien hoy las guerras llamadas convencionales han quedado limitadas a cuestiones internas o ideológicas entre distintas facciones o etnias en los países, los conceptos que se manejan con anterioridad, durante y en el post,, siguen siendo los mismos. Y es muy curioso, porque el pueblo de Dios es una nación, y desde que lo es, la Biblia dice que estamos en guerra. El problema mayor es que muchos todavía no terminan de creerlo.