Son tiempos muy difíciles para ser cristiano, estos. La sociedad en la que estamos diseminados e inmersos, no es un lugar sencillo para vivir conforme a nuestras más profundas convicciones. Por eso es indispensable que nuestro estilo de vida sea, precisamente, en base a convicciones firmes y genuinas, y no a partir de ritos, tradiciones y estatutos que de algún modo le quitan seriedad a lo que, indudablemente, es lo más serio del universo: Dios.