En algunos lugares se enseña, a manera premonitoria, que el día que nos encontremos cara a cara con el Señor, Él nos va a pedir cuentas respecto a nuestras buenas obras, a la cantidad de personas que hemos evangelizado, etc. Sin embargo, lo que salta de la Palabra escrita es que nos será demandado el qué hemos hecho con Su salvación. Si hemos enterrado o negociado con sus talentos.