No debe existir una congregación o iglesia auto denominada a sí misma como cristiana, que no hable o por lo menos realice alguna alusión a lo que llamamos Tercera Persona de la Trinidad, el Espíritu Santo, Dios mismo en su forma etérea. La gran pregunta, es: ¿Cuantos cristianos de los que han escuchado hablar del Espíritu verdaderamente lo conocen? ¿Cuantos tienen idea concreta respecto a Su identidad? Este trabajo tiene puntualmente esa intención.