y oyes su sonido; mas ni
sabes de dónde viene,
ni a dónde va;
así es todo aquel que es nacido del
Espíritu. Juan 3:8
Eva no viviría con la incertidumbre del misterio.
La engañó con la oscuridad del conocimiento
dejó de necesitar a Dios para la Luz.
Cometió suicidio espiritual bebiendo el
veneno de una miserable información.
Ella no toleraría su ignorancia
y su vulnerabilidad.
No soportó un Dios Insondable
Quien le exigió que viviera un estado constante de desconcertante silencio.
Como quiera que no perdonamos los misterios,
y deseamos respuestas tanto que
“cualquier respuesta valdrá aunque tengamos que fabricarla,” estamos maduros para las mentiras de la simple inteligencia.
Y hemos dejado a Dios por Su enemigo. Igual que Eva.
Este Dios Inteligente te hace balancear en el aire
encima de lo desconocido e inescrutable.
Sólo si te propones conocerle a Él puedes sobrevivir.
Él sabe.
El presente es un misterio, el pasado un enigma - el futuro es imprevisible el único que lo conoce es Dios. . .
¡Él lo sabe!
Si tengo que vivir con todas esas incertidumbres
Pero estoy, no sólo en Su misericordia,
sino misericordia en. . . cada cosa y todo.
Pero siento incertidumbres como la inseguridad. . .
hasta que Él sea la ilimitada ancla de mi Vida
sacudida por las olas.
No necesito el conocimiento para estar seguro.
Necesito conocerle a Él, a mi Jesús como la Única Roca,
la sólida Fortaleza inamovible en medio del mar rugiente.
La religión cree que si sabes
los hechos y las leyes significa
que conoces a Dios.
Necesitar-de-saber
realmente es el comezón insidioso de controlar,
de contener. . . ¡Dios!
Pero Nuestro Dios es salvaje: ¡indomable, inmanejable!
Lo más que puedes digerir es una mota de Su verdad.
Él nos dice mucho pero como un Padre Sabio
detiene lo que no podemos sobrellevar.
“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora
no las podéis sobrellevar.”
No se puede conocer a Dios
excepto por un abrir y cerrar de la revelación,
en un ajuste continuo.
Además. . .
no conocemos ni lo uno ni lo otro y - más asombroso –
no nos conocemos a nosotros mismos.
No puedo nombrarte por tus actos de hoy
con pequeñas etiquetas talladas en piedra.
Y no me puedo encasillar sin distinguir,
apretándome dentro de
rígidas cajas de embalar
por lo que puedes predecirme.
Aún tenemos que saber quiénes somos,
que no es lo mismo lo que hemos sido.
Y sobre todo lo que no sabemos. . . lo qué realmente sabemos.
Nuestra ignorancia sólo es sobrepasada por nuestra
necedad al pensar que sabemos.
Deja que tus preguntas no tengan ninguna respuesta
hasta que Él te conteste.
Vive con el Misterio.
Acepta la perplejidad.
Espera. . .
Envía tu necesidad-de-saber dentro de Su corazón.
Descansa en Quien lo conoce Todo
Porque Él es el origen de Todo
¡y gobierna sobre Su Creación!
Entonces asombrosamente Sus Secretos
te serán compartidos
como un niño inocente,
vivirás en Constante Reverencia.
Copyright © March 18, 2000
Martha Blaney Kilpatrick
La engañó con la oscuridad del conocimiento
dejó de necesitar a Dios para la Luz.
Cometió suicidio espiritual bebiendo el
veneno de una miserable información.
Ella no toleraría su ignorancia
y su vulnerabilidad.
No soportó un Dios Insondable
Quien le exigió que viviera un estado constante de desconcertante silencio.
Como quiera que no perdonamos los misterios,
y deseamos respuestas tanto que
“cualquier respuesta valdrá aunque tengamos que fabricarla,” estamos maduros para las mentiras de la simple inteligencia.
Y hemos dejado a Dios por Su enemigo. Igual que Eva.
Este Dios Inteligente te hace balancear en el aire
encima de lo desconocido e inescrutable.
Sólo si te propones conocerle a Él puedes sobrevivir.
Él sabe.
El presente es un misterio, el pasado un enigma - el futuro es imprevisible el único que lo conoce es Dios. . .
¡Él lo sabe!
Si tengo que vivir con todas esas incertidumbres
Pero estoy, no sólo en Su misericordia,
sino misericordia en. . . cada cosa y todo.
Pero siento incertidumbres como la inseguridad. . .
hasta que Él sea la ilimitada ancla de mi Vida
sacudida por las olas.
No necesito el conocimiento para estar seguro.
Necesito conocerle a Él, a mi Jesús como la Única Roca,
la sólida Fortaleza inamovible en medio del mar rugiente.
La religión cree que si sabes
los hechos y las leyes significa
que conoces a Dios.
Necesitar-de-saber
realmente es el comezón insidioso de controlar,
de contener. . . ¡Dios!
Pero Nuestro Dios es salvaje: ¡indomable, inmanejable!
Lo más que puedes digerir es una mota de Su verdad.
Él nos dice mucho pero como un Padre Sabio
detiene lo que no podemos sobrellevar.
“Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora
no las podéis sobrellevar.”
No se puede conocer a Dios
excepto por un abrir y cerrar de la revelación,
en un ajuste continuo.
Además. . .
no conocemos ni lo uno ni lo otro y - más asombroso –
no nos conocemos a nosotros mismos.
No puedo nombrarte por tus actos de hoy
con pequeñas etiquetas talladas en piedra.
Y no me puedo encasillar sin distinguir,
apretándome dentro de
rígidas cajas de embalar
por lo que puedes predecirme.
Aún tenemos que saber quiénes somos,
que no es lo mismo lo que hemos sido.
Y sobre todo lo que no sabemos. . . lo qué realmente sabemos.
Nuestra ignorancia sólo es sobrepasada por nuestra
necedad al pensar que sabemos.
Deja que tus preguntas no tengan ninguna respuesta
hasta que Él te conteste.
Vive con el Misterio.
Acepta la perplejidad.
Espera. . .
Envía tu necesidad-de-saber dentro de Su corazón.
Descansa en Quien lo conoce Todo
Porque Él es el origen de Todo
¡y gobierna sobre Su Creación!
Entonces asombrosamente Sus Secretos
te serán compartidos
como un niño inocente,
vivirás en Constante Reverencia.
Copyright © March 18, 2000
Martha Blaney Kilpatrick