Es muy útil meditar con atención aquel pasaje del Apóstol: ¡Oh Timoteo!, custodia el depósito evitando las novedades profanas en las expresiones (1 Tim 6,20). Es el grito de una persona que sabe y que ama. Preveía, en efecto, los errores que surgirían con el paso del tiempo, y se dolía fuertemente de ellos.