Dios tiene un pueblo en espera. Ése pueblo está aguardando en la quietud del Espíritu. Hay una pasividad que inquieta. Una pasividad desesperante. El enemigo de nuestras almas, quiere que caigamos en las redes de la desesperación. Y, a través de esta circunstancia, el Espíritu Santo está formando dentro de nosotros, el carácter de Cristo. Pero, veámoslo desde el punto…