Algunos convierten la noche en día, diciendo:
La luz está cerca, en presencia de las tinieblas. (Job 17.12)
El Señor me dio la visión de un camino de luz que se extendía delante de los siervos de Dios, y que los elevaba y los introducía en un nivel de luz que les impedía ver más allá de ellos mismos, de su ministerio, de su denominación... Este nivel era una falsa luz, mezclada por el Enemigo con la luz que podíamos tener en ciertas áreas. El resultado de este engaño era la división de los ministerios, el distanciamiento de los diferentes miembros, ya que cada uno creía tener la única luz sobre un tema: La raíz de esta manipulación es el orgullo. El Enemigo aprovecha la escasa luz que podamos tener para honrarnos y levantarnos, con el propósito de cegarnos y separarnos del Cuerpo. Algunos se dejaron levantar por el Enemigo por falta de experiencia en el ministerio, otros por buscar la gloria de los hombres y la respetabilidad, otros simplemente por orgullo. La actitud de los hermanos que andan en esta falsa luz es fácil de reconocer: El rechazo a todo lo que suponga funcionar como un organismo, un deseo de independencia insano e inmaduro, una actitud de orgullo y distanciamiento del resto del Cuerpo, un juicio carnal de las cosas del Espíritu (ver 1Co 4.5).
En ese ambiente de falsa luz espiritual, las doctrinas de demonios encuentran su terreno propicio; la Escritura es usada para atacar y condenar a los hermanos, y el Engañador aprovecha las motivaciones impuras de los corazones para torcer la Escritura. En principio podemos haber recibido algo de luz sobre la Persona del Señor, sobre la Escritura, pero ese algo de luz no es suficiente para juzgar correctamente, y lo que el Enemigo obra como Engañador es el hecho de hacernos creer que ya tenemos una gran luz y que no necesitamos ni al resto del Cuerpo, ni recibir más revelación de Dios, lo que supone el andar en humildad; es el mismo principio que la mentira de la serpiente a Eva; conocer el Bien y el Mal, la Ley, para así ser independiente en nuestros juicios.
Así que las divisiones en el Cuerpo son provocadas por la ceguera de la falsa luz, a la que podemos ser conducidos a causa de nuestro orgullo, falta de experiencia o sumisión. Una vez que somos aislados del Cuerpo, perdemos nuestra efectividad, y nuestro ministerio se convierte simplemente en un espectáculo para demostrarnos a nosotros mismos lo que somos capaces de hacer.
Las señales de los ministerios que andan en esta falsa luz también son evidentes: En muchas ocasiones son ministerios que el Cuerpo se ha visto obligado a aceptar porque se imponen, buscan a todo precio el reconocimiento sin haber esperado a haber sido levantados por Dios; es lo que la Escritura llama falsos pastores (Ez 34). Otra señal de la falsa luz es que se funciona en un lugar del Cuerpo que no corresponden al llamado. Como Daniel del Vecchio ha dicho, si eres un maestro de la Palabra y funcionas como apóstol, eres un falso apóstol, si tienes un don de servicio y funcionas como profeta, eres un falso profeta.
Todo esto es, bajo mi punto de vista y conforme a la visión que el Señor me ha dado, la base de las divisiones en el Cuerpo.
El juicio
Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, cuán grande no será la oscuridad. (Mateo 6.23b)
Esta situación provoca un juicio de Dios sobre los ministerios, las iglesias y las vidas de los cristianos que consienten está situación. Dos cosas importantes: Primero decir que el juicio de Dios no es una venganza al modo humano, sino un acto de amor; el propósito de Dios es el de llevarnos a santidad, a ser más como Jesús. Ese es el propósito de Dios, así que el juicio es un acto de amor para acercarnos a El, a su imagen. Pensad en Pablo, cuando aconseja a los corintios de echar a Satanás a un miembro de la comunidad; su deseo no es el de venganza personal, sino el de salvar al tal hermano en el día del Señor, aunque su carne tenga que ser destruida (1 Co 5.5)
Por otro lado, alguien que cree estar en la luz, mientras que esa luz que hay en él es oscuridad, es responsable de su estado. ¿Responsable de qué, si no es consciente de estar siendo engañado? Responsable de las motivaciones impuras que han dado pie al Engañador, responsable de la grey que el Señor le ha confiado, responsable de no querer arrepentirse: Luego vendré sobre el arrepentimiento.
El pensamiento profético que el Señor me ha dado es que muchos ministerios, grupos o denominaciones pueden estar bajo juicio para ser despojados de la falsa luz de la que han sido rodeados. Así que no sería en absoluto extraño el escuchar que este o el otro ministerio han caído en uno u otro pecado, problemas de orden público, escándalos financieros... Debemos entender este juicio como una señal profética.
El Señor prepara a su iglesia para el ministerio de los últimos días, para recibir un nivel de luz y de unción aún no vistos, y ello no vendrá sin juicio sobre todo lo que no es de El.
Las armas
Por otra parte, os escribo un mandamiento nuevo, el cual es verdadero en El y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya está alumbrando.
El que dice que está en luz, y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas.
El que ama a su hermano, permanece en la luz y no hay causa de tropiezo en él.
Pero el que aborrece a su hermano, está en tinieblas y anda en tinieblas, y no sabe a donde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos. (1 Jn 1. 8-11)
Pero en esta visión del camino de falsa luz, vi también un gran número de hombres y mujeres, siervos y siervas del Señor, que no cambiaban su servicio a Dios por la honra de los hombres y la luz aparente.
Estos son los que formarán el ministerio de la iglesia de los últimos días; jóvenes evangelistas equipados con dones de milagros y sanidades desconcertantes, ministerios proféticos de una profundidad y une precisión desconocida en nuestros días, alabanza y adoración a un gran nivel de unción... Está será otra señal profética; la puesta a parte de una serie de ministerios jóvenes, sencillos, que se dejarán enseñar por los hombres de Dios de carácter apostólico.
Y la pregunta es la siguiente; cómo permanecer en este grupo, cómo no ser engañados por el Enemigo, neutralizados y separados del Cuerpo: La respuesta está en el texto de Juan; Permaneced en Amor. El Amor nos evitará toda una serie de prejuicios y motivaciones que dan pie al Enemigo, permitiéndonos así andar en la luz verdadera. El que ama está en luz, lo que significa que el Amor es un arma contra el engaño.
Los que decidieron no subir por el camino de la falsa gloria tenían una cualidad esencial para nuestra labor en el Reino: La Humildad. Las personas humildes son enseñables, y por tanto corregibles, lo que supone una cualidad imprescindible para permanecer en la luz. Sólo los que se viste de Humildad son capaces de rechazar la honra y la alabanza provocada por el Engañador.
Las grandes armas contra el engaño son el Amor y la Humildad.
La unidad entre los ministerios llamados a servir en los últimos días se formará en torno a la persona de Jesús, y no entorno a una misma doctrina o una misma confesión de fe: Jesús vendrá a ser el centro de nuestra fe y de nuestro servicio, en lugar de un conjunto de dogmas. Me explico respecto a esto: Si nuestro foco de atención y la base de nuestra unidad es la teología, seremos fácilmente engañados por el Enemigo; en ese momento estaremos cambiando el conocimiento de Dios por el conocimiento de algunos principios relativos a Dios: Estamos en el mismo dilema que Adán y Eva ante el árbol del conocimiento del Bien y del Mal; llegar a ser perfectos sin Dios. Tratar de crear la unidad en torno a la doctrina es un acto de orgullo en el que nosotros mismos hacemos la obra que corresponde al Espíritu. Sólo en la medida en la que nuestra mirada esté puesta en Jesús podremos tener acceso a una doctrina sana y a una verdadera unidad en el Espíritu.
Si nuestra prioridad se centra en conocer a Jesús, y andar en el Espíritu, podremos no ser engañados respectos a la doctrina; no debemos olvidar que la Verdad no es un conjunto de normas, sino una Persona. Sobre esta base el Señor prepara una generación de maestros de la Palabra que van a llevar a la iglesia a un conocimiento más profundo del Señor, como siervos de Dios, y no como "señores de la iglesia".
Así que en el ministerio de la iglesia de los últimos de días la predicación se volverá profundamente cristocéntrica; El conocimiento de Jesús será el foco de nuestra atención, y ya no buscaremos el hacer prosélitos que se unan a nuestro movimiento eclesial, sino hombres y mujeres que han tenido un contacto personal con el Creador. Esto hará la fuerza de nuestra evangelización y predicación.
La puerta de escape
El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio. (Marcos 1.15)
La entrada al Reino es a través del nuevo nacimiento (ver Juan 3.3), pero debemos aprender de la naturaleza el principio del nacimiento: El parto supone dolor; dolor para la madre y un trauma para el feto que tiene que abandonar el ambiente cálido y acogedor del líquido amniótico que lo envuelve en el útero. De igual modo, el nacimiento a la vida del Espíritu debe pasar por el dolor del arrepentimiento, por el trauma de recibir la revelación de nuestro estado pecador y perdido; de lo contrario, somos hijos abortivos. No ayudamos en nada a un pecador si le decimos que su pecado no tiene importancia, que Dios le ama y le perdona: Todo pecador tiene que pasar por el trauma de la revelación del pecado antes de nacer a la Vida.
Yo creo que este mismo principio es aplicable a los cristianos: Somos capaces de andar en la luz verdadera en la medida en la que somos conscientes del trauma del pecado y nos volvemos a Dios buscando su Gracia: La única puerta de salida de ese estado de falsa luz es el arrepentimiento sincero, el dolor profundo de haber sido engañados y un deseo sincero de volver a la Verdad. No hay verdadera vida sin que haya habido dolor, del mismo modo que no hay Reino sin que halla habido arrepentimiento.
Esto explica el porqué de los juicios de Dios sobre los ministerios que andan en una luz extraña: Dios quiere restaurarnos, y quiere restaurar los ministerios para bendecir al Cuerpo, pero para ello debemos pasar por el dolor de parto, y dada nuestra naturaleza egoista, el mejor medio es que el Señor nos humille, entendiendo esta humillación como un acto de amor, como una cesaria que nos empuja a nacer aún en contra de nuestros propósitos carnales.
Debemos estar listos para ser corregidos por el Señor, aunque ello nos cueste el dolor de recibir más luz sobre nuestro estado: Mi oración es que el Señor no me excluya de sus planes, incluida su disciplina, y que no me falte la revelación de mi estado espiritual: aunque con ella haya dolor, será para producir vida.
La restauración; una prueba.
Vosotros que sois espirituales, restauradlo con un espíritu de mansedumbre. (Gálatas 6.1b)
La espiritualidad de los ministerios será medida según su capacidad de restaurar y dejarse ser restaurados por los hermanos. El deseo de Dios de restaurar al hombre es una constante en toda la Escritura, llegando a ser un propósito universal; El Señor quiere restaurar toda la Creación.
En los momentos en los que nosotros mismos seamos corregidos, o veamos a otros ministerios caer y ser juzgados a nuestro lado, debemos entender la obra de Dios y saber que Dios quiere restaurar: De este modo, el juicio se va a convertir en una prueba de nuestra espiritualidad. Este principio es evidente en la carta de Pablo a los Gálatas: Ciertos hermanos habían sido contaminados por una falsa luz, la de los judaizantes, que atentaba contra el verdadero evangelio de la Gracia. De esta manera, estos hermanos creían haber recibido más luz que el resto de los cristianos, haciéndose circuncidar después de haber recibido el evangelio; se trata de un buen ejemplo de lo que es una falsa luz que conduce al orgullo, la ceguera espiritual y la división del Cuerpo. Este estado pone a prueba a los que de verdad son espirituales: Estos hermanos debían probar su espíritu de mansedumbre restaurando a los hermanos que estaban en el engaño de los judaizantes en el que el mismo Pedro e incluso el mismo Barnabás habían caído (ver Gal 2. 11-14).
Que Dios nos dé gracia para restaurar a los hermanos y para dejarnos restaurar en lo que sea necesario, pues esta capacidad de restauración medirá nuestra mansedumbre y nuestra situación en el Reino y en el ministerio de la iglesia en los últimos días.
NOTA: El objetivo de esta palabra profética no es el de juzgar a los hermanos y animarnos en la falsa luz, sino el de conducirnos a andar en Amor y Humildad, buscando su Gracia para permanecer en el nivel de luz que tenemos de Dios: Animo a las personas que la lean a dejarse tocar por el Señor, a juzgarse a sí mismos antes de juzgar a otros.
La vanidad de nuestros propósitos.
La visión de lo que hay bajo el sol
Si habéis, pues, resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. (Colosenses 3. 1-2)
He visto todas las obras que se han hecho bajo el sol, y he aquí, todo es vanidad y correr tras el viento. (Eclesiastés 1.14)
El otro día, a mediados del mes de Julio, pasaba un tiempo de oración: Cuando levanté la vista, el día estaba nublado, pero en el momento en el que miré por la ventana el sol iluminó una zona en las que había instalada un mercado ambulante. El Señor me mostró lo que significaba el texto de Eclesiastés; lo recibí como una revelación personal: Todo lo que está bajo el cielo es vanadidad. Recibí como algo personal y profundo que todo lo que estaba iluminado por el sol había sido declarado como vano por la Palabra. El afán de los hombres por prosperar, las relaciones humanas contaminadas por el egoísmo, las costumbres de los pueblos, la cultura: Todo está destinado a pasar por el fuego (ver 2 Pedro 3. 10-12).
A continuación el Señor me habló del estado de mi vida espiritual y en consecuencia, del estado de la iglesia, nuestra madre espiritual. El pueblo de Dios tiene una visión profundamente contaminada por la percepción de lo que está bajo el sol. La mayoría de nuestros proyectos y propósitos están profundamente anclados en lo que está bajo el cielo, con una visión profundamente alejada de la de Dios. La iglesia vivimos bajo el sol, anclados y atados a todo lo que está bajo el sol, y con una visión excesivamente limitada por la vanidad de lo que nos rodea. El hombre ha comido del árbol del conocimiento del Bien y del Mal, y ello ha producido una profunda deformación de su visión de la realidad: El centro de nuestro conocimiento no es Dios, el árbol de la Vida, sino la Ley moral, lo bueno y lo malo, que nos centra en nosotros mismos: Eso es la religión, el esfuerzo moral por mejorarnos a nosotros mismos sin pasar por el arrepentimiento y la vuelta a la Vida.
Por ello Salomón, mirando a lo que estaba bajo el sol, después de una vida dedicada a buscar la sabiduría, de haber conocido la fama y la prosperidad, llego a la conclusión de que todo lo que estaba bajo el sol era vano, profundamente vano.
El punto de mira de la iglesia
Puestos los ojos en Jesús (Hebreos 12.2)
Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios (Colosenses 3.1)
Transformaos mediante la renovación de vuestra mente (Rm12.2)
La obra del Espíritu en la iglesia, y por tanto en la vida de cada líder cristiano, responsable, creyente..., antes de dar paso al ministerio de la iglesia de los últimos días será una profunda renovación de nuestra manara de valorar la realidad, de pensar, una profunda reforma de nuestras prioridades y criterios. Nuestros criterios, contaminados por el árbol del conocimiento, están centrados en una reforma moral, en una búsqueda de las bendiciones de Dios; de este modo, el cristiano cree que un bien material, una posición de honor, o de prestigio social, la prosperidad material, etc..., son señales inequívocas de la bendición de Dios. Este criterio nos lleva sin duda a buscar las bendiciones en lugar de buscar a Dios, y el resultado es que estamos más centrados en nosotros mismos, en lugar de estar centrados en Jesús.
Así que la obra de preparación de la iglesia por el Espíritu pasa por una reforma profunda en la manera de valorar la bendición de Dios, en un cambio profundo de nuestro sistema de valores: El foco de nuestro interés será la persona de Jesús, y el Espíritu nos va a impregnar de los valores del Cielo, con el fin de dar valor a lo que Dios da valor, y aprender a llamar vano aquello a lo que Dios llama vano.
De igual manera, esta reforma en nuestro pensamiento tocará también nuestro estudio de la Palabra; pasaremos de tratar de comprender para justificar nuestra posición doctrinal, a estudiar la Palabra para descubrir al autor de la Biblia, el Espíritu: Nuestro interés será comer del árbol de la Vida, más que del árbol del Conocimiento. Entoces dejaremos de vivir la eterna tensión cristiana entre la razón y el Espíritu, y dejaremos simplemente nuestra razón influenciarse, ser dirigida por la Revelación, para entender a Dios con la mente de Cristo ( ver 1 Co 2.16)
De igual modo la evangelización vivirá una reforma en su forma y contenido; el propósito de la evangelización dejará de ser el hacer crecer nuestra iglesia, para pasar a ser el poner a los hombres en contacto con Jesucristo.
Cuando nos hemos convertido, hemos dado nuestro corazón al Señor, y está bien, pero hemos seguido pensando como la gente del mundo, lo que ha provocado continuamente problemas en la iglesia, auténticos desenfoques en la visión. El Espíritu quiere renovar y reformar los valores de la iglesia, para dar paso después a un mover del Espíritu nunca antes visto.
El Señor va a desarraigarnos de nuestra visión vana de la realidad, para hacernos entender la realidad desde un nuevo punto de vista; el del Cielo, en el que Cristo está sentado a la derecha del Padre.
Punto de inflexión.
Reflexión profética sobre las XIX Conferencias de la ICEA en Tarragona
Carlos Veiga.
Los días 23 a 26 de Julio 98 tuvieron lugar las Conferencias Nacionales de las Iglesias Evangélicas Apostólicas en Tarragona. Había representadas varias iglesias de diferentes puntos de la geografía española; Los siervos que iban a ministrara eran Daniel del Vecchio, Pacha, y ejerciendo el ministerio profético Bernard y yo mismo, Carlos Veiga.
Escribo lo que Dios me ha mostrado a través de estas conferencias porque me parece que han sido un punto de inflexión, un momento histórico en la iglesia española. Es importante que saquemos una enseñanza profética de lo que Dios nos ha hecho vivir esos días.
Esperando la lluvia tardía
El dará a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, la lluvia temprana y lluvia tardía, para que recojas tu grano, tu mosto y tu aceite. (Deuteronomio 11.14)
Durante el jueves y el viernes se siguieron las predicaciones y las palabras proféticas una tras otra. El propósito de Dios era el de preparar los corazones para algo más glorioso; mientras tanto el sentido de la Palabra, tanto predicada como profética, era el mismo, arrepentimiento, consagración... Por un momento creí que los ministerios estabamos siendo duros con la Palabra, pero durante un momento de intercesión el jueves por la noche me di cuenta de que algo se estaba preparando. Daniel enseñó sobre los gemidos espirituales y la intercesión, entonces tuve dos visiones: La primera fue el cuerpo de gloria de Daniel. Mientras él enseñaba y oraba, vi un cuerpo luminoso que le envolvía; ahí entendí que Dios preparaba algo especial para esta conferencia.
La otra visión fue referente a la preparación de los corazones para la lluvia tardía: El sol de la presencia de Jesús salía sobre nuestros corazones, llevándonos a orar, adorar, alabar... Ese es el vapor de agua que se condensa en forma de nubes y que prepara la lluvia tardía. Cuanto más tiempo pasamos en Su presencia orando y adorando, mayor es la condensación de gloria sobre nosotros, y mayor es después la gloria derramada.
La enseñanza profética de estos dos días fue clara:
· La visitación del Señor a su iglesia será precedida de un mover de oración e intercesión profundo.
Una predicación apostólica clara y centrada sobre la persona de Jesús es otra señal de los tiempos que preparan el avivamiento.
· Por otro lado, la adoración y la alabanza serán los medios que crearán la atmósfera espiritual necesaria para la revelación de la Gloria que viene. Una verdadera adoración espiritual provocará la condensación necesaria de Gloria sobre la iglesia. El tiempo de ministerio del hermano Miguel Cassina fue también clave para la preparación de la visitación del domingo por la mañana.
Una lluvia de Gracia
Entonces el remanente de Jacob, en medio de muchos pueblos, será como el rocío que viene del Señor, como lluvias sobre la hierba que no espera al hombre ni aguarda a los hijos de los hombres. (Miqueas 5.7)
El viernes a las 10 de la noche empezó un tiempo de adoración y ministerio profético: Daniel empezó a cantar y toda la sala, unas doscientas personas, empezaron a adorar a Dios en otras lenguas; la atmósfera estaba suficientemente cargada y la gloria había llegado a su punto de condensación. Entonces tomé el micro y empecé a cantar una profecía: "Yo haré llover mi Gracia sobre este país". Después de haber cantado me desplomé junto al pianista, y empezó una lluvia de Gracia sobre los corazones previamente preparados. Daniel y Bernard continuaron ministrando, y después comenzamos a profetizar sobre algunos hermanos de manera personal; el espíritu profético era evidente. Luis Rubiales comenzó también a profetizar cantando.
Dos señales proféticas importantes;
· La palabra profética dio lugar un cambio radical en la atmósfera espiritual. De igual manera la restauración del ministerio profético viene antes del ministerio de la iglesia de los últimos días. En este sentido vamos a asistir a una verdadera restauración del ministerio profético en España en los próximos años.
· La otra señal profética fue el contenido de la profecía: La lluvia de gracia. El mensaje de la gracia será recuperado en la predicación de la iglesia con toda su fuerza, y el Señor derramará su gracia sobre los corazones de sus hijos como la lluvia tardía, que es mejor que la primera. La gracia no es para centrarnos en nosotros mismos, buscando la bendición de manera egoista, sino para centrar nuestra visión en la persona de Jesús y en la obra de la Cruz. Esta lluvia de gracia nos capacita para servir e ir más allá con el Señor en nuestra madurez como cristianos.
La conferencia había entrado en un nivel de gloria acorde con lo que esperábamos del Señor, pero aún íbamos a ser sorprendidos por Dios.
La risa; una señal profética
Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion, éramos como los que sueñan.
Entonces nuestra boca se llenó de risa, y nuestra lengua de gritos de alegría; entonces dijeron entre las naciones: Grandes cosas ha hecho el Señor con ellos. (Salmo 126)
El domingo por la mañana, después de un tiempo precioso de adoración, predicó Daniel sobre el Salmo 126; el centro del mensaje fue el gozo y la risa espiritual. Después de la predicación tuvimos un tiempo de ministerio un tanto particular: empezamos a orar por el micro, y una ola de gozo y risa espiritual empezó a recorrer la sala. Primero una persona, después diez, veinte... empezaron a reír a carcajada limpia; era risa en el espíritu. La risa puede parecer algo banal, carnal, pero en esta ocasión fue una señal profética con una enseñanza profunda para la iglesia española: Dios levanta el manto de luto y tristeza de la iglesia española.
Los españoles somos un pueblo al que nos gusta reír, danzar, estar alegre. Sólo la religión a conseguido matar ese espíritu de gozo; cuando entramos en la iglesia ya somos cristianos, hay que dejar de ser alegres: La religión católica en especial ha hecho pesar sobre los españoles un manto de luto espiritual, de tristeza y condenación: La risa del domingo por la mañana fue un medio de sanidad del Señor para su iglesia; El no sanaba del luto, de la religiosidad, de la tristeza. En este sentido, creo que empieza un tiempo nuevo para España.
Y algunos se preguntarán, ¿Y el resultado de todo eso? El resultado es una iglesia sana espiritual, física y anímicamente, un pueblo apasionado con Jesús, con deseo de servirle con gozo, con deseo de andar en santidad, de agradarle, de servirle: Dios equipa a su iglesia en España para lo que viene, y las XIX Conferencia Nacional de las Iglesias Evangélicas Apostólicas en Tarragona ha sido un punto de inflexión, un cambio de dirección en la trayectoria de la iglesia.
La advertencia profética de este mensaje es la siguiente: Hay que valorar como algo tremendamente precioso, de gran valor, todo aquello que Dios nos da: Cada bendición, cada palabra que sale de su boca, es un especial tesoro que nada puede comprar. La iglesia debe ser consciente del valor de lo que ha recibido y alimentarlo, guardarlo en su corazón, para que el Enemigo no pueda robarlo.
Otra lección importante para la iglesia es referente a los ministerios: Hay que discernir los ministerios, los dones de Dios a la iglesia, y animarlos, guardarlos, ocuparse de sus necesidades, entender el valor de lo que nos aportan de la parte de Dios. Si somos bendecidos a través de los ministerios, estos deben también ser bendecidos por la iglesia. Esto es de especial importancia con el ministerio profético: La iglesia no está acostumbrada a los profetas, y no saben lo que vivimos, lo que sufrimos por la iglesia, ni las necesidades que tenemos. Pido a Dios que la iglesia aprenda a cuidar y recibir al profeta, dado que vamos a tener que asistir a una restauración de este ministerio en los años que vienen.
Carlos Veiga.
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
El Señor me dio la visión de un camino de luz que se extendía delante de los siervos de Dios, y que los elevaba y los introducía en un nivel de luz que les impedía ver más allá de ellos mismos, de su ministerio, de su denominación... Este nivel era una falsa luz, mezclada por el Enemigo con la luz que podíamos tener en ciertas áreas. El resultado de este engaño era la división de los ministerios, el distanciamiento de los diferentes miembros, ya que cada uno creía tener la única luz sobre un tema: La raíz de esta manipulación es el orgullo. El Enemigo aprovecha la escasa luz que podamos tener para honrarnos y levantarnos, con el propósito de cegarnos y separarnos del Cuerpo. Algunos se dejaron levantar por el Enemigo por falta de experiencia en el ministerio, otros por buscar la gloria de los hombres y la respetabilidad, otros simplemente por orgullo. La actitud de los hermanos que andan en esta falsa luz es fácil de reconocer: El rechazo a todo lo que suponga funcionar como un organismo, un deseo de independencia insano e inmaduro, una actitud de orgullo y distanciamiento del resto del Cuerpo, un juicio carnal de las cosas del Espíritu (ver 1Co 4.5).
En ese ambiente de falsa luz espiritual, las doctrinas de demonios encuentran su terreno propicio; la Escritura es usada para atacar y condenar a los hermanos, y el Engañador aprovecha las motivaciones impuras de los corazones para torcer la Escritura. En principio podemos haber recibido algo de luz sobre la Persona del Señor, sobre la Escritura, pero ese algo de luz no es suficiente para juzgar correctamente, y lo que el Enemigo obra como Engañador es el hecho de hacernos creer que ya tenemos una gran luz y que no necesitamos ni al resto del Cuerpo, ni recibir más revelación de Dios, lo que supone el andar en humildad; es el mismo principio que la mentira de la serpiente a Eva; conocer el Bien y el Mal, la Ley, para así ser independiente en nuestros juicios.
Así que las divisiones en el Cuerpo son provocadas por la ceguera de la falsa luz, a la que podemos ser conducidos a causa de nuestro orgullo, falta de experiencia o sumisión. Una vez que somos aislados del Cuerpo, perdemos nuestra efectividad, y nuestro ministerio se convierte simplemente en un espectáculo para demostrarnos a nosotros mismos lo que somos capaces de hacer.
Las señales de los ministerios que andan en esta falsa luz también son evidentes: En muchas ocasiones son ministerios que el Cuerpo se ha visto obligado a aceptar porque se imponen, buscan a todo precio el reconocimiento sin haber esperado a haber sido levantados por Dios; es lo que la Escritura llama falsos pastores (Ez 34). Otra señal de la falsa luz es que se funciona en un lugar del Cuerpo que no corresponden al llamado. Como Daniel del Vecchio ha dicho, si eres un maestro de la Palabra y funcionas como apóstol, eres un falso apóstol, si tienes un don de servicio y funcionas como profeta, eres un falso profeta.
Todo esto es, bajo mi punto de vista y conforme a la visión que el Señor me ha dado, la base de las divisiones en el Cuerpo.
El juicio
Así que, si la luz que hay en ti es oscuridad, cuán grande no será la oscuridad. (Mateo 6.23b)
Esta situación provoca un juicio de Dios sobre los ministerios, las iglesias y las vidas de los cristianos que consienten está situación. Dos cosas importantes: Primero decir que el juicio de Dios no es una venganza al modo humano, sino un acto de amor; el propósito de Dios es el de llevarnos a santidad, a ser más como Jesús. Ese es el propósito de Dios, así que el juicio es un acto de amor para acercarnos a El, a su imagen. Pensad en Pablo, cuando aconseja a los corintios de echar a Satanás a un miembro de la comunidad; su deseo no es el de venganza personal, sino el de salvar al tal hermano en el día del Señor, aunque su carne tenga que ser destruida (1 Co 5.5)
Por otro lado, alguien que cree estar en la luz, mientras que esa luz que hay en él es oscuridad, es responsable de su estado. ¿Responsable de qué, si no es consciente de estar siendo engañado? Responsable de las motivaciones impuras que han dado pie al Engañador, responsable de la grey que el Señor le ha confiado, responsable de no querer arrepentirse: Luego vendré sobre el arrepentimiento.
El pensamiento profético que el Señor me ha dado es que muchos ministerios, grupos o denominaciones pueden estar bajo juicio para ser despojados de la falsa luz de la que han sido rodeados. Así que no sería en absoluto extraño el escuchar que este o el otro ministerio han caído en uno u otro pecado, problemas de orden público, escándalos financieros... Debemos entender este juicio como una señal profética.
El Señor prepara a su iglesia para el ministerio de los últimos días, para recibir un nivel de luz y de unción aún no vistos, y ello no vendrá sin juicio sobre todo lo que no es de El.
Las armas
Por otra parte, os escribo un mandamiento nuevo, el cual es verdadero en El y en vosotros, porque las tinieblas van pasando, y la luz verdadera ya está alumbrando.
El que dice que está en luz, y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas.
El que ama a su hermano, permanece en la luz y no hay causa de tropiezo en él.
Pero el que aborrece a su hermano, está en tinieblas y anda en tinieblas, y no sabe a donde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos. (1 Jn 1. 8-11)
Pero en esta visión del camino de falsa luz, vi también un gran número de hombres y mujeres, siervos y siervas del Señor, que no cambiaban su servicio a Dios por la honra de los hombres y la luz aparente.
Estos son los que formarán el ministerio de la iglesia de los últimos días; jóvenes evangelistas equipados con dones de milagros y sanidades desconcertantes, ministerios proféticos de una profundidad y une precisión desconocida en nuestros días, alabanza y adoración a un gran nivel de unción... Está será otra señal profética; la puesta a parte de una serie de ministerios jóvenes, sencillos, que se dejarán enseñar por los hombres de Dios de carácter apostólico.
Y la pregunta es la siguiente; cómo permanecer en este grupo, cómo no ser engañados por el Enemigo, neutralizados y separados del Cuerpo: La respuesta está en el texto de Juan; Permaneced en Amor. El Amor nos evitará toda una serie de prejuicios y motivaciones que dan pie al Enemigo, permitiéndonos así andar en la luz verdadera. El que ama está en luz, lo que significa que el Amor es un arma contra el engaño.
Los que decidieron no subir por el camino de la falsa gloria tenían una cualidad esencial para nuestra labor en el Reino: La Humildad. Las personas humildes son enseñables, y por tanto corregibles, lo que supone una cualidad imprescindible para permanecer en la luz. Sólo los que se viste de Humildad son capaces de rechazar la honra y la alabanza provocada por el Engañador.
Las grandes armas contra el engaño son el Amor y la Humildad.
La unidad entre los ministerios llamados a servir en los últimos días se formará en torno a la persona de Jesús, y no entorno a una misma doctrina o una misma confesión de fe: Jesús vendrá a ser el centro de nuestra fe y de nuestro servicio, en lugar de un conjunto de dogmas. Me explico respecto a esto: Si nuestro foco de atención y la base de nuestra unidad es la teología, seremos fácilmente engañados por el Enemigo; en ese momento estaremos cambiando el conocimiento de Dios por el conocimiento de algunos principios relativos a Dios: Estamos en el mismo dilema que Adán y Eva ante el árbol del conocimiento del Bien y del Mal; llegar a ser perfectos sin Dios. Tratar de crear la unidad en torno a la doctrina es un acto de orgullo en el que nosotros mismos hacemos la obra que corresponde al Espíritu. Sólo en la medida en la que nuestra mirada esté puesta en Jesús podremos tener acceso a una doctrina sana y a una verdadera unidad en el Espíritu.
Si nuestra prioridad se centra en conocer a Jesús, y andar en el Espíritu, podremos no ser engañados respectos a la doctrina; no debemos olvidar que la Verdad no es un conjunto de normas, sino una Persona. Sobre esta base el Señor prepara una generación de maestros de la Palabra que van a llevar a la iglesia a un conocimiento más profundo del Señor, como siervos de Dios, y no como "señores de la iglesia".
Así que en el ministerio de la iglesia de los últimos de días la predicación se volverá profundamente cristocéntrica; El conocimiento de Jesús será el foco de nuestra atención, y ya no buscaremos el hacer prosélitos que se unan a nuestro movimiento eclesial, sino hombres y mujeres que han tenido un contacto personal con el Creador. Esto hará la fuerza de nuestra evangelización y predicación.
La puerta de escape
El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios se ha acercado; arrepentíos y creed en el evangelio. (Marcos 1.15)
La entrada al Reino es a través del nuevo nacimiento (ver Juan 3.3), pero debemos aprender de la naturaleza el principio del nacimiento: El parto supone dolor; dolor para la madre y un trauma para el feto que tiene que abandonar el ambiente cálido y acogedor del líquido amniótico que lo envuelve en el útero. De igual modo, el nacimiento a la vida del Espíritu debe pasar por el dolor del arrepentimiento, por el trauma de recibir la revelación de nuestro estado pecador y perdido; de lo contrario, somos hijos abortivos. No ayudamos en nada a un pecador si le decimos que su pecado no tiene importancia, que Dios le ama y le perdona: Todo pecador tiene que pasar por el trauma de la revelación del pecado antes de nacer a la Vida.
Yo creo que este mismo principio es aplicable a los cristianos: Somos capaces de andar en la luz verdadera en la medida en la que somos conscientes del trauma del pecado y nos volvemos a Dios buscando su Gracia: La única puerta de salida de ese estado de falsa luz es el arrepentimiento sincero, el dolor profundo de haber sido engañados y un deseo sincero de volver a la Verdad. No hay verdadera vida sin que haya habido dolor, del mismo modo que no hay Reino sin que halla habido arrepentimiento.
Esto explica el porqué de los juicios de Dios sobre los ministerios que andan en una luz extraña: Dios quiere restaurarnos, y quiere restaurar los ministerios para bendecir al Cuerpo, pero para ello debemos pasar por el dolor de parto, y dada nuestra naturaleza egoista, el mejor medio es que el Señor nos humille, entendiendo esta humillación como un acto de amor, como una cesaria que nos empuja a nacer aún en contra de nuestros propósitos carnales.
Debemos estar listos para ser corregidos por el Señor, aunque ello nos cueste el dolor de recibir más luz sobre nuestro estado: Mi oración es que el Señor no me excluya de sus planes, incluida su disciplina, y que no me falte la revelación de mi estado espiritual: aunque con ella haya dolor, será para producir vida.
La restauración; una prueba.
Vosotros que sois espirituales, restauradlo con un espíritu de mansedumbre. (Gálatas 6.1b)
La espiritualidad de los ministerios será medida según su capacidad de restaurar y dejarse ser restaurados por los hermanos. El deseo de Dios de restaurar al hombre es una constante en toda la Escritura, llegando a ser un propósito universal; El Señor quiere restaurar toda la Creación.
En los momentos en los que nosotros mismos seamos corregidos, o veamos a otros ministerios caer y ser juzgados a nuestro lado, debemos entender la obra de Dios y saber que Dios quiere restaurar: De este modo, el juicio se va a convertir en una prueba de nuestra espiritualidad. Este principio es evidente en la carta de Pablo a los Gálatas: Ciertos hermanos habían sido contaminados por una falsa luz, la de los judaizantes, que atentaba contra el verdadero evangelio de la Gracia. De esta manera, estos hermanos creían haber recibido más luz que el resto de los cristianos, haciéndose circuncidar después de haber recibido el evangelio; se trata de un buen ejemplo de lo que es una falsa luz que conduce al orgullo, la ceguera espiritual y la división del Cuerpo. Este estado pone a prueba a los que de verdad son espirituales: Estos hermanos debían probar su espíritu de mansedumbre restaurando a los hermanos que estaban en el engaño de los judaizantes en el que el mismo Pedro e incluso el mismo Barnabás habían caído (ver Gal 2. 11-14).
Que Dios nos dé gracia para restaurar a los hermanos y para dejarnos restaurar en lo que sea necesario, pues esta capacidad de restauración medirá nuestra mansedumbre y nuestra situación en el Reino y en el ministerio de la iglesia en los últimos días.
NOTA: El objetivo de esta palabra profética no es el de juzgar a los hermanos y animarnos en la falsa luz, sino el de conducirnos a andar en Amor y Humildad, buscando su Gracia para permanecer en el nivel de luz que tenemos de Dios: Animo a las personas que la lean a dejarse tocar por el Señor, a juzgarse a sí mismos antes de juzgar a otros.
La vanidad de nuestros propósitos.
La visión de lo que hay bajo el sol
Si habéis, pues, resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. (Colosenses 3. 1-2)
He visto todas las obras que se han hecho bajo el sol, y he aquí, todo es vanidad y correr tras el viento. (Eclesiastés 1.14)
El otro día, a mediados del mes de Julio, pasaba un tiempo de oración: Cuando levanté la vista, el día estaba nublado, pero en el momento en el que miré por la ventana el sol iluminó una zona en las que había instalada un mercado ambulante. El Señor me mostró lo que significaba el texto de Eclesiastés; lo recibí como una revelación personal: Todo lo que está bajo el cielo es vanadidad. Recibí como algo personal y profundo que todo lo que estaba iluminado por el sol había sido declarado como vano por la Palabra. El afán de los hombres por prosperar, las relaciones humanas contaminadas por el egoísmo, las costumbres de los pueblos, la cultura: Todo está destinado a pasar por el fuego (ver 2 Pedro 3. 10-12).
A continuación el Señor me habló del estado de mi vida espiritual y en consecuencia, del estado de la iglesia, nuestra madre espiritual. El pueblo de Dios tiene una visión profundamente contaminada por la percepción de lo que está bajo el sol. La mayoría de nuestros proyectos y propósitos están profundamente anclados en lo que está bajo el cielo, con una visión profundamente alejada de la de Dios. La iglesia vivimos bajo el sol, anclados y atados a todo lo que está bajo el sol, y con una visión excesivamente limitada por la vanidad de lo que nos rodea. El hombre ha comido del árbol del conocimiento del Bien y del Mal, y ello ha producido una profunda deformación de su visión de la realidad: El centro de nuestro conocimiento no es Dios, el árbol de la Vida, sino la Ley moral, lo bueno y lo malo, que nos centra en nosotros mismos: Eso es la religión, el esfuerzo moral por mejorarnos a nosotros mismos sin pasar por el arrepentimiento y la vuelta a la Vida.
Por ello Salomón, mirando a lo que estaba bajo el sol, después de una vida dedicada a buscar la sabiduría, de haber conocido la fama y la prosperidad, llego a la conclusión de que todo lo que estaba bajo el sol era vano, profundamente vano.
El punto de mira de la iglesia
Puestos los ojos en Jesús (Hebreos 12.2)
Buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios (Colosenses 3.1)
Transformaos mediante la renovación de vuestra mente (Rm12.2)
La obra del Espíritu en la iglesia, y por tanto en la vida de cada líder cristiano, responsable, creyente..., antes de dar paso al ministerio de la iglesia de los últimos días será una profunda renovación de nuestra manara de valorar la realidad, de pensar, una profunda reforma de nuestras prioridades y criterios. Nuestros criterios, contaminados por el árbol del conocimiento, están centrados en una reforma moral, en una búsqueda de las bendiciones de Dios; de este modo, el cristiano cree que un bien material, una posición de honor, o de prestigio social, la prosperidad material, etc..., son señales inequívocas de la bendición de Dios. Este criterio nos lleva sin duda a buscar las bendiciones en lugar de buscar a Dios, y el resultado es que estamos más centrados en nosotros mismos, en lugar de estar centrados en Jesús.
Así que la obra de preparación de la iglesia por el Espíritu pasa por una reforma profunda en la manera de valorar la bendición de Dios, en un cambio profundo de nuestro sistema de valores: El foco de nuestro interés será la persona de Jesús, y el Espíritu nos va a impregnar de los valores del Cielo, con el fin de dar valor a lo que Dios da valor, y aprender a llamar vano aquello a lo que Dios llama vano.
De igual manera, esta reforma en nuestro pensamiento tocará también nuestro estudio de la Palabra; pasaremos de tratar de comprender para justificar nuestra posición doctrinal, a estudiar la Palabra para descubrir al autor de la Biblia, el Espíritu: Nuestro interés será comer del árbol de la Vida, más que del árbol del Conocimiento. Entoces dejaremos de vivir la eterna tensión cristiana entre la razón y el Espíritu, y dejaremos simplemente nuestra razón influenciarse, ser dirigida por la Revelación, para entender a Dios con la mente de Cristo ( ver 1 Co 2.16)
De igual modo la evangelización vivirá una reforma en su forma y contenido; el propósito de la evangelización dejará de ser el hacer crecer nuestra iglesia, para pasar a ser el poner a los hombres en contacto con Jesucristo.
Cuando nos hemos convertido, hemos dado nuestro corazón al Señor, y está bien, pero hemos seguido pensando como la gente del mundo, lo que ha provocado continuamente problemas en la iglesia, auténticos desenfoques en la visión. El Espíritu quiere renovar y reformar los valores de la iglesia, para dar paso después a un mover del Espíritu nunca antes visto.
El Señor va a desarraigarnos de nuestra visión vana de la realidad, para hacernos entender la realidad desde un nuevo punto de vista; el del Cielo, en el que Cristo está sentado a la derecha del Padre.
Punto de inflexión.
Reflexión profética sobre las XIX Conferencias de la ICEA en Tarragona
Carlos Veiga.
Los días 23 a 26 de Julio 98 tuvieron lugar las Conferencias Nacionales de las Iglesias Evangélicas Apostólicas en Tarragona. Había representadas varias iglesias de diferentes puntos de la geografía española; Los siervos que iban a ministrara eran Daniel del Vecchio, Pacha, y ejerciendo el ministerio profético Bernard y yo mismo, Carlos Veiga.
Escribo lo que Dios me ha mostrado a través de estas conferencias porque me parece que han sido un punto de inflexión, un momento histórico en la iglesia española. Es importante que saquemos una enseñanza profética de lo que Dios nos ha hecho vivir esos días.
Esperando la lluvia tardía
El dará a vuestra tierra la lluvia a su tiempo, la lluvia temprana y lluvia tardía, para que recojas tu grano, tu mosto y tu aceite. (Deuteronomio 11.14)
Durante el jueves y el viernes se siguieron las predicaciones y las palabras proféticas una tras otra. El propósito de Dios era el de preparar los corazones para algo más glorioso; mientras tanto el sentido de la Palabra, tanto predicada como profética, era el mismo, arrepentimiento, consagración... Por un momento creí que los ministerios estabamos siendo duros con la Palabra, pero durante un momento de intercesión el jueves por la noche me di cuenta de que algo se estaba preparando. Daniel enseñó sobre los gemidos espirituales y la intercesión, entonces tuve dos visiones: La primera fue el cuerpo de gloria de Daniel. Mientras él enseñaba y oraba, vi un cuerpo luminoso que le envolvía; ahí entendí que Dios preparaba algo especial para esta conferencia.
La otra visión fue referente a la preparación de los corazones para la lluvia tardía: El sol de la presencia de Jesús salía sobre nuestros corazones, llevándonos a orar, adorar, alabar... Ese es el vapor de agua que se condensa en forma de nubes y que prepara la lluvia tardía. Cuanto más tiempo pasamos en Su presencia orando y adorando, mayor es la condensación de gloria sobre nosotros, y mayor es después la gloria derramada.
La enseñanza profética de estos dos días fue clara:
· La visitación del Señor a su iglesia será precedida de un mover de oración e intercesión profundo.
Una predicación apostólica clara y centrada sobre la persona de Jesús es otra señal de los tiempos que preparan el avivamiento.
· Por otro lado, la adoración y la alabanza serán los medios que crearán la atmósfera espiritual necesaria para la revelación de la Gloria que viene. Una verdadera adoración espiritual provocará la condensación necesaria de Gloria sobre la iglesia. El tiempo de ministerio del hermano Miguel Cassina fue también clave para la preparación de la visitación del domingo por la mañana.
Una lluvia de Gracia
Entonces el remanente de Jacob, en medio de muchos pueblos, será como el rocío que viene del Señor, como lluvias sobre la hierba que no espera al hombre ni aguarda a los hijos de los hombres. (Miqueas 5.7)
El viernes a las 10 de la noche empezó un tiempo de adoración y ministerio profético: Daniel empezó a cantar y toda la sala, unas doscientas personas, empezaron a adorar a Dios en otras lenguas; la atmósfera estaba suficientemente cargada y la gloria había llegado a su punto de condensación. Entonces tomé el micro y empecé a cantar una profecía: "Yo haré llover mi Gracia sobre este país". Después de haber cantado me desplomé junto al pianista, y empezó una lluvia de Gracia sobre los corazones previamente preparados. Daniel y Bernard continuaron ministrando, y después comenzamos a profetizar sobre algunos hermanos de manera personal; el espíritu profético era evidente. Luis Rubiales comenzó también a profetizar cantando.
Dos señales proféticas importantes;
· La palabra profética dio lugar un cambio radical en la atmósfera espiritual. De igual manera la restauración del ministerio profético viene antes del ministerio de la iglesia de los últimos días. En este sentido vamos a asistir a una verdadera restauración del ministerio profético en España en los próximos años.
· La otra señal profética fue el contenido de la profecía: La lluvia de gracia. El mensaje de la gracia será recuperado en la predicación de la iglesia con toda su fuerza, y el Señor derramará su gracia sobre los corazones de sus hijos como la lluvia tardía, que es mejor que la primera. La gracia no es para centrarnos en nosotros mismos, buscando la bendición de manera egoista, sino para centrar nuestra visión en la persona de Jesús y en la obra de la Cruz. Esta lluvia de gracia nos capacita para servir e ir más allá con el Señor en nuestra madurez como cristianos.
La conferencia había entrado en un nivel de gloria acorde con lo que esperábamos del Señor, pero aún íbamos a ser sorprendidos por Dios.
La risa; una señal profética
Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sion, éramos como los que sueñan.
Entonces nuestra boca se llenó de risa, y nuestra lengua de gritos de alegría; entonces dijeron entre las naciones: Grandes cosas ha hecho el Señor con ellos. (Salmo 126)
El domingo por la mañana, después de un tiempo precioso de adoración, predicó Daniel sobre el Salmo 126; el centro del mensaje fue el gozo y la risa espiritual. Después de la predicación tuvimos un tiempo de ministerio un tanto particular: empezamos a orar por el micro, y una ola de gozo y risa espiritual empezó a recorrer la sala. Primero una persona, después diez, veinte... empezaron a reír a carcajada limpia; era risa en el espíritu. La risa puede parecer algo banal, carnal, pero en esta ocasión fue una señal profética con una enseñanza profunda para la iglesia española: Dios levanta el manto de luto y tristeza de la iglesia española.
Los españoles somos un pueblo al que nos gusta reír, danzar, estar alegre. Sólo la religión a conseguido matar ese espíritu de gozo; cuando entramos en la iglesia ya somos cristianos, hay que dejar de ser alegres: La religión católica en especial ha hecho pesar sobre los españoles un manto de luto espiritual, de tristeza y condenación: La risa del domingo por la mañana fue un medio de sanidad del Señor para su iglesia; El no sanaba del luto, de la religiosidad, de la tristeza. En este sentido, creo que empieza un tiempo nuevo para España.
Y algunos se preguntarán, ¿Y el resultado de todo eso? El resultado es una iglesia sana espiritual, física y anímicamente, un pueblo apasionado con Jesús, con deseo de servirle con gozo, con deseo de andar en santidad, de agradarle, de servirle: Dios equipa a su iglesia en España para lo que viene, y las XIX Conferencia Nacional de las Iglesias Evangélicas Apostólicas en Tarragona ha sido un punto de inflexión, un cambio de dirección en la trayectoria de la iglesia.
La advertencia profética de este mensaje es la siguiente: Hay que valorar como algo tremendamente precioso, de gran valor, todo aquello que Dios nos da: Cada bendición, cada palabra que sale de su boca, es un especial tesoro que nada puede comprar. La iglesia debe ser consciente del valor de lo que ha recibido y alimentarlo, guardarlo en su corazón, para que el Enemigo no pueda robarlo.
Otra lección importante para la iglesia es referente a los ministerios: Hay que discernir los ministerios, los dones de Dios a la iglesia, y animarlos, guardarlos, ocuparse de sus necesidades, entender el valor de lo que nos aportan de la parte de Dios. Si somos bendecidos a través de los ministerios, estos deben también ser bendecidos por la iglesia. Esto es de especial importancia con el ministerio profético: La iglesia no está acostumbrada a los profetas, y no saben lo que vivimos, lo que sufrimos por la iglesia, ni las necesidades que tenemos. Pido a Dios que la iglesia aprenda a cuidar y recibir al profeta, dado que vamos a tener que asistir a una restauración de este ministerio en los años que vienen.
Carlos Veiga.
Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.