A simple vista, estas palabras alegóricas se parecen mucho a lo dicho de los odres, pero aun pareciendo iguales, no lo son; ya que Jesús nos está enseñando algo diferente en cada una de las enseñanzas que Él repartió en los hombres.
Si escudriñamos con atención las enseñanzas de Cristo Jesús, y nos olvidamos por un momento de lo preconcebido, el Espíritu Santo está dispuesto a llevarnos a toda la verdad si no contristamos al Espíritu; si tenemos la mente abierta para recibir lo que el Espíritu de Dios nos quiere comunicar.
No creamos que es mera causalidad que Jesucristo enseñe primero “el vestido viejo y el paño nuevo” y continuación nos enseñe lo de “no echar vino nuevo en odres viejos” Sólo de esta forma, (no remendando el vestido viejo con paño nuevo), entenderemos porque no se echa vino nuevo en odres viejos. “Para poder recibir el vino nuevo, es imprescindible que dejemos antes el vestido viejo.”
Lo primero que nos enseña Jesús con el “no poner remiendo de paño nuevo en vestido viejo”, es que si hemos recibido la Gracia de Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, no volvamos a esclavizarnos de nuevo en la ley caduca y vieja. No debemos añorar nunca nuestra vida vieja, pues “el que pone la mano en el arado no vuelve la cara atrás”. No podemos participar del hombre viejo y del hombre nuevo, es imposible hacerlo y agradar a Dios; por cuanto el hombre viejo es terrenal, y las cosas terrenales hace; mientras que el hombre nuevo, es espiritual, y las cosas espirituales hace como hijo de Dios, y tiene vida en Jesús.
Lo segundo que nos enseña es: “Que el paño nuevo es la Iglesia nacida de Cristo resucitado. Y el vestido viejo, es la organización de los judíos: Su templo de piedra del cual dijo Jesús: “En medio de vosotros hay uno mayor que el templo. Destruid este templo y yo lo levantaré en tres días”.
El “vestido viejo” también es el sanedrín y las sinagogas. Sanedrín compuesto por el sumo sacerdote y los 72 ancianos; sinagogas son también, dónde los maestros repartían al pueblo las enseñanzas de la ley. Ley que Jesús mismo vino a cumplir para dar el “paño nuevo” la Gracia de Dios por medio de su divino sacrificio en la Cruz. Pues ya nos lo dijo antes: Nuevo pacto os doy en mi sangre, nuevo y eterno” Es decir, el pacto primero lo convierte en un pacto viejo y caduco (Vestido viejo: Viejo pacto. Paño nuevo: Nuevo pacto con su Iglesia fiel y verdadera)
Para ilustrar mejor esta enseñanza, de “nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura”, pondré un sencillo ejemplo para que lo puedan entender todos los hombres:
Supongamos que queremos construir un nuevo edificio, un edifico precioso y de gran valor. Y supongamos también que no tenemos ningún conocimiento arquitectónico y somos tan insensatos que lo levantamos sobre un edificio en ruinas, y no solamente está en ruinas sino que ignoramos que sus cimientos están podridos. ¿Qué pasaría si construimos el nuevo edificio de gran valor encima del viejo y podrido edificio? ¡Naturalmente que se vendría abajo el precioso edificio nuevo, y también el edificio viejo de cimientos podridos!
“Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura”.
(Nuevo pacto os doy en mi sangre, Nuevo y Eterno)
Ningún arquitecto cometería el grave error de construir un nuevo edificio encima de otro edificio en ruinas; y tampoco restauraría el viejo edificio que tiene sus cimientos podridos, ya que nada en él es aprovechable. Sólo el solar aprovecharía después de derribar todo el viejo edificio que tiene los cimientos podridos. Y construiría de nuevo todo lo perdido, con nuevos obreros. Ya que los anteriores obreros, solamente adornaban el viejo edificio sin asegurar sus cimientos.
Jesucristo dijo: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca”... (Mt. 7:24). Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena”... (Mt. 7:26).
Como vemos, es muy importante la firmeza del terreno para construir. La doctrina de Nuestro Señor Jesucristo, sobre roca se debe construir si somos prudentes. Sobre la Roca de la Verdad de Cristo construyen los fieles y verdaderos, su morada eterna. Perro los insensatos sobre la arena construyen sus moradas, y son tan ciegos e insensatos que intentan construir sobre algo tan poco seguro, lo que es eterno.
Ahora bien, ¿por qué el vestido viejo se hizo inservible, pues todo vestido, en principio es nuevo? Así es como Dios se lo entregó a su pueblo: ¡Nuevo!
Y además de entregárselo nuevo, se lo entregó para gloria de su Nombre, para que alabaran al Creador y fuera de abrigo para todos los hombres. Pero no solamente lo hicieron viejo, sino que, además, ya no servía para la gloria de Dios ni para la salvación de los hombres. Jesucristo lo rechaza, es inservible para introducir su Gracia en los hombres. Gracia de salvación en su sangre. Y por eso Jesús, como buen arquitecto, examina sus cimientos y comprueba que están podridos en mandamientos, costumbres y doctrina de hombre. Y por lo tanto, derriba toda la organización de su pueblo, hasta sus cimientos, para construir un nuevo edificio (Iglesia) y busca otros obreros para que trabajen en su nueva obra de salvación.
Si no fuera así, Jesús nunca nos hablaría de no remendar el vestido viejo. Pues si un vestido necesita remiendo, es porque está agujereado y roto. El Señor lo hizo viejo con su preciosa venida a los hombres. “Aquella Luz Verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por Él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”
(Jn. 1:9-11).
Los súbditos del Reino no recibieron a su Rey Mesías, los intereses de este mundo los cegó, y lo rechazaron. Pero Jesús cumplió toda la ley e hizo nuevo pacto con los hombres en su sangre, a los que le reciben con arrepentimiento, Jesús los lava con su sangre y les perdona los pecados, dándoles potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. (Jn. 1:12-13)
Es por esto, que Jesús nos dijo: “Nadie que halla gustado de la gracia se remienda en la ley”. “Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura”
¿Quiere decir esto que Jesús abandonó a su pueblo a la muerte? ¡De ninguna manera! Dios nunca abandonará a su pueblo santo, Él cumplirá todas las promesas dadas a sus siervos Abraham, Isaac y Jacob: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre y serás bendición. Bendeciré a los que ten bendijeren; y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gn. 12:2-3).
Pablo dice a los judíos: “Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace interiormente en la carne; sino que es judío el que lo es en el corazón, en espíritu, no en la le letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios” (Ro. 2:28-29).
Claro está que no por ser judíos heredará las promesas de las bendiciones dadas por Dios a sus siervos, sino a todos obedientes de corazón sinceros que alaben a Dios en espíritu y verdad.
Como tampoco los llamados cristianos, alcanzarán las bendiciones que Jesucristo dio a su Iglesia, sino que las recibirán los que adoren a Dios en espíritu y en verdad.
Como todos sabemos, un vestido no solamente sirve para presumir de él, sino que debe servir para abrigar y tapar la desnudez del hombre. El vestido viejo al cual se refiere Jesús, es solamente un vestido lujoso lleno de vanidad que no abriga al pueblo, ni sirve para tapar la desnudez y dar calor al pobre. Es inservible, viejo, estropeado y demasiado pesado para que lo pueda llevar el pueblo. (Estatutos disciplinarios)
Todos sabemos que el vestido de la ley era bueno en principio, que fue un vestido que daba calor al pueblo de Israel, donde todos se abrigaban y recibía calor dentro de él. Pero más tarde la obsesión farisea por conservar las leyes religiosas, llevaban a muchos a imaginar a Dios como un banquero que apunta en su libro de cuentas las acciones buenas y malas de los hombres según las tradiciones de los fariseos.
Su fidelidad a las reglas los llevaba al desprecio de los demás (Lc 18:9), a los que llamaban “pecadores” o “gente sin religión” Por esto mismo, es por lo que Jesús rechaza (el vestido viejo), refiriéndose a él como: Templo, sacerdocio y monarquía de Israel. El Verbo de Dios, Jesucristo el Señor, vino para crear su paño nuevo (su Iglesia). Una nueva sociedad de hombres nacidos de nuevo, nueva organización dirigida por el Espíritu Santo; hombres que adoren a Dios en espíritu y en verdad. Que sean actos para enseñar, que gobiernen correctamente su casa, para que también gobiernen con justa justicia la casa de Dios.
Hombres mansos y humildes que transporten la luz de Cristo, que se conviertan en la sal del mundo: (Inteligencia y alegría entre los hombres por la verdad de Jesucristo), anunciando las buenas nuevas del Evangelio a los hombres que viven en oscuridad siendo esclavos de los vicios de este mundo. Y también a los que está aún arropados bajo el vestido viejo y caduco de la ley, para que reciban la Gracia de Cristo y puedan ver y oír.
A los ancianos y sacerdotes, a los escribas y fariseos, Jesús les anuncia, que por la dureza de sus corazones, Dios les ha quitado toda autoridad (Mt. 12:9), y que toda autoridad se la ha dado a su palio nuevo (Iglesia).
¡Bienaventurados todos aquellos que han logrado salir del vestido viejo y han entrado a formar parte del paño nuevo (y no quiere poner remiendo de palio nueva en vestido viejo)
Desgraciadamente hay hombres, que se llaman cristianos, que no cumple esta enseñanza del Maestro; pues siendo falsos maestros se han vuelto a remendar en el vestido viejo, y están como vestido viejo extraviado a los hombres para poner remiendo de paño nuevo en su vestido viejo y roto. Son los mismos fariseos con los que tuvo que luchar el apóstol Pablo cuando éstos exigían que todos los gentiles que aceptaran la salvación de Dios en Jesucristo, debían circuncidarse como decía el Viejo Pacto, y con esto hacían infructuoso el Nuevo Pacto de la Gracia del sacrificio de Cristo, que es para nosotros (su Iglesia) Nuevo y Eterno en la sangre de Nuestro Salvador y Redentor: JESÚS.
Una vez explicado lo que Jesús quiso enseñamos a través, del vestido viejo, siempre contando con los talentos que Dios me dio según mi capacidad, entraré a interpretar la enseñanza de “Ni echa vire nuevo en odres viejos”
Y si en verdad hemos entendido la enseñanza del vestido viejo, comprenderemos mejor el porqué no se echa vino nuevo en odres viejos. Y caeremos en la cuenta que, aun siendo las enseñanzas muy parecidas, no lo son en su raíz; porque la primera nos enseña sobre la organización: Templo, sinagogas y leyes de gobernación del pueblo. Y en la segunda (como veremos), nos habla de hombres que no pueden recibir el vino nuevo de la Gracia.
NI ECHAN VINO NUEVO EN ODRES VIEJOS
“Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan conjuntamente” (Mt. 9:17).
INTRODUCCIÓN
Ante de entrar en el tema de la enseñanza de los odres, debo decir que esta es una de las enseñanzas más definidas que Jesús nos dice sobre los hombres. Y por lo tanto es la que más me enseña a conocer las limitaciones de los seres humanos, y sobre todo a conocerme a mí mismo. También me hace comprender que existen personas con la mente embotada por culpa del fanatismo religioso; el oscurantismo y la intolerancia de los derechos que tiene el hombre, aunque piense diferente a los demás.
Jesucristo me ha enseñado a comprender, tolerar y amar con más fuerza a mi prójimo; sobre todo me ha enseñado amar con inteligencia y provecho a los demás, usado toda mi capacidad humana y espiritual. Entiendo que es muy poco si nos comparamos al amor de Nuestro señor, pero como la mujer qué dio dos blancas, yo quiero ser, para que Dios me justifique con su Gracia y no por mis obras.
Yo entiendo que muchos errores y fallos del hombre, vienen dados por una mala educación intelectual y espiritual, egoísmos y vanidades del hombre materialista que sólo piensa en sí mismo por una enseñanza defectuosa impartida por falsos maestros que adulteran las enseñanzas del Evangelio de Cristo. Y éstos son los que se arropan bajo el “vestido viejo aparentando ser paño nuevo”
A veces, cuando hablo de las Escrituras con creyentes, me doy cuenta que no pueden entender lo que les testifico de la verdad de Jesús, y si lo entienden, no pueden aceptarlo aunque vean que tengo razón; y es que no tienen más capacidad que la que le enseñan sus líderes religiosos y fanáticos. También ocurre, que cuando hablo con personas no creyentes, ocurre algo parecido; aunque a ellos les hable de conocimientos humanos y sobre los derechos del hombre. Son intolerantes y no entienden más que aquellos que son de su condición y clase. Y es que no pueden entender otra cosa que su propia programación mental con la que han sido enseñados.
Yo sé que hay personas que no tienen la suficiente capacidad para entender otra enseñanza que la que ya recibieron de sus líderes ciegos, a estos, a los que están sometidos por la esclavitud ignorante de sus líderes, hay que tener mucha paciencia y amor, para sacarlos del “vestido viejo de su mover” Pues estando cosidos en el “vestido viejo” también se han convertido en “odres viejos” y no pueden recibir la Gracia de la Verdad de Jesucristo, y no reciben el vino nuevo del Espíritu Santo.
En primer lugar, y para todos aquellos que no sepan lo que es un odre, les informaré que un odre es un pellejo de animal disecado.
Los vinateros judíos, aquellos que se dedicaban al comercio del vino, sabían por experiencia, que no se debía echar el vino nuevo en odres viejos; porque a causa de los gases de la fermentación del vino nuevo, las paredes del odre se expanden, se estiran al máximo. Por esto mismo, el odre que ya había contenido vino nuevo, estaba estirado como odre viejo, y no se le podía echar vino nuevo a causa de que no aguantaba una nueva fermentación si romperse el odre y derramarse el vino.
Pero echaban el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservaba juntamente. Esto les hacía comprender a los judíos, lo que Jesús les enseñaba sobre como eran los hombres que recibían la Palabra del Reino de Dios y los que la rechazaban por sus tradiciones religiosas.
Esta enseñanza esta dicha en lenguaje alegórico, y encierra en sí misma, una gran enseñanza humana y espiritual de Nuestro Señor Jesucristo. Recordemos que Jesús usaba de la parábola para sus profundas enseñanzas en público. Y de esta forma, todos entendían sus lecciones morales, espirituales y humanistas.
A los pescadores les hablaba de barcas, redes y peces. A los labradores les hablaba de campos, semillas e hierbas. A los pastores le hablaba de rediles, ovejas y de pastores buenos y malos. Etc.
Como podemos ver, esta verdad sobre no “No echar vino nuevo en odres viejos” nos enseña una gran lección Espiritual y humana sobre los hombres de mente cerrada y los hombres de mente abierta, para recibir las enseñanzas del Reino de Dios. Y como todas las parábolas de Jesús y sus enseñanzas, fueron dichas y escritas para ser entendidas en su tiempo, en nuestro tiempo y en todos los tiempos de la humanidad. Yo añadiría que fueron dichas por Jesús intencionadamente, para que toda la humanidad, de todos los tiempos, de todos los niveles de inteligencia, sabiduría y capacidad espiritual, pudieran interpretar su profundo contenido expresado por el divino Maestro de Galilea.
Así, pues, no cabe duda de que Jesús es el Alfa y la Omega de la Palabra de Dios: El Verbo manifestado en carne.
Todas las personas inteligentes saben, que aún no se ha sacado todo el contenido pedagógico de las enseñanzas de las parábolas de Jesús. Por lo tanto, todos tenemos algo que aprender aún, de las parábolas del divino Maestro; ya que es como una tarea pedagógica que debemos resolver a través de nuestra capacidad intelectual y espiritual. De tal manera debe ser así, que las enseñanzas de Jesús, y sus parábolas, incite nuestras mentes a escudriñarlas con gran gozo espiritual.
SIMBOLOGÍA DE LA ENSEÑANZA DE LOS ODRES.
“Ni se echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente” (No echéis las perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen). Nuestro Señor Jesucristo compara (simbólicamente), a toda la humanidad como a odres. Odres nuevos y odres viejos que reciben vino. Jesús, en esta enseñanza, también simboliza al vino como la Palabra de Dios.
Al odre viejo, lo representa como al hombre del Viejo Testamento. Y al odre nuevo, lo representa, como al hombre del Nuevo Testamento. Con esta comparación que Jesús hace de los hombres que rechaza el Reino de Dios (hombre viejo) y los hombres que reciben el Reino de Dios (hombre nuevo.)
Por lo tanto, al vino viejo, que lleva el odre viejo, lo compara como la enseñanza de la Palabra del Viejo Testamento. Y al vino nuevo que reciben los odres nuevos, lo comparara como la enseñanza de la Palabra que introduce Jesucristo en los odres nuevos. (La enseñanza de las Buenas Nuevas que Jesús anuncia el Reino de Dios a todos los hombres).
¿Pero por qué Jesús traía vino nuevo? ¡Los que entienden de vino, saben que el vino viejo es mejor que el nuevo! Pero también saben que si no se cuida adecuadamente, el vino viejo puede agriarse y perderse... ¿Qué pues había ocurrido con los odres viejos llenos de vino viejo? Es decir, ¿qué había ocurrido con los hijos de Israel? ¿Qué había ocurrido con las enseñanzas que los hijos de Israel habían recibido de Dios ¿Qué había ocurrido con la ley de Moisés?
¡Sin lugar a dudas, todos los hijos de Israel, en principio eran odres nuevos que recibían vino nuevo! Pero más tarde se agrió el vino en sus odres viejos. Y el Verbo de Dios descendió del cielo y se manifestó en la tierra en condición de Hijo de Dios, o como Hijo del Hombre. “A lo suyo vino y los suyos no le recibieron”.
Cuando Jesucristo vino con el vino nuevo, (Enseñaza del Nuevo Testamento), Él vino al mundo a rescatar lo que se había extraviado: A rescatar el vino que se había perdido en los odres viejos: (La verdadera Palabra de Dios estaba adulterada en los odres viejos). Jesucristo, en su ministerio en la tierra, intentó cambiar el vino viejo y agriado que contenían los odres viejos, en vino nuevo de la Gracia de Dios. Pero los sacerdotes, los escribas y fariseos, estaban llenos del vino viejo y agriado. Y por este motivo, se habían convertido en odres viejos que rechazaban el vino nuevo de Jesús. Y aunque Jesús les echaba vino nuevo, éste se derramaba en sus odres viejos religiosos. Y sus odres no aguantaban la fermentación de la doctrina de Jesucristo, de las Buenas Nuevas del reino de los cielos.
Así, pues, no es una coincidencia que el Padre Eterno, escogiese como discípulos de su Hijo, a doce odres nuevos, vacíos de toda hipocresía del fariseísmo; del religioso vino adulterado y agrio, de los escribas y fariseos.
Pero de ninguna manera, los escogió por ser ignorantes, como algunos piensan y predican desde los púlpitos diciendo: “Hermanos, ¡alegraos de vuestra ignorancia! ¡Dios escogió a los ignorantes para afrentar a los sabios y entendidos”
Esto es una falacia, una gran mentira arreglada para esconder su propia ignorancia. Estos son los sabios y entendidos, a los que Jesucristo afretó y sigue afrentando. No porque sean ignorantes, sino que siendo ignorantes, se muestran a los hombres como sabios y entendidos despreciando la sabiduría.
¿Pues qué sabio y entendido es aquél que desprecia la sabiduría del Espíritu Santo? ¿Quién es sabio y desprecia los dones del Espíritu Santo?...
Cómo es: la Palabra de sabiduría, palabra de ciencia, de fe, sanidades, milagros, profecías, discernimiento, género de lenguas, e interpretaciones de lenguas. (lª Co. 12:8-10).
Si te fijas bien verás que el primer don que aquí se dice, es palabra de sabiduría. ¿Por qué? Ver Proverbios (3:13-20) y si tienes capacidad te darás cuenta del porqué. Ningún sabio desprecia el don de la sabiduría, a no ser que sea un ignorante que se esconda en su ignorancia despreciando la sabiduría y la ciencia.
El motivo de escoger a los doce discípulos, llamados también apóstoles, de ninguna manera fue por ser ignorantes. El Padre se los dio a su Hijo por ser odres nuevos y resistentes, capaz de resistir los gases de la fermentación del vino nuevo de Jesucristo. Hombres trabajadores en duras faenas de pescadores. Y sobre todo, porque eran odres vacíos de toda hipocresía religiosa.
En éstos odres nuevos, el divino Maestro podía echar su vino nuevo. Y así pudo ser transportado hasta nuestro tiempo, la doctrina de Nuestro Señor Jesucristo, de las Buenas Nuevas del Reino de Dios.
Mientras los discípulos escogidos recibían el vino nuevo, gota a gota del Maestro de Galilea, ellos no entendían nada. Pero Jesús les decía: “Tened fe, lo que ahora no entendéis, lo entenderéis después todo” Y así fue. Pero era necesario que Jesucristo el Señor, llenara antes los odres nuevos y escogidos, del vino de su doctrina hasta arriba. Es decir: llenarlos hasta la cabeza que es dónde debe fermentar la doctrina de Dios. Sin olvidar que antes debía pasar por el corazón del odre sin dañarlo. Es por lo que Jesús, vertía el vino nuevo en los odres nuevos, gota a gota.
Así fue, y así es, cómo el vino nuevo, en odres nuevos, comenzó a fermentar en sus discípulos. Así también nosotros, representando esos odres simbólicos de la enseñanza de Nuestro divino Maestro, debemos vaciarnos de toda religión hipócrita si queremos recibir el vino de Jesucristo.
Hoy, igual que ayer, existen odres viejos y odres nuevos. Y en esto nada tiene que ver la edad. Se puede ser un odre viejo siendo un hombre joven, y se puede ser un odre nuevo, siendo un hombre de edad avanzada.
“No se echa perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen” “No se echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se pierden, y el vino se derrama, y los odres se pierden. Echad el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conserva conjuntamente”
“No se echa perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen” “No se echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se pierden, y el vino se derrama, y los odres se pierden. Echad el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conserva conjuntamente”
¡Cuánta verdad se puede encontrar en esta enseñanza de Jesús!
Los odres (hombres) que han sido llenados de vino (doctrina) adulterada por falsos siervos y líderes religiosos, a los cuales les dijo Jesús: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda indicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad” (Mt. 23:27-28).
A todos éstos, cuando el Espíritu Santo intenta llenarlos del vino nuevo, se derrama en sus odres viejos, porque están llenos de vino adulterado y agrio. Este es el mismo vino que en la Cruz del Calvario, le dieron a beber a Jesús; pero Jesús lo escupió de su boca. Pues Jesús vino a su viña, y su viña sólo tenía vino religioso del diablo.
Algunos creyentes les gusta la verdad, pero se le hace duro aceptar que estuvieron equivocados en el Camino del Señor, y por esto se desaniman y retroceden ante la Verdad, y no reciben el vino nuevo de Jesucristo. ¿Y qué significa esto?... Sencillamente, que son odres viejos, y el vino nuevo se derrama en ellos porque no puede fermentar.
A los odres viejos se les conoce porque son muy religiosos, y no aceptan más verdad que la suya propia. Son egoístas y prefieren vivir en la ignorancia de Jesucristo, se aferran a sus pastores aunque éstos sean falsos siervos de Dios. Pero llegará el día que lamentarán, y dirán: “¡Es verdad, cuantas veces rechacé la luz del evangelio de Cristo, porque fui cobarde y tuve miedo a la responsabilidad de ser siervo de Jesucristo, y no de los hombres!”
En mi experiencia de cristiano, y de investigador de la verdad humana, he podido observar en las religiones, que la gente se convierte en adictos religiosos de su propia religión, para escapar de toda responsabilidad. Y son éstos los que temen en gran manera, al Espíritu y a los estados de conciencia sublimes.
¿Por qué? Porque en el fondo de su ser sienten que no son odres nuevos, que todavía tienen necesidad de vivir en la vida inferior de la magia de sus líderes religiosos, tomando del vino adulterado. Y también temen abandonar la falsa seguridad de sus viejas costumbres. Con esta manera de pensar, se pierden lo más hermoso: La luz espiritual, la alegría que cada día viene a nosotros por la Palabra de Dios, el amor de Nuestro Señor Jesucristo que traspasa las almas, y nos llena con la verdad del Espíritu Santo.
Muchos son los que beben vino, sin embargo, ignoran que existe vino adulterado (doctrinas adulteradas) que no se deben beber.
Ningún creyente debe contentarse con recibir una enseñanza masticada e introducida como un vómito en la cabeza a través de sus líderes falsos y sus pastores inútiles. El cristiano no debe ser conformista en ir solamente al culto, debe buscar la verdad en Cristo Jesús; debe renovarse al mismo tiempo su forma de vida mediante el amor, la fe, la esperanza y las buenas obras en su prójimo. Y también haciendo una vida pura en Jesús Nuestro Señor y Maestro.
Todos aquellos que obtienen una vida espiritual sin esfuerzo, o con procedimientos mágicos que no pueden ser duraderos. Más tarde o más temprano, perderán todo lo que creían poseer porque no fue adquirido en la verdadera fe interior del espíritu, sino que fue adquirido por emoción o novedad. Pero la emoción, la novedad y el miedo; más tarde o más temprano, termina. Acaso sólo quede, en algunos, el terror del miedo alimentado por la ignorancia de éstos, y por la hipocresía de sus líderes religiosos y pastores asalariados en el Evangelio. Y éstos serían los pastores inútiles de los que nos habla la Biblia, para que estemos preparados contra ellos descubriendo sus mentiras.
Desgraciadamente, toda doctrina que no exige esfuerzo y verdad, no tiene éxito en principio. Para darse uno cuenta de esto, no tiene mas que mirar y escudriñar los evangelios. A Nuestro Señor Jesucristo, como Hombre, le pasó lo mismo. Él predicó la Verdad del Reino de Dios, El vino con la Palabra del Padre; y en principio no tuvo demasiada buena acogida ni éxito en su doctrina. Tanto fue así, que lo crucificaron matándole en una Cruz, juntamente con dos ladrones. Pero no pudieron matar la Verdad, por cuanto la Verdad vive en el corazón del verdadero creyente. Y no sólo esto, sino que el verdadero creyente, sabe que Cristo resucitó victorioso venciendo la muerte.
Hoy, igual que ayer, ocurre lo mismo. Las doctrinas que prometen todas las bendiciones del cielo sin esfuerzo, aunque mientan, adulteren la Palabra, esclavicen y engañen; las iglesias se llenan de fieles adictos, llamados “ovejas”.
A muy pocos les interesa que alguien le preguntara al Señor: “Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y Jesús le respondió: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta porque os digo que muchos procurará entrar, y no podrán”. (Lc. 13:23-24) Y no podrán porque escogerán la puerta ancha: Caminos sin esfuerzos espirituales, caminos que llevan puertas anchas para entrar en las religiones, sin que te pidan esfuerzos de la Verdad ni sacrificios de amor. En cambio te dan estatutos y doctrinas de mandamientos de hombre que, de ninguna manera, sirven para edificar a los hombres en la Verdad de Jesucristo; sino que son cargas pesadas en la carne, y no son del espíritu.
“Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y Él les dijo: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta”.
¡Sí, esforcémonos! Porque muchos procurarán entrar, y no podrán. Por esto los que engañan y son engañados, aún no han entendido las enseñanzas de Jesucristo con el espíritu. Y los que han entendido por vía literal, no lo creen. Y por esto mismo, el Señor Jesucristo, aún está gritando: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar y no podrán” “Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos”.
La doctrina de Nuestro Señor Jesucristo, nos exige: Amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, y con toda nuestra mente. Y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Nos exige decir la verdad, predicar la Palabra en verdad a nuestros hermanos, ayudarles en lo que podamos, y ser atalayas de la Verdad de Cristo delante de Dios y de los hombres.
Por este motivo, la doctrina del Señor Jesucristo, no atrae muchos discípulos; porque exige esfuerzo espiritual, y obras con nuestro prójimo.
En las religiones te exigirá muchas ofrendas, acatamientos y obediencia al líder, a los “amos de siempre” Estos te exigirán mucho más que obedecer al Señor Jesucristo. Y es que para muchos, Dios es la tapadera de su negocio.
Si tú aún no te has convertido en un odre viejo, con vino adulterado y agrio, tarde o temprano te darás cuenta, y entenderás lo que te digo de parte del Señor.
Un odre viejo no puede recibir el vino nuevo de Jesús, se derrama en él. Cuando alguien le habla del vino nuevo de Cristo, le gusta; pero... no puede recibirlo porque ya ha sido llenado del vino religioso.
¡Esto se conoce cuando un odre nuevo con vino nuevo, le testifica a otro odre viejo con vino adulterado y agrio, nunca llegará a un entendimiento! Aunque ambos estén hablando de lo mismo, ¡de la Verdad del Señor Jesucristo! El problema radica en los vinos que los odres contienen. El odre viejo con vino adulterado y agrio, hablará de su líder religioso, de su denominación y de sus estatutos disciplinarios. El odre nuevo con vino nuevo, se esforzará en hablar de la Verdad de Cristo, de la libertad en Cristo y del amor del Señor. Pero el odre viejo no entenderá.
De esta manera no podrán llegar a un entendimiento. El odre viejo con vino adulterado y agrio, seguirá su camino ancho y espacioso. Y el odre nuevo con vino nuevo del Espíritu Santo, seguirá el Camino estrecho y angosto de la verdad que aprendió de su Maestro, el Señor Jesucristo.
Y aún que intentará por todos los medios, sacar al odre viejo con vino adulterado, para que reciba el vino nuevo del Espíritu de Verdad, en un nacimiento nuevo por el Espíritu de Dios, no podrá conseguirlo si antes no logra sacarlo del “vestido viejo de su mover religioso” A no ser que, el mismo Dios vacíe al odre viejo del vino que recibió de sus líderes religiosos.
Esto es una gran verdad en Cristo Jesús, yo tengo la experiencia por cuanto he testificado la Verdad de Jesús a los odres viejos, con vino adulterado y agrio de las religiones de los “guías ciegos’ que no ven la Luz de Cristo.
Hoy, igual que ayer, existe parecidas organizaciones denominales o distintos moveres, que son semejantes a los que ya existían en tiempos de Jesús: Templos adornados de gran valor material, a los cuales se les tiene más reverencia que al mismo Jesucristo.
Iglesias de piedra, semejantes a las sinagogas que enseñan falsas doctrinas basadas en la ley del vestido viejo. Centros de peregrinación a un Dios muerto y sangrante, adoraciones de ídolos humanos, de madera y piedra. Y todo esto se hace sin el amor y la Verdad de Dios; y por lo tanto, sin amor al prójimo.
Hoy también existen sacerdotes o pastores, ancianos, escribas y fariseos, que han vuelto a remendar con paño nuevo el vestido viejo, al cual Jesús dijo: “Nadie pone remiendo de paño nievo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la roturara” (Mt. 9:16).
Pero gracias a Dios, también existe mucho paño nuevo (Iglesia de Señor) que obedece a Cristo, y que va creciendo como el “granito de mostaza” Y éstos son, todos aquellos que no se han remendado al vestido viejo: Leyes, mandamientos y doctrinas del hombre. Es el “paño nuevo” manada pequeña a la que Dios le ha placido darles el reino de los cielos. Y siguen trabajando como obreros de la mies de Dios; por eso nunca se venden a las mentiras del pastor asalariado, porque no es el pastor de las ovejas del Señor.
Los del paño nuevo (La Novia de Jesucristo) “Estos son los que no se contaminaron con mujeres, (con doctrinas de iglesias falsas), pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dónde quiera que vayan. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios (Ap.14: 4)
RESUMEN DE LA ENSEÑANZA DEL VESTIDO Y DE LOS ODRES.
1º. (EL VESTIDO VIEJO).
Jesús nos enseña que no volvamos a la vieja organización del vestido “viejo” Pues Jesús tuvo que luchar contra él para romper su tradición, y para hacerlo, tuvo que dar su carne y su sangre en la Cruz del Calvario. No solamente hizo viejo el vestido con que se arropaban los escribas y fariseos, sino que lo rompió (Rompió el Viejo Pacto) Por cuanto Jesucristo vino a cumplir toda la ley, porque en ella no teníamos vida. Y por ello hizo un Nuevo Pacto con todos los hombres, Pacto Nuevo y Eterno en su preciosa sangre; Pacto que nos es dado por la Gracia de Dios, en Su Hijo Jesucristo. Y por lo tanto, sólo en la sangre de Cristo, son perdonados nuestros pecados, y nos hace nacer de nuevo en el Espíritu de Dios.
2º. (PAÑO NUEVO).
El paño nuevo es la Iglesia de Jesucristo, la novia pura y sin mancha ni arruga. Y ésta limpieza no es por ley sino por Gracia. Es lavada y obtenida por la sangre de Cristo, pues fue comprada a precio de sangre. Novia de Jesucristo que es adornada con los dones del Espíritu Santo hasta que venga el Esposo a desposarse con su Iglesia en las bodas del Cordero. Jesús arrebatará todo el paño que no se halla remendado en el vestido viejo.
3º. (LA GRACIA QUE RECIBIÓ EL PAÑO NUEVO).
Recibiendo la Gracia de Cristo, no debemos nunca remendarnos en la ley, pues la ley nunca nos dará la salvación, aunque demos nuestro cuerpo en sacrificio; pues para el paño nuevo fue dada la Gracia, y por Gracia somos salvos, que no por ley. Quién por ley quiera ser salvo, desprecia el Santo Sacrificio de Jesucristo, y despreciándolo, ya ha sido condenado; pues sólo por Gracia somos salvos. Y por lo tanto, “Nadie pone remiendo de paño nievo en vestido viejo; tal remiendo tira del vestido, y su rotura se hace peor” (Mt. 9: 16)
4º. (NI ECHA VINO NUEVO EN ODRES VIEJOS).
Jesús simboliza a los odres, como a todos los hombres creados en la tierra. A los hombres que no recibe su doctrina del Reino, lo compara a un odre viejo (hombres terrenales) Y a los hombres que reciben su doctrina del Reino, los compara a odres nuevos (hombres espirituales).
5º. (DE OTRA MANERA LOS ODRES SE ROMPEN, Y EL VINO SE DERRAMA).
Todos sabemos lo duro que resulta que los hombres religiosos acepten la única Verdad de Jesús, pues se encuentran afanados dando brillo a sus iglesias, olvidando que sólo la Verdad de Jesucristo, alumbra el candelero. Por esto están tan atareados en sus quehaceres cotidianos de sus iglesias, para mostrarlas hermosas a los hombres. Por eso no pueden recibir la verdad del Evangelio de Jesús, se derrama en ellos.
6º. (PERO ECHAN EL VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS, Y LO (UNO Y LO OTRO SE CONSERVA JUNTAMENTE).
A veces los “llamados mundanos” aparecen como los hijos verdaderos de Dios. Y son ellos los que reciben con gozo la doctrina de Jesucristo, y la conservan pura en su corazón, alma y mente. Es de gran gozo echar en “estos odres nuevos” la doctrina de Nuestro Señor (el vino de la Gracia) que es recibida por el oír con fe la Palabra de Dios. Y este es el mayor gozo que pude recibir un obrero de Dios.
En estos odres nuevos, se sabe por intervención del Espíritu Santo, que toda enseñanza del Señor Jesucristo, se va a conservar juntamente con su cuerpo hasta la venida del Señor Jesucristo. Y no se no podrán remiendo de mentiras, ni de estatutos disciplinarios de mandamientos de hombre. Yo diría que el Señor quiere que seamos todos odres elásticos, donde haya capacidad para entender toda doctrina de Dios. Para que entendamos lo viejo (Viejo Testamento) y para que también entendamos lo nuevo (Nuevo Testamento), pues el verdadero sabio, de lo viejo y de lo nuevo, saca su sabiduría para la gloria de Dios, y para dar testimonio a los hombres.
Asael D G
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Si escudriñamos con atención las enseñanzas de Cristo Jesús, y nos olvidamos por un momento de lo preconcebido, el Espíritu Santo está dispuesto a llevarnos a toda la verdad si no contristamos al Espíritu; si tenemos la mente abierta para recibir lo que el Espíritu de Dios nos quiere comunicar.
No creamos que es mera causalidad que Jesucristo enseñe primero “el vestido viejo y el paño nuevo” y continuación nos enseñe lo de “no echar vino nuevo en odres viejos” Sólo de esta forma, (no remendando el vestido viejo con paño nuevo), entenderemos porque no se echa vino nuevo en odres viejos. “Para poder recibir el vino nuevo, es imprescindible que dejemos antes el vestido viejo.”
Lo primero que nos enseña Jesús con el “no poner remiendo de paño nuevo en vestido viejo”, es que si hemos recibido la Gracia de Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, no volvamos a esclavizarnos de nuevo en la ley caduca y vieja. No debemos añorar nunca nuestra vida vieja, pues “el que pone la mano en el arado no vuelve la cara atrás”. No podemos participar del hombre viejo y del hombre nuevo, es imposible hacerlo y agradar a Dios; por cuanto el hombre viejo es terrenal, y las cosas terrenales hace; mientras que el hombre nuevo, es espiritual, y las cosas espirituales hace como hijo de Dios, y tiene vida en Jesús.
Lo segundo que nos enseña es: “Que el paño nuevo es la Iglesia nacida de Cristo resucitado. Y el vestido viejo, es la organización de los judíos: Su templo de piedra del cual dijo Jesús: “En medio de vosotros hay uno mayor que el templo. Destruid este templo y yo lo levantaré en tres días”.
El “vestido viejo” también es el sanedrín y las sinagogas. Sanedrín compuesto por el sumo sacerdote y los 72 ancianos; sinagogas son también, dónde los maestros repartían al pueblo las enseñanzas de la ley. Ley que Jesús mismo vino a cumplir para dar el “paño nuevo” la Gracia de Dios por medio de su divino sacrificio en la Cruz. Pues ya nos lo dijo antes: Nuevo pacto os doy en mi sangre, nuevo y eterno” Es decir, el pacto primero lo convierte en un pacto viejo y caduco (Vestido viejo: Viejo pacto. Paño nuevo: Nuevo pacto con su Iglesia fiel y verdadera)
Para ilustrar mejor esta enseñanza, de “nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura”, pondré un sencillo ejemplo para que lo puedan entender todos los hombres:
Supongamos que queremos construir un nuevo edificio, un edifico precioso y de gran valor. Y supongamos también que no tenemos ningún conocimiento arquitectónico y somos tan insensatos que lo levantamos sobre un edificio en ruinas, y no solamente está en ruinas sino que ignoramos que sus cimientos están podridos. ¿Qué pasaría si construimos el nuevo edificio de gran valor encima del viejo y podrido edificio? ¡Naturalmente que se vendría abajo el precioso edificio nuevo, y también el edificio viejo de cimientos podridos!
“Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura”.
(Nuevo pacto os doy en mi sangre, Nuevo y Eterno)
Ningún arquitecto cometería el grave error de construir un nuevo edificio encima de otro edificio en ruinas; y tampoco restauraría el viejo edificio que tiene sus cimientos podridos, ya que nada en él es aprovechable. Sólo el solar aprovecharía después de derribar todo el viejo edificio que tiene los cimientos podridos. Y construiría de nuevo todo lo perdido, con nuevos obreros. Ya que los anteriores obreros, solamente adornaban el viejo edificio sin asegurar sus cimientos.
Jesucristo dijo: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca”... (Mt. 7:24). Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena”... (Mt. 7:26).
Como vemos, es muy importante la firmeza del terreno para construir. La doctrina de Nuestro Señor Jesucristo, sobre roca se debe construir si somos prudentes. Sobre la Roca de la Verdad de Cristo construyen los fieles y verdaderos, su morada eterna. Perro los insensatos sobre la arena construyen sus moradas, y son tan ciegos e insensatos que intentan construir sobre algo tan poco seguro, lo que es eterno.
Ahora bien, ¿por qué el vestido viejo se hizo inservible, pues todo vestido, en principio es nuevo? Así es como Dios se lo entregó a su pueblo: ¡Nuevo!
Y además de entregárselo nuevo, se lo entregó para gloria de su Nombre, para que alabaran al Creador y fuera de abrigo para todos los hombres. Pero no solamente lo hicieron viejo, sino que, además, ya no servía para la gloria de Dios ni para la salvación de los hombres. Jesucristo lo rechaza, es inservible para introducir su Gracia en los hombres. Gracia de salvación en su sangre. Y por eso Jesús, como buen arquitecto, examina sus cimientos y comprueba que están podridos en mandamientos, costumbres y doctrina de hombre. Y por lo tanto, derriba toda la organización de su pueblo, hasta sus cimientos, para construir un nuevo edificio (Iglesia) y busca otros obreros para que trabajen en su nueva obra de salvación.
Si no fuera así, Jesús nunca nos hablaría de no remendar el vestido viejo. Pues si un vestido necesita remiendo, es porque está agujereado y roto. El Señor lo hizo viejo con su preciosa venida a los hombres. “Aquella Luz Verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por Él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron”
(Jn. 1:9-11).
Los súbditos del Reino no recibieron a su Rey Mesías, los intereses de este mundo los cegó, y lo rechazaron. Pero Jesús cumplió toda la ley e hizo nuevo pacto con los hombres en su sangre, a los que le reciben con arrepentimiento, Jesús los lava con su sangre y les perdona los pecados, dándoles potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. (Jn. 1:12-13)
Es por esto, que Jesús nos dijo: “Nadie que halla gustado de la gracia se remienda en la ley”. “Nadie pone remiendo de paño nuevo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la rotura”
¿Quiere decir esto que Jesús abandonó a su pueblo a la muerte? ¡De ninguna manera! Dios nunca abandonará a su pueblo santo, Él cumplirá todas las promesas dadas a sus siervos Abraham, Isaac y Jacob: “Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre y serás bendición. Bendeciré a los que ten bendijeren; y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra” (Gn. 12:2-3).
Pablo dice a los judíos: “Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace interiormente en la carne; sino que es judío el que lo es en el corazón, en espíritu, no en la le letra; la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios” (Ro. 2:28-29).
Claro está que no por ser judíos heredará las promesas de las bendiciones dadas por Dios a sus siervos, sino a todos obedientes de corazón sinceros que alaben a Dios en espíritu y verdad.
Como tampoco los llamados cristianos, alcanzarán las bendiciones que Jesucristo dio a su Iglesia, sino que las recibirán los que adoren a Dios en espíritu y en verdad.
Como todos sabemos, un vestido no solamente sirve para presumir de él, sino que debe servir para abrigar y tapar la desnudez del hombre. El vestido viejo al cual se refiere Jesús, es solamente un vestido lujoso lleno de vanidad que no abriga al pueblo, ni sirve para tapar la desnudez y dar calor al pobre. Es inservible, viejo, estropeado y demasiado pesado para que lo pueda llevar el pueblo. (Estatutos disciplinarios)
Todos sabemos que el vestido de la ley era bueno en principio, que fue un vestido que daba calor al pueblo de Israel, donde todos se abrigaban y recibía calor dentro de él. Pero más tarde la obsesión farisea por conservar las leyes religiosas, llevaban a muchos a imaginar a Dios como un banquero que apunta en su libro de cuentas las acciones buenas y malas de los hombres según las tradiciones de los fariseos.
Su fidelidad a las reglas los llevaba al desprecio de los demás (Lc 18:9), a los que llamaban “pecadores” o “gente sin religión” Por esto mismo, es por lo que Jesús rechaza (el vestido viejo), refiriéndose a él como: Templo, sacerdocio y monarquía de Israel. El Verbo de Dios, Jesucristo el Señor, vino para crear su paño nuevo (su Iglesia). Una nueva sociedad de hombres nacidos de nuevo, nueva organización dirigida por el Espíritu Santo; hombres que adoren a Dios en espíritu y en verdad. Que sean actos para enseñar, que gobiernen correctamente su casa, para que también gobiernen con justa justicia la casa de Dios.
Hombres mansos y humildes que transporten la luz de Cristo, que se conviertan en la sal del mundo: (Inteligencia y alegría entre los hombres por la verdad de Jesucristo), anunciando las buenas nuevas del Evangelio a los hombres que viven en oscuridad siendo esclavos de los vicios de este mundo. Y también a los que está aún arropados bajo el vestido viejo y caduco de la ley, para que reciban la Gracia de Cristo y puedan ver y oír.
A los ancianos y sacerdotes, a los escribas y fariseos, Jesús les anuncia, que por la dureza de sus corazones, Dios les ha quitado toda autoridad (Mt. 12:9), y que toda autoridad se la ha dado a su palio nuevo (Iglesia).
¡Bienaventurados todos aquellos que han logrado salir del vestido viejo y han entrado a formar parte del paño nuevo (y no quiere poner remiendo de palio nueva en vestido viejo)
Desgraciadamente hay hombres, que se llaman cristianos, que no cumple esta enseñanza del Maestro; pues siendo falsos maestros se han vuelto a remendar en el vestido viejo, y están como vestido viejo extraviado a los hombres para poner remiendo de paño nuevo en su vestido viejo y roto. Son los mismos fariseos con los que tuvo que luchar el apóstol Pablo cuando éstos exigían que todos los gentiles que aceptaran la salvación de Dios en Jesucristo, debían circuncidarse como decía el Viejo Pacto, y con esto hacían infructuoso el Nuevo Pacto de la Gracia del sacrificio de Cristo, que es para nosotros (su Iglesia) Nuevo y Eterno en la sangre de Nuestro Salvador y Redentor: JESÚS.
Una vez explicado lo que Jesús quiso enseñamos a través, del vestido viejo, siempre contando con los talentos que Dios me dio según mi capacidad, entraré a interpretar la enseñanza de “Ni echa vire nuevo en odres viejos”
Y si en verdad hemos entendido la enseñanza del vestido viejo, comprenderemos mejor el porqué no se echa vino nuevo en odres viejos. Y caeremos en la cuenta que, aun siendo las enseñanzas muy parecidas, no lo son en su raíz; porque la primera nos enseña sobre la organización: Templo, sinagogas y leyes de gobernación del pueblo. Y en la segunda (como veremos), nos habla de hombres que no pueden recibir el vino nuevo de la Gracia.
NI ECHAN VINO NUEVO EN ODRES VIEJOS
“Ni echan vino nuevo en odres viejos; de otra manera se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan conjuntamente” (Mt. 9:17).
INTRODUCCIÓN
Ante de entrar en el tema de la enseñanza de los odres, debo decir que esta es una de las enseñanzas más definidas que Jesús nos dice sobre los hombres. Y por lo tanto es la que más me enseña a conocer las limitaciones de los seres humanos, y sobre todo a conocerme a mí mismo. También me hace comprender que existen personas con la mente embotada por culpa del fanatismo religioso; el oscurantismo y la intolerancia de los derechos que tiene el hombre, aunque piense diferente a los demás.
Jesucristo me ha enseñado a comprender, tolerar y amar con más fuerza a mi prójimo; sobre todo me ha enseñado amar con inteligencia y provecho a los demás, usado toda mi capacidad humana y espiritual. Entiendo que es muy poco si nos comparamos al amor de Nuestro señor, pero como la mujer qué dio dos blancas, yo quiero ser, para que Dios me justifique con su Gracia y no por mis obras.
Yo entiendo que muchos errores y fallos del hombre, vienen dados por una mala educación intelectual y espiritual, egoísmos y vanidades del hombre materialista que sólo piensa en sí mismo por una enseñanza defectuosa impartida por falsos maestros que adulteran las enseñanzas del Evangelio de Cristo. Y éstos son los que se arropan bajo el “vestido viejo aparentando ser paño nuevo”
A veces, cuando hablo de las Escrituras con creyentes, me doy cuenta que no pueden entender lo que les testifico de la verdad de Jesús, y si lo entienden, no pueden aceptarlo aunque vean que tengo razón; y es que no tienen más capacidad que la que le enseñan sus líderes religiosos y fanáticos. También ocurre, que cuando hablo con personas no creyentes, ocurre algo parecido; aunque a ellos les hable de conocimientos humanos y sobre los derechos del hombre. Son intolerantes y no entienden más que aquellos que son de su condición y clase. Y es que no pueden entender otra cosa que su propia programación mental con la que han sido enseñados.
Yo sé que hay personas que no tienen la suficiente capacidad para entender otra enseñanza que la que ya recibieron de sus líderes ciegos, a estos, a los que están sometidos por la esclavitud ignorante de sus líderes, hay que tener mucha paciencia y amor, para sacarlos del “vestido viejo de su mover” Pues estando cosidos en el “vestido viejo” también se han convertido en “odres viejos” y no pueden recibir la Gracia de la Verdad de Jesucristo, y no reciben el vino nuevo del Espíritu Santo.
En primer lugar, y para todos aquellos que no sepan lo que es un odre, les informaré que un odre es un pellejo de animal disecado.
Los vinateros judíos, aquellos que se dedicaban al comercio del vino, sabían por experiencia, que no se debía echar el vino nuevo en odres viejos; porque a causa de los gases de la fermentación del vino nuevo, las paredes del odre se expanden, se estiran al máximo. Por esto mismo, el odre que ya había contenido vino nuevo, estaba estirado como odre viejo, y no se le podía echar vino nuevo a causa de que no aguantaba una nueva fermentación si romperse el odre y derramarse el vino.
Pero echaban el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservaba juntamente. Esto les hacía comprender a los judíos, lo que Jesús les enseñaba sobre como eran los hombres que recibían la Palabra del Reino de Dios y los que la rechazaban por sus tradiciones religiosas.
Esta enseñanza esta dicha en lenguaje alegórico, y encierra en sí misma, una gran enseñanza humana y espiritual de Nuestro Señor Jesucristo. Recordemos que Jesús usaba de la parábola para sus profundas enseñanzas en público. Y de esta forma, todos entendían sus lecciones morales, espirituales y humanistas.
A los pescadores les hablaba de barcas, redes y peces. A los labradores les hablaba de campos, semillas e hierbas. A los pastores le hablaba de rediles, ovejas y de pastores buenos y malos. Etc.
Como podemos ver, esta verdad sobre no “No echar vino nuevo en odres viejos” nos enseña una gran lección Espiritual y humana sobre los hombres de mente cerrada y los hombres de mente abierta, para recibir las enseñanzas del Reino de Dios. Y como todas las parábolas de Jesús y sus enseñanzas, fueron dichas y escritas para ser entendidas en su tiempo, en nuestro tiempo y en todos los tiempos de la humanidad. Yo añadiría que fueron dichas por Jesús intencionadamente, para que toda la humanidad, de todos los tiempos, de todos los niveles de inteligencia, sabiduría y capacidad espiritual, pudieran interpretar su profundo contenido expresado por el divino Maestro de Galilea.
Así, pues, no cabe duda de que Jesús es el Alfa y la Omega de la Palabra de Dios: El Verbo manifestado en carne.
Todas las personas inteligentes saben, que aún no se ha sacado todo el contenido pedagógico de las enseñanzas de las parábolas de Jesús. Por lo tanto, todos tenemos algo que aprender aún, de las parábolas del divino Maestro; ya que es como una tarea pedagógica que debemos resolver a través de nuestra capacidad intelectual y espiritual. De tal manera debe ser así, que las enseñanzas de Jesús, y sus parábolas, incite nuestras mentes a escudriñarlas con gran gozo espiritual.
SIMBOLOGÍA DE LA ENSEÑANZA DE LOS ODRES.
“Ni se echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se rompen, y el vino se derrama, y los odres se pierden; pero echan el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conservan juntamente” (No echéis las perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen). Nuestro Señor Jesucristo compara (simbólicamente), a toda la humanidad como a odres. Odres nuevos y odres viejos que reciben vino. Jesús, en esta enseñanza, también simboliza al vino como la Palabra de Dios.
Al odre viejo, lo representa como al hombre del Viejo Testamento. Y al odre nuevo, lo representa, como al hombre del Nuevo Testamento. Con esta comparación que Jesús hace de los hombres que rechaza el Reino de Dios (hombre viejo) y los hombres que reciben el Reino de Dios (hombre nuevo.)
Por lo tanto, al vino viejo, que lleva el odre viejo, lo compara como la enseñanza de la Palabra del Viejo Testamento. Y al vino nuevo que reciben los odres nuevos, lo comparara como la enseñanza de la Palabra que introduce Jesucristo en los odres nuevos. (La enseñanza de las Buenas Nuevas que Jesús anuncia el Reino de Dios a todos los hombres).
¿Pero por qué Jesús traía vino nuevo? ¡Los que entienden de vino, saben que el vino viejo es mejor que el nuevo! Pero también saben que si no se cuida adecuadamente, el vino viejo puede agriarse y perderse... ¿Qué pues había ocurrido con los odres viejos llenos de vino viejo? Es decir, ¿qué había ocurrido con los hijos de Israel? ¿Qué había ocurrido con las enseñanzas que los hijos de Israel habían recibido de Dios ¿Qué había ocurrido con la ley de Moisés?
¡Sin lugar a dudas, todos los hijos de Israel, en principio eran odres nuevos que recibían vino nuevo! Pero más tarde se agrió el vino en sus odres viejos. Y el Verbo de Dios descendió del cielo y se manifestó en la tierra en condición de Hijo de Dios, o como Hijo del Hombre. “A lo suyo vino y los suyos no le recibieron”.
Cuando Jesucristo vino con el vino nuevo, (Enseñaza del Nuevo Testamento), Él vino al mundo a rescatar lo que se había extraviado: A rescatar el vino que se había perdido en los odres viejos: (La verdadera Palabra de Dios estaba adulterada en los odres viejos). Jesucristo, en su ministerio en la tierra, intentó cambiar el vino viejo y agriado que contenían los odres viejos, en vino nuevo de la Gracia de Dios. Pero los sacerdotes, los escribas y fariseos, estaban llenos del vino viejo y agriado. Y por este motivo, se habían convertido en odres viejos que rechazaban el vino nuevo de Jesús. Y aunque Jesús les echaba vino nuevo, éste se derramaba en sus odres viejos religiosos. Y sus odres no aguantaban la fermentación de la doctrina de Jesucristo, de las Buenas Nuevas del reino de los cielos.
Así, pues, no es una coincidencia que el Padre Eterno, escogiese como discípulos de su Hijo, a doce odres nuevos, vacíos de toda hipocresía del fariseísmo; del religioso vino adulterado y agrio, de los escribas y fariseos.
Pero de ninguna manera, los escogió por ser ignorantes, como algunos piensan y predican desde los púlpitos diciendo: “Hermanos, ¡alegraos de vuestra ignorancia! ¡Dios escogió a los ignorantes para afrentar a los sabios y entendidos”
Esto es una falacia, una gran mentira arreglada para esconder su propia ignorancia. Estos son los sabios y entendidos, a los que Jesucristo afretó y sigue afrentando. No porque sean ignorantes, sino que siendo ignorantes, se muestran a los hombres como sabios y entendidos despreciando la sabiduría.
¿Pues qué sabio y entendido es aquél que desprecia la sabiduría del Espíritu Santo? ¿Quién es sabio y desprecia los dones del Espíritu Santo?...
Cómo es: la Palabra de sabiduría, palabra de ciencia, de fe, sanidades, milagros, profecías, discernimiento, género de lenguas, e interpretaciones de lenguas. (lª Co. 12:8-10).
Si te fijas bien verás que el primer don que aquí se dice, es palabra de sabiduría. ¿Por qué? Ver Proverbios (3:13-20) y si tienes capacidad te darás cuenta del porqué. Ningún sabio desprecia el don de la sabiduría, a no ser que sea un ignorante que se esconda en su ignorancia despreciando la sabiduría y la ciencia.
El motivo de escoger a los doce discípulos, llamados también apóstoles, de ninguna manera fue por ser ignorantes. El Padre se los dio a su Hijo por ser odres nuevos y resistentes, capaz de resistir los gases de la fermentación del vino nuevo de Jesucristo. Hombres trabajadores en duras faenas de pescadores. Y sobre todo, porque eran odres vacíos de toda hipocresía religiosa.
En éstos odres nuevos, el divino Maestro podía echar su vino nuevo. Y así pudo ser transportado hasta nuestro tiempo, la doctrina de Nuestro Señor Jesucristo, de las Buenas Nuevas del Reino de Dios.
Mientras los discípulos escogidos recibían el vino nuevo, gota a gota del Maestro de Galilea, ellos no entendían nada. Pero Jesús les decía: “Tened fe, lo que ahora no entendéis, lo entenderéis después todo” Y así fue. Pero era necesario que Jesucristo el Señor, llenara antes los odres nuevos y escogidos, del vino de su doctrina hasta arriba. Es decir: llenarlos hasta la cabeza que es dónde debe fermentar la doctrina de Dios. Sin olvidar que antes debía pasar por el corazón del odre sin dañarlo. Es por lo que Jesús, vertía el vino nuevo en los odres nuevos, gota a gota.
Así fue, y así es, cómo el vino nuevo, en odres nuevos, comenzó a fermentar en sus discípulos. Así también nosotros, representando esos odres simbólicos de la enseñanza de Nuestro divino Maestro, debemos vaciarnos de toda religión hipócrita si queremos recibir el vino de Jesucristo.
Hoy, igual que ayer, existen odres viejos y odres nuevos. Y en esto nada tiene que ver la edad. Se puede ser un odre viejo siendo un hombre joven, y se puede ser un odre nuevo, siendo un hombre de edad avanzada.
“No se echa perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen” “No se echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se pierden, y el vino se derrama, y los odres se pierden. Echad el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conserva conjuntamente”
“No se echa perlas a los cerdos, no sea que las pisoteen” “No se echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera los odres se pierden, y el vino se derrama, y los odres se pierden. Echad el vino nuevo en odres nuevos, y lo uno y lo otro se conserva conjuntamente”
¡Cuánta verdad se puede encontrar en esta enseñanza de Jesús!
Los odres (hombres) que han sido llenados de vino (doctrina) adulterada por falsos siervos y líderes religiosos, a los cuales les dijo Jesús: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! Porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda indicia. Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad” (Mt. 23:27-28).
A todos éstos, cuando el Espíritu Santo intenta llenarlos del vino nuevo, se derrama en sus odres viejos, porque están llenos de vino adulterado y agrio. Este es el mismo vino que en la Cruz del Calvario, le dieron a beber a Jesús; pero Jesús lo escupió de su boca. Pues Jesús vino a su viña, y su viña sólo tenía vino religioso del diablo.
Algunos creyentes les gusta la verdad, pero se le hace duro aceptar que estuvieron equivocados en el Camino del Señor, y por esto se desaniman y retroceden ante la Verdad, y no reciben el vino nuevo de Jesucristo. ¿Y qué significa esto?... Sencillamente, que son odres viejos, y el vino nuevo se derrama en ellos porque no puede fermentar.
A los odres viejos se les conoce porque son muy religiosos, y no aceptan más verdad que la suya propia. Son egoístas y prefieren vivir en la ignorancia de Jesucristo, se aferran a sus pastores aunque éstos sean falsos siervos de Dios. Pero llegará el día que lamentarán, y dirán: “¡Es verdad, cuantas veces rechacé la luz del evangelio de Cristo, porque fui cobarde y tuve miedo a la responsabilidad de ser siervo de Jesucristo, y no de los hombres!”
En mi experiencia de cristiano, y de investigador de la verdad humana, he podido observar en las religiones, que la gente se convierte en adictos religiosos de su propia religión, para escapar de toda responsabilidad. Y son éstos los que temen en gran manera, al Espíritu y a los estados de conciencia sublimes.
¿Por qué? Porque en el fondo de su ser sienten que no son odres nuevos, que todavía tienen necesidad de vivir en la vida inferior de la magia de sus líderes religiosos, tomando del vino adulterado. Y también temen abandonar la falsa seguridad de sus viejas costumbres. Con esta manera de pensar, se pierden lo más hermoso: La luz espiritual, la alegría que cada día viene a nosotros por la Palabra de Dios, el amor de Nuestro Señor Jesucristo que traspasa las almas, y nos llena con la verdad del Espíritu Santo.
Muchos son los que beben vino, sin embargo, ignoran que existe vino adulterado (doctrinas adulteradas) que no se deben beber.
Ningún creyente debe contentarse con recibir una enseñanza masticada e introducida como un vómito en la cabeza a través de sus líderes falsos y sus pastores inútiles. El cristiano no debe ser conformista en ir solamente al culto, debe buscar la verdad en Cristo Jesús; debe renovarse al mismo tiempo su forma de vida mediante el amor, la fe, la esperanza y las buenas obras en su prójimo. Y también haciendo una vida pura en Jesús Nuestro Señor y Maestro.
Todos aquellos que obtienen una vida espiritual sin esfuerzo, o con procedimientos mágicos que no pueden ser duraderos. Más tarde o más temprano, perderán todo lo que creían poseer porque no fue adquirido en la verdadera fe interior del espíritu, sino que fue adquirido por emoción o novedad. Pero la emoción, la novedad y el miedo; más tarde o más temprano, termina. Acaso sólo quede, en algunos, el terror del miedo alimentado por la ignorancia de éstos, y por la hipocresía de sus líderes religiosos y pastores asalariados en el Evangelio. Y éstos serían los pastores inútiles de los que nos habla la Biblia, para que estemos preparados contra ellos descubriendo sus mentiras.
Desgraciadamente, toda doctrina que no exige esfuerzo y verdad, no tiene éxito en principio. Para darse uno cuenta de esto, no tiene mas que mirar y escudriñar los evangelios. A Nuestro Señor Jesucristo, como Hombre, le pasó lo mismo. Él predicó la Verdad del Reino de Dios, El vino con la Palabra del Padre; y en principio no tuvo demasiada buena acogida ni éxito en su doctrina. Tanto fue así, que lo crucificaron matándole en una Cruz, juntamente con dos ladrones. Pero no pudieron matar la Verdad, por cuanto la Verdad vive en el corazón del verdadero creyente. Y no sólo esto, sino que el verdadero creyente, sabe que Cristo resucitó victorioso venciendo la muerte.
Hoy, igual que ayer, ocurre lo mismo. Las doctrinas que prometen todas las bendiciones del cielo sin esfuerzo, aunque mientan, adulteren la Palabra, esclavicen y engañen; las iglesias se llenan de fieles adictos, llamados “ovejas”.
A muy pocos les interesa que alguien le preguntara al Señor: “Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y Jesús le respondió: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta porque os digo que muchos procurará entrar, y no podrán”. (Lc. 13:23-24) Y no podrán porque escogerán la puerta ancha: Caminos sin esfuerzos espirituales, caminos que llevan puertas anchas para entrar en las religiones, sin que te pidan esfuerzos de la Verdad ni sacrificios de amor. En cambio te dan estatutos y doctrinas de mandamientos de hombre que, de ninguna manera, sirven para edificar a los hombres en la Verdad de Jesucristo; sino que son cargas pesadas en la carne, y no son del espíritu.
“Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y Él les dijo: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta”.
¡Sí, esforcémonos! Porque muchos procurarán entrar, y no podrán. Por esto los que engañan y son engañados, aún no han entendido las enseñanzas de Jesucristo con el espíritu. Y los que han entendido por vía literal, no lo creen. Y por esto mismo, el Señor Jesucristo, aún está gritando: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar y no podrán” “Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos”.
La doctrina de Nuestro Señor Jesucristo, nos exige: Amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, y con toda nuestra mente. Y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Nos exige decir la verdad, predicar la Palabra en verdad a nuestros hermanos, ayudarles en lo que podamos, y ser atalayas de la Verdad de Cristo delante de Dios y de los hombres.
Por este motivo, la doctrina del Señor Jesucristo, no atrae muchos discípulos; porque exige esfuerzo espiritual, y obras con nuestro prójimo.
En las religiones te exigirá muchas ofrendas, acatamientos y obediencia al líder, a los “amos de siempre” Estos te exigirán mucho más que obedecer al Señor Jesucristo. Y es que para muchos, Dios es la tapadera de su negocio.
Si tú aún no te has convertido en un odre viejo, con vino adulterado y agrio, tarde o temprano te darás cuenta, y entenderás lo que te digo de parte del Señor.
Un odre viejo no puede recibir el vino nuevo de Jesús, se derrama en él. Cuando alguien le habla del vino nuevo de Cristo, le gusta; pero... no puede recibirlo porque ya ha sido llenado del vino religioso.
¡Esto se conoce cuando un odre nuevo con vino nuevo, le testifica a otro odre viejo con vino adulterado y agrio, nunca llegará a un entendimiento! Aunque ambos estén hablando de lo mismo, ¡de la Verdad del Señor Jesucristo! El problema radica en los vinos que los odres contienen. El odre viejo con vino adulterado y agrio, hablará de su líder religioso, de su denominación y de sus estatutos disciplinarios. El odre nuevo con vino nuevo, se esforzará en hablar de la Verdad de Cristo, de la libertad en Cristo y del amor del Señor. Pero el odre viejo no entenderá.
De esta manera no podrán llegar a un entendimiento. El odre viejo con vino adulterado y agrio, seguirá su camino ancho y espacioso. Y el odre nuevo con vino nuevo del Espíritu Santo, seguirá el Camino estrecho y angosto de la verdad que aprendió de su Maestro, el Señor Jesucristo.
Y aún que intentará por todos los medios, sacar al odre viejo con vino adulterado, para que reciba el vino nuevo del Espíritu de Verdad, en un nacimiento nuevo por el Espíritu de Dios, no podrá conseguirlo si antes no logra sacarlo del “vestido viejo de su mover religioso” A no ser que, el mismo Dios vacíe al odre viejo del vino que recibió de sus líderes religiosos.
Esto es una gran verdad en Cristo Jesús, yo tengo la experiencia por cuanto he testificado la Verdad de Jesús a los odres viejos, con vino adulterado y agrio de las religiones de los “guías ciegos’ que no ven la Luz de Cristo.
Hoy, igual que ayer, existe parecidas organizaciones denominales o distintos moveres, que son semejantes a los que ya existían en tiempos de Jesús: Templos adornados de gran valor material, a los cuales se les tiene más reverencia que al mismo Jesucristo.
Iglesias de piedra, semejantes a las sinagogas que enseñan falsas doctrinas basadas en la ley del vestido viejo. Centros de peregrinación a un Dios muerto y sangrante, adoraciones de ídolos humanos, de madera y piedra. Y todo esto se hace sin el amor y la Verdad de Dios; y por lo tanto, sin amor al prójimo.
Hoy también existen sacerdotes o pastores, ancianos, escribas y fariseos, que han vuelto a remendar con paño nuevo el vestido viejo, al cual Jesús dijo: “Nadie pone remiendo de paño nievo en vestido viejo; porque tal remiendo tira del vestido, y se hace peor la roturara” (Mt. 9:16).
Pero gracias a Dios, también existe mucho paño nuevo (Iglesia de Señor) que obedece a Cristo, y que va creciendo como el “granito de mostaza” Y éstos son, todos aquellos que no se han remendado al vestido viejo: Leyes, mandamientos y doctrinas del hombre. Es el “paño nuevo” manada pequeña a la que Dios le ha placido darles el reino de los cielos. Y siguen trabajando como obreros de la mies de Dios; por eso nunca se venden a las mentiras del pastor asalariado, porque no es el pastor de las ovejas del Señor.
Los del paño nuevo (La Novia de Jesucristo) “Estos son los que no se contaminaron con mujeres, (con doctrinas de iglesias falsas), pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dónde quiera que vayan. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios (Ap.14: 4)
RESUMEN DE LA ENSEÑANZA DEL VESTIDO Y DE LOS ODRES.
1º. (EL VESTIDO VIEJO).
Jesús nos enseña que no volvamos a la vieja organización del vestido “viejo” Pues Jesús tuvo que luchar contra él para romper su tradición, y para hacerlo, tuvo que dar su carne y su sangre en la Cruz del Calvario. No solamente hizo viejo el vestido con que se arropaban los escribas y fariseos, sino que lo rompió (Rompió el Viejo Pacto) Por cuanto Jesucristo vino a cumplir toda la ley, porque en ella no teníamos vida. Y por ello hizo un Nuevo Pacto con todos los hombres, Pacto Nuevo y Eterno en su preciosa sangre; Pacto que nos es dado por la Gracia de Dios, en Su Hijo Jesucristo. Y por lo tanto, sólo en la sangre de Cristo, son perdonados nuestros pecados, y nos hace nacer de nuevo en el Espíritu de Dios.
2º. (PAÑO NUEVO).
El paño nuevo es la Iglesia de Jesucristo, la novia pura y sin mancha ni arruga. Y ésta limpieza no es por ley sino por Gracia. Es lavada y obtenida por la sangre de Cristo, pues fue comprada a precio de sangre. Novia de Jesucristo que es adornada con los dones del Espíritu Santo hasta que venga el Esposo a desposarse con su Iglesia en las bodas del Cordero. Jesús arrebatará todo el paño que no se halla remendado en el vestido viejo.
3º. (LA GRACIA QUE RECIBIÓ EL PAÑO NUEVO).
Recibiendo la Gracia de Cristo, no debemos nunca remendarnos en la ley, pues la ley nunca nos dará la salvación, aunque demos nuestro cuerpo en sacrificio; pues para el paño nuevo fue dada la Gracia, y por Gracia somos salvos, que no por ley. Quién por ley quiera ser salvo, desprecia el Santo Sacrificio de Jesucristo, y despreciándolo, ya ha sido condenado; pues sólo por Gracia somos salvos. Y por lo tanto, “Nadie pone remiendo de paño nievo en vestido viejo; tal remiendo tira del vestido, y su rotura se hace peor” (Mt. 9: 16)
4º. (NI ECHA VINO NUEVO EN ODRES VIEJOS).
Jesús simboliza a los odres, como a todos los hombres creados en la tierra. A los hombres que no recibe su doctrina del Reino, lo compara a un odre viejo (hombres terrenales) Y a los hombres que reciben su doctrina del Reino, los compara a odres nuevos (hombres espirituales).
5º. (DE OTRA MANERA LOS ODRES SE ROMPEN, Y EL VINO SE DERRAMA).
Todos sabemos lo duro que resulta que los hombres religiosos acepten la única Verdad de Jesús, pues se encuentran afanados dando brillo a sus iglesias, olvidando que sólo la Verdad de Jesucristo, alumbra el candelero. Por esto están tan atareados en sus quehaceres cotidianos de sus iglesias, para mostrarlas hermosas a los hombres. Por eso no pueden recibir la verdad del Evangelio de Jesús, se derrama en ellos.
6º. (PERO ECHAN EL VINO NUEVO EN ODRES NUEVOS, Y LO (UNO Y LO OTRO SE CONSERVA JUNTAMENTE).
A veces los “llamados mundanos” aparecen como los hijos verdaderos de Dios. Y son ellos los que reciben con gozo la doctrina de Jesucristo, y la conservan pura en su corazón, alma y mente. Es de gran gozo echar en “estos odres nuevos” la doctrina de Nuestro Señor (el vino de la Gracia) que es recibida por el oír con fe la Palabra de Dios. Y este es el mayor gozo que pude recibir un obrero de Dios.
En estos odres nuevos, se sabe por intervención del Espíritu Santo, que toda enseñanza del Señor Jesucristo, se va a conservar juntamente con su cuerpo hasta la venida del Señor Jesucristo. Y no se no podrán remiendo de mentiras, ni de estatutos disciplinarios de mandamientos de hombre. Yo diría que el Señor quiere que seamos todos odres elásticos, donde haya capacidad para entender toda doctrina de Dios. Para que entendamos lo viejo (Viejo Testamento) y para que también entendamos lo nuevo (Nuevo Testamento), pues el verdadero sabio, de lo viejo y de lo nuevo, saca su sabiduría para la gloria de Dios, y para dar testimonio a los hombres.
Asael D G
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