La Autoridad Apostólica
Muchos apelan a la autoridad que los apóstoles tenían, como un modelo para el liderazgo de los pastores en la iglesia. Pero ¿Cómo era la autoridad apostólica? En este estudio mostraremos los elementos envueltos en ella. En verdad ¡sería bueno imitar el ejemplo de los apóstoles!
En ocasiones Pablo fue objeto de ataques de muchos lados (2Cor.11:28). Y aunque vemos que él rehusaba a dejarse sentir molesto por causa de los problemas y reveses entre los hermanos (Gál.6:17), en cierta ocasión él amenazó a sus hijos obstinados con la vara espiritual (1Cor.4:21). Pablo comprendía el respeto que debían ellos tener para el puesto de apóstol (2Cor.2:3; 7:7; Fil.3:20). También sabía cuales eran sus privilegios y derechos por razón de su apostolado.
Reconocer lo que he dicho arriba, no es ningún problema. Pero para aceptar algo que es en verdad casi increíble, tenemos que dirigirnos en una dirección opuesta y considerar que Pablo, quien fue llamado a ser apóstol de Cristo y maestro de las iglesias, fue un hombre que tenía la más alta autoridad. Sin embargo, él nunca ejerció su autoridad en una manera obvia, para así establecer una relación sacra entre su posición y la subordinación de las iglesias. Al contrario, cuando a él le parecía que algunos en las iglesias querían elevarlo, Pablo mismo rechazaba en términos claros su derecho de establecer tal tipo de autoridad. “No es que pretendamos dominar sobre vuestra fe, sino que estamos contribuyendo a vuestro gozo..” (2Cor.1:24).
Tales expresiones como esta, no están basadas en una falsa idea de los derechos humanos que todos los cristianos poseen. Pablo se refiere a la libertad del Espíritu que tienen todos los hijos de Dios. Esta libertad no solo existe en conflicto con el intento de algunos de reimplantar la antigua ley judía, sino que también contrarresta el propósito de otros de querer dominar la fe de los corintios, proclamándose ser maestros dedicados a la enseñanza de cierto doctor o apóstol.
Cuando una persona llega a tener fe, se sujeta también, no a algún apóstol o predicador, sino a Cristo. Por eso podemos decir que los obreros cristianos pertenecen a la congregación y no las congregaciones a ellos (1Cor.3:21ss; 2Cor.4:5). A esta regla aún el fundador de tantas iglesias, Pablo mismo, estaba sujeto. Es verdad que él era como el perito arquitecto que puso los cimientos (Cristo) sobre los cuales la iglesia es construida después 1Cor. 3:10ss; Col.2:6). Pero aún por haber sido fundador de iglesias, esto no afectó la libertad de las congregaciones: “¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿o fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?”.
Esto quiere decir que la autoridad de mandar, que Pablo ejercía, era limitada. Él tenía que guiar a las congregaciones; veía sus equivocaciones; estuvo constantemente enterado de la falta de madurez de ellos. Pero su posición no le permitía conceder a ellos poco a poco la libertad, sino que él reconocía que la libertad cristiana es un hecho en todas las etapas del crecimiento cristiano. Aunque el apóstol busca la obediencia a Cristo con palabras duras, y aunque lo hace poniéndose como ejemplo de obediencia para ellos, él no pudo simplemente dar ordenes. No podía crear, el mismo, la norma que ellos tendrían que obedecer sin discutir. Sino la congregación de los que poseen el Espíritu deben seguir sus instrucciones en libertad y sin coerción. Y es esta la libertad que Pablo tiene en mente cuando les escribe. Ellos mismos deben reconocer en las instrucciones del apóstol el estándar de enseñanza al cual son dedicados y al cual Pablo les dirige la atención. Así pueden afirmarlo por sí mismos y libre y gozosamente hacerlo suyo otra vez.
Pablo, el apóstol, sabe en cuyo nombre viene y habla. Le son importantes los mandamientos básicos que Cristo dejó establecidos. El problema real ocurre cuando tiene que dar instrucciones que van más allá de los principios elementales. Cuando se trata de detalles y de decisiones relativas que tienen que ver no sólo con lo que sea bueno, sino de lo que es mejor (hablando de grados de bien). Un ejemplo de este problema es el de las preguntes de los corintios sobre el matrimonio (1Cor.6:12-7:40).
Cuando da opiniones Pablo guarda en mente lo que es mejor para el pueblo, pero aunque expresa sus ideas personales, lo hace sin pretender restringirles. Cuando se trata de un asunto no tratado por Cristo o por la Palabra, Pablo concede la libertad de opiniones. Es decir, él no quiere ir más allá de la Palabra, rehusando usar su autoridad para otra cosa que no sea el apoyar y defender la verdad del evangelio. Para él, este evangelio es la norma legal para interpretar los detalles de la vida de los individuos y de las iglesias.
Pero aún cuando es una cuestión del conocimiento que es necesario que todos tengan, o cuando tiene que ver con la preservación de la verdad, él evita exaltarse a una posición de supremacía en las congregaciones. Sus “hijos” son a la vez sus “hermanos” y por eso él es un apóstol y no su “maestro”. Es el siervo de ellos por Jesús.
Pablo tenía el hábito de formar nuevas palabras usando el prefijo “sun” (co-). Hizo esto para enfatizar su compañerismo con las congregaciones en la labor, las batallas, y oraciones de ellos. Él compartía sus sufrimientos, tiempos de gozo y triunfos.
Aún cuando sintió horror al saber de los casos de pecados sexuales en Corinto, y de la falta de voluntad de la iglesia de hacer frente a la situación, Pablo manda un mensaje desde lejos y no quiere ser él, el único en decidir cómo resolver el problema. La congregación debe reunirse, y unidos en espíritu, con el poder del Señor Jesús, pasar juicio sobre los individuos. El podría haber condenado, el solo, a las personas y dictado un juicio pero apela a la congregación a tener un sentido de responsabilidad. Los de la congregación que querían que Pablo decidiera el asunto, esperaban un decreto del apóstol. Pero es precisamente en este punto que el aspecto verdaderamente cristiano de los métodos de Pablo se manifiestan. Este aspecto sólo puede ser entendido por los que han comprendido el corazón del propósito del apóstol.
La autoridad que tenía es tal que el solo la luce con mucha reserva, y en vez de querer demandar la obediencia la pide, la solícita. Y en esto Pablo actúa en una manera completamente opuesta a la de los judaizantes cuyas predicaciones fueron muy legalistas, llenas de requisitos humanos, mandamientos y prescripciones (Col.2:20).
La dispensación del Espíritu y de la nueva justicia, de la cual Pablo es un ministro, se caracteriza por su gentileza y moderación. Esta dispensación tiene una gloria más poderosa y resplandeciente que la de la vieja ley mosaica. Con la letra esa ley mataba. Pero esta dispensación se lleva a cabo por la sinceridad, amor y paciencia. Ya no impone sus principios por medio del castigo y la destrucción, sino por el poder de la reconciliación.
Existen, sin embargo límites a esta actitud. Precisamente porque esta dispensación es de carácter cristiano. Estos límites se encuentran cuando Cristo y Su evangelio son abandonados y traicionados. Esto se llama la “apostasía”. Cuando esta acontece, el apóstol no puede hacer menos que lo que Cristo mismos hubiera hecho, pronunciar una anatema y condenación. En el evento de este conflicto, todo lo que es necesario hacer es que el apóstol les regresa al punto de donde empezaron.
El concepto que Pablo tenía de su autoridad entonces es uno de monumental simplicidad. En todos los tiempos no se olvidaba que era un apóstol de Jesucristo. Eso era y nada más. Es Cristo quien de Su gracia llama a congregaciones a vivir en libertad. Y con esto en su mente Pablo siempre se mueve con una combinación de un ataque poderoso, seguido por un retroceder suave. A la vez que amenaza, invita amorosamente.
Desgraciadamente las generaciones que siguieron en las iglesias, empezaron a venerar hasta al mismo apóstol humilde. Vieron en los “padres” espirituales personas poseedoras de autoridad sacra, que no conocía límites. Para ellos los apóstoles llegaron a ser, en un sentido exagerado, los cimientos sobre los cuales la iglesia descansa.
Pablo habitualmente se colocó a sí en la categoría de otros como Bernabé, Apolos y varios miembros de la congregación, en una manera que es de mucho significado. En esto él demostraba su concepto del apostolado, como un trabajo de proclamación, y no de organización. La iglesia vive por su reconocimiento del mensaje de Cristo, del evangelio. Es sobre esto y no sobre la posición de ciertos individuos, quienes Dios ha llamado a Su servicio, que todo depende. El énfasis que muchos cristianos hoy ponen en el carácter especial y único del oficio de apóstol, es una idea que se originó después de la muerte de los apóstoles.
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Ekklesia: La Iglesia: Estudios sobre la iglesia y temas relacionadas
Las Asambleas Cristianas
· Su localidad
· Su variedad
· Su frecuencia
· Su tamaño
A. Su localidad
En cuanto a la localidad de las asambleas, sólo existen algunas alusiones ligeras en 1ª Corintios y unos detalles en la carta de Pablo a los Romanos. Casi terminando 1ª Corintios, que fue escrita desde Efeso, Pablo manda saludos a los lectores de la carta y a Priscila y Aquila “con la iglesia que está en su casa” ---1ª Cor.16: 19; compare con Hechos 18:18,19. Esta es la primera vez en los escritos de Pablo que se encuentra esta expresión. Puede indicar una de dos cosas: El término “oikos” (casa) puede referirse a la habitación en que Aquila y Priscila vivían (o posiblemente a uno de los cuartos dentro de la casa) o, a la familia junto con los siervos. Si es el primero, entonces la casa de Aquila y Priscila era el salón de reuniones para algunos de los cristianos o posiblemente de todos los cristianos de la ciudad. En Hechos leemos del bautismo de una familia entera ---Hechos10: 48; compare con 11:4. Y el uso de la palabra “oikos” usada en las cartas pastorales ---1ª Tim 3:12; compare con 3:5 y 5:14-- referir a una familia completa, posiblemente incluyendo siervos y esclavos. Sin embargo, en ninguna parte de los hechos se dice que Aquila y Priscila tenían una familia que incluyera este tipo de personas. Sabemos que siendo judíos no podían tener esclavos. Aunque oikos a veces se refiere a los esclavos, no es necesariamente el sentido que es usado en 1ª Cor.16: 19. Pienso que es a su habitación que la palabra se refiere. No podemos estar seguros, basándonos en estos dos pasajes, si todos los Cristianos en Efeso se reunieron allí o no. En otras partes de 1ª Corintios y de Romanos podemos ver algo de los tipos de grupos Cristianos en una ciudad y de los lugares donde se reunían.
En 1ª Cor. Pablo alude a una ocasión en que “toda la Iglesia se reúne en un solo lugar” -1ª Cor.14:23. Esto implica que a veces los Cristianos en Corinto se reunían en pequeños grupos, como iglesias independientes. Esta referencia a varios grupos en Corinto quienes debían su existencia a la obra de diferentes apóstoles--Pedro y Pablo y Apolos -- puede ser oportuna al asunto en -1ª Cor.1:12-13. En la sección concluyente de Romanos --que probablemente fue escrita en Corinto -, Pablo incluye un saludo de Gayo quien él describe como “hospedador mío y de toda la Iglesia” -Rom.16:23. En el Antiguo Testamento en griego, esta expresión se refiere consistentemente a una asamblea de toda Israel. Por eso pienso que Pablo también tenía en mente la totalidad de los cristianos en Corinto. Gayo, como Erasto después de él, fue probablemente uno de los hombres más eminentes de la ciudad. No me sorprende que su casa haya sido usada para una asamblea de toda la comunidad cristiana. Debe haber tenido un espacio amplio que era necesario para la asamblea de un grupo numeroso de personas. Otra vez repito, la palabra “toda” no hubiera sido necesaria si todos los cristianos siempre se reunían en un solo grupo. Este adjetivo implica que otros grupos también existían en la ciudad.
Esto probablemente es confirmado por los comentarios de Pablo en Romanos 16 tocante a varios grupos en la capital. No hay una sugerencia, supuestamente por el tamaño grande de la ciudad, que los Cristianos romanos se hayan reunido todos juntos ni siquiera una sola vez. Y un siglo después Justino comentó que todavía este era el caso en Roma --Vea “Primera Apología” por Justino Mártir, p.67.
En Rom.16 los primeros mencionados son la iglesia que está en la casa de Priscila y Aquila, quienes ahora viven en Roma otra vez. ¿Será que la iglesia que tenía con ellos en Efeso también se trasladó a Roma? Si es así entonces ellos eran la primera iglesia móvil. También puede ser que en esta pareja mantenían casas en diferentes ciudades como parte de su organización mercantil. Los otros grupos enlistados en Rom.16 (los que pertenecen a la casa de Aristóbulo; los que pertenecen a la casa de Narciso; Ascincrito, Flegonte, Patrobas, Hermas y los hermanos que están con ellos; Filólogo, Julia, Nereo y su hermana, y Olimpas y todos los santos que están con ellos; Rom.16:5-16.
B. Su Variedad
¿Qué tipo de grupos eran estos? Hay tres posibilidades. Podrían haber sido asambleas del mismo tipo que se reunían todos en la casa de Priscila y Aquila. Pero es de difícil solución pensar que Pablo los podría haber descrito de tal manera. Su lenguaje en el cual no usó la palabra Ekklesia para todos los grupos sugiere que él tenía otra cosa en mente mas que asambleas caseras.
Por el otro lado, ¿no tenemos la mención de varios grupos consistiendo de esclavos en el servicio a patrones distinguidos pero no cristianos --por ejemplo Aristóbulo y Narciso? O, ¿Serán ellos miembros del mismo sindicato laboral quienes trabajaban juntos, pero sin el privilegio de reunirse con otros cristianos en asamblea? Los otros mencionados en Romanos 16 no parecen haber formado parte del grupo de la casa de Priscila y Aquila, de otro modo el saludo a la iglesia en casa de Aquila y Priscila seria innecesario. Pero el mandato de saludarse unos a otros con el ósculo santo sugiere que tenían algún tipo de reunión. ¿Está usted confundido? Bueno, tal vez la respuesta correcta a esta pregunta sea la siguiente:
Los grupos de personas saludadas, pertenecientes a sindicatos, y viviendo cerca unas a otras, probablemente tenían compañerismo juntas cuando les era posible. Siendo que ellos ya tenían contactos sociales constantes, dentro y fuera de sus horas de trabajo, no se puede decir que estos contactos eran asambleas de tipo Ekklesia. De todos modos no podrían haber invitado a otros a sus habitaciones por razón de su ambiente y trabajo. Por estas dos razones, el describir tales grupos coto Ekklesia no era apropiado. Puede ser que en Roma donde había hermandades de trabajadores, donde ellos se concentraron en ciertos lugares de la ciudad existían dos tipos de grupos de cristianos, el grupo de trabajadores del mismo oficio, y la iglesia casera. Corinto era única en que, mientras había grupos pequeños (como el de Cloé; 1Cor.1:11), la asamblea de toda la Iglesia probablemente incluía personas de todas estas comunidades menores.
Esto nos ayuda a explicar tal característica en las primeras líneas de la carta a Roma. A diferencia de todas las primeras cinco cartas, Pablo no se dirige a una iglesia o una pluralidad de iglesias, sino a ‘todos los amados de Dios en Roma, quienes son llamados a ser santos’ --Rom.1: 7. Para Pablo era imposible referirse a un grupo de personas esparcidas por toda la ciudad como iglesia si, de hecho, nunca se reunían todos juntos en una sola asamblea. De otro modo él hubiera tenido que dar otro sentido a la palabra. Pero por el otro lado los diferentes grupos de Corinto si se reunían juntos y por eso Pablo los puede llamar Ekklesia. Los Romanos a diferencia de los Corintios nunca se juntaban todos y desconocían la experiencia de los de Corinto.
C. Su frecuencia y Tamaño.
En cuanto a la hora y la frecuencia de las asambleas cristianas primitivas, Pablo casi no dice nada. Una cosa que él hizo fue pedir que hiciesen una contribución en el primer día de la semana para la iglesia de Jerusalén--1Cor. 16:2. Pero estas palabras se refieren a los creyentes como individuos y no como una acción comunal, Así nos hace entender la palabra “atesorando”. La expresión “en el primer día de la semana”, ocurre en la historia escrita por Lucas tocante a la última reunión que Pablo tuvo con los cristianos en Troya (cuando se reunían para partir el pan)-- Hechos.20: 7. La vaga manera por la cual Pablo hace referencia a las asambleas de la iglesia sugiere que no se hacían muy a menudo--- 1Cor.14: 23: compare con 1Cor.11: 33. Siendo que las sectas paganas tenían el hábito de reunirse una vez cada mes, posiblemente los Cristianos también. El pasaje de Hechos 20 describe una reunión nocturna, que fácilmente podemos entender cuando comprendemos que tenían que trabajar durante el día, Pero, ¿cuál noche fue, la del sábado o la del domingo? Generalmente los Cristianos modernos aceptan que era la del domingo, Pero es posible que haya sido la noche del Sábado en la que los cristianos en Troya se juntaban siendo que el primer día de la semana empezaba con la puesta del sol el día antes del domingo. Aunque en el tiempo y en la región de Plinio el Joven, acostumbraban reunirse los domingos por la noche,--- Plinio, Epístolas, 1, p.76-97--, la evidencia es tan pequeña que no podemos ser muy dogmáticos en cuanto a la cuestión basándonos en este texto. Aunque casi todos los cristianos ahora, nunca dudan que la iglesia siempre se ha reunido a la misma hora y el mismo día, realmente es muy difícil determinar lo que muchos piensan.
En las primeras cartas de Pablo, el término Ekklesia consistentemente se refiere a asambleas reales de los cristianos, o, a cristianos que vivían en una cierta localidad y que se reunían todos frecuentemente. La palabra no es usada para describir a todos los Cristianos quienes vivían en una localidad pero que nunca se juntaban en asamblea. Tampoco se refiere a la suma y totalidad de los cristianos en una región o esparcidos por todo el estado. Y tampoco durante ese periodo se usaba la palabra para describir un edificio. Lo que importa si estamos hablando de un pequeño grupo reunido en el salón de una casa o a una reunión bastante grande, es siempre en una casa particular donde se hace la Ekklesia, por ejemplo en el aposento alto --- Hechos 20:0; compare con Lucas 22:12 y Hechos 1:13.
El tamaño de la casa siempre restringe el número de personas que en ella pueden alojarse. En la sala de una familia bien acomodada, donde solían recibir visitas solamente cabrían como treinta personas cómodamente y tal vez 45 incómodamente. La reunión en Troya, por ejemplo, era tan grande que Eutico tuvo que sentarse en una de las ventanas colocadas en la parte superior de la pared --- Hechos 20:9. Pero es improbable que dicha asamblea tuviera más de 45 personas y muchas otras tenían menos. Las iglesias en las casas a veces solo incluían miembros de la familia. De todos modos, no tenemos razón para pensar que las iglesias eran muy grandes. Hasta la reunión de toda la Iglesia cabrían en la casa de uno de los miembros. Y mientras seguían reuniéndose en casas particulares las Iglesias eran siempre pequeñas.
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La Autoridad En La Iglesia
La cuestión de la “autoridad” es uno de los temas doctrinales que ha causado mucha discusión dentro las iglesias hoy en día. Es un tema muy práctico porque muchos han llegado estar desilusionados por el mal uso de la autoridad en sus Iglesias. Es necesario que formemos en nuestras mentes un concepto adecuado de este aspecto de la vida de la asamblea de Cristo, para que esta pueda hacer su ministerio en una manera decorosa.
Cuando comparamos el concepto tradicional de la autoridad en la iglesia con lo que el Nuevo Testamento comenta tocante al asunto, vemos que hay poca semejanza entre los dos. Es hora de que hagamos una reevaluación de nuestra doctrina tocante al respecto. Digo esto porque he tenido que reevaluar personalmente mi posición después de conocer la verdad del sacerdocio del creyente. He visto con horror que el concepto que mantuvo durante tantos años es erróneo y, por consiguiente, no agradable a Dios. Como pastor de varias congregaciones he ejercido una autoridad dictatorial que no me pertenecía. Ahora últimamente estoy tan arrepentido que me avergüenza acordarme de mi manera de proceder en el pasado.
Espero que el lector examine este estudio cuidadosamente. Sé que la cosa más difícil es reconocer y arrepentirnos de nuestras faltas. ¡Qué el Señor haga la misma obra en sus corazones como la hizo en el mío!
El concepto de la autoridad en nuestras iglesias ha tenido unos resultados muy, interesantes. En una iglesia los miembros tienen que consultar a los ancianos, antes de ausentarse de una asamblea, para pedir permiso. En otra Iglesia la esposa del pastor informó a las otras mujeres que el uso de anticonceptivos es antíbiblico y poco después de esto casi todas las mujeres en la iglesia se encontraban embarazadas. El control de algunos pastores en los asuntos personales de los miembros de sus iglesias es verdad asombroso. Pero ¿Qué nos enseña la Biblia tocante a esto? Un estudio de la palabra “autoridad” nos hace comprender que no es fácil definirla. Pero una cosa es que si se puede comprender, las ideas tradicionales no son derivadas de la idea central de la palabra. Hay una idea central de la doctrina que es obvia y debe influenciar nuestro concepto de la autoridad.
LA DEFINICIÓN BÁSICA DE LA PALABRA “AUTORIDAD”.
La palabra griega que se traduce, autoridad” en el español, es “exousia”. Esta Palabra proviene del verbo “exestin” que quiere decir:
(a) “ser capaz de hacer algo” y
(b) “el derecho de hacer algo”.
Cuando es usa la palabra en relación a Dios, se habla de una autoridad que es absoluta (que abarca todo) o inmutable (que no cambia). Vea Lucas 12:5 y Rom.9:21. A la vez Dios puede confiar la autoridad a otras personas en varias maneras (Apoc.6:8; 14:18).
La iglesia tiene “autoridad” pero la ha recibido de Cristo. Él le dio las “llaves” del reino. Es en Cristo que ella encuentra “exousia” o libertad (1Cor.8:9). Pero esta libertad debe ser usada para el bienestar de otros y no para la satisfacción propia.
Entender que Cristo tiene toda autoridad es necesario para comprender el sentido de “autoridad” entre el pueblo de Dios. La autoridad se manifiesta por entregar la vida en sacrificio por otros y por la exhortación con la Palabra de Dios. Cuando se piensa que la autoridad reside en ciertas personas por razón de algún “oficio” que ocupan, entonces se abre el camino a la exaltación de los hombres y la enseñanza de reglas puramente carnales.
EJEMPLOS DE AUTORIDAD EN EL N. T.
1. La autoridad reside esencialmente en la persona de Cristo. Toda “exousia”, ha sido dada al Hijo por el Padre (Mat. 28:18). El ministerio terrenal de Cristo puede ser resumido en tres puntos:
(1) el ministerio para el propósito de llamar y atraer a sí los discípulos.
(2) un ministerio de señales y prodigios maravillosos.
(3) el ministerio de enseñanza.
En cada uno de estos tres ministerios la autoridad juega un papel importante. Para juntar Su pueblo Cristo usó Su autoridad para llamarles, perdonarlos y salvarlos. También la usó para darles dones para servirle a Él (Juan.17:2; Mat. 9:6,8; Efe.4:7,11,16). Al hacer milagros, Cristo manifestó su autoridad sobre el diablo, la naturaleza, las enfermedades, etc. (Mat.10:1; 8:27; Mar.1:27; 4:41). Cuando enseñaba, Sus palabras tenían autoridad (Mat.7:29; 18:20).
2. Cristo confía la autoridad a Sus siervos (Mat.10:1; Mar.13:34; Luc.19:17). A la luz de la autoridad absoluta de Cristo, vemos que la autoridad que existe entre Su pueblo no puede residir inherentemente en ninguna persona. La autoridad en la iglesia es una autoridad confiada, delegada o encomendada. Siendo así, la iglesia debe ejercer su autoridad según el ejemplo del que se la confió.
Comúnmente los cristianos piensan de la autoridad como perteneciente a un “oficio”. ¿Pero dónde nos enseña esto el N. T.? La autoridad en la Iglesia, la habilidad de hacer algo, es establecida cuando el cuerpo reconoce como uno de sus miembros ha funcionado.
No podemos encontrar un ejemplo que compruebe que la autoridad descrita en Mateo 8:9 sea la misma que la que los líderes en la iglesia tienen. La verdad es que Cristo se refiere a la manera en que los gobernantes incrédulos ejercen su autoridad para decirnos que no debemos actuar así. (Mat.20:26).
3.El tipo de autoridad ejercida en la iglesia es opuesta a la que se emplea en las sociedades inconversas (Mat. 20:25-28; Mar.9:33-35; 10:37-45; Luc.9:48; 22:25; Jn.14:14-15; 18:36; 19:10-11. La autoridad es usada en el reino de Cristo cuando somos siervos, unos de otros, y no cuando somos aun mayordomos.
Aunque Cristo nos prohíbe imitar al mundo en cuanto a esta cuestión, muchas iglesias se han conformado a la manera de los gobiernos y corporaciones mundanos.
Pablo, en servir a Cristo, tuvo mucho cuidado en no dominar la fe de otros (2Cor.1:24; 1Cor.2:1-5). Pedro exhorta a los ancianos a no comportarse como teniendo señorío sobre los que están a su cuidado (1Ped.5:3). Desgraciadamente el poder asociado con los “oficios” tradicionales en las iglesias protestantes no ha mantenido la obediencia a este mandamiento apostólico.
4. La autoridad entre el pueblo de Cristo se expresa en la servidumbre, en buscar el bien y la edificación de los demás (Mat.10:8; 1Cor.8:9; 2Cor.10:8; 13:10). Tenemos la tendencia a pensar de la autoridad - en términos de un “señorío” y de una persona que tiene la palabra decisiva. Pero en el dominio de Cristo la autoridad se manifiesta cuando uno se pone a los pies de otro (Mat. 9:33-35; 2Cor.11:23-33). En verdad Jesús reina en un reino completamente opuesto a los del mundo.
5. La influencia en el Pueblo de Cristo no se basa en una autoridad intrínseca (que proviene de dentro), sino en una extrínseca (que viene de afuera). Cristo, es la voz de autoridad en la Iglesia, reina por medio de Su Palabra. Así, todos los miembros de Su cuerpo, incluyendo a los líderes, están sujetos todos a la misma cabeza. La “autoridad” en la Iglesia es “Intrínseca”, al que es su Cabeza pero es “extrínseca” a los miembros porque no reside ni proviene de ninguno de ellos. Desgraciadamente muchos actúan como si la autoridad descansara en ellos, con sus hechos soberbios desplazando a la Cabeza. La sumisión a otros, la de las esposas a sus esposos, de los hijos a sus padres, del rebaño a los superintendentes, es siempre con respecto a la autoridad de Cristo y no en relación a otra.
La importancia de esto se puede ver en el matrimonio. Las esposas son mandadas a someterse a sus esposos pero esto no implica que no exista ningún sentido de igualdad entre hombre y mujer. Pablo dice en 1Cor.7:4, que ni el marido ni la mujer tienen “autoridad” sobre sus cuerpos, sino que el cuerpo de cada quien pertenece al otro. Es por eso que no deben de negar su cuerpo sexualmente a su pareja, sino por un común acuerdo entre ambos.
6. Existen autoridades que llamamos “gobiernos civiles” a las cuales los cristianos debemos someternos. Pero ellos también están bajo el señorío de Cristo, no debemos obedecerlos si nos exigen algo que esté en contra de un mandamiento de nuestro máximo Rey, Jesús (Hechos 5:29; Rom.13:1-3; Efe.1:21; 2:2; 3:10; 6:12; Col.2:10,15; Tito.3:1).
El poder de los gobiernos terrenales no es un poder absoluto. Por varias razones algunos han pensado que la “exousia”, de los gobiernos mencionados en Romanos 13 es igual al de Dios. Creen que aunque el gobierno nos requiera algo que vaya en contra de los mandamientos claros de las Escrituras, tenemos que obedecerle porque tiene una autoridad absoluta. Pero debemos recordar que hasta Satanás tiene una “exousía” confiada, que obviamente no se encuentra bajo las bendiciones de Dios, pero Dios si la permite (Luc. 4:6; Hech. 26:18; Job.1:12; 2:6).
Dios no consagra la autoridad civil. Tal consagración es reservada para la comunidad cristiana, la iglesia. Pero sí da a estos gobiernos un lugar, un papel importante en nuestras vidas.
A la luz de los ejemplos del N. T. nuestra definición y concepto de la autoridad en la iglesia debe ser reevaluada. La idea tradicional envuelve el concepto de un pastor ocupando un lugar de “honor” sobre los demás. Es un concepto muy mundano y limita el funcionamiento del cuerpo entero. “Exousia”, en la asamblea de Cristo se alcanza no por elevarnos sobre los demás sino por ponernos al servicio de ellos.
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Ekklesia: La Iglesia: Estudios sobre la iglesia y temas relacionadas
LA IGLESIA
COMO
CASA REAL
Como resultado de los viajes de Pablo, alrededor del mar Mediterráneo, muchas comunidades cristianas, nacieron, se consolidaron y empezaron a multiplicarse. Estas nuevas iglesias eran parte del propósito del apóstol y no una simple consecuencia de su trabajo. No sólo proclamó Pablo el mensaje de Cristo, llevando así a muchos a tener una relación intima con Dios, sino además su enseñanza incluía las consecuencias innatas de conocer a Cristo así como la de la relación personal que los creyentes tienen unos con los otros.
Para Pablo, el evangelio une al creyente tanto con los discípulos como con Dios mismo; ser aceptado por Cristo envuelve ser aceptado, a la vez, por la comunidad cristiana. De igual manera, la reconciliación con Dios, también implica la reconciliación con todos los que ya exhiben el carácter de uno que ha sido aceptado por Dios también. La unión en el Espíritu envuelve la unión unos con los otros, porque en primer lugar el Espíritu es una experiencia que comparten todos los que lo reciben y no es solo una experiencia individual. El evangelio no es solamente un asunto personal; tiene también una dimensión social; es un asunto comunal.
Abrazar el evangelio es, entonces, lo mismo que entrar en una comunidad. No se puede tener el uno sin el otro. Pero, ¿qué tipo de comunidad? ¿Dónde existe? ¿Cómo se expresa? Cualquier debate sobre el tema tiene que empezar con el sentido por el cual Pablo entendía la palabra Ekklesia. Esta palabra aparece 60 veces en sus cartas. Esto es más de cómo la usaron los demás escritores juntos del Nuevo Testamento. Es su palabra favorita para referirse a las comunidades a quienes escribió. Este término puede encontrarse también en la traducción de la Biblia judía al griego, hecha siglos antes del nacimiento de Pablo (Saulo).
¿Cómo podemos determinar lo que el apóstol quiso decir por Ekklesia? Siendo que el resto del Nuevo Testamento fue escrito después de las epístolas de Pablo, no es lógico determinar por medio de él, el sentido de la palabra que le atribuía Pablo en sus cartas. Más bien, es mejor estudiar sus escritos en el mismo orden en el que fueron escritos, y ver si Pablo seguía siempre la misma idea cuando usaba la palabra, o si desarrolló otro sentido más que el que usó al principio. Probablemente la palabra “Iglesia” (Ekklesia) se usaba en los círculos cristianos helenísticos. Esto indica que desde tiempos anteriores, tales comunidades usaban la palabra para distinguir sus reuniones de las de los judíos por un lado y de las de los paganos gentiles por el otro. Con una sola excepción la palabra a sinagogue (sinagoga) nunca es usada en el Nuevo Testamento para señalar la reunión cristiana. Existen tres términos que podrían haberse usado para distinguir las sectas helenísticas de la Iglesia, pero estas no se encuentran en el Nuevo Testamento.
Pablo usó Ekklesia en su saludo enviado a los cristianos en Tesalónica -1ª Tes. 1:1. La usa en la misma manera que la usaban en los círculos griegos y judíos, pero la distingue al asociarla con una cierta ciudad. Al final de la carta es claro que se refiere a una cierta asamblea o a los cristianos tesalonicenses como una comunidad que acostumbraba reunirse a intervalos determinados. Pide que su carta sea leída a “todos los hermanos” y que “saludos a todos los hermanos con el ósculo santo” -1ª Tes.5:26-27. Esta iglesia se distingue de una asamblea política por la adición de la frase “en el Señor Jesucristo”. El mismo sentido de la palabra reaparece en la segunda epístola y quiere decir reunirse regularmente, y no, como la usamos habitualmente ahora, de un número de asambleas comprendidas como solamente partes de una unidad más grande.
En realidad en algunos pasajes el uso de la palabra parece contradecir este sentido. Hay, por ejemplo, la mención a los Gálatas de que el apóstol perseguía a la iglesia de Dios antes de su conversión --Gál.1:13 y también en 1ª Cor.15:9; Fil.3:6. Pero esto puede ser sólo una referencia a la primera iglesia que fue en Jerusalén antes de ser esparcida y dividida en varias asambleas en otras partes de Judea.
Fue esa comunidad la que recibió la venganza contra los seguidores de Jesús. Sin embargo es más lógico pensar que Pablo se refiere a los perseguidos como una Iglesia porque, como el libro de los Hechos sugiere, los arrestos fueron hechos cuando los cristianos estaban en reunión. Las asambleas eran una evidencia clara de sus convicciones cristianas - compare Hechos.8:3 con Hechos.2:46. Pablo debía haber tenido en mente este sentido porque unas pocas líneas después habla claramente de las iglesias de Judea en plural.
Esta teoría es comprobada con más evidencia literaria. En el saludo escrito al principio de la carta a los Gálatas --Gal.1:2. Por las otras dos cartas que escribió a los Corintios y también en la que mandó a los creyentes en Roma, siempre encontramos la forma plural de la palabra cuando se refiere a más de una Iglesia.
Las únicas excepciones son cuando dice “cada Iglesia” y cuando usa la expresión “Iglesia de Dios”, porque aquí el apóstol habla en sentido genérico -Gál 1:2; 1ª Cor.7:17; 11:16; 14:33,34; 2ª Cor 8:19,23-24; 11:8,28; 12:13; Rom 16:4,16, Cuando se refiere a “las Iglesias de Galacia”, “las Iglesias de Asia”, o a “las Iglesias de Macedonia”, Pablo demuestra que la Idea de una iglesia nacional o regional lo era tan extraña como una iglesia universal. Solo si hubiera una asamblea de todos los cristianos, entonces el apóstol podría haber hablado de ellos en conjunto. Los nombres de las provincias o de los habitantes, simplemente le daba a Pablo una manera fácil de referirse a ellos aunque a veces el habla solamente de “las Iglesias de los santos”, y de las “iglesias de los gentiles” -1ª Cor.14:33; Rom.16:4. El sentido de la Iglesia como una asamblea es tan claro en 1ª Cor.11-14, especialmente en unas expresiones tales como “cuando ustedes se reúnen como iglesia” y “porque a la mujer le es impropio hablar en la congregación” -1ª Cor.11:18; 14:35; Rom.16:4. En el principio de las dos cartas, la Iglesia es descrita como una posesión, no de las personas quienes la constituyen (como por ejemplo, el caso de los Tesalonicenses), ni del lugar donde vivían (como por ejemplo, el caso de los Gálatas), sino más bien es posesión de Aquel quién le dio existencia (Dios) o de la persona por quien recibió su existencia -1ª Cor.11:1; compare 1ª Cor.10:32 con 11:22; Rom.16:16. Esto, entonces, quiere decir que Ekklesia no es sólo una asociación humana, sino una asamblea de individuos que tienen el mismo pensar y se reúnen para propósitos religiosos, pero a la vez esta asamblea es una creación Divina y no humana.
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LOS CIMIENTOS
DE
LA IGLESIA DE CRISTO
“No piensen que yo he venido para destruir la ley o los profetas. No he venido para destruirlos sino para cumplirlos.”--Mateo 5:17.
“Dios, habiendo hablado en tiempos antiguos a los padres por medio de los profetas y por otras varias maneras, nos ha hablado a nosotros en estos últimos días por medio de Su Hijo.”--- Hebreos 1:1-2.
Así la Escritura establece la relación entre la obra de Cristo y el Antiguo Testamento. La revelación del Nuevo Testamento es nada menos que el cumplimiento del Antiguo. Entonces cualquier historia escrita acerca del establecimiento de la iglesia, debe comenzarse con la nación de Israel por medio de la cual la iglesia cristiana fue concebida.
Por generaciones el templo y los servicios administrados por los sacerdotes fueron el centro de la vida judía. Pero con la venida de Aquel en quien estas cosas encontraron su cumplimiento, el templo y el sacerdocio perdieron su significado y utilidad. Existía, sin embargo, al lado del templo, una institución, que, en el tiempo de nuestro Señor, gozaba de mucha influencia entre los Judíos. Con el tiempo esta llegó a ser más el centro de la vida judía que el mismo templo. Esta institución era la sinagoga. Con la destrucción del templo por los romanos en el año 70 D. C, la preservación de los judíos como una raza distinta de las demás, se debe más al poder de la sinagoga que a cualquier otro factor. Ella formó el eslabón entre la iglesia de Cristo y el judaísmo en los primeros días de la vida de la iglesia.
Se ignora el origen preciso de la primera sinagoga. Pero es probable que fuese establecida durante el exilio de la nación de Israel en Babilonia. Para los judíos de aquellos tiempos les sirvió como un humilde sustituto del templo. Al poder regresar del cautiverio, el ministerio de la sinagoga no fue dejado sino parece que fue perpetuado por Esdras, el hombre que Dios levantó entre la nación para volver la ley a su debido lugar prominente en el pueblo. “Esdras determinó en su corazón buscar la ley del Señor y cumplirla, y enseñar sus estatutos y juicios a Israel” - Esdras 7:10. El capítulo 8 de Nehemías da un resumen claro de como esto fue logrado: “Leyeron en el libro, la ley de Dios y la interpretaron para poder entender la lectura.” -Neh.8:8. Aquí vemos el ministerio básico de la sinagoga, la exposición de la Palabra de Dios. De este ministerio se desarrollaron las funciones de la educación del pueblo y la administración de la justicia en las comunidades judías. La centralidad de la Palabra de Dios en la vida de la sinagoga era, y hasta hoy día sigue siendo, simbolizada por un mueble llamado “el arca” que está colocado en el centro de cada sinagoga. Junto al arca está un pequeño escritorio, desde el cual las Escrituras son leídas y predicadas.
Esdras fue el fundador de la compañía de los Escribas. Esta secta judía fue la misma que años después se opuso violentamente al Señor y trajo sobre sí Su condenación. La Interpretación de la ley fue el propósito principal de la existencia de los Escribas y aunque no ocupaban un lugar especial de autoridad en la sinagoga, su ministerio fue la base sobre la cual la sinagoga fue establecida. Es obvio que muchas veces los Escribas, como individuos, no como partido, tenían altas posiciones en la administración de esta institución. Nuestro Señor habló de como ellos amaban los asientos apartados para los ancianos de la sinagoga --- Mateo 23:6. Es importante, entonces, comprender la actitud de Cristo hacia la función de los Escribas, para poder entender Su actitud hacia la función de la sinagoga. Tenemos que preguntar si Cristo la reconoció como una institución divinamente establecida o como algo que existía en contra de la voluntad de Dios. Él comentó acerca del ministerio de los Escribas de esta manera: “Los Escribas y Fariseos se sientan en la silla de Moisés. Todas las cosas que ellos dicen que deben ustedes hacer, háganlo. Pero no tomen a ellos como ejemplos, porque dicen una cosa y hacen otra” - Mateo 23:2-3. Cristo reconoció que el ministerio de esos hombres tenía autoridad Divina, pero desgraciadamente, ellos habían dejado el espíritu de la ley por una exagerada interpretación literal. Ellos fueron los mediadores de la Palabra de Dios al pueblo por muchos años, algo así como fue Moisés antes de ellos, y esta función fue aprobada por Cristo pero no sus vidas.
Tanto Cristo como los apóstoles habitualmente frecuentaban las sinagogas dondequiera que andaban. En ellas gozaban de la libertad de expresión. En Nazaret, leemos que como nuestro Señor “entró y, como era Su costumbre en el Sábado, se paró para leer” - Lucas 4:16. Leemos en Hechos 13:15 como los dirigentes de la sinagoga de Antioquía extendieron una invitación a Pablo y Bernabé para exhortarles. Los apóstoles aprovecharon esta oportunidad para presentar a Cristo como el cumplimiento de las Escrituras.
Cuando entendemos la popularidad de las sinagogas --- estaban en todas partes ---, y su influencia entre los gentiles también, nos es evidente el hecho de que el Espíritu Santo las usó en la preparación del terreno para la predicación del Evangelio y el subsecuente establecimiento de las iglesias. Es interesante ver como los judíos dispersos fueron posesionados del sentido profundo de su misión al mundo. Asiduamente proclamaban al Dios verdadero entre los gentiles. Como resultado de esto, vastos números de gentiles fueron traídos a la luz de la revelación del Antiguo Testamento. Un suceso importante fue la traducción en el tercer siglo a.C., del Hebreo al Griego de las Escrituras. Esta traducción la conocemos como la Septuaginta. El Griego había llegado a ser la lengua internacional y muchos hebreos la usaban en lugar de su lengua materna. Los centros de esta propagación de la Palabra de Dios fueron establecidos en casi todos los lugares donde existían comunidades judías. Sólo en Jerusalén existían nada menos que cuatrocientas sinagogas. Por eso Santiago comentó “Desde generaciones pasadas Moisés tiene en cada ciudad los que le prediquen, y leen sus palabras cada Sábado en las sinagogas”--Hechos 15:21.
Durante el apogeo de la cultura romana y griega, el estilo de vida de los judíos era atractivo para muchos. Los griegos y los romanos eran politeístas e idólatras. Sus dioses eran sin moral y muchas de sus prácticas lo eran también. La adoración sensual de deidades lascivias encontró su expresión máxima en los grandes templos paganos que eran también centros de perversidad. Como por ejemplo, el templo de Afrodita, en Corinto, y el de Artemisa en Efeso. Las comunidades judías eran muy diferentes en contraste con los paganos que les rodeaban. Por eso muchos que se sintieron ofendidos por la confusión religiosa, volvieron a la única otra opción del paganismo, al judaísmo. Seguramente lo menos que la verdad pueda producir es una vida decente y este tipo de vida lo encontraron entre los judíos. Con ellos aprendieron que Dios es Uno y Santo y que Él requiere que la santidad sea una característica de Sus seguidores. Es cierto que esta revelación fue dada casi exclusivamente a la raza judía, pero otros podían compartirla también si entraban a la comunidad como prosélitos.
Los prosélitos eran de dos tipos: (1) los de “justicia” y (2) los “de la puerta”. Los primeros fueron obligados a someterse a los ritos de circuncisión y el bautismo. También tenían que obedecer estrictamente la ley judía y al hacerlo les fueron concedidos todos los privilegios de un judío por nacimiento--Ex.13:43-49; Num.15:14-16. El segundo grupo tenía un enlace más informal con la comunidad judía. Ellos no se circuncidaban, y probablemente no se bautizaban tampoco. No tenían que observar las leyes ceremoniales, pero adoraban con frecuencia en la sinagoga. Observaban los preceptos morales de la ley que los judíos creían que eran la responsabilidad de toda la humanidad. Algunas otras prácticas judías fueron observadas en diferentes grados, como por ejemplo, el abstenerse de comer ciertos alimentos y descansar el día sábado. En el libro de los Hechos de los apóstoles, esta gente es llamada “hombres devotos” y “los que temían a Dios”--Hechos 8:2; 10:2; 13:16,26; 17:4,17; 22:12. Probablemente el centurión que vino a ver a Jesús pidiendo la sanidad para uno de sus siervos, era uno de estos hombres “devotos” - Lucas 7:5.
Es importante notar que casi todos los creyentes en las primeras iglesias salieron de esas grandes comunidades de judíos y gentiles, es decir, de las sinagogas. Juntos tenían en su posesión aquella luz que Dios, hasta entonces, había revelado al mundo y así fueron preparados por el Espíritu para abrazar el Evangelio cuando este les fue predicado.
Ahora, vamos a tomar nota de como era la sinagoga. Si la institución de ella era de Dios, entonces es lógico pensar que su forma de ser también fue dada por la sabiduría Divina. Ya hemos visto que la multiplicación de las sinagogas por el imperio romano probablemente se debió a Esdras. En el comienzo del ministerio de este hombre, al regresar del cautiverio, se halló en compañía de otros trece hombres entre quienes él era el primero entre ellos-- Neh.8:4. Es posible que este pasaje sea la primera descripción del cuerpo de ancianos en una sinagoga. En el Nuevo Testamento estos mismos son llamados “ancianos” y “gobernadores”-Mat.16:21; Hch.13:15; Mar.5:22; Hch.4:5. Todos eran iguales, pero uno de ellos fue reconocido como el portavoz del grupo. Por, ejemplo, Jairo, cuya hija nuestro Señor le resucitó, pudo haber funcionado en esta capacidad -Mar.5:22,35,38. Parece que no había un límite del número de ellos en las congregaciones, pero en los periodos más tardíos, no establecieron sinagogas en ningún lugar sin tener primero por lo menos diez de estos hombres que podían cuidarlas. Este grupo fue responsable de escoger a alguien, de entre ellos mismos o fuera de ellos, competente para leer y exponer las Escrituras los Sábados. En Lucas 4:16-22 encontramos a nuestro Señor cumpliendo esta responsabilidad en una notable ocasión. El versículo 20 de este pasaje también menciona que el “ministro”, cuyo oficio era el de cuidar los rollos sagrados de la Escritura y también el de ser maestro en las cosas de Dios. Los ancianos de la sinagoga también formaban el sanhedrín local, que respondía al gran sanhedrín en Jerusalén. Los requisitos de estos ancianos de la sinagoga eran muy altos y tenían que ser estrictamente observados. Todos tenían que ser varones casados, mayores de treinta años de edad, instruidos en las Escrituras y mantener vidas ejemplares. Es posible que estas condiciones formaban la base de aquellas establecidas para los ancianos en la iglesia por Pablo en su carta -1ª Tim. 3:1-7.
Es obvia la importancia de la sinagoga en el establecimiento de la iglesia de Cristo. La sinagoga fue en realidad el puente entre el templo y la iglesia, en la transición del puro simbolismo del primero, a la realidad espiritual del segundo. Existen cuatro semejanzas entre la sinagoga y la iglesia que son de importancia:
1. Como en la vida de la sinagoga las Escrituras eran centrales, así también nuestro Señor, la Palabra Encarnada, es el centro de la Iglesia. “Donde dos o tres están congregados allí estoy Yo en medio de ellos” -Mat.18:20. Con estas palabras nuestro Señor estableció para siempre el principio de que Él es la cabeza de la asamblea.
2. La relación entre los hombres devotos y los judíos en la sinagoga hizo en una forma más evidente el hecho de que el propósito de Dios no fue limitado a una sola raza, sino incluye a personas de todos las razas. El templo no pudo simbolizar esto en la misma manera que la sinagoga lo hizo. La esencia de la iglesia es que Cristo mora en medio de ella como su Cabeza. La iglesia es como una nueva raza en la cual toda la barrera en el mundo ha sido derrumbada para siempre. Efe.2:13--22.
3. Las dos instituciones son gobernadas por una pluralidad de ancianos. La existencia de esta pluralidad de dirigentes es de mucho significado y es sostenida por la Escritura como la práctica común de las iglesias de la era apostólica.
4. La sinagoga fue el centro de adoración e instrucción y su vida fue un testimonio poderoso para el mundo gentil. Fue el medio de atraer a muchos no-judíos a la luz de la revelación Divina. Así también la comunión de la iglesia es básica, tanto para la edificación del pueblo de Dios y para su testimonio en el mundo. El Nuevo Testamento da un lugar de primera importancia a la asamblea en el cumplimiento de los propósitos de Dios. Es, sin duda, por esta razón que la iglesia ha sido el objeto de los ataques satánicos a través de los siglos.
Dentro de este trasfondo histórico de la sinagoga judía, encontramos los principios de la iglesia de Cristo.
En el día de Pentecostés, Jerusalén se encontraba atestada de gente de fuera. Los judíos por nacimiento y los prosélitos de todo el imperio romano vinieron a ofrecer una acción de gracias a Dios por la cosecha abundante. Lucas, en su historia de este día en Hechos 2, describe como cumplimiento según la promesa del Señor a sus discípulos, el Espíritu de Dios fue revelado, estableciendo la presencia de Cristo en medio de Su pueblo.. Al declarar que Cristo fue el cumplimiento de toda la ley y los profetas, inmediatamente 3,000 personas fueron añadidas a la iglesia. Que estos nuevos creyentes también empezaron a testificar de Cristo es evidente porque Dios siguió aumentando el número de la iglesia diariamente --- Hechos 2:47. No puede haber duda de que cuando estos regresaron a sus casas llevaban consigo el testimonio de una nueva vida en Cristo. Una persecución subsecuente a esto ayudó para diseminar el Evangelio en muchas regiones --- Hechos 8:4.
La mayor parte de lo que se conoce hoy día, en cuanto al crecimiento del cristianismo en sus primeros días, limita casi totalmente su expansión a los países que componían el imperio romano. Sin embargo algunos de los que llegaron a Jerusalén para celebrar el pentecostés, venían de lugares más allá de los límites del imperio: Partos, Medos, Elamitas y los moradores de Mesopotamia --- Hechos 2:9. Estos eran ciudadanos del Imperio Parto, más allá del río Éufrates. También tenemos la historia de la conversión de un oficial etíope quién conoció a Felipe, un diácono y evangelista. Esta gente deben haber tenido parte en la penetración del Evangelio en los países que quedaron al Este y Sur de Palestina.
Y, ¿qué de los apóstoles? Es algo sorprendente lo poco que sabemos de ellos después del pentecostés. Las vidas de Pedro, Santiago y Juan pueden saberse hasta cierto grado de la evidencia histórica. Pero de los demás casi nada se sabe de ellos, si consideramos que las leyendas católica-romanas no son la verdad. Sin embargo, no existe razón para creer que se quedaron inactivos en Jerusalén, es más probable que viajaron fuera de la ciudad predicando el Evangelio.
En la parte sudoeste de la India hay una comunidad que se conoce ahora por el nombre de Kerala. Cuando Pantaenus, el director de la escuela famosa en Alejandría, visitó esta parte de la India en 180 D. C., se sorprendió al encontrar el cristianismo ya establecido en ese lugar. La tradición cuenta que Tomás y Bartolomeo fundaron las iglesias en la región. Sean quienes hayan sido los fundadores, es evidente que el Evangelio penetró en la India por primera vez, unos pocos años después de Pentecostés.
Y, ¿qué de los que quedaron en Jerusalén? Por un lado, mantenían su asociación con la comunidad judía, mientras por el otro lado, se reunían en las casas de los miembros y celebraban el rompimiento del pan, como Cristo les había mandado hacer - Hechos 2:42,46; 4:23-24. Sin embargo, esta doble relación pronto sufrió un severo choque. La iglesia fue sacudida hasta sus fundamentos. Uno de los resultados de todo esto fue el rompimiento permanente de la iglesia con el judaísmo ortodoxo. Fue inevitable el choque. Los apóstoles insistían en predicar a Cristo, al que los judíos ya habían condenado públicamente. No obstante, no quedaron sin algunos simpatizantes. Gamaliel, un fariseo y honrado doctor de la ley levantó su voz pidiendo la moderación en cuanto a los cristianos - Hechos 5:34-40. Pero la actitud liberal de algunos no pudo evitar el acontecimiento que pronto tuvo lugar, la muerte de Esteban.
Esteban era uno de los judíos quien sabía hablar el griego. El Espíritu Santo le dio el don de enseñar y un entendimiento profundo de las implicaciones del Evangelio en cuanto a la tradición judía. - Hechos 6:10. En una de las sinagogas este predicó un sermón que conmovió el espíritu malo de los defensores de la ortodoxia judía. Lo agarraron y lo llevaron ante el sanhedrín, el cuerpo encargado de mantener el orden entre los hebreos. Pronto lo condenaron por blasfemo.
Una parte del sermón de Esteban es preservado en Hechos 7. Un punto principal del mensaje es que el sistema sacrificial judío fue destinado desde su principio a terminar y el tiempo ya había llegado para dejarlo. Con la revelación de Cristo, todo lo que el templo simbolizaba fue hecho obsoleto; el Judaísmo no podía contener a Cristo; la vida y la tradición no pueden coexistir lado a lado. Esteban señaló lo pasajero que era la tradición, y el sistema sacrificial simbolizado por lo transitorio del tabernáculo. El mantener para siempre el templo tampoco estaba en acuerdo con el propósito Divino --Hechos 7:44-50. Mientras es cierto que Dios reconoció la devoción con que el templo fue hecho, esta estructura fue, en su principio, una concepción de la mente humana, --1ª Crón.17:1. Fue el tabernáculo el que se levantó por el mandamiento directo de Dios--Ex.25:8.
Es digno de nuestra atención notar que uno de los discípulos eminentes del Dr. Gamaliel no aceptó el consejo de su maestro. Este discípulo se llamaba Saulo. La sentencia de Esteban fue del agrado de este joven --- Hechos 8:1. Saulo totalmente rechazó la doctrina de Esteban, de que en Jesús toda la ley y las ofrendas encontraron su cumplimiento. Si el evangelista tenía razón, esto querría decir que las tradiciones en las cuales Saulo había sido criado, las cuales él amaba, eran nulas. Tal vez Saulo comprendió que este nuevo movimiento no podría ser contenido dentro de los confines de la ciudad de Jerusalén. Este pensamiento le infundió un miedo y lo llenó de celos. Tal vez Saulo intuyó algo que ni los apóstoles aún entendían.
Teóricamente, es posible decir que la sinagoga podría haber llegado a ser la iglesia de Cristo. Pero en realidad esto nunca fue posible. Sin duda, como ya hemos dicho, la sinagoga estaba libre del rito sacrificial del templo, y siendo que las Escrituras eran la parte central de su vida, estaba en una posición de aceptar a Cristo sin ocasionar un revuelo en la vida de la comunidad. Pero nunca fue probable que la mayoría de los líderes de la sinagoga aceptaran el cumplimiento de las profecías. La lealtad a la tradición ortodoxa estaba tan arraigada en sus mentes, que sus raíces no podían ser fácilmente arrancadas. El Espíritu de Dios los pasó por alto, dejándoles en la dureza de sus corazones, y sembró la semilla preciosa en tierra nueva. En la historia de los Hechos vemos el principio de un patrón de eventos que se repiten miles de veces después, en la historia de la iglesia. Cuando lo que Dios ha revelado se cristaliza en forma de tradiciones, rígidamente abrazadas y propagadas puramente con la energía humana, estas llegan a ser una barrera contra la verdad. La vida del Espíritu nunca puede ser confinada dentro del cuadro de la tradición religiosa. Dios es más grande que la capacidad de la mente humana. Y la planta llamada la iglesia, crece mejor en una tierra que no contiene las piedras del limitado pensamiento humano.
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El llamamiento
al ministerio
Entre los bautistas se habla de un misterioso llamamiento al “ministerio”. En estas iglesias donde se rechaza toda idea de revelaciones directas de Dios, es curioso como hablan algunos pastores de su “llamamiento”. Se da la idea que estos saben sin ninguna duda que fueron apartados por el Señor a desempeñar este oficio como una carrera. Al hablar del llamamiento, dan la impresión de que Dios les ha impuesto una responsabilidad que tiene que ser obedecida. Curiosamente muchos de ellos recibieron el llamamiento siendo incompetentes de llenar los requisitos del oficio.
Personalmente no creo en revelaciones extra-bíblicas. Sé que Dios abre y cierra puertas oportunamente en nuestras vidas y nos impresiona con eventos y experiencias. Él nos puede causar querer el oficio. Es posible que un hombre pueda tener el deseo de ser pastor antes de ser apto para serlo. Pero tales inclinaciones hacia el puesto no pueden ser evidencias de un llamamiento, hasta que la iglesia, de la cual él es miembro, tenga la confianza de reconocerlo como uno de sus líderes.
Debemos reconocer que el pastorado no es una carrera que sirve para ganar dinero. Si uno quiere ser pastor, su deseo debe ser el de servir en su propia congregación. Pablo no ordenó un género de obispos para después mandarles a las iglesias como pastores. Nunca leemos que él sugiriera a una iglesia el nombre de un candidato para ser su pastor. Tampoco se lee de una iglesia que consiguiera un pastor de la membresía de otra iglesia. Lo que Pablo hizo fue ordenar hombres de la membresía para servir en sus propias iglesias.
Los dones del Espíritu están presentes en cada iglesia verdadera del Señor. Por esta razón no es necesario buscar fuera del cuerpo para encontrar alguien para ocupar el puesto. Cada iglesia en la cual Dios ha distribuido los dones debe reconocer a aquellos miembros que llenan los requisitos de 1ª Timoteo para guiar el rebaño.
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El Pastor
Profesional
1. EL ESPECIALISTA RELIGIOSO.
Todas las sociedades humanas han reservado un lugar muy elevado para el religioso profesional. Si estudiamos las religiones de todos los tipos y la antropología, la sociología y la sicología, vemos que la civilización siempre hace un lugar especial para el religioso.
A. CÓMO SE CALIFICA UNA PERSONA PARA ESTOS OFICIOS TAN ESPECIALES.
1. Puede haber recibido una educación especial.
2. A veces nace en una familia sacerdotal.
3. Puede haber recibido alguna bendición sacramental (ordenación).
4. A veces demuestra ciertas cualidades carismáticas.
5. Puede ser autorizado por otra persona reconocida ya como religioso de alto rango.
El religioso profesional casi siempre posee unas cualidades muy especiales que le identifican como un hombre nada común. Normalmente existe por lo menos una de estas personas en cada comunidad. Muchas veces no hay trabajo suficiente para más de uno.
B. LAS ACTIVIDADES DEL RELIGIOSO PROFESIONAL NO SON LAS MISMAS EN TODAS LAS SOCIEDADES.
1. En el catolicismo romano su trabajo esta centralizado en hacer el milagro de los sacramentos;
2. En el protestantismo tradicional, su responsabilidad es la de Interpretar la Palabra de Dios y proclamar cual sea la doctrina verdadera;
3. En el evangelicalismo, es el de conmover a sus oyentes a arrepentirse y hacer una “decisión”;
4. En el protestantismo liberal moderno, es el de ayudar a todo mundo, sean o no creyentes, a encontrar la felicidad.
Pero en todos los casos este hombre es la única persona capacitada para hacer lo que hace. La función que rinde da vida y existencia a la “iglesia”.
C. LA PRESENCIA DEL RELIGIOSO PROFESIONAL ES LA PRESENCIA MISMA DE LA IGLESIA.
Donde está el hombre que administra el sacramento, la iglesia está. Cuando no está él, la Iglesia no funciona.
D. A PESAR DE LA IMPORTANCIA DE SU SERVICIO LITÚRGICO, EL SENTIDO MÁS IMPORTANTE DE LA PRESENCIA DE ESTA PERSONA ES LA BENDICIÓN A LOS LAICOS.
1. Siempre está a la mano en las experiencias mayores de la vida de los laicos: el bautismo, el matrimonio y la muerte.
2. A él le buscan cuando hay una crisis o catástrofe, accidente, enfermedad severa, guerra etc.
3. Sea cual sea la actividad particular del clérigo, en todas él es el mediador entre la vida común de sus fieles y el reino invisible. Es, en verdad, el hombre más necesario en la sociedad.
E. LA SOCIEDAD ESTÁ DISPUESTA A PAGAR LOS GASTOS NECESARIOS PARA TENERLO PRESENTE.
Su salario es en proporción con la educación que tiene.
2. LA RELIGIÓN EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.
Reconocer lo que he dicho arriba, no es ningún problema. Pero para aceptar algo que es en verdad casi increíble, tenemos que dirigirnos en una dirección opuesta y considerar que Pablo, quien fue llamado a ser apóstol de Cristo y maestro de las iglesias, fue un hombre que tenía la más alta autoridad. Sin embargo, él nunca ejerció su autoridad en una manera obvia, para así establecer una relación sacra entre su posición y la subordinación de las iglesias. Al contrario, cuando a él le parecía que algunos en las iglesias querían elevarlo, Pablo mismo rechazaba en términos claros su derecho de establecer tal tipo de autoridad. “No es que pretendamos dominar sobre vuestra fe, sino que estamos contribuyendo a vuestro gozo..” (2Cor.1:24).
Tales expresiones como esta, no están basadas en una falsa idea de los derechos humanos que todos los cristianos poseen. Pablo se refiere a la libertad del Espíritu que tienen todos los hijos de Dios. Esta libertad no solo existe en conflicto con el intento de algunos de reimplantar la antigua ley judía, sino que también contrarresta el propósito de otros de querer dominar la fe de los corintios, proclamándose ser maestros dedicados a la enseñanza de cierto doctor o apóstol.
Cuando una persona llega a tener fe, se sujeta también, no a algún apóstol o predicador, sino a Cristo. Por eso podemos decir que los obreros cristianos pertenecen a la congregación y no las congregaciones a ellos (1Cor.3:21ss; 2Cor.4:5). A esta regla aún el fundador de tantas iglesias, Pablo mismo, estaba sujeto. Es verdad que él era como el perito arquitecto que puso los cimientos (Cristo) sobre los cuales la iglesia es construida después 1Cor. 3:10ss; Col.2:6). Pero aún por haber sido fundador de iglesias, esto no afectó la libertad de las congregaciones: “¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿o fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?”.
Esto quiere decir que la autoridad de mandar, que Pablo ejercía, era limitada. Él tenía que guiar a las congregaciones; veía sus equivocaciones; estuvo constantemente enterado de la falta de madurez de ellos. Pero su posición no le permitía conceder a ellos poco a poco la libertad, sino que él reconocía que la libertad cristiana es un hecho en todas las etapas del crecimiento cristiano. Aunque el apóstol busca la obediencia a Cristo con palabras duras, y aunque lo hace poniéndose como ejemplo de obediencia para ellos, él no pudo simplemente dar ordenes. No podía crear, el mismo, la norma que ellos tendrían que obedecer sin discutir. Sino la congregación de los que poseen el Espíritu deben seguir sus instrucciones en libertad y sin coerción. Y es esta la libertad que Pablo tiene en mente cuando les escribe. Ellos mismos deben reconocer en las instrucciones del apóstol el estándar de enseñanza al cual son dedicados y al cual Pablo les dirige la atención. Así pueden afirmarlo por sí mismos y libre y gozosamente hacerlo suyo otra vez.
Pablo, el apóstol, sabe en cuyo nombre viene y habla. Le son importantes los mandamientos básicos que Cristo dejó establecidos. El problema real ocurre cuando tiene que dar instrucciones que van más allá de los principios elementales. Cuando se trata de detalles y de decisiones relativas que tienen que ver no sólo con lo que sea bueno, sino de lo que es mejor (hablando de grados de bien). Un ejemplo de este problema es el de las preguntes de los corintios sobre el matrimonio (1Cor.6:12-7:40).
Cuando da opiniones Pablo guarda en mente lo que es mejor para el pueblo, pero aunque expresa sus ideas personales, lo hace sin pretender restringirles. Cuando se trata de un asunto no tratado por Cristo o por la Palabra, Pablo concede la libertad de opiniones. Es decir, él no quiere ir más allá de la Palabra, rehusando usar su autoridad para otra cosa que no sea el apoyar y defender la verdad del evangelio. Para él, este evangelio es la norma legal para interpretar los detalles de la vida de los individuos y de las iglesias.
Pero aún cuando es una cuestión del conocimiento que es necesario que todos tengan, o cuando tiene que ver con la preservación de la verdad, él evita exaltarse a una posición de supremacía en las congregaciones. Sus “hijos” son a la vez sus “hermanos” y por eso él es un apóstol y no su “maestro”. Es el siervo de ellos por Jesús.
Pablo tenía el hábito de formar nuevas palabras usando el prefijo “sun” (co-). Hizo esto para enfatizar su compañerismo con las congregaciones en la labor, las batallas, y oraciones de ellos. Él compartía sus sufrimientos, tiempos de gozo y triunfos.
Aún cuando sintió horror al saber de los casos de pecados sexuales en Corinto, y de la falta de voluntad de la iglesia de hacer frente a la situación, Pablo manda un mensaje desde lejos y no quiere ser él, el único en decidir cómo resolver el problema. La congregación debe reunirse, y unidos en espíritu, con el poder del Señor Jesús, pasar juicio sobre los individuos. El podría haber condenado, el solo, a las personas y dictado un juicio pero apela a la congregación a tener un sentido de responsabilidad. Los de la congregación que querían que Pablo decidiera el asunto, esperaban un decreto del apóstol. Pero es precisamente en este punto que el aspecto verdaderamente cristiano de los métodos de Pablo se manifiestan. Este aspecto sólo puede ser entendido por los que han comprendido el corazón del propósito del apóstol.
La autoridad que tenía es tal que el solo la luce con mucha reserva, y en vez de querer demandar la obediencia la pide, la solícita. Y en esto Pablo actúa en una manera completamente opuesta a la de los judaizantes cuyas predicaciones fueron muy legalistas, llenas de requisitos humanos, mandamientos y prescripciones (Col.2:20).
La dispensación del Espíritu y de la nueva justicia, de la cual Pablo es un ministro, se caracteriza por su gentileza y moderación. Esta dispensación tiene una gloria más poderosa y resplandeciente que la de la vieja ley mosaica. Con la letra esa ley mataba. Pero esta dispensación se lleva a cabo por la sinceridad, amor y paciencia. Ya no impone sus principios por medio del castigo y la destrucción, sino por el poder de la reconciliación.
Existen, sin embargo límites a esta actitud. Precisamente porque esta dispensación es de carácter cristiano. Estos límites se encuentran cuando Cristo y Su evangelio son abandonados y traicionados. Esto se llama la “apostasía”. Cuando esta acontece, el apóstol no puede hacer menos que lo que Cristo mismos hubiera hecho, pronunciar una anatema y condenación. En el evento de este conflicto, todo lo que es necesario hacer es que el apóstol les regresa al punto de donde empezaron.
El concepto que Pablo tenía de su autoridad entonces es uno de monumental simplicidad. En todos los tiempos no se olvidaba que era un apóstol de Jesucristo. Eso era y nada más. Es Cristo quien de Su gracia llama a congregaciones a vivir en libertad. Y con esto en su mente Pablo siempre se mueve con una combinación de un ataque poderoso, seguido por un retroceder suave. A la vez que amenaza, invita amorosamente.
Desgraciadamente las generaciones que siguieron en las iglesias, empezaron a venerar hasta al mismo apóstol humilde. Vieron en los “padres” espirituales personas poseedoras de autoridad sacra, que no conocía límites. Para ellos los apóstoles llegaron a ser, en un sentido exagerado, los cimientos sobre los cuales la iglesia descansa.
Pablo habitualmente se colocó a sí en la categoría de otros como Bernabé, Apolos y varios miembros de la congregación, en una manera que es de mucho significado. En esto él demostraba su concepto del apostolado, como un trabajo de proclamación, y no de organización. La iglesia vive por su reconocimiento del mensaje de Cristo, del evangelio. Es sobre esto y no sobre la posición de ciertos individuos, quienes Dios ha llamado a Su servicio, que todo depende. El énfasis que muchos cristianos hoy ponen en el carácter especial y único del oficio de apóstol, es una idea que se originó después de la muerte de los apóstoles.
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Las Asambleas Cristianas
· Su localidad
· Su variedad
· Su frecuencia
· Su tamaño
A. Su localidad
En cuanto a la localidad de las asambleas, sólo existen algunas alusiones ligeras en 1ª Corintios y unos detalles en la carta de Pablo a los Romanos. Casi terminando 1ª Corintios, que fue escrita desde Efeso, Pablo manda saludos a los lectores de la carta y a Priscila y Aquila “con la iglesia que está en su casa” ---1ª Cor.16: 19; compare con Hechos 18:18,19. Esta es la primera vez en los escritos de Pablo que se encuentra esta expresión. Puede indicar una de dos cosas: El término “oikos” (casa) puede referirse a la habitación en que Aquila y Priscila vivían (o posiblemente a uno de los cuartos dentro de la casa) o, a la familia junto con los siervos. Si es el primero, entonces la casa de Aquila y Priscila era el salón de reuniones para algunos de los cristianos o posiblemente de todos los cristianos de la ciudad. En Hechos leemos del bautismo de una familia entera ---Hechos10: 48; compare con 11:4. Y el uso de la palabra “oikos” usada en las cartas pastorales ---1ª Tim 3:12; compare con 3:5 y 5:14-- referir a una familia completa, posiblemente incluyendo siervos y esclavos. Sin embargo, en ninguna parte de los hechos se dice que Aquila y Priscila tenían una familia que incluyera este tipo de personas. Sabemos que siendo judíos no podían tener esclavos. Aunque oikos a veces se refiere a los esclavos, no es necesariamente el sentido que es usado en 1ª Cor.16: 19. Pienso que es a su habitación que la palabra se refiere. No podemos estar seguros, basándonos en estos dos pasajes, si todos los Cristianos en Efeso se reunieron allí o no. En otras partes de 1ª Corintios y de Romanos podemos ver algo de los tipos de grupos Cristianos en una ciudad y de los lugares donde se reunían.
En 1ª Cor. Pablo alude a una ocasión en que “toda la Iglesia se reúne en un solo lugar” -1ª Cor.14:23. Esto implica que a veces los Cristianos en Corinto se reunían en pequeños grupos, como iglesias independientes. Esta referencia a varios grupos en Corinto quienes debían su existencia a la obra de diferentes apóstoles--Pedro y Pablo y Apolos -- puede ser oportuna al asunto en -1ª Cor.1:12-13. En la sección concluyente de Romanos --que probablemente fue escrita en Corinto -, Pablo incluye un saludo de Gayo quien él describe como “hospedador mío y de toda la Iglesia” -Rom.16:23. En el Antiguo Testamento en griego, esta expresión se refiere consistentemente a una asamblea de toda Israel. Por eso pienso que Pablo también tenía en mente la totalidad de los cristianos en Corinto. Gayo, como Erasto después de él, fue probablemente uno de los hombres más eminentes de la ciudad. No me sorprende que su casa haya sido usada para una asamblea de toda la comunidad cristiana. Debe haber tenido un espacio amplio que era necesario para la asamblea de un grupo numeroso de personas. Otra vez repito, la palabra “toda” no hubiera sido necesaria si todos los cristianos siempre se reunían en un solo grupo. Este adjetivo implica que otros grupos también existían en la ciudad.
Esto probablemente es confirmado por los comentarios de Pablo en Romanos 16 tocante a varios grupos en la capital. No hay una sugerencia, supuestamente por el tamaño grande de la ciudad, que los Cristianos romanos se hayan reunido todos juntos ni siquiera una sola vez. Y un siglo después Justino comentó que todavía este era el caso en Roma --Vea “Primera Apología” por Justino Mártir, p.67.
En Rom.16 los primeros mencionados son la iglesia que está en la casa de Priscila y Aquila, quienes ahora viven en Roma otra vez. ¿Será que la iglesia que tenía con ellos en Efeso también se trasladó a Roma? Si es así entonces ellos eran la primera iglesia móvil. También puede ser que en esta pareja mantenían casas en diferentes ciudades como parte de su organización mercantil. Los otros grupos enlistados en Rom.16 (los que pertenecen a la casa de Aristóbulo; los que pertenecen a la casa de Narciso; Ascincrito, Flegonte, Patrobas, Hermas y los hermanos que están con ellos; Filólogo, Julia, Nereo y su hermana, y Olimpas y todos los santos que están con ellos; Rom.16:5-16.
B. Su Variedad
¿Qué tipo de grupos eran estos? Hay tres posibilidades. Podrían haber sido asambleas del mismo tipo que se reunían todos en la casa de Priscila y Aquila. Pero es de difícil solución pensar que Pablo los podría haber descrito de tal manera. Su lenguaje en el cual no usó la palabra Ekklesia para todos los grupos sugiere que él tenía otra cosa en mente mas que asambleas caseras.
Por el otro lado, ¿no tenemos la mención de varios grupos consistiendo de esclavos en el servicio a patrones distinguidos pero no cristianos --por ejemplo Aristóbulo y Narciso? O, ¿Serán ellos miembros del mismo sindicato laboral quienes trabajaban juntos, pero sin el privilegio de reunirse con otros cristianos en asamblea? Los otros mencionados en Romanos 16 no parecen haber formado parte del grupo de la casa de Priscila y Aquila, de otro modo el saludo a la iglesia en casa de Aquila y Priscila seria innecesario. Pero el mandato de saludarse unos a otros con el ósculo santo sugiere que tenían algún tipo de reunión. ¿Está usted confundido? Bueno, tal vez la respuesta correcta a esta pregunta sea la siguiente:
Los grupos de personas saludadas, pertenecientes a sindicatos, y viviendo cerca unas a otras, probablemente tenían compañerismo juntas cuando les era posible. Siendo que ellos ya tenían contactos sociales constantes, dentro y fuera de sus horas de trabajo, no se puede decir que estos contactos eran asambleas de tipo Ekklesia. De todos modos no podrían haber invitado a otros a sus habitaciones por razón de su ambiente y trabajo. Por estas dos razones, el describir tales grupos coto Ekklesia no era apropiado. Puede ser que en Roma donde había hermandades de trabajadores, donde ellos se concentraron en ciertos lugares de la ciudad existían dos tipos de grupos de cristianos, el grupo de trabajadores del mismo oficio, y la iglesia casera. Corinto era única en que, mientras había grupos pequeños (como el de Cloé; 1Cor.1:11), la asamblea de toda la Iglesia probablemente incluía personas de todas estas comunidades menores.
Esto nos ayuda a explicar tal característica en las primeras líneas de la carta a Roma. A diferencia de todas las primeras cinco cartas, Pablo no se dirige a una iglesia o una pluralidad de iglesias, sino a ‘todos los amados de Dios en Roma, quienes son llamados a ser santos’ --Rom.1: 7. Para Pablo era imposible referirse a un grupo de personas esparcidas por toda la ciudad como iglesia si, de hecho, nunca se reunían todos juntos en una sola asamblea. De otro modo él hubiera tenido que dar otro sentido a la palabra. Pero por el otro lado los diferentes grupos de Corinto si se reunían juntos y por eso Pablo los puede llamar Ekklesia. Los Romanos a diferencia de los Corintios nunca se juntaban todos y desconocían la experiencia de los de Corinto.
C. Su frecuencia y Tamaño.
En cuanto a la hora y la frecuencia de las asambleas cristianas primitivas, Pablo casi no dice nada. Una cosa que él hizo fue pedir que hiciesen una contribución en el primer día de la semana para la iglesia de Jerusalén--1Cor. 16:2. Pero estas palabras se refieren a los creyentes como individuos y no como una acción comunal, Así nos hace entender la palabra “atesorando”. La expresión “en el primer día de la semana”, ocurre en la historia escrita por Lucas tocante a la última reunión que Pablo tuvo con los cristianos en Troya (cuando se reunían para partir el pan)-- Hechos.20: 7. La vaga manera por la cual Pablo hace referencia a las asambleas de la iglesia sugiere que no se hacían muy a menudo--- 1Cor.14: 23: compare con 1Cor.11: 33. Siendo que las sectas paganas tenían el hábito de reunirse una vez cada mes, posiblemente los Cristianos también. El pasaje de Hechos 20 describe una reunión nocturna, que fácilmente podemos entender cuando comprendemos que tenían que trabajar durante el día, Pero, ¿cuál noche fue, la del sábado o la del domingo? Generalmente los Cristianos modernos aceptan que era la del domingo, Pero es posible que haya sido la noche del Sábado en la que los cristianos en Troya se juntaban siendo que el primer día de la semana empezaba con la puesta del sol el día antes del domingo. Aunque en el tiempo y en la región de Plinio el Joven, acostumbraban reunirse los domingos por la noche,--- Plinio, Epístolas, 1, p.76-97--, la evidencia es tan pequeña que no podemos ser muy dogmáticos en cuanto a la cuestión basándonos en este texto. Aunque casi todos los cristianos ahora, nunca dudan que la iglesia siempre se ha reunido a la misma hora y el mismo día, realmente es muy difícil determinar lo que muchos piensan.
En las primeras cartas de Pablo, el término Ekklesia consistentemente se refiere a asambleas reales de los cristianos, o, a cristianos que vivían en una cierta localidad y que se reunían todos frecuentemente. La palabra no es usada para describir a todos los Cristianos quienes vivían en una localidad pero que nunca se juntaban en asamblea. Tampoco se refiere a la suma y totalidad de los cristianos en una región o esparcidos por todo el estado. Y tampoco durante ese periodo se usaba la palabra para describir un edificio. Lo que importa si estamos hablando de un pequeño grupo reunido en el salón de una casa o a una reunión bastante grande, es siempre en una casa particular donde se hace la Ekklesia, por ejemplo en el aposento alto --- Hechos 20:0; compare con Lucas 22:12 y Hechos 1:13.
El tamaño de la casa siempre restringe el número de personas que en ella pueden alojarse. En la sala de una familia bien acomodada, donde solían recibir visitas solamente cabrían como treinta personas cómodamente y tal vez 45 incómodamente. La reunión en Troya, por ejemplo, era tan grande que Eutico tuvo que sentarse en una de las ventanas colocadas en la parte superior de la pared --- Hechos 20:9. Pero es improbable que dicha asamblea tuviera más de 45 personas y muchas otras tenían menos. Las iglesias en las casas a veces solo incluían miembros de la familia. De todos modos, no tenemos razón para pensar que las iglesias eran muy grandes. Hasta la reunión de toda la Iglesia cabrían en la casa de uno de los miembros. Y mientras seguían reuniéndose en casas particulares las Iglesias eran siempre pequeñas.
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Ekklesia: La Iglesia: Estudios sobre la iglesia y temas relacionadas
La Autoridad En La Iglesia
La cuestión de la “autoridad” es uno de los temas doctrinales que ha causado mucha discusión dentro las iglesias hoy en día. Es un tema muy práctico porque muchos han llegado estar desilusionados por el mal uso de la autoridad en sus Iglesias. Es necesario que formemos en nuestras mentes un concepto adecuado de este aspecto de la vida de la asamblea de Cristo, para que esta pueda hacer su ministerio en una manera decorosa.
Cuando comparamos el concepto tradicional de la autoridad en la iglesia con lo que el Nuevo Testamento comenta tocante al asunto, vemos que hay poca semejanza entre los dos. Es hora de que hagamos una reevaluación de nuestra doctrina tocante al respecto. Digo esto porque he tenido que reevaluar personalmente mi posición después de conocer la verdad del sacerdocio del creyente. He visto con horror que el concepto que mantuvo durante tantos años es erróneo y, por consiguiente, no agradable a Dios. Como pastor de varias congregaciones he ejercido una autoridad dictatorial que no me pertenecía. Ahora últimamente estoy tan arrepentido que me avergüenza acordarme de mi manera de proceder en el pasado.
Espero que el lector examine este estudio cuidadosamente. Sé que la cosa más difícil es reconocer y arrepentirnos de nuestras faltas. ¡Qué el Señor haga la misma obra en sus corazones como la hizo en el mío!
El concepto de la autoridad en nuestras iglesias ha tenido unos resultados muy, interesantes. En una iglesia los miembros tienen que consultar a los ancianos, antes de ausentarse de una asamblea, para pedir permiso. En otra Iglesia la esposa del pastor informó a las otras mujeres que el uso de anticonceptivos es antíbiblico y poco después de esto casi todas las mujeres en la iglesia se encontraban embarazadas. El control de algunos pastores en los asuntos personales de los miembros de sus iglesias es verdad asombroso. Pero ¿Qué nos enseña la Biblia tocante a esto? Un estudio de la palabra “autoridad” nos hace comprender que no es fácil definirla. Pero una cosa es que si se puede comprender, las ideas tradicionales no son derivadas de la idea central de la palabra. Hay una idea central de la doctrina que es obvia y debe influenciar nuestro concepto de la autoridad.
LA DEFINICIÓN BÁSICA DE LA PALABRA “AUTORIDAD”.
La palabra griega que se traduce, autoridad” en el español, es “exousia”. Esta Palabra proviene del verbo “exestin” que quiere decir:
(a) “ser capaz de hacer algo” y
(b) “el derecho de hacer algo”.
Cuando es usa la palabra en relación a Dios, se habla de una autoridad que es absoluta (que abarca todo) o inmutable (que no cambia). Vea Lucas 12:5 y Rom.9:21. A la vez Dios puede confiar la autoridad a otras personas en varias maneras (Apoc.6:8; 14:18).
La iglesia tiene “autoridad” pero la ha recibido de Cristo. Él le dio las “llaves” del reino. Es en Cristo que ella encuentra “exousia” o libertad (1Cor.8:9). Pero esta libertad debe ser usada para el bienestar de otros y no para la satisfacción propia.
Entender que Cristo tiene toda autoridad es necesario para comprender el sentido de “autoridad” entre el pueblo de Dios. La autoridad se manifiesta por entregar la vida en sacrificio por otros y por la exhortación con la Palabra de Dios. Cuando se piensa que la autoridad reside en ciertas personas por razón de algún “oficio” que ocupan, entonces se abre el camino a la exaltación de los hombres y la enseñanza de reglas puramente carnales.
EJEMPLOS DE AUTORIDAD EN EL N. T.
1. La autoridad reside esencialmente en la persona de Cristo. Toda “exousia”, ha sido dada al Hijo por el Padre (Mat. 28:18). El ministerio terrenal de Cristo puede ser resumido en tres puntos:
(1) el ministerio para el propósito de llamar y atraer a sí los discípulos.
(2) un ministerio de señales y prodigios maravillosos.
(3) el ministerio de enseñanza.
En cada uno de estos tres ministerios la autoridad juega un papel importante. Para juntar Su pueblo Cristo usó Su autoridad para llamarles, perdonarlos y salvarlos. También la usó para darles dones para servirle a Él (Juan.17:2; Mat. 9:6,8; Efe.4:7,11,16). Al hacer milagros, Cristo manifestó su autoridad sobre el diablo, la naturaleza, las enfermedades, etc. (Mat.10:1; 8:27; Mar.1:27; 4:41). Cuando enseñaba, Sus palabras tenían autoridad (Mat.7:29; 18:20).
2. Cristo confía la autoridad a Sus siervos (Mat.10:1; Mar.13:34; Luc.19:17). A la luz de la autoridad absoluta de Cristo, vemos que la autoridad que existe entre Su pueblo no puede residir inherentemente en ninguna persona. La autoridad en la iglesia es una autoridad confiada, delegada o encomendada. Siendo así, la iglesia debe ejercer su autoridad según el ejemplo del que se la confió.
Comúnmente los cristianos piensan de la autoridad como perteneciente a un “oficio”. ¿Pero dónde nos enseña esto el N. T.? La autoridad en la Iglesia, la habilidad de hacer algo, es establecida cuando el cuerpo reconoce como uno de sus miembros ha funcionado.
No podemos encontrar un ejemplo que compruebe que la autoridad descrita en Mateo 8:9 sea la misma que la que los líderes en la iglesia tienen. La verdad es que Cristo se refiere a la manera en que los gobernantes incrédulos ejercen su autoridad para decirnos que no debemos actuar así. (Mat.20:26).
3.El tipo de autoridad ejercida en la iglesia es opuesta a la que se emplea en las sociedades inconversas (Mat. 20:25-28; Mar.9:33-35; 10:37-45; Luc.9:48; 22:25; Jn.14:14-15; 18:36; 19:10-11. La autoridad es usada en el reino de Cristo cuando somos siervos, unos de otros, y no cuando somos aun mayordomos.
Aunque Cristo nos prohíbe imitar al mundo en cuanto a esta cuestión, muchas iglesias se han conformado a la manera de los gobiernos y corporaciones mundanos.
Pablo, en servir a Cristo, tuvo mucho cuidado en no dominar la fe de otros (2Cor.1:24; 1Cor.2:1-5). Pedro exhorta a los ancianos a no comportarse como teniendo señorío sobre los que están a su cuidado (1Ped.5:3). Desgraciadamente el poder asociado con los “oficios” tradicionales en las iglesias protestantes no ha mantenido la obediencia a este mandamiento apostólico.
4. La autoridad entre el pueblo de Cristo se expresa en la servidumbre, en buscar el bien y la edificación de los demás (Mat.10:8; 1Cor.8:9; 2Cor.10:8; 13:10). Tenemos la tendencia a pensar de la autoridad - en términos de un “señorío” y de una persona que tiene la palabra decisiva. Pero en el dominio de Cristo la autoridad se manifiesta cuando uno se pone a los pies de otro (Mat. 9:33-35; 2Cor.11:23-33). En verdad Jesús reina en un reino completamente opuesto a los del mundo.
5. La influencia en el Pueblo de Cristo no se basa en una autoridad intrínseca (que proviene de dentro), sino en una extrínseca (que viene de afuera). Cristo, es la voz de autoridad en la Iglesia, reina por medio de Su Palabra. Así, todos los miembros de Su cuerpo, incluyendo a los líderes, están sujetos todos a la misma cabeza. La “autoridad” en la Iglesia es “Intrínseca”, al que es su Cabeza pero es “extrínseca” a los miembros porque no reside ni proviene de ninguno de ellos. Desgraciadamente muchos actúan como si la autoridad descansara en ellos, con sus hechos soberbios desplazando a la Cabeza. La sumisión a otros, la de las esposas a sus esposos, de los hijos a sus padres, del rebaño a los superintendentes, es siempre con respecto a la autoridad de Cristo y no en relación a otra.
La importancia de esto se puede ver en el matrimonio. Las esposas son mandadas a someterse a sus esposos pero esto no implica que no exista ningún sentido de igualdad entre hombre y mujer. Pablo dice en 1Cor.7:4, que ni el marido ni la mujer tienen “autoridad” sobre sus cuerpos, sino que el cuerpo de cada quien pertenece al otro. Es por eso que no deben de negar su cuerpo sexualmente a su pareja, sino por un común acuerdo entre ambos.
6. Existen autoridades que llamamos “gobiernos civiles” a las cuales los cristianos debemos someternos. Pero ellos también están bajo el señorío de Cristo, no debemos obedecerlos si nos exigen algo que esté en contra de un mandamiento de nuestro máximo Rey, Jesús (Hechos 5:29; Rom.13:1-3; Efe.1:21; 2:2; 3:10; 6:12; Col.2:10,15; Tito.3:1).
El poder de los gobiernos terrenales no es un poder absoluto. Por varias razones algunos han pensado que la “exousia”, de los gobiernos mencionados en Romanos 13 es igual al de Dios. Creen que aunque el gobierno nos requiera algo que vaya en contra de los mandamientos claros de las Escrituras, tenemos que obedecerle porque tiene una autoridad absoluta. Pero debemos recordar que hasta Satanás tiene una “exousía” confiada, que obviamente no se encuentra bajo las bendiciones de Dios, pero Dios si la permite (Luc. 4:6; Hech. 26:18; Job.1:12; 2:6).
Dios no consagra la autoridad civil. Tal consagración es reservada para la comunidad cristiana, la iglesia. Pero sí da a estos gobiernos un lugar, un papel importante en nuestras vidas.
A la luz de los ejemplos del N. T. nuestra definición y concepto de la autoridad en la iglesia debe ser reevaluada. La idea tradicional envuelve el concepto de un pastor ocupando un lugar de “honor” sobre los demás. Es un concepto muy mundano y limita el funcionamiento del cuerpo entero. “Exousia”, en la asamblea de Cristo se alcanza no por elevarnos sobre los demás sino por ponernos al servicio de ellos.
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Ekklesia: La Iglesia: Estudios sobre la iglesia y temas relacionadas
LA IGLESIA
COMO
CASA REAL
Como resultado de los viajes de Pablo, alrededor del mar Mediterráneo, muchas comunidades cristianas, nacieron, se consolidaron y empezaron a multiplicarse. Estas nuevas iglesias eran parte del propósito del apóstol y no una simple consecuencia de su trabajo. No sólo proclamó Pablo el mensaje de Cristo, llevando así a muchos a tener una relación intima con Dios, sino además su enseñanza incluía las consecuencias innatas de conocer a Cristo así como la de la relación personal que los creyentes tienen unos con los otros.
Para Pablo, el evangelio une al creyente tanto con los discípulos como con Dios mismo; ser aceptado por Cristo envuelve ser aceptado, a la vez, por la comunidad cristiana. De igual manera, la reconciliación con Dios, también implica la reconciliación con todos los que ya exhiben el carácter de uno que ha sido aceptado por Dios también. La unión en el Espíritu envuelve la unión unos con los otros, porque en primer lugar el Espíritu es una experiencia que comparten todos los que lo reciben y no es solo una experiencia individual. El evangelio no es solamente un asunto personal; tiene también una dimensión social; es un asunto comunal.
Abrazar el evangelio es, entonces, lo mismo que entrar en una comunidad. No se puede tener el uno sin el otro. Pero, ¿qué tipo de comunidad? ¿Dónde existe? ¿Cómo se expresa? Cualquier debate sobre el tema tiene que empezar con el sentido por el cual Pablo entendía la palabra Ekklesia. Esta palabra aparece 60 veces en sus cartas. Esto es más de cómo la usaron los demás escritores juntos del Nuevo Testamento. Es su palabra favorita para referirse a las comunidades a quienes escribió. Este término puede encontrarse también en la traducción de la Biblia judía al griego, hecha siglos antes del nacimiento de Pablo (Saulo).
¿Cómo podemos determinar lo que el apóstol quiso decir por Ekklesia? Siendo que el resto del Nuevo Testamento fue escrito después de las epístolas de Pablo, no es lógico determinar por medio de él, el sentido de la palabra que le atribuía Pablo en sus cartas. Más bien, es mejor estudiar sus escritos en el mismo orden en el que fueron escritos, y ver si Pablo seguía siempre la misma idea cuando usaba la palabra, o si desarrolló otro sentido más que el que usó al principio. Probablemente la palabra “Iglesia” (Ekklesia) se usaba en los círculos cristianos helenísticos. Esto indica que desde tiempos anteriores, tales comunidades usaban la palabra para distinguir sus reuniones de las de los judíos por un lado y de las de los paganos gentiles por el otro. Con una sola excepción la palabra a sinagogue (sinagoga) nunca es usada en el Nuevo Testamento para señalar la reunión cristiana. Existen tres términos que podrían haberse usado para distinguir las sectas helenísticas de la Iglesia, pero estas no se encuentran en el Nuevo Testamento.
Pablo usó Ekklesia en su saludo enviado a los cristianos en Tesalónica -1ª Tes. 1:1. La usa en la misma manera que la usaban en los círculos griegos y judíos, pero la distingue al asociarla con una cierta ciudad. Al final de la carta es claro que se refiere a una cierta asamblea o a los cristianos tesalonicenses como una comunidad que acostumbraba reunirse a intervalos determinados. Pide que su carta sea leída a “todos los hermanos” y que “saludos a todos los hermanos con el ósculo santo” -1ª Tes.5:26-27. Esta iglesia se distingue de una asamblea política por la adición de la frase “en el Señor Jesucristo”. El mismo sentido de la palabra reaparece en la segunda epístola y quiere decir reunirse regularmente, y no, como la usamos habitualmente ahora, de un número de asambleas comprendidas como solamente partes de una unidad más grande.
En realidad en algunos pasajes el uso de la palabra parece contradecir este sentido. Hay, por ejemplo, la mención a los Gálatas de que el apóstol perseguía a la iglesia de Dios antes de su conversión --Gál.1:13 y también en 1ª Cor.15:9; Fil.3:6. Pero esto puede ser sólo una referencia a la primera iglesia que fue en Jerusalén antes de ser esparcida y dividida en varias asambleas en otras partes de Judea.
Fue esa comunidad la que recibió la venganza contra los seguidores de Jesús. Sin embargo es más lógico pensar que Pablo se refiere a los perseguidos como una Iglesia porque, como el libro de los Hechos sugiere, los arrestos fueron hechos cuando los cristianos estaban en reunión. Las asambleas eran una evidencia clara de sus convicciones cristianas - compare Hechos.8:3 con Hechos.2:46. Pablo debía haber tenido en mente este sentido porque unas pocas líneas después habla claramente de las iglesias de Judea en plural.
Esta teoría es comprobada con más evidencia literaria. En el saludo escrito al principio de la carta a los Gálatas --Gal.1:2. Por las otras dos cartas que escribió a los Corintios y también en la que mandó a los creyentes en Roma, siempre encontramos la forma plural de la palabra cuando se refiere a más de una Iglesia.
Las únicas excepciones son cuando dice “cada Iglesia” y cuando usa la expresión “Iglesia de Dios”, porque aquí el apóstol habla en sentido genérico -Gál 1:2; 1ª Cor.7:17; 11:16; 14:33,34; 2ª Cor 8:19,23-24; 11:8,28; 12:13; Rom 16:4,16, Cuando se refiere a “las Iglesias de Galacia”, “las Iglesias de Asia”, o a “las Iglesias de Macedonia”, Pablo demuestra que la Idea de una iglesia nacional o regional lo era tan extraña como una iglesia universal. Solo si hubiera una asamblea de todos los cristianos, entonces el apóstol podría haber hablado de ellos en conjunto. Los nombres de las provincias o de los habitantes, simplemente le daba a Pablo una manera fácil de referirse a ellos aunque a veces el habla solamente de “las Iglesias de los santos”, y de las “iglesias de los gentiles” -1ª Cor.14:33; Rom.16:4. El sentido de la Iglesia como una asamblea es tan claro en 1ª Cor.11-14, especialmente en unas expresiones tales como “cuando ustedes se reúnen como iglesia” y “porque a la mujer le es impropio hablar en la congregación” -1ª Cor.11:18; 14:35; Rom.16:4. En el principio de las dos cartas, la Iglesia es descrita como una posesión, no de las personas quienes la constituyen (como por ejemplo, el caso de los Tesalonicenses), ni del lugar donde vivían (como por ejemplo, el caso de los Gálatas), sino más bien es posesión de Aquel quién le dio existencia (Dios) o de la persona por quien recibió su existencia -1ª Cor.11:1; compare 1ª Cor.10:32 con 11:22; Rom.16:16. Esto, entonces, quiere decir que Ekklesia no es sólo una asociación humana, sino una asamblea de individuos que tienen el mismo pensar y se reúnen para propósitos religiosos, pero a la vez esta asamblea es una creación Divina y no humana.
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LOS CIMIENTOS
DE
LA IGLESIA DE CRISTO
“No piensen que yo he venido para destruir la ley o los profetas. No he venido para destruirlos sino para cumplirlos.”--Mateo 5:17.
“Dios, habiendo hablado en tiempos antiguos a los padres por medio de los profetas y por otras varias maneras, nos ha hablado a nosotros en estos últimos días por medio de Su Hijo.”--- Hebreos 1:1-2.
Así la Escritura establece la relación entre la obra de Cristo y el Antiguo Testamento. La revelación del Nuevo Testamento es nada menos que el cumplimiento del Antiguo. Entonces cualquier historia escrita acerca del establecimiento de la iglesia, debe comenzarse con la nación de Israel por medio de la cual la iglesia cristiana fue concebida.
Por generaciones el templo y los servicios administrados por los sacerdotes fueron el centro de la vida judía. Pero con la venida de Aquel en quien estas cosas encontraron su cumplimiento, el templo y el sacerdocio perdieron su significado y utilidad. Existía, sin embargo, al lado del templo, una institución, que, en el tiempo de nuestro Señor, gozaba de mucha influencia entre los Judíos. Con el tiempo esta llegó a ser más el centro de la vida judía que el mismo templo. Esta institución era la sinagoga. Con la destrucción del templo por los romanos en el año 70 D. C, la preservación de los judíos como una raza distinta de las demás, se debe más al poder de la sinagoga que a cualquier otro factor. Ella formó el eslabón entre la iglesia de Cristo y el judaísmo en los primeros días de la vida de la iglesia.
Se ignora el origen preciso de la primera sinagoga. Pero es probable que fuese establecida durante el exilio de la nación de Israel en Babilonia. Para los judíos de aquellos tiempos les sirvió como un humilde sustituto del templo. Al poder regresar del cautiverio, el ministerio de la sinagoga no fue dejado sino parece que fue perpetuado por Esdras, el hombre que Dios levantó entre la nación para volver la ley a su debido lugar prominente en el pueblo. “Esdras determinó en su corazón buscar la ley del Señor y cumplirla, y enseñar sus estatutos y juicios a Israel” - Esdras 7:10. El capítulo 8 de Nehemías da un resumen claro de como esto fue logrado: “Leyeron en el libro, la ley de Dios y la interpretaron para poder entender la lectura.” -Neh.8:8. Aquí vemos el ministerio básico de la sinagoga, la exposición de la Palabra de Dios. De este ministerio se desarrollaron las funciones de la educación del pueblo y la administración de la justicia en las comunidades judías. La centralidad de la Palabra de Dios en la vida de la sinagoga era, y hasta hoy día sigue siendo, simbolizada por un mueble llamado “el arca” que está colocado en el centro de cada sinagoga. Junto al arca está un pequeño escritorio, desde el cual las Escrituras son leídas y predicadas.
Esdras fue el fundador de la compañía de los Escribas. Esta secta judía fue la misma que años después se opuso violentamente al Señor y trajo sobre sí Su condenación. La Interpretación de la ley fue el propósito principal de la existencia de los Escribas y aunque no ocupaban un lugar especial de autoridad en la sinagoga, su ministerio fue la base sobre la cual la sinagoga fue establecida. Es obvio que muchas veces los Escribas, como individuos, no como partido, tenían altas posiciones en la administración de esta institución. Nuestro Señor habló de como ellos amaban los asientos apartados para los ancianos de la sinagoga --- Mateo 23:6. Es importante, entonces, comprender la actitud de Cristo hacia la función de los Escribas, para poder entender Su actitud hacia la función de la sinagoga. Tenemos que preguntar si Cristo la reconoció como una institución divinamente establecida o como algo que existía en contra de la voluntad de Dios. Él comentó acerca del ministerio de los Escribas de esta manera: “Los Escribas y Fariseos se sientan en la silla de Moisés. Todas las cosas que ellos dicen que deben ustedes hacer, háganlo. Pero no tomen a ellos como ejemplos, porque dicen una cosa y hacen otra” - Mateo 23:2-3. Cristo reconoció que el ministerio de esos hombres tenía autoridad Divina, pero desgraciadamente, ellos habían dejado el espíritu de la ley por una exagerada interpretación literal. Ellos fueron los mediadores de la Palabra de Dios al pueblo por muchos años, algo así como fue Moisés antes de ellos, y esta función fue aprobada por Cristo pero no sus vidas.
Tanto Cristo como los apóstoles habitualmente frecuentaban las sinagogas dondequiera que andaban. En ellas gozaban de la libertad de expresión. En Nazaret, leemos que como nuestro Señor “entró y, como era Su costumbre en el Sábado, se paró para leer” - Lucas 4:16. Leemos en Hechos 13:15 como los dirigentes de la sinagoga de Antioquía extendieron una invitación a Pablo y Bernabé para exhortarles. Los apóstoles aprovecharon esta oportunidad para presentar a Cristo como el cumplimiento de las Escrituras.
Cuando entendemos la popularidad de las sinagogas --- estaban en todas partes ---, y su influencia entre los gentiles también, nos es evidente el hecho de que el Espíritu Santo las usó en la preparación del terreno para la predicación del Evangelio y el subsecuente establecimiento de las iglesias. Es interesante ver como los judíos dispersos fueron posesionados del sentido profundo de su misión al mundo. Asiduamente proclamaban al Dios verdadero entre los gentiles. Como resultado de esto, vastos números de gentiles fueron traídos a la luz de la revelación del Antiguo Testamento. Un suceso importante fue la traducción en el tercer siglo a.C., del Hebreo al Griego de las Escrituras. Esta traducción la conocemos como la Septuaginta. El Griego había llegado a ser la lengua internacional y muchos hebreos la usaban en lugar de su lengua materna. Los centros de esta propagación de la Palabra de Dios fueron establecidos en casi todos los lugares donde existían comunidades judías. Sólo en Jerusalén existían nada menos que cuatrocientas sinagogas. Por eso Santiago comentó “Desde generaciones pasadas Moisés tiene en cada ciudad los que le prediquen, y leen sus palabras cada Sábado en las sinagogas”--Hechos 15:21.
Durante el apogeo de la cultura romana y griega, el estilo de vida de los judíos era atractivo para muchos. Los griegos y los romanos eran politeístas e idólatras. Sus dioses eran sin moral y muchas de sus prácticas lo eran también. La adoración sensual de deidades lascivias encontró su expresión máxima en los grandes templos paganos que eran también centros de perversidad. Como por ejemplo, el templo de Afrodita, en Corinto, y el de Artemisa en Efeso. Las comunidades judías eran muy diferentes en contraste con los paganos que les rodeaban. Por eso muchos que se sintieron ofendidos por la confusión religiosa, volvieron a la única otra opción del paganismo, al judaísmo. Seguramente lo menos que la verdad pueda producir es una vida decente y este tipo de vida lo encontraron entre los judíos. Con ellos aprendieron que Dios es Uno y Santo y que Él requiere que la santidad sea una característica de Sus seguidores. Es cierto que esta revelación fue dada casi exclusivamente a la raza judía, pero otros podían compartirla también si entraban a la comunidad como prosélitos.
Los prosélitos eran de dos tipos: (1) los de “justicia” y (2) los “de la puerta”. Los primeros fueron obligados a someterse a los ritos de circuncisión y el bautismo. También tenían que obedecer estrictamente la ley judía y al hacerlo les fueron concedidos todos los privilegios de un judío por nacimiento--Ex.13:43-49; Num.15:14-16. El segundo grupo tenía un enlace más informal con la comunidad judía. Ellos no se circuncidaban, y probablemente no se bautizaban tampoco. No tenían que observar las leyes ceremoniales, pero adoraban con frecuencia en la sinagoga. Observaban los preceptos morales de la ley que los judíos creían que eran la responsabilidad de toda la humanidad. Algunas otras prácticas judías fueron observadas en diferentes grados, como por ejemplo, el abstenerse de comer ciertos alimentos y descansar el día sábado. En el libro de los Hechos de los apóstoles, esta gente es llamada “hombres devotos” y “los que temían a Dios”--Hechos 8:2; 10:2; 13:16,26; 17:4,17; 22:12. Probablemente el centurión que vino a ver a Jesús pidiendo la sanidad para uno de sus siervos, era uno de estos hombres “devotos” - Lucas 7:5.
Es importante notar que casi todos los creyentes en las primeras iglesias salieron de esas grandes comunidades de judíos y gentiles, es decir, de las sinagogas. Juntos tenían en su posesión aquella luz que Dios, hasta entonces, había revelado al mundo y así fueron preparados por el Espíritu para abrazar el Evangelio cuando este les fue predicado.
Ahora, vamos a tomar nota de como era la sinagoga. Si la institución de ella era de Dios, entonces es lógico pensar que su forma de ser también fue dada por la sabiduría Divina. Ya hemos visto que la multiplicación de las sinagogas por el imperio romano probablemente se debió a Esdras. En el comienzo del ministerio de este hombre, al regresar del cautiverio, se halló en compañía de otros trece hombres entre quienes él era el primero entre ellos-- Neh.8:4. Es posible que este pasaje sea la primera descripción del cuerpo de ancianos en una sinagoga. En el Nuevo Testamento estos mismos son llamados “ancianos” y “gobernadores”-Mat.16:21; Hch.13:15; Mar.5:22; Hch.4:5. Todos eran iguales, pero uno de ellos fue reconocido como el portavoz del grupo. Por, ejemplo, Jairo, cuya hija nuestro Señor le resucitó, pudo haber funcionado en esta capacidad -Mar.5:22,35,38. Parece que no había un límite del número de ellos en las congregaciones, pero en los periodos más tardíos, no establecieron sinagogas en ningún lugar sin tener primero por lo menos diez de estos hombres que podían cuidarlas. Este grupo fue responsable de escoger a alguien, de entre ellos mismos o fuera de ellos, competente para leer y exponer las Escrituras los Sábados. En Lucas 4:16-22 encontramos a nuestro Señor cumpliendo esta responsabilidad en una notable ocasión. El versículo 20 de este pasaje también menciona que el “ministro”, cuyo oficio era el de cuidar los rollos sagrados de la Escritura y también el de ser maestro en las cosas de Dios. Los ancianos de la sinagoga también formaban el sanhedrín local, que respondía al gran sanhedrín en Jerusalén. Los requisitos de estos ancianos de la sinagoga eran muy altos y tenían que ser estrictamente observados. Todos tenían que ser varones casados, mayores de treinta años de edad, instruidos en las Escrituras y mantener vidas ejemplares. Es posible que estas condiciones formaban la base de aquellas establecidas para los ancianos en la iglesia por Pablo en su carta -1ª Tim. 3:1-7.
Es obvia la importancia de la sinagoga en el establecimiento de la iglesia de Cristo. La sinagoga fue en realidad el puente entre el templo y la iglesia, en la transición del puro simbolismo del primero, a la realidad espiritual del segundo. Existen cuatro semejanzas entre la sinagoga y la iglesia que son de importancia:
1. Como en la vida de la sinagoga las Escrituras eran centrales, así también nuestro Señor, la Palabra Encarnada, es el centro de la Iglesia. “Donde dos o tres están congregados allí estoy Yo en medio de ellos” -Mat.18:20. Con estas palabras nuestro Señor estableció para siempre el principio de que Él es la cabeza de la asamblea.
2. La relación entre los hombres devotos y los judíos en la sinagoga hizo en una forma más evidente el hecho de que el propósito de Dios no fue limitado a una sola raza, sino incluye a personas de todos las razas. El templo no pudo simbolizar esto en la misma manera que la sinagoga lo hizo. La esencia de la iglesia es que Cristo mora en medio de ella como su Cabeza. La iglesia es como una nueva raza en la cual toda la barrera en el mundo ha sido derrumbada para siempre. Efe.2:13--22.
3. Las dos instituciones son gobernadas por una pluralidad de ancianos. La existencia de esta pluralidad de dirigentes es de mucho significado y es sostenida por la Escritura como la práctica común de las iglesias de la era apostólica.
4. La sinagoga fue el centro de adoración e instrucción y su vida fue un testimonio poderoso para el mundo gentil. Fue el medio de atraer a muchos no-judíos a la luz de la revelación Divina. Así también la comunión de la iglesia es básica, tanto para la edificación del pueblo de Dios y para su testimonio en el mundo. El Nuevo Testamento da un lugar de primera importancia a la asamblea en el cumplimiento de los propósitos de Dios. Es, sin duda, por esta razón que la iglesia ha sido el objeto de los ataques satánicos a través de los siglos.
Dentro de este trasfondo histórico de la sinagoga judía, encontramos los principios de la iglesia de Cristo.
En el día de Pentecostés, Jerusalén se encontraba atestada de gente de fuera. Los judíos por nacimiento y los prosélitos de todo el imperio romano vinieron a ofrecer una acción de gracias a Dios por la cosecha abundante. Lucas, en su historia de este día en Hechos 2, describe como cumplimiento según la promesa del Señor a sus discípulos, el Espíritu de Dios fue revelado, estableciendo la presencia de Cristo en medio de Su pueblo.. Al declarar que Cristo fue el cumplimiento de toda la ley y los profetas, inmediatamente 3,000 personas fueron añadidas a la iglesia. Que estos nuevos creyentes también empezaron a testificar de Cristo es evidente porque Dios siguió aumentando el número de la iglesia diariamente --- Hechos 2:47. No puede haber duda de que cuando estos regresaron a sus casas llevaban consigo el testimonio de una nueva vida en Cristo. Una persecución subsecuente a esto ayudó para diseminar el Evangelio en muchas regiones --- Hechos 8:4.
La mayor parte de lo que se conoce hoy día, en cuanto al crecimiento del cristianismo en sus primeros días, limita casi totalmente su expansión a los países que componían el imperio romano. Sin embargo algunos de los que llegaron a Jerusalén para celebrar el pentecostés, venían de lugares más allá de los límites del imperio: Partos, Medos, Elamitas y los moradores de Mesopotamia --- Hechos 2:9. Estos eran ciudadanos del Imperio Parto, más allá del río Éufrates. También tenemos la historia de la conversión de un oficial etíope quién conoció a Felipe, un diácono y evangelista. Esta gente deben haber tenido parte en la penetración del Evangelio en los países que quedaron al Este y Sur de Palestina.
Y, ¿qué de los apóstoles? Es algo sorprendente lo poco que sabemos de ellos después del pentecostés. Las vidas de Pedro, Santiago y Juan pueden saberse hasta cierto grado de la evidencia histórica. Pero de los demás casi nada se sabe de ellos, si consideramos que las leyendas católica-romanas no son la verdad. Sin embargo, no existe razón para creer que se quedaron inactivos en Jerusalén, es más probable que viajaron fuera de la ciudad predicando el Evangelio.
En la parte sudoeste de la India hay una comunidad que se conoce ahora por el nombre de Kerala. Cuando Pantaenus, el director de la escuela famosa en Alejandría, visitó esta parte de la India en 180 D. C., se sorprendió al encontrar el cristianismo ya establecido en ese lugar. La tradición cuenta que Tomás y Bartolomeo fundaron las iglesias en la región. Sean quienes hayan sido los fundadores, es evidente que el Evangelio penetró en la India por primera vez, unos pocos años después de Pentecostés.
Y, ¿qué de los que quedaron en Jerusalén? Por un lado, mantenían su asociación con la comunidad judía, mientras por el otro lado, se reunían en las casas de los miembros y celebraban el rompimiento del pan, como Cristo les había mandado hacer - Hechos 2:42,46; 4:23-24. Sin embargo, esta doble relación pronto sufrió un severo choque. La iglesia fue sacudida hasta sus fundamentos. Uno de los resultados de todo esto fue el rompimiento permanente de la iglesia con el judaísmo ortodoxo. Fue inevitable el choque. Los apóstoles insistían en predicar a Cristo, al que los judíos ya habían condenado públicamente. No obstante, no quedaron sin algunos simpatizantes. Gamaliel, un fariseo y honrado doctor de la ley levantó su voz pidiendo la moderación en cuanto a los cristianos - Hechos 5:34-40. Pero la actitud liberal de algunos no pudo evitar el acontecimiento que pronto tuvo lugar, la muerte de Esteban.
Esteban era uno de los judíos quien sabía hablar el griego. El Espíritu Santo le dio el don de enseñar y un entendimiento profundo de las implicaciones del Evangelio en cuanto a la tradición judía. - Hechos 6:10. En una de las sinagogas este predicó un sermón que conmovió el espíritu malo de los defensores de la ortodoxia judía. Lo agarraron y lo llevaron ante el sanhedrín, el cuerpo encargado de mantener el orden entre los hebreos. Pronto lo condenaron por blasfemo.
Una parte del sermón de Esteban es preservado en Hechos 7. Un punto principal del mensaje es que el sistema sacrificial judío fue destinado desde su principio a terminar y el tiempo ya había llegado para dejarlo. Con la revelación de Cristo, todo lo que el templo simbolizaba fue hecho obsoleto; el Judaísmo no podía contener a Cristo; la vida y la tradición no pueden coexistir lado a lado. Esteban señaló lo pasajero que era la tradición, y el sistema sacrificial simbolizado por lo transitorio del tabernáculo. El mantener para siempre el templo tampoco estaba en acuerdo con el propósito Divino --Hechos 7:44-50. Mientras es cierto que Dios reconoció la devoción con que el templo fue hecho, esta estructura fue, en su principio, una concepción de la mente humana, --1ª Crón.17:1. Fue el tabernáculo el que se levantó por el mandamiento directo de Dios--Ex.25:8.
Es digno de nuestra atención notar que uno de los discípulos eminentes del Dr. Gamaliel no aceptó el consejo de su maestro. Este discípulo se llamaba Saulo. La sentencia de Esteban fue del agrado de este joven --- Hechos 8:1. Saulo totalmente rechazó la doctrina de Esteban, de que en Jesús toda la ley y las ofrendas encontraron su cumplimiento. Si el evangelista tenía razón, esto querría decir que las tradiciones en las cuales Saulo había sido criado, las cuales él amaba, eran nulas. Tal vez Saulo comprendió que este nuevo movimiento no podría ser contenido dentro de los confines de la ciudad de Jerusalén. Este pensamiento le infundió un miedo y lo llenó de celos. Tal vez Saulo intuyó algo que ni los apóstoles aún entendían.
Teóricamente, es posible decir que la sinagoga podría haber llegado a ser la iglesia de Cristo. Pero en realidad esto nunca fue posible. Sin duda, como ya hemos dicho, la sinagoga estaba libre del rito sacrificial del templo, y siendo que las Escrituras eran la parte central de su vida, estaba en una posición de aceptar a Cristo sin ocasionar un revuelo en la vida de la comunidad. Pero nunca fue probable que la mayoría de los líderes de la sinagoga aceptaran el cumplimiento de las profecías. La lealtad a la tradición ortodoxa estaba tan arraigada en sus mentes, que sus raíces no podían ser fácilmente arrancadas. El Espíritu de Dios los pasó por alto, dejándoles en la dureza de sus corazones, y sembró la semilla preciosa en tierra nueva. En la historia de los Hechos vemos el principio de un patrón de eventos que se repiten miles de veces después, en la historia de la iglesia. Cuando lo que Dios ha revelado se cristaliza en forma de tradiciones, rígidamente abrazadas y propagadas puramente con la energía humana, estas llegan a ser una barrera contra la verdad. La vida del Espíritu nunca puede ser confinada dentro del cuadro de la tradición religiosa. Dios es más grande que la capacidad de la mente humana. Y la planta llamada la iglesia, crece mejor en una tierra que no contiene las piedras del limitado pensamiento humano.
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El llamamiento
al ministerio
Entre los bautistas se habla de un misterioso llamamiento al “ministerio”. En estas iglesias donde se rechaza toda idea de revelaciones directas de Dios, es curioso como hablan algunos pastores de su “llamamiento”. Se da la idea que estos saben sin ninguna duda que fueron apartados por el Señor a desempeñar este oficio como una carrera. Al hablar del llamamiento, dan la impresión de que Dios les ha impuesto una responsabilidad que tiene que ser obedecida. Curiosamente muchos de ellos recibieron el llamamiento siendo incompetentes de llenar los requisitos del oficio.
Personalmente no creo en revelaciones extra-bíblicas. Sé que Dios abre y cierra puertas oportunamente en nuestras vidas y nos impresiona con eventos y experiencias. Él nos puede causar querer el oficio. Es posible que un hombre pueda tener el deseo de ser pastor antes de ser apto para serlo. Pero tales inclinaciones hacia el puesto no pueden ser evidencias de un llamamiento, hasta que la iglesia, de la cual él es miembro, tenga la confianza de reconocerlo como uno de sus líderes.
Debemos reconocer que el pastorado no es una carrera que sirve para ganar dinero. Si uno quiere ser pastor, su deseo debe ser el de servir en su propia congregación. Pablo no ordenó un género de obispos para después mandarles a las iglesias como pastores. Nunca leemos que él sugiriera a una iglesia el nombre de un candidato para ser su pastor. Tampoco se lee de una iglesia que consiguiera un pastor de la membresía de otra iglesia. Lo que Pablo hizo fue ordenar hombres de la membresía para servir en sus propias iglesias.
Los dones del Espíritu están presentes en cada iglesia verdadera del Señor. Por esta razón no es necesario buscar fuera del cuerpo para encontrar alguien para ocupar el puesto. Cada iglesia en la cual Dios ha distribuido los dones debe reconocer a aquellos miembros que llenan los requisitos de 1ª Timoteo para guiar el rebaño.
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El Pastor
Profesional
1. EL ESPECIALISTA RELIGIOSO.
Todas las sociedades humanas han reservado un lugar muy elevado para el religioso profesional. Si estudiamos las religiones de todos los tipos y la antropología, la sociología y la sicología, vemos que la civilización siempre hace un lugar especial para el religioso.
A. CÓMO SE CALIFICA UNA PERSONA PARA ESTOS OFICIOS TAN ESPECIALES.
1. Puede haber recibido una educación especial.
2. A veces nace en una familia sacerdotal.
3. Puede haber recibido alguna bendición sacramental (ordenación).
4. A veces demuestra ciertas cualidades carismáticas.
5. Puede ser autorizado por otra persona reconocida ya como religioso de alto rango.
El religioso profesional casi siempre posee unas cualidades muy especiales que le identifican como un hombre nada común. Normalmente existe por lo menos una de estas personas en cada comunidad. Muchas veces no hay trabajo suficiente para más de uno.
B. LAS ACTIVIDADES DEL RELIGIOSO PROFESIONAL NO SON LAS MISMAS EN TODAS LAS SOCIEDADES.
1. En el catolicismo romano su trabajo esta centralizado en hacer el milagro de los sacramentos;
2. En el protestantismo tradicional, su responsabilidad es la de Interpretar la Palabra de Dios y proclamar cual sea la doctrina verdadera;
3. En el evangelicalismo, es el de conmover a sus oyentes a arrepentirse y hacer una “decisión”;
4. En el protestantismo liberal moderno, es el de ayudar a todo mundo, sean o no creyentes, a encontrar la felicidad.
Pero en todos los casos este hombre es la única persona capacitada para hacer lo que hace. La función que rinde da vida y existencia a la “iglesia”.
C. LA PRESENCIA DEL RELIGIOSO PROFESIONAL ES LA PRESENCIA MISMA DE LA IGLESIA.
Donde está el hombre que administra el sacramento, la iglesia está. Cuando no está él, la Iglesia no funciona.
D. A PESAR DE LA IMPORTANCIA DE SU SERVICIO LITÚRGICO, EL SENTIDO MÁS IMPORTANTE DE LA PRESENCIA DE ESTA PERSONA ES LA BENDICIÓN A LOS LAICOS.
1. Siempre está a la mano en las experiencias mayores de la vida de los laicos: el bautismo, el matrimonio y la muerte.
2. A él le buscan cuando hay una crisis o catástrofe, accidente, enfermedad severa, guerra etc.
3. Sea cual sea la actividad particular del clérigo, en todas él es el mediador entre la vida común de sus fieles y el reino invisible. Es, en verdad, el hombre más necesario en la sociedad.
E. LA SOCIEDAD ESTÁ DISPUESTA A PAGAR LOS GASTOS NECESARIOS PARA TENERLO PRESENTE.
Su salario es en proporción con la educación que tiene.
2. LA RELIGIÓN EN EL ANTIGUO TESTAMENTO.
El sacerdocio en Israel abarcaba casi todas las características del religioso profesional en general. Fue calificado por herencia y por iniciación; presidía las celebraciones anuales y bendecía hasta al Rey.
En pocas palabras, en Israel la función del religioso era muy ostensible, aceptada y usada, pero siempre tenía un sentido diferente de los religiosos de las demás sociedades, y no fue el centro de la fe.
3. EL VOCABULARIO USADO EN EL NUEVO TESTAMENTO PARA DESCRIBIR EL MINISTERIO.
Cuando se lee el Nuevo Testamento desde el punto de vista de un religioso profesional, el ministerio es interpretado para caber dentro de esta manera de interpretación. Normalmente cuando hablan acerca de los líderes en la asamblea, juntan algunas cosas que Pablo comentó acerca de sí mismo como apóstol, y las ligan con otras cosas como las siguientes:
1. lo que escribió a Timoteo y Tito tocante a la posición de ellos,
2. algunas cosas que escribió acerca de los obispos y diáconos, y
3. algunas cosas relatadas en los Hechos tocante a los líderes en Jerusalén y Antioquía.
4. A veces se va tan lejos que se aplican algunas cosas dichas acerca de los profetas en el Antiguo Testamento. El resultado es un estudio impresionante denominado “la posición bíblica del ministerio”.
Pero ¿qué pasa si preguntamos ¿qué dice la Biblia tocante a lo siguiente?
¿Existe un solo puesto de líder en la asamblea?
¿Es este puesto sólo para un hombre en particular?
¿Es el puesto considerado como una carrera profesional?
¿Es la ordenación lo que separa de por vida a un hombre para este oficio?
¿Es el puesto de líder la espina dorsal de la fuerza de la asamblea?
¿Es absolutamente necesario para el buen funcionamiento de la asamblea?
La contestación bíblica a cada una de estas preguntas es ¡No! No existe el concepto en el Nuevo Testamento de unos miembros con ministerios y otros sin ministerio. El pueblo (laicos) incluye a todos los ministerios. El obispo es laico como todos los demás en la iglesia.
4. EL SENTIDO DEL MINISTERIO EN EL NUEVO TESTAMENTO.
La característica del ministerio de la asamblea de Cristo que más salta a la vista es su “multiplicidad”. Quisiera hacer tres observaciones tocante a esto:
a. La diversidad de los ministerios diferentes; son muchos y son diferentes uno del otro.
b. La pluralidad: El hecho es que en la superintendencia de las congregaciones, varios hermanos fueron responsables del mismo oficio.
c. La universalidad del ministerio: que cada miembro tiene un don es dicho explícitamente en 1ª Cor 7:7; 12:7; Efe 4:7 y 1ª Ped 4:10 y está implícito en Romanos 12:3.
¿Tiene este aspecto de multiplicidad un sentido teológico? Bueno, la multiplicidad de los dones asignados por el mismo Señor quien llena todo, es un aspecto de la obra salvadora de Cristo y de Su reino desde lo alto. Las expresiones la “plenitud de Cristo” en Efesios 4:13, y “todo el cuerpo bien ajustado y trabado entre si” de 4:16 son precisamente la correcta interrelación de los ministerios mencionados en 4:11,12. Estos ministerios están de acuerdo con la unidad Divina expuesta en 4:3-6, y son un reflejo de ella. La “vocación” a la que uno es llamado en 4:4 no es la vocación de ser un religioso profesional sino es una descripción de la personalidad bien formada que cada cristiano debe poseer porque todos ejercen un ministerio múltiple. La conclusión que sacamos de todo esto es que la multiplicidad de ministerios es de un significado muy importante, porque es producto de la obra de gracia del Espíritu y es un principio que debe ser reconocido en la asamblea.
Evidencias de la existencia del ministerio múltiple quedaban por mucho tiempo en las asambleas de la edad medieval. Pero con el tiempo la entrada de personas de procedencia pagana en las congregaciones alteraba la forma original de la asamblea primitiva. Se formó una clase clerical y la expresión “laicos” tomó su definición como “los que no son del ministerio”. Con esto la función de la asamblea fue cambiada radicalmente. Por lo general este modo de dividir la asamblea en distintas clases ha perdurado en casi todas las asambleas hasta hoy.
5. EL EMPEÑO PARA RENOVAR LA FORMA PRIMITIVA DE LA ASAMBLEA.
Fue un cambio notable de la reforma protestante, el que los clérigos usaban a los laicos para ayudar en el ministerio de la iglesia. Usaban a los estadistas, los príncipes alemanes, y los magistrados suizos para implantar su reforma cuando los obispos católico romanos rehusaron hacerlo. Una de las cosas más discutidas durante ese evento histórico fue la doctrina del sacerdocio del creyente y el derecho de cada cristiano de poseer y leer las Sagradas Escrituras. Sin embargo la práctica aceptada durante la reforma fue la de reservar el ministerio de la iglesia para los que fueron educados en alguna universidad.
6. LOS HIJOS DE WELLHAUSEN.
El concepto del ministerio múltiple no ha sido muy debatido en las discusiones que las diferentes denominaciones han mantenido durante los últimos cuatro siglos. Se ha dado por supuesto que en la asamblea existe lugar para por lo menos un pastor profesional. Aunque algunos admiten que la iglesia en su principio era dirigida por una pluralidad de pastores, piensan que dentro de las epístolas se nota un desarrollo del oficio único de un solo pastor en las Iglesias que Pablo estableció. Se argumenta que algunas situaciones caóticas, como por ejemplo la de la asamblea de Corinto, dieron lugar para el cambio en el liderazgo de las asambleas. Había mucha espontaneidad, entusiasmo y creatividad, hasta confusión, con el uso de muchos dones y ministerios en Corinto. Para nosotros que hemos sido formados en iglesias muy bien organizadas, con cultos tan bien planeados que hasta se nos dice cuando debemos ponernos de pie o sentarnos, la situación en Corinto nos parece repugnante. Pero Pablo no criticó el entusiasmo de ellos, tampoco lo alabó.
En las epístolas pastorales, escritas muchos años después, la escena cambia, dicen ellos. Ahora existe un obispo escogido según cierto criterio y ejerciendo una función definida. Así con el paso del tiempo entra los dos grupos de escrituras, la iglesia apostólica tuvo un progreso hacia una etapa primitiva de catolicismo en el cual el obispo, por virtud de su oficio y actuando independientemente de la congregación, fungió como el fiador de la apostolicidad de la iglesia. Muchos quisieran aplicar este argumento, no sólo a la cuestión del ministerio, sino también a las cuestiones más amplias del orden en los cultos. Según ellos, la madurez del ministerio fue acompañada también por la madurez en la manera de hacer los servicios. Ven un cambio progresivo de la asamblea confusa y carismática a otra caracterizada por un orden prefijado. Piensan que la iglesia durante su primera etapa era como un niño que después pasó por la adolescencia y ahora ha llegado a ser Adulto.
Sin embargo, no existe nada en las epístolas pastorales que niegue la estructura de pluralidad en la asamblea, que vemos en otros lugares en el Nuevo Testamento.
10. LA CENTRALIDAD DE LA PREDICACIÓN.
Desde la reforma, “la manera correcta de predicar la Palabra”, ha sido una parte central en la definición de la iglesia y de su ministerio. Pero la definición de “la manera correcta” y también de la de “la Palabra”, no han sido siempre las mismas. Lo que necesitamos probar aquí no es si la expresión “proclamación” sea bíblica o no, ni si debe o no haber proclamación en las asambleas, sino debemos probar una cuestión mucho más restringida: ¿Es la definición de “proclamación” lo suficientemente clara para que cualquiera pueda usarla? No debemos preguntar si existe un concepto claro de lo que es el predicar, sino debemos preguntar sí ¿en el Nuevo Testamento hubo un oficio, a diferencia de los demás oficios, que sólo tuvo el privilegio de predicar ante la congregación? Es cierto que el Nuevo Testamento habla de una “kerigma” o proclamación, pero el pronombre que corresponde a este sustantivo, ‘llkeryx1’, predicador o proclamador, se usa sólo tres veces, dos como un sinónimo por “apóstol” (Mm 2:7; 2Tim 1:11) y una vez por el patriarca Nod. Muchos de los ministerios del Nuevo Testamento incluyen la comunicación verbal que se puede llamar “proclamación”, pero no se halla un puesto definido como “el de proclamar”, ni en las epístolas a los corintios ni en las pastorales.
Existían en la iglesia primitiva, y todavía existen hoy, muchos tipos de comunicación verbal. Pero el esfuerzo de reservar un grupo de expresiones, una manera de hablar, para un oficio, no ha encontrado prueba irrefutable.
11. EL CONTEXTO Y CONTENIDO DE LA PREDICACIÓN EN EL NUEVO TESTAMENTO.
Habiendo buscado en vano un ejemplo de un concepto único de predicar, que nos podría servir como el modelo para la iglesia, ahora vamos a usar la expresión “predicar” aplicándola a una variedad de ministerios verbales en el Nuevo Testamento.
Sólo podemos imaginar como eran los cultos de las iglesias primitivas. Los Apóstoles, los ancianos y los maestros, todos han de haber instruido, animado, y predicado en diferentes maneras a la congregación, pero lo hicieron sin dejarnos ni un rastro que compruebe que sólo existía una manera de hacerlo.
C. H. Dodd ha demostrado que cuando hablaban los creyentes a los no-creyentes, usaban un mensaje bien definido. Proclamaban la vida, muerte y resurrección de Jesús seguido por un llamado para creer, arrepentirse y bautizarse. Es claro que este tipo de proclamación era muy distinto de la que se hacia en la congregación de los creyentes. El predicador predicaba un mensaje definido por la clase de sus oyentes. La diferencia entre los mensajes tenía que ver el sí se daba dentro de la asamblea o fuera.
Así hemos llegado a una nueva dimensión de la definición de “proclamación”: la palabra es definida, no por el oficio del predicador, “¡no por la clase de los oyentes. Pero la reforma protestante no consideraba la palabra desde este punto de vista. Los reformadores se preocupaban en reestructurar la Iglesia romana sin destruir sus cimientos. Ellos retuvieron el bautismo infantil y la membresía por la fuerza del estado. Así en las asambleas no existía una diferencia entre creyentes y no-creyentes, porque todos eran miembros de la iglesia. Esta era la iglesia visible, aunque los verdaderos creyentes no eran tan visibles. Se decía que “la iglesia está donde la Palabra es correctamente predicada y los sacramentos debidamente administrados”. Pero esta definición de la iglesia es hecha sólo con los pastores y el sínodo en mente, sin considerar si los que oyen el sermón y participan en los sacramentos sean en verdad salvos.
12. EL MAGISTERIUM Y EL MAGISTERIO.
Jorge H. Williams ha usado el término “magisterio” para describir la reforma oficial. Según Williams esta expresión nos indica dos características de la edad medieval y la reforma que hubo en esa época de la historia. El ministerio fue controlado por el estado (el magisterio), y fue básicamente una carrera de enseñanza teológica, cuyas reglas fueron fijadas por la universidad. El estado y la iglesia trabajaban juntos para asegurar la presencia de un pastor profesional en cada parroquia. Y esta práctica ha seguido en los países protestantes hasta hoy, como si fuera el patrón bíblico.
Ningún modelo de liderazgo social ha sido más arraigado en la historia que el del religioso profesional. Ningún patrón para el ministerio ha sido menos flexible que el de poner un ministro en cada iglesia. Viendo que existe esta tradición y a la vez tomando en cuenta la diversidad de la enseñanza y práctica de los apóstoles, debemos preguntar ¿cuales son los principios tocante a esta cuestión?
Los principios, que por cierto tienen cierta flexibilidad, son los siguientes:
1. La multiplicidad en la comunicación de la Palabra;
2. La pluralidad; varias personas con la misma función;
3. Diversidad: muchos ministerios;
4. Universalidad: no hay miembro que no sea un ministro;
5. La necesidad constante de los ancianos-obispos-pastores para la función correcta de la Iglesia;
6. La necesidad de la enseñanza presentada desde más de un solo punto de vista.
Al mismo tiempo debemos buscar reformarnos continuamente, nunca quedándonos estáticos sino flexibles. Muchas iglesias se creen tan cerca a la perfección, que no oyen a un profeta que propone un cambio en su estructura. Hay que escudriñar la historia y hacer comparaciones con la Escritura.
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LA PREPARACIÓN
DE LOS PASTORES
El proceso por el cual la iglesia aumenta el número de los ancianos, tiene una relación estrecha con el método por el cual ella los prepara para el oficio. Aunque la frase “la preparación de los pastores” nunca se encuentra en el Nuevo Testamento, el concepto es bíblico. En los tiempos primitivos del cristianismo no había seminarios como hoy día. En aquel entonces, cada Iglesia era un seminario en el cual se preparaban para la propagación del evangelio y el cuidado del cuerpo de Cristo.
En el evangelicalismo moderno, se han establecido escuelas teológicas que existen como una institución independientes de las Iglesias. Normalmente se requiere de tres a cuatro años para graduarse en una de esas Instituciones. Mientras en una Iglesia se requiere de diez a veinte años para entrenar bien a un aspirante al obispado, el seminario tiene que condensar el estudio y la madurez de un joven dentro del marco de un riguroso horario. Algunos han hecho notar que Pablo mandó ordenar ancianos en las Iglesias dentro de dos años de su fundación. Pero debemos reconocer que estas Iglesias tenían en sus congregaciones un buen número de ex-judíos quienes habían sido entrenados en las Escrituras del Antiguo Testamento. Por esta razón es imposible comparar lo que Pablo hizo con lo que ahora se hace comúnmente con los graduados de un seminario.
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LA RAZÓN DE LA EXISTENCIA
DE LA IGLESIA
Las razones de la existencia de la iglesia son tres:
1. La glorificación de Dios,
2. La edificación de cada miembro,
3. La propagación y defensa del evangelio en el mundo.
Estas tres cosas forman una unidad y cada una tiene que ser guardada en equilibrio con las otras dos.
1. ¿Que es exactamente la glorificación de Dios?
Para entender esto hay que comprender la palabra “gloria”. La gloria de Dios es la totalidad de Sus atributos que son revelados al hombre (Juan 1:14; 12:41; Hech. 7:55; 2Cor,4:6).
La glorificación de Dios ocurre cuando los atributos de Dios son demostrados en nosotros, en lo que somos y en lo que hacemos. Obviamente el único que plenamente glorificó a Dios fue Jesús (Mat. 5:16; Juan 7:17; 13:31,32; 17:4,5; Rom. l:21; 1Cor.6:20; 2Cor.3:18).
La forma más exaltada de glorificar a Dios es la adoración. Por eso la adoración es la función central del cuerpo de Cristo, cuando están sus miembros en asamblea, o, cuando están separados por sus actividades cotidianas. La adoración es esencialmente una actitud de amor a Dios. Esta actitud puede expresarse en tres maneras:
1. En nuestro hablar.
2. En nuestros hechos.
3. En la disciplina.
El hablar incluye la oración en la cual expresamos a Dios nuestro agradecimiento por todo lo que ha hecho en nuestro favor. La oración también es una manera de alabar las características de Dios, que Él nos ha demostrado por medio de Su providencia, otra manera de glorificar a Dios en nuestro hablar es en el cantar salmos, himnos y canciones compuestas especialmente para expresar nuestra gratitud a Él.
Nuestro hechos glorifican a Dios cuando le obedecemos. La obediencia incluye también una actitud correcta. No se hace para evitar algún castigo. Dios es glorificado sólo cuando la obediencia brota de un corazón lleno de amor para Él. Los hechos también incluyen el servicio dirigido a otros creyentes y a incrédulos.
Cada cristiano es un discípulo. Es decir, uno que sigue cierta disciplina. Lo que nos rige es la ley escrita en nuestros corazones. Poco a poco el creyente perfecciona su manera de vivir según el criterio que aprende. Su tiempo, sus talentos y posesiones son dedicados al servicio de Dios (Rom. 6:10; 2Cor.5:15; Rom. 12:1).
II. La edificación de cada miembro.
La edificación es el crecimiento en aquel conocimiento de la verdad del evangelio, que produce la madurez del carácter del creyente (Hech. 2:42; 1Cor.14:26; Col. 1:28; 2Tim. 2:2; Heb.5:12).
Se comprueba que una persona es edificada cuando ésta demuestra santidad. La santidad se demuestra en la conformidad a la verdad expresada en la manera de vivir, exhortar a otros y en la autodisciplina (Rom. 12:17-21; 14:13-15; Col.3:16; Heb.10:24,25; 1Ped. 5:3; Mat. 18:15-20).
La edificación produce unión en la iglesia. Cristo pidió a Su Padre que nosotros estuviésemos unidos. Dios ha contestado esta oración estableciendo en la iglesia ciertos principios que logran la unión. La verdad conocida y practicada, finalmente produce amor para con los que tienen la misma mente. Cuando hay unión hay una demostración de servicio sacrificial y ayuda mutua por medio de los dones espirituales (Rom. 12:3-8; Efe. 4:7-16; 1Cor.12-14; 1Ped.4:7-11.
“LOS MINISTROS”
Todos los creyentes son ministros (creyentes-sacerdotes). Han recibido dones de Dios para edificar en amor a sus hermanos y hermanas espirituales. La palabra ‘ministro’ es una traducción de la palabra griega “diakonos” y quiere decir “siervo”. El ministerio no es un trabajo de un grupo selecto dentro del cuerpo. Las siguientes referencias demuestran que la palabra para ministro o ministerio se aplica a todos los cristianos Juan 12:26; Hech. 11:29; 1Cor.12:5; 2Cor.5:18; 8:4; 9:12,13; Efe. 4:12; Heb. 6:10; 1Ped.4:10.
La Biblia también demuestra que:
· Cada cristiano ha recibido un don espiritual (Rom.2:3-5; 1Ped.4:10; 1Cor.12:7; Efe: 7);
· Estos dones son dados a cada cual según la voluntad y decisión de Dios, y no porque sean anhelados por los creyentes (1Cor. 12:11, 18,24; Rom.12:3, 6; Heb. 2:4; 1Ped.4:10);
· Los dones tienen como propósito la edificación de los demás miembros del cuerpo (1Cor.14:12,26; Efe. 4:12,16; 1Cor.12:7,21ss).
LO QUE SE DEBE HACER EN LAS ASAMBLEAS
El Espíritu Santo dirige y motiva a los creyentes en el servicio. Así la iglesia trabaja en conjunto de una manera armoniosa y efectiva. Las asambleas deben ser caracterizadas por la participación de varios miembros según el Espíritu los mueva. La dirección del Espíritu no debe ser frenada por el liderazgo de los ancianos. (Juan. 4:24; 1Cor.14:26-33; 1Tes.5:19-22).
Las asambleas sin el control del Espíritu se degeneran y terminan en el formalismo exagerado o es la exaltación de un solo grupo de personas. Aunque el mundo aprecia mucho un servicio ordenado, ejecutado con precisión y profesionalismo, eventualmente la iglesia que así conduce sus asambleas tiene poca demostración de la presencia del Espíritu.
Los que cuidan del bienestar de la Iglesia (los ancianos- obispos- pastores) también aseguran el orden en los cultos. Estos líderes son dados a la Iglesia por Dios. El mismo ha establecido una regla general para calificar a ellos (1Tim. 3:1-13; Tito.1:5-9; 1Ped. 5:1’4).
Los diáconos no tienen las mismas responsabilidades en la Iglesia. La función de ellos es básicamente la de hacer todos los trabajos que de otro modo caerían sobre los hombros de los ancianos, Así estos últimos pueden dedicarse más libremente a los asuntos espirituales.
El número de los ancianos ha sido siempre plural desde el principio. (Hech. 14:23), Un examen de todos les pasajes donde se encuentra una referencia a los líderes de la Iglesia demostrará que una pluralidad de varones pastoreaban la grey: Hech. 11:30; 14:23; 15:2, 4, 6, 22, 23; 16:4, 20:17-28; 21:18; Efe. 4:11; Fil. 1:1; 1Tes.5:12,13a; 1Tim. 3:1,2; 4:14; 5:17-19; Tito.1:5-7; Heb.13:7, 17, 24; Stg.5: 14; 1Ped.5:1,2.
La función clave de los ancianos es la de equipar (perfeccionar, entrenar) a los creyentes para que ellos funcionen también en el cuerpo (Efe. 4:11-13). Para lograr esto ellos se ocupan en las siguientes actividades:
· La exposición de las Escrituras (la enseñanza) (1Tim. 5:17; Heb. 13:7);
· La exhortación (Tito.1:9)
· La admonición (el aconsejar) (1Tes.5:12).
· Guiar a la iglesia en hacer determinaciones en cuanto a asuntos espirituales (Hech. 16:4; 1Tim. 3:5; 5:17; Heb. 13:7, 17,24).
· Defender el rebaño contra los falsos maestros (Hech. 20:28-31).
Cristo es la cabeza de la iglesia. Como tal, él provee para la iglesia los líderes necesarios. El papel de los ancianos es preparar a los creyentes para funcionar en la vida de la iglesia. Los otros miembros, así preparados por los pastores, hacen la obra del ministerio. La meta mutua de pastores e iglesia es alcanzar la plenitud de Cristo.
III. El evangelismo
El evangelismo es la obra de comunicar al mundo toda la verdad que Cristo enseñó a la primera iglesia en Jerusalén. Es también la defensa de esta verdad. Principalmente el mensaje incluye un concepto claro de tres cosas:
· De la persona de Dios;
· De la condición espiritual del hombre;
· De la obra redentora de Cristo,
El evangelismo se logra por la predicación persistente del mensaje con amor y paciencia y también por la de nuestro carácter y manera de proceder ante el mundo.
La glorificación de Dios, la edificación de los creyentes y la evangelización del mundo son principios absolutos en la iglesia (cosas que no pueden ser cambiadas). Estos principios son expresados cuando practicamos las tradiciones establecidas por Dios en Su palabra. No es permitido hacer nada que viole uno de estos principios. Las tradiciones de la iglesia son sus actividades. Algunas son esenciales para la existencia de la Iglesia. Si no se hacen, ella deja de existir en verdad. Estas actividades son las siguientes:
· La enseñanza
· La edificación por medio de los ministerios mutuos;
· La adoración expresada al compartir los elementos de la cena del Señor, en la canción y la oración.
Estas tres actividades se hacen cuando la iglesia se encuentra en asamblea y son indispensables. Pero hay otras actividades que toman lugar sólo ocasionalmente:
· Establecer diáconos (Hech. 6:1).
· (2) Mandar apóstoles (misioneros) para el establecimiento de nuevas iglesias y recibirlos cuando regresan (Hech. 13:1-3; 14:27, 28).
· Practicar la disciplina en cuanto a un miembro rebelde (Mat. 18:15-17; Hech. 11:2ss; Gál. 2:11-14; 1Tim. 5:20).
· Recolección de fondos para las necesidades de otros cristianos. (Hech. 11:27-30; 1Cor. 16:1, 2).
El evangelismo se hace principalmente en la misma localidad donde los miembros del cuerpo viven. (Mat. 28:19; Hech. 16:5; 17:17; 19:9). Normalmente las asambleas de los santos no son usadas para evangelizar a los perdidos. Incluido en el evangelismo es el principio de ‘ir’ o salir (Mat. 28:19). Es decir, tenemos que llevar el mensaje el lugar donde se encuentran los inconversos en vez de traerlos al lugar donde nosotros estamos (la asamblea de los santos). No hay un texto bíblico que nos relate que el evangelio fue predicado a los inconversos en una reunión en la iglesia, Los nuevos creyentes fueron introducidos a la asamblea después de creer y ser bautizados.
Esto no es decir que el evangelio nunca es discutido en la asamblea. Sólo quiere decir que hay una esfera donde la evangelización toma lugar, y esa es el mundo. Las asambleas son diseñadas no para el inconverso, sino para la adoración de Dios y la edificación del que ya es creyente. En las asambleas somos motivados a salir y evangelizar a la comunidad mundana.
LOS MISIONEROS
El Espíritu puede separar del presbiterio de la iglesia a ciertos varones para que vayan a lugares lejanos con el propósito de propagar el evangelio y “plantar” nuevas iglesias. El nunca los manda por medio de una organización “para-eclesiástica” (que no sea iglesia) sino por la autoridad y ayuda de la iglesia a que pertenecen.
Una iglesia que en si no tenga ancianos que provengan del mismo cuerpo de creyentes, no es una iglesia lo suficientemente madura para emprender una obra misionera en lugares lejanos. En realidad una iglesia deficiente es todavía un campo misionero en si y no está terminada su fundación (Hech. 14:23).
Los varones que no han sido probados como líderes en sus propias iglesias, no deben ser mandados al territorio del enemigo. Ninguna escuela bíblica o seminario puede calificar a un joven para el apostolado sino sólo la iglesia.
Una iglesia que ha alcanzado la madurez suficiente para evangelizar al mundo entero es una iglesia que sabe orar y ayunar.
Todos los miembros de la iglesia deben ser convencidos de que el Espíritu Santo quiere mandar a cierto líder como misionero. Aunque un varón diga que siente un llamado para ir, esto no obliga necesariamente a la iglesia a mandarlo, hasta que el Espíritu Santo convenza a todos ellos.
El misionero es responsable ante la iglesia que le manda y ellos tienen la responsabilidad de sostenerlo. La Biblia no nombra al enviado de la iglesia “misionero”, sino usa la palabra “apóstol” para describir a la persona que cumple este ministerio.
La meta del apóstol no es establecer misiones, sino iglesias. Su trabajo no es una vocación, sino un servicio espiritual que posiblemente solo ocupará un segmento de su vida. Al lograr se meta regresará a la iglesia de donde salió, y entregará un reporte a los hermanos. Luego esperará indicaciones del Señor tocante a lo que deba hacer con el resto de su vida. Estas indicaciones las hará saber el Espíritu en la iglesia.
Los apóstoles que han logrado establecer iglesias, tienen la obligación de orar por ellas, dirigirles consejos y animarles, visitándoles cuando sea posible o necesario. Siempre debe recordar que fue el Señor quien los salvó y unió, y no el misionero. Este es sólo un siervo que fue usado para confirmar a los creyentes y no puede anular la autonomía de que cada asamblea goza.
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Ekklesia: La Iglesia: Estudios sobre la iglesia y temas relacionadas
EL SENTIDO BÁSICO DE “ANCIANO”
EN EL NUEVO TESTAMENTO
Siendo que es Dios el mismo quien estableció Su iglesia en la tierra, para hacer notorio su gran Nombre, todos los creyentes debemos ser celosos en guardar la pureza y la prosperidad del cuerpo de Cristo. Cuando encontramos una mancha en ella, debemos ser prestos en limpiarla.
Desgraciadamente cuando un observador sincero le demuestra al cristiano común y corriente una mancha, este empieza a defenderla diciendo que no es una falla, sino tradición establecida desde hace siglos, y por eso le guarda mucho amor.
Una de las barreras más difíciles de derribar, es la de que al limpiar la iglesia de unos pecados en particular, encontramos que algunos grandes cristianos del pasado los practicaban. Cuando queremos alinear nuestra doctrina más a la de las Escrituras, vemos que unos teólogos de renombre defienden ciertos errores. A veces los mismos compañeros del camino causan más daño a la propagación del evangelio, que los que se oponen abiertamente a él. A veces me maravilla ver como algunos hombres tan piadosos y brillantes pueden oponerse a ciertas doctrinas tan bíblicas. Pero también tengo el miedo de que las generaciones venideras vean en mi la misma actitud. Sin duda ninguna iglesia ha llegado a la perfección y es necesario que el Espíritu Santo continúe iluminándonos. Pero si no somos tan necios como para pensar que nuestro partido tenga toda la verdad, entonces no estaremos tan contentos con la iglesia así como está.
Cuando tratamos el tema del ministerio del evangelio, debemos recordar que Dios no hace acepción de personas. En el gran Día del Señor, la posición de ningún hombre será más alta porque se encontrará incluida en la clase exclusiva de los “pastores”. La vocación más alta que un cristiano puede desempeñar es la que Dios le haya señalado, sea la de ser carpintero, doctor, ganadero o agricultor. Lo que a Dios le agrada es la obediencia, no en el nivel social o eclesiástico, o ningún otro “sacrificio” (1Sam.15:22). Si Dios quiere que un hombre sea testimonio para Él, y a la vez un empleado, entonces, tal ocupación es un ministerio del evangelio tanto como es el de un pastor de tiempo completo. La obediencia es el cenit para el llamamiento cristiano y hace que todos los trabajos tengan una posición de igualdad ante Dios, y el ministerio del evangelio no es una excepción a esto.
Sin embargo, hay un sentido en el cuál el ministerio de la Palabra es especial. En Hechos 6:2, vemos que los apóstoles vieron que su ocupación por la oración y la Palabra era más importante que la de servir las mesas. Aunque un albañil se dedique a trabajar y hacer casas para la gloria de Dios, su trabajo perecerá con el tiempo. Pero el trabajo del pastor tiene una duración eterna. Los materiales con que trabaja el albañil se deshacen y vuelven a la tierra como polvo, pero las personas con quienes el pastor trabaja se levantarán de la muerte con cuerpo y alma y entregarán cuentas al Creador. Así el carácter de la obra del evangelio tiene cierta santidad que debe causar temor a cualquiera que pretenda meterse en ella. Las Escrituras describen la superintendencia de la iglesia con palabras gloriosas y la califica con los requisitos más restringidos. Da inquietud ver con que facilidad los graduados de las escuelas bíblicas y de los seminarios encuentran iglesias que los acepten. Muy pocos de ellos en verdad llenan los requisitos que Dios ha establecido para los líderes de Su cuerpo.
Cuando una Iglesia confiere el título de Anciano a un hombre de escasos 23 años de edad, ciertas preguntas demanda nuestra consideración: ¿Es el título bíblico distorsionado por la edad del joven? ¿Tienen las Escrituras un requisito en cuento a la edad de sus líderes? Si no dicen nada en referencia a esto, ¿Cómo debemos entender el significado del título?
EL CONCEPTO BÍBLICO DEL ANCIANO
Obviamente nuestro Padre soberano señala que es imposible describir a los líderes de la iglesia con un solo título. Él les describe en tres maneras, pero desgraciadamente sólo una de estas es usada popularmente entre los evangélicos. La verdad es que existe un malentendido tocante a los títulos bíblicos.
Los tres títulos son:
(1) “pomeen”--pastor;
(2) “espiscopos”--obispo, supervisor, sobreveedor;
(3) “presbíteros”--anciano, presbítero.
Dos de estos títulos, “obispo” y “anciano” se usan en el Nuevo Testamento para hablar del oficio de los apóstoles también, pero normalmente son usados para hablar de otros líderes de la iglesia.
Por alguna razón sólo que de estos títulos se usa popularmente, es el de “pastor”. Desgraciadamente el uso de un sólo título ha obscurecido el sentido del oficio. Curiosamente un estudio de la palabra “pastor” en el Nuevo Testamento revela que es usada sólo una vez para hablar explícitamente del oficio. La palabra “obispo” es usada cinco veces y “anciano” trece. Dios el Espíritu Santo no sólo tuvo el propósito en seleccionar estos títulos, sino también en la frecuencia de su uso.
Pienso que es importante ver que la repetición de una expresión refleja la actitud del que habla. La actitud predominante de la Biblia hacia los hombres que cuidan la iglesia es que ellos son “ancianos”. El uso de la palabra en el Nuevo Testamento tiene sus raíces en el Antiguo. Los Hebreos estaban acostumbrados a reconocer a hombres de edad como personas quienes tenían la madurez necesaria para guiar la nación, La palabra literalmente quiere decir “un hombre de edad avanzada” y con barba. Podríamos dar muchos ejemplos de como el título en el Antiguo Testamento sirvió como un título oficial (2Crón.1:2).
En el Nuevo Testamento la palabra tiene por lo menos cuatro usos además del título de un oficio es la iglesia:
(1) edad física--- Hechos 2:17;
(2) los antiguos- Heb.11:2;
(3) oficiales judíos--Mat.16:24;
(4) el concilio celestial--Ápoc.4:0
Nuestro esfuerzo para entender la palabra está relacionado a la manera en que interpretamos las Escrituras. Se necesita una razón muy poderosa para aplicar a la palabra un sentido fuera de lo común. Presbíteros, (“anciano”) quieren decir “hombre de edad”, y es difícil aplicarla a un joven, porque al hacerlo alteramos el sentido natural de la palabra.
Seguramente el concepto de “edad” no es el mismo para todos nosotros. Para el hombre de veinte años, otro de treinta y cinco es “mas viejo”. Y para el de treinta y cinco, uno de cincuenta es “anciano”. Así vemos, que no podemos dejar que nuestro concepto personal determine el sentido de la palabra. ¿Que, significaba, entonces la palabra para los cristianos primitivos?
Cuando leemos Hechos 2:17 --vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños-formamos en nuestras mentes una idea acerca de estas personas que corresponde a la descripción de ellas. La palabra griega “neaniskoi”, (“jóvenes”, según el Léxico de Arndt y Gingrich), se refiere a los de 24 hasta 40 años de edad.
Así vemos que la palabra abarca muchos años en la vida de un hombre. Para algunos de nosotros, tal vez: 24 años es una edad joven, pero 40 es ya una edad de mucha más madurez: Lo que estoy tratando de decir es esto: nuestro entendimiento de la palabra puede variar. En verdad el limite de las etapas de la vida de un hombre pueden oscurecerse cuando este pasa de una a otra.
Guardando todo esto en mente vamos a ver el sentido de 1Ped. 5:1-5 “--Ruego a los ancianos que estén entre vosotros, yo anciano también.... pastoread la grey de Dios entre vosotros ... igualmente, los más jóvenes, estad sujetos a los más ancianos; y todos sumisos unos a otros... Aquí vemos un contraste de grupos. Pedro usó la palabra “Ancianos” para referirse a los líderes en la iglesia, Les exhorta a “pastorear” el rebaño. Luego habla a los demás de la congregación y les llama “los jóvenes”. Obviamente el apóstol hace una distinción entre el grupo de líderes y los otros miembros. Los pastores son “ancianos”, los miembros comunes, jóvenes. Así vemos que la edad es en factor importante en la selección de un hombre para este oficio. Desgraciadamente muchas iglesias no han podido ver la importancia del título de “anciano”. Muchos pastores son demasiado jóvenes, recién graduados de los seminarios. Algunos tienen poca experiencia en la vida, siendo recién casados. Pocos pueden hablar con sabiduría tocante a los problemas en la familia. Frecuentemente algunos me citan el texto de 1Tim. 4:12, para comprobar que Pablo permitía la ordenación de hombres jóvenes al puesto de anciano en las iglesias. La primera cosa que debemos tener en mente es la necesidad de ver lo extraordinario del caso de Timoteo. Además, según el léxico, Timoteo puede haber tenido hasta cuarenta años de edad. La “juventud” es un término general y no preciso, y es posible atribuirle una idea equivocada. No es posible pensar que Pablo trate de defender la falta de madurez de un muchacho.
Vamos a suponer que las Escrituras demandan que cada pastor tenga por lo menos cincuenta y cinco años de edad. Si así fiera el caso, entonces la mayoría de los pastores tendría como sesenta y tantos años. Ahora bien, si Pablo fuera a hablar a un pastor de cincuenta y cinco años, no sería imposible llamarle “joven”, porque la mayoría de los demás pastores serían más viejos que él. Esto sólo es en ejemplo, pero nos sirve para demostrar que 1Tim. 4:12, sólo comprueba que dentro de los pastores hay quienes son “jóvenes” en cooperación con los demás.
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Ekklesia: La Iglesia: Estudios sobre la iglesia y temas relacionadas
Cuando la Iglesia era joven.....
....No Tenía Denominaciones
Esta es otra de las diferencias más grandes que existen entre la iglesia primitiva y la moderna. Identificamos la Iglesia por cierta denominación como si esto fuera una cosa natural. Comúnmente preguntamos a otra persona lo siguiente: ¿A cual iglesia pertenece? Y lo que queremos preguntar es a cuál denominación pertenece. Pero en el Nuevo Testamento la palabra Iglesia no conocía tales divisiones. Nunca se usaba la palabra para hablar de diferentes grupos de cristianos en la misma ciudad que estaban opuestos unos a los otros, por razones de diferencias doctrinales. En ninguna de las ciudades había más que una iglesia cristiana.
Al describir la Iglesia primitiva, Lucas usa frecuentemente la expresión “todos estos estaban de común acuerdo”--- Hechos 1:14; 2:46; 4:24; 5:12; 15:25. La unanimidad de los seguidores de Cristo es una característica que Lucas veía como importante y por eso lo incluye en sus escritos. Y los líderes de las iglesias trabajaban para mantener esta realidad, aunque en verdad sea una cosa difícil de conservar.
Es cierto que la paz no duró mucho, porque pronto se levantaron diferentes ideas opuestas dentro del círculo de los discípulos. Las primeras Iglesias que mantenían la paz, no lo lograron porque reconocían todos una misma doctrina bien definida. Más bien había otra cosa que los ligaba, aunque no podían ponerse de acuerdo en cuanto a todas sus doctrinas. Es curioso notar que la iglesia nueva luchó por mantener la unidad, mientras la Iglesia moderna batalla por mantener los principios divisorios.
Una diferencia de opinión se presentó en aquellos días de tal magnitud, que lo podemos ahora comparar con cualquier disputa sobre doctrina que nosotros experimentamos. La diferencia entre los dos sucesos se halla más bien en la estatura de los hombres en cada evento. El Concilio de Jerusalén, como lo nombramos, descrito en Hechos 15 es de suma importancia y lleno de significado. Esta era una situación que fácilmente podría haber producido una nueva denominación. Este peligro lo reconocían los líderes de la Iglesia y tomaron las medidas necesarias para evitar la división . Si las decisiones que tomaron nos parecen a nosotros como faltas de una lógica consistente, de todos modos reconocemos que logran preservar la unidad de la Iglesia.
A lo largo de la historia de la Iglesia, es posible notar ciertas tendencias --lo liberal y lo conservador, lo tolerante y lo estricto--- y demasiadas veces el temperamento y el espíritu de los líderes rivales han sido tales, que no fue posible llegar a un común acuerdo, en cuanto a las cuestiones de doctrina y práctica.
La iglesia en Corinto revela otra influencia que funciona para causar división. Ciertas partes de la membresía enfatizaron su lealtad a un reconocido líder entre ellos. Algunos estaban de parte de Pablo, otros de Apolos y otros de Cefas, mientras unos con una cara muy hipócrita decían que sólo eran de Cristo --1Cor.1:12. El uso de nombres de ciertas personas para identificar las iglesias modernas es un fenómeno: Los luteranos, los Wesleyanos, los Mennonitas, los Campbelistas etc. Que tan fácil es identificar cierta doctrina con un famoso predicador, como por ejemplo, El Arminianismo, el Calvinismo etc. Es también notable ver que la iglesia primitiva, a pesar de los desacuerdos que existían entre los líderes, usaban sus relaciones personales para unir la iglesia en vez de dividirla.
También existía otra posibilidad de causar la división, en cuanto a su organización. Así como la obra aumentó y el número de los creyentes se multiplicaba, ¿sobre qué bases organizarían la vida común de la iglesia? ¿Funcionará más efectivamente en esta forma o en esta otra?
En los primeros días, prácticamente todos los que entraban a la comunión del cuerpo de Cristo, habían antes asistido a alguna sinagoga. más adelante cuando entraron convertidos de entre los gentiles, estos últimos no habían experimentado la vida de la sinagoga. Pero no les faltó la experiencia de conocer a Cristo y sabían lo que era tener compañerismo con los creyentes judíos.
Con gente proveniente de diversas culturas, ¿cómo iban a organizar su vida común? Seguramente era posible encontrar en cada sociedad algo bueno. Pero a pesar de esto, no había una razón válida en contra de la idea de que cada asamblea debía organizarse según un mismo sistema., Las iglesias donde había una mayoría de gentiles no eran tan diferentes de la iglesia de Judea.
En la iglesia primitiva no faltaba razón para causar división. Eran muchas las posibilidades para hacerlo. Pero de algún modo la iglesia joven pudo mantener la unidad a pesar de las tendencias en su contra. Y, ¿cómo logró la unidad del espíritu? ¿Cómo fue posible evitar la división a pesar de que ella tenía varios líderes con distintas personalidades y opiniones?
El gran fundador de iglesias, Pablo, introdujo la idea de que la iglesia es como un Cuerpo humano. Su argumento era que él era una sola unidad aunque esté formado de muchos miembros. Las diferencias entre estos miembros se manifiesta en posición y función. Pero aun con la manifestación de una pluralidad, de dones en el cuerpo, los miembros no obran uno contra del otro, sino, que están mutuamente ligados y funcionan en armonía. Los dones en realidad contribuyen a resolver los problemas que se presentasen. La iglesia tiene una variedad de poderes que emplear. Si un miembro tiene una necesidad, los otros se dan cuenta de ello y se preocupan mutuamente en el bienestar del miembro --1Cor.12.
Esta enseñanza es seguida por la del capítulo 13 donde Pablo dice que lo que la iglesia en verdad necesita es entender y practicar el amor. Este amor es paciente, benigno, No es envidioso o jactancioso. No demuestra orgullo y su comportamiento no es grosero. No busca su propia utilidad, no se deja llevar de la ira fácilmente. Además no guarda rencor. Cuando se practica el amor, la iglesia no se goza de la maldad sino que se complace en la verdad. Siempre tiende a excusar, a pensar bien, a seguir esperando y soportando todo.
Esta es la enseñanza que produjo la unidad en la iglesia cuando ella era todavía joven. Y es la misma enseñanza que puede sanar los problemas en la iglesia moderna. Cuando nos damos cuenta de ello, entonces podemos llevar en verdad el nombre de nuestra Cabeza, Cristo.
Cuando la iglesia era joven, no experimentó el establecimiento de denominaciones. Pero cuando creció la idea de la unidad fue dejada. Las divisiones y desacuerdos causaron el establecimiento de infinidad de denominaciones. Y cada denominación fue establecida porque alguien pensó que era necesario para seguir la verdad. Ahora estamos rodeados por sectas y partidos diferentes dentro de las mismas. La iglesia ya no tolera diferencias de opinión y no conoce la paciencia. Su afán de defender la verdad le ha cambiado su personalidad. Cuando ve a personas de diferente opinión, hace burla de ellas y siente orgullo de su propia manera de andar, especialmente, cuando ve que sus oponentes caen en pecado. Pero la verdad es que el amor no es codicioso no se regocija en la injusticia. El amor nos puede ayudar a soportar las fallas de otros. Está lleno de confianza y esperanza. De todas las características que un cristiano debe tener, el más excelente es el amor.
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Ekklesia: La Iglesia: Estudios sobre la iglesia y temas relacionadas
Cuando la Iglesia era joven...
...No Tenía Edificios
El que la iglesia no tuviera edificios es una de las diferencias más notables entre la iglesia primitiva y la de hoy. En la mente de la gente moderna, la palabra “iglesia” le hace pensar en un edificio cuyo uso es para fines religiosos nada más. Pero debemos reconocer desde el principio, que la iglesia primitiva no tenía ninguna casa propia y, a pesar de esto, cumplía su obra sin levantar ninguna construcción. Este es un dato significativo que nos enseña el carácter verdadero de la Iglesia.
En los primeros años de su historia, el templo judío en Jerusalén fue el centro de sus asambleas. Pero las autoridades pronto se volvieron en contra de la iglesia, y negaron el uso del mismo para la predicación del evangelio. En una manera similar, cuando el movimiento creció más allá de Palestina, fue generalmente en las sinagogas donde los apóstoles empezaron su misión -Hch.13:5,14,43; 17:1,2,10,17; 18:4,26; 19:8. Nada podría haber sido más oportuno o más providencial, que esta puerta abierta que los apóstoles encontraron en las comunidades judías.
Pero cuando estas puertas fueron cerradas, y esto ocurrió casi luego después de haber predicado, ¿qué evento sucedió? Los apóstoles ni pensaban en erigir un tipo de edificio cristiano. No podemos encontrar ninguna evidencia que tales construcciones existieran durante los tiempos del Nuevo Testamento ni por mucho tiempo después. En Santiago 2:2 hay una referencia a una sinagoga. Pero esta palabra debe entenderse como una asamblea nada más. No había nada semejante a un edificio cristiano hasta el tercer siglo. Durante todo este tiempo la iglesia cumplió su misión sin propiedades y sin el cargo de responsabilidades que tales cosas siempre implican.
Y en esto encontramos mucha sabiduría. La esperanza del pronto retorno del Señor, naturalmente convencería a todos, que tales gastos serían innecesarios. Es cierto que esta esperanza se desvaneció poco a poco con el paso de los años pero aún así la Iglesia todavía ni pensaba en construir un edificio.
Lo que si continuaba era la persecución. En el transcurso de estas experiencias, la propiedad de la iglesia, si es que la hubiera tenido, hubiera sido confiscada. Propiedades y edificios hubieran sido más vulnerables a los ataques que a los cristianos mismos. Y aquí encontramos la sabiduría, los esfuerzos y recursos de ellos se gastaban en tesoros que nunca pueden ser quitados ni se corroen.
En el Nuevo Testamento encontramos abundante evidencia de esto. La referencia al templo en Hechos 2:46 es seguida por el partimiento del pan en las casas. Y esto se repite en la última parte del capítulo 5, donde nos dice que cada día en el templo y en las casas no cesaron de enseñar y predicar a Jesús el Cristo. Seguramente no todas las casas de los miembros eran lugares convenientes para una reunión, pero los que si tenían salas lo suficientemente grandes para una asamblea, voluntariamente las ofrecían para el uso de la iglesia. Así la vida y el compañerismo de la comunidad cristiana fueron identificados con las casas de los miembros. Entre aquellos que abrían sus puertas a la iglesia fue María la madre de Juan Marcos. Cuando Pedro fue librado de la prisión a altas horas de la noche, él fue directo a esta casa por deducción y halló allí a muchos hermanos unidos en oración 12:12. También leemos en otro lugar de que el matrimonio de Aquila y Priscila tenían una iglesia en su propia casa -Rom.16:5; 1Cor.16:19. Vea también casos semejantes en las casas de Ninfas, Col.4:15, y Filemón, v.2.
En Corinto, después de dejar la sinagoga, Pablo continuaba su obra en la casa de Ticio Justo, un hombre que adoraba a Dios y su casa estaba junto a la sinagoga -- Hechos 18:7.
Así vemos que estas referencias indican una práctica de los cristianos en general, de reunirse en sus hogares. Los cultos de adoración, así como la celebración de la santa cena, se hacía en un ambiente informal y cómodo.
En ocasiones, para el propósito de evangelizar, los apóstoles rentaban un salón. En Efeso, después del rompimiento de relaciones con los líderes de la sinagoga, Pablo enseñaba en el aula escolar de Tirano --- Hechos 19:9. Aparentemente esta aula o fue rentada o prestada a Pablo. Parece que nunca se lo ocurrió a Pablo empezar un fondo para la construcción de un lugar propio para la iglesia, un centro identificado con la morada de Dios. El fondo que si estableció, tenía otro propósito, la ayuda de los cristianos pobres y necesitados en Jerusalén 1Cor.16:1-3; 2Cor.8:1-4; 9:1-2; Gál. 2:10; Hch.24:17. El sostén de los que fueron apartados para la obra también llegó a ser un propósito el de ofrendar en las Iglesias --1Cor. 9. 1Tes.2:9; 2Tes.3:8,9.
Entonces vemos mucha razón para dar de nuestra abundancia a la iglesia. Pero donde ahora diferenciamos de los cristianos primitivos, es en los propósitos de la tesorería de la iglesia. Hoy día el edificio toma la preferencia y las necesidades de los miembros del cuerpo toman el segundo lugar. Cuando la iglesia era joven ella se preocupaba por la filantropía. Para ella el cuidado de los santos fue de primera necesidad, el sostén de los pastores segunda, y el costo de rentar un aula sólo ocasionalmente fue incluido en tercer lugar.
Los cristianos primitivos no sabían nada de comités dedicados a la construcción de un templo. No hacían banquetes ni vendían cosas en las calles para liquidar sus deudas a los albañiles. Sus energías se usaban para fines totalmente espirituales.
Pero para nosotros los modernos, nuestras propiedades muchas veces nos causan problemas. Para evangelizar una colonia, primero levantamos una capilla muy bonita para atraer a la gente, y toda la obra es relacionada a este lugar. Y aunque la colonia que rodea el templo cambia con el transcurso de los años, hasta en algunos casos las casas son reemplazadas por fábricas o tiendas, pero la iglesia está encadenada al viejo edificio porque no sabe como funcionar como iglesia en las salas de sus casas.
Pero para los primeros cristianos esto nunca fue un problema para ellos. Tristemente vemos que los creyentes modernos encuentran casi imposible funcionar como iglesia sin un edificio. Hemos cambiado al edificio en Iglesia y así lo nombramos.
Pero ¿estamos en la razón? La evangelización del pueblo y el edificio son la misma cosa para nosotros los cristianos modernos. Algunos misioneros no saben como empezar una obra sin primero rentar un salón. Pero ¿es necesario un edificio para alcanzar a los hombres para Cristo?
El propósito al cual nos dedicamos no debe ser el de llenar un auditorio, sino el de ganar a otros a una nueva vida con Cristo como su Salvador y Señor. El testimonio de tal transformación debe ser visto por el público inconverso en el transcurso de la vida cotidiana. Ahora encontramos que la población es más variable que en los tiempos antiguos. El hogar ahora no tiene que estar situado cerca del centro de la ciudad para conseguir todo lo necesario para vivir. Hay la tendencia de ampliar las colonias hasta fuera del límite del pueblo. En algunos casos las casas están separadas unas de las otras y rodeadas por jardines. Antes las poblaciones se concentraban dentro de ciertos límites, pero ahora la humanidad está por todos lados.
Esta expansión aumenta el problema. Antes los edificios, que llamamos Iglesias, estaban en el centro del pueblo y todos acudían a ellos. Pero ahora ¿dónde ponemos nuestro templo, siendo que no hay un centro obvio en las comunidades? ¿Cómo hubieran procedido los discípulos primitivos en nuestros tiempos? Debemos reformar nuestra manera de pensar. Las iglesias del Nuevo Testamento nos sirven como ejemplos simplemente porque ellos no tenían la misma idea de evangelizar que nosotros ahora tenemos. Ellos fueron al hombre donde este se encontraba, en su casa o negocio. Allá lo convirtieron, y después lo llevaban a la asamblea de los santos. Pero nosotros ahora tenemos la idea de que el hombre debe ser traído a un templo para que allí el pastor le predique y lo convierta.
Pero existe una relación más importante entre los edificios y la propagación del cristianismo. Siendo que la iglesia joven no tenía edificios, ella evitaba el peligro de elevar lo material por encima de lo espiritual. Ahora encontramos que le damos una importancia exagerada al edificio. Además nuestros cultos han cambiado. Nuestros salones son en su mayoría considerados como “santuarios” y el culto en vez de ser personal es un programa rígidamente organizado.
Pero escuchen al Señor: “la hora viene cuando ni en esta montaña, ni en Jerusalén, adoraran al Padre... la hora viene y ya ha llegado, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad.” - Juan 4:19-24. Con estas palabras Cristo nos enseña cual es el concepto correcto de un culto. El lugar no tiene importancia. Que sea aquí o allá no tiene valor. No es la habitación material la que necesitamos sino la vida, el Espíritu que llevamos dentro.
Jesús dijo también “¿Ven ustedes estos edificios grandes? No quedará ni una piedra sobre otra” -- Marcos 13:1. La piedra algún día se quemará, pero las almas vivirán para siempre. Nuestra primera preocupación deberá ser con las cosas eternas y no las cosas terrenales que algún día nos serán quitadas. Este edificio puede algún día ser demolido. Y ¿qué pasará con la iglesia? Ella está construida de material humano que el Señor, el arquitecto supremo, renueva cada día para que sea más conformada a Su propia semejanza. La adoración verdadera no se hace sólo en ciertas horas o en lugares consagrados, sino consiste en el abrir de la mente y el corazón a Dios.
Cuando la iglesia era muy joven, ella no tenía ningún otro edificio sino aquel que no es hecho con manos de hombres.
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Cuando la Iglesia era joven...
...no tenía un día de reposo
en el mundo gentil.
Este artículo no habla de la situación en que se encontraba la Iglesia de Dios en Jerusalén, sino a las Iglesias ubicadas en los territorios de los gentiles. En estos últimos, cuando la Iglesia era joven ella no tenía la ventaja de tener un día oficial reconocido por el gobierno como un día de reposo. Nosotros que vivimos en un país donde de una forma u otra el cristianismo es practicado, casi nunca pensamos en la bendición que nos ha sido tener un día libre para tener nuestras asambleas.
Para un cristiano, nacido en un país cristiano, una de sus primeras experiencias es el de observar un día de la semana como un día especial religioso. Un día que se distingue de los demás porque casi todas las tiendas se cierran y casi todos los trabajadores descansan. La religión y el domingo nos están, por hábito, ligados. El dejar de observar el domingo en forma religiosa es considerada como una señal de la falta de entrega por parte del cristiano. Nos es difícil pensar que una persona así sea un buen cristiano. Pero si queremos en verdad tener una perspectiva correcta de la vida de la Iglesia primitiva en una ciudad gentil, entonces tenemos que considerar algunos datos.
El sistema de tiempo el de dividir los días del mes en semanas de siete, era conocido y observado en las sociedades griegas y romanas durante la era cristiana. Pero ninguno de los siete días era observado como un día especial. Ninguno era un día religioso y ninguno fue considerado como un día de reposo tampoco. Los días festivos caían en ciertas fechas del mes. Así la gente descansaba, no en un mismo día de la semana, sino en unos días especiales durante el mes, reconocidos como los días de festejar a algún dios pagano.
Por el otro lado, los inmigrantes judíos mantenían su costumbre de descansar durante el séptimo día, de cada semana. Esta costumbre los distinguía del resto de la sociedad. Ellos usaban este día para asistir a las asambleas en alguna sinagoga. Los apóstoles cristianos se aprovecharon de esto, yéndose a las sinagogas para predicar su mensaje a los judíos (Hechos 13:14,42,44; 17:2; 18:4; 16:13).
Aunque los apóstoles usaban ésta oportunidad para la propagación del evangelio, ellos no incluían la observación del séptimo día como parte de su mensaje a los gentiles. Después de dejar Pablo a las Iglesias de Galacia, ellos empezaron a observar ciertos días, meses, estaciones y años. Para el apóstol esto significaba un decaimiento espiritual. Les preguntó como era posible volverse a las costumbres que habían dejado y ponerse bajo un yugo (Gál. 4:9ss).
Por el otro lado, la división de la semana en siete días fue aceptado como una cosa normal por todos (1Cor.16:2). También vemos que es evidente que el primer día tenía un significado especial (Hechos 20:7). Pero el primer día de la semana no fue observado como un día de descanso ni por los cristianos, ni por sus vecinos paganos. Las actividades comerciales seguían como en cualquier otro día. Si en algún domingo se dejaba de trabajar era porque ese día caía en una fecha del mes en el que practicaban una fiesta dedicada a un dios pagano. En el primer día de cada semana los cristianos trabajaban y también encontraban tiempo para reunirse para partir el pan y orar juntos. Ni tampoco consideraron que un día de reposo era parte de su mensaje. A pesar de esto las Iglesias cristianas eran muy activas y crecían en una época de la historia cuando no gozaban de un día de reposo como nosotros los cristianos modernos.
Después del año 321 d. Esta posición fue alterada. Después de su conversión, Constantino decretó un cese general de las labores en todos los pueblos bajo su control, durante “el venerable día del sol”. Nosotros los evangélicos modernos somos herederos de dos distintas líneas de tradición. Una pone mucha importancia en guardar un día y la otra contradice esta práctica. Primero, somos influenciados por los puritanos Ingleses. Ellos se destacaban por guardar el día domingo en una manera muy rígida. A diferencia de los reformadores que vivieron antes, los puritanos llamaban al domingo “el Sábado Cristiano” y “el día del Señor”. Este último nombre fue tomado del primer capítulo de Apocalipsis. Ellos querían hacer una ley de que todos los ciudadanos, cristianos o no, observaran este día.
En el año 1595 Nicolás Bownd escribió un libro llamado “La Verdadera Doctrina del Día de Reposo”. En su obra este autor traspasa al domingo todas las leyes y reglas que observaban los Israelitas en el séptimo día. Bownd demandó que el gobierno Inglés obligara a los ciudadanos a observar el día bajo estas condiciones. Durante el siguiente siglo más de cien libros fueron escritos con la misma actitud de Bownd. Esta posición tan fanática gradualmente disminuyó al terminarse la era puritana.
La segunda tradición nos viene de tiempos más recientes. En realidad duró tan poco tiempo que no debemos considerarla como una tradición. Surgió de un interés moderno en la vida y las enseñanzas de Cristo. Casi toda referencia por Cristo al día de reposo incluye una crítica a la manera de observarlo por la gente de aquellos días. Una de las acusaciones en contra de Cristo hechas por los incrédulos era que Él pecaba contra el día. Quisiera llamarles la atención al hecho de que sería imposible tener esta reputación, cuando uno observa el día tal y como los puritanos quieren hacernos creer que Cristo así lo observaba. Al contrario, Jesús exaltó la vida espiritual o interior, y minimizó la física y externa. Es difícil entonces atribuir a un día más santidad que a otro. Los cristianos que provienen de países paganos encuentran difícil entender como el cristianismo puede ser tan atado a la tradición sabática.
Algunos guardan el domingo como un día de descanso porque piensan que el hombre necesita por lo menos un día de cada siete para reponer sus fuerzas físicas. Pero en cuanto a los aspectos religiosos del día, el cristiano no puede imponer una ley sobre la conciencia de otros. El “profanar el sábado” no tiene un lugar en la lista de pecados que un cristiano puede cometer. Pertenece más bien a la lista judía, la cual ha sido nulificada por la obra de Cristo y ahora es obsoleta.
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EL CULTO CRISTIANO
EN EL TERCER SIGLO
(Tomado del libro: La Marcha del Cristianismo, de Juan C. Varetto.)
En pocas palabras, en Israel la función del religioso era muy ostensible, aceptada y usada, pero siempre tenía un sentido diferente de los religiosos de las demás sociedades, y no fue el centro de la fe.
3. EL VOCABULARIO USADO EN EL NUEVO TESTAMENTO PARA DESCRIBIR EL MINISTERIO.
Cuando se lee el Nuevo Testamento desde el punto de vista de un religioso profesional, el ministerio es interpretado para caber dentro de esta manera de interpretación. Normalmente cuando hablan acerca de los líderes en la asamblea, juntan algunas cosas que Pablo comentó acerca de sí mismo como apóstol, y las ligan con otras cosas como las siguientes:
1. lo que escribió a Timoteo y Tito tocante a la posición de ellos,
2. algunas cosas que escribió acerca de los obispos y diáconos, y
3. algunas cosas relatadas en los Hechos tocante a los líderes en Jerusalén y Antioquía.
4. A veces se va tan lejos que se aplican algunas cosas dichas acerca de los profetas en el Antiguo Testamento. El resultado es un estudio impresionante denominado “la posición bíblica del ministerio”.
Pero ¿qué pasa si preguntamos ¿qué dice la Biblia tocante a lo siguiente?
¿Existe un solo puesto de líder en la asamblea?
¿Es este puesto sólo para un hombre en particular?
¿Es el puesto considerado como una carrera profesional?
¿Es la ordenación lo que separa de por vida a un hombre para este oficio?
¿Es el puesto de líder la espina dorsal de la fuerza de la asamblea?
¿Es absolutamente necesario para el buen funcionamiento de la asamblea?
La contestación bíblica a cada una de estas preguntas es ¡No! No existe el concepto en el Nuevo Testamento de unos miembros con ministerios y otros sin ministerio. El pueblo (laicos) incluye a todos los ministerios. El obispo es laico como todos los demás en la iglesia.
4. EL SENTIDO DEL MINISTERIO EN EL NUEVO TESTAMENTO.
La característica del ministerio de la asamblea de Cristo que más salta a la vista es su “multiplicidad”. Quisiera hacer tres observaciones tocante a esto:
a. La diversidad de los ministerios diferentes; son muchos y son diferentes uno del otro.
b. La pluralidad: El hecho es que en la superintendencia de las congregaciones, varios hermanos fueron responsables del mismo oficio.
c. La universalidad del ministerio: que cada miembro tiene un don es dicho explícitamente en 1ª Cor 7:7; 12:7; Efe 4:7 y 1ª Ped 4:10 y está implícito en Romanos 12:3.
¿Tiene este aspecto de multiplicidad un sentido teológico? Bueno, la multiplicidad de los dones asignados por el mismo Señor quien llena todo, es un aspecto de la obra salvadora de Cristo y de Su reino desde lo alto. Las expresiones la “plenitud de Cristo” en Efesios 4:13, y “todo el cuerpo bien ajustado y trabado entre si” de 4:16 son precisamente la correcta interrelación de los ministerios mencionados en 4:11,12. Estos ministerios están de acuerdo con la unidad Divina expuesta en 4:3-6, y son un reflejo de ella. La “vocación” a la que uno es llamado en 4:4 no es la vocación de ser un religioso profesional sino es una descripción de la personalidad bien formada que cada cristiano debe poseer porque todos ejercen un ministerio múltiple. La conclusión que sacamos de todo esto es que la multiplicidad de ministerios es de un significado muy importante, porque es producto de la obra de gracia del Espíritu y es un principio que debe ser reconocido en la asamblea.
Evidencias de la existencia del ministerio múltiple quedaban por mucho tiempo en las asambleas de la edad medieval. Pero con el tiempo la entrada de personas de procedencia pagana en las congregaciones alteraba la forma original de la asamblea primitiva. Se formó una clase clerical y la expresión “laicos” tomó su definición como “los que no son del ministerio”. Con esto la función de la asamblea fue cambiada radicalmente. Por lo general este modo de dividir la asamblea en distintas clases ha perdurado en casi todas las asambleas hasta hoy.
5. EL EMPEÑO PARA RENOVAR LA FORMA PRIMITIVA DE LA ASAMBLEA.
Fue un cambio notable de la reforma protestante, el que los clérigos usaban a los laicos para ayudar en el ministerio de la iglesia. Usaban a los estadistas, los príncipes alemanes, y los magistrados suizos para implantar su reforma cuando los obispos católico romanos rehusaron hacerlo. Una de las cosas más discutidas durante ese evento histórico fue la doctrina del sacerdocio del creyente y el derecho de cada cristiano de poseer y leer las Sagradas Escrituras. Sin embargo la práctica aceptada durante la reforma fue la de reservar el ministerio de la iglesia para los que fueron educados en alguna universidad.
6. LOS HIJOS DE WELLHAUSEN.
El concepto del ministerio múltiple no ha sido muy debatido en las discusiones que las diferentes denominaciones han mantenido durante los últimos cuatro siglos. Se ha dado por supuesto que en la asamblea existe lugar para por lo menos un pastor profesional. Aunque algunos admiten que la iglesia en su principio era dirigida por una pluralidad de pastores, piensan que dentro de las epístolas se nota un desarrollo del oficio único de un solo pastor en las Iglesias que Pablo estableció. Se argumenta que algunas situaciones caóticas, como por ejemplo la de la asamblea de Corinto, dieron lugar para el cambio en el liderazgo de las asambleas. Había mucha espontaneidad, entusiasmo y creatividad, hasta confusión, con el uso de muchos dones y ministerios en Corinto. Para nosotros que hemos sido formados en iglesias muy bien organizadas, con cultos tan bien planeados que hasta se nos dice cuando debemos ponernos de pie o sentarnos, la situación en Corinto nos parece repugnante. Pero Pablo no criticó el entusiasmo de ellos, tampoco lo alabó.
En las epístolas pastorales, escritas muchos años después, la escena cambia, dicen ellos. Ahora existe un obispo escogido según cierto criterio y ejerciendo una función definida. Así con el paso del tiempo entra los dos grupos de escrituras, la iglesia apostólica tuvo un progreso hacia una etapa primitiva de catolicismo en el cual el obispo, por virtud de su oficio y actuando independientemente de la congregación, fungió como el fiador de la apostolicidad de la iglesia. Muchos quisieran aplicar este argumento, no sólo a la cuestión del ministerio, sino también a las cuestiones más amplias del orden en los cultos. Según ellos, la madurez del ministerio fue acompañada también por la madurez en la manera de hacer los servicios. Ven un cambio progresivo de la asamblea confusa y carismática a otra caracterizada por un orden prefijado. Piensan que la iglesia durante su primera etapa era como un niño que después pasó por la adolescencia y ahora ha llegado a ser Adulto.
Sin embargo, no existe nada en las epístolas pastorales que niegue la estructura de pluralidad en la asamblea, que vemos en otros lugares en el Nuevo Testamento.
10. LA CENTRALIDAD DE LA PREDICACIÓN.
Desde la reforma, “la manera correcta de predicar la Palabra”, ha sido una parte central en la definición de la iglesia y de su ministerio. Pero la definición de “la manera correcta” y también de la de “la Palabra”, no han sido siempre las mismas. Lo que necesitamos probar aquí no es si la expresión “proclamación” sea bíblica o no, ni si debe o no haber proclamación en las asambleas, sino debemos probar una cuestión mucho más restringida: ¿Es la definición de “proclamación” lo suficientemente clara para que cualquiera pueda usarla? No debemos preguntar si existe un concepto claro de lo que es el predicar, sino debemos preguntar sí ¿en el Nuevo Testamento hubo un oficio, a diferencia de los demás oficios, que sólo tuvo el privilegio de predicar ante la congregación? Es cierto que el Nuevo Testamento habla de una “kerigma” o proclamación, pero el pronombre que corresponde a este sustantivo, ‘llkeryx1’, predicador o proclamador, se usa sólo tres veces, dos como un sinónimo por “apóstol” (Mm 2:7; 2Tim 1:11) y una vez por el patriarca Nod. Muchos de los ministerios del Nuevo Testamento incluyen la comunicación verbal que se puede llamar “proclamación”, pero no se halla un puesto definido como “el de proclamar”, ni en las epístolas a los corintios ni en las pastorales.
Existían en la iglesia primitiva, y todavía existen hoy, muchos tipos de comunicación verbal. Pero el esfuerzo de reservar un grupo de expresiones, una manera de hablar, para un oficio, no ha encontrado prueba irrefutable.
11. EL CONTEXTO Y CONTENIDO DE LA PREDICACIÓN EN EL NUEVO TESTAMENTO.
Habiendo buscado en vano un ejemplo de un concepto único de predicar, que nos podría servir como el modelo para la iglesia, ahora vamos a usar la expresión “predicar” aplicándola a una variedad de ministerios verbales en el Nuevo Testamento.
Sólo podemos imaginar como eran los cultos de las iglesias primitivas. Los Apóstoles, los ancianos y los maestros, todos han de haber instruido, animado, y predicado en diferentes maneras a la congregación, pero lo hicieron sin dejarnos ni un rastro que compruebe que sólo existía una manera de hacerlo.
C. H. Dodd ha demostrado que cuando hablaban los creyentes a los no-creyentes, usaban un mensaje bien definido. Proclamaban la vida, muerte y resurrección de Jesús seguido por un llamado para creer, arrepentirse y bautizarse. Es claro que este tipo de proclamación era muy distinto de la que se hacia en la congregación de los creyentes. El predicador predicaba un mensaje definido por la clase de sus oyentes. La diferencia entre los mensajes tenía que ver el sí se daba dentro de la asamblea o fuera.
Así hemos llegado a una nueva dimensión de la definición de “proclamación”: la palabra es definida, no por el oficio del predicador, “¡no por la clase de los oyentes. Pero la reforma protestante no consideraba la palabra desde este punto de vista. Los reformadores se preocupaban en reestructurar la Iglesia romana sin destruir sus cimientos. Ellos retuvieron el bautismo infantil y la membresía por la fuerza del estado. Así en las asambleas no existía una diferencia entre creyentes y no-creyentes, porque todos eran miembros de la iglesia. Esta era la iglesia visible, aunque los verdaderos creyentes no eran tan visibles. Se decía que “la iglesia está donde la Palabra es correctamente predicada y los sacramentos debidamente administrados”. Pero esta definición de la iglesia es hecha sólo con los pastores y el sínodo en mente, sin considerar si los que oyen el sermón y participan en los sacramentos sean en verdad salvos.
12. EL MAGISTERIUM Y EL MAGISTERIO.
Jorge H. Williams ha usado el término “magisterio” para describir la reforma oficial. Según Williams esta expresión nos indica dos características de la edad medieval y la reforma que hubo en esa época de la historia. El ministerio fue controlado por el estado (el magisterio), y fue básicamente una carrera de enseñanza teológica, cuyas reglas fueron fijadas por la universidad. El estado y la iglesia trabajaban juntos para asegurar la presencia de un pastor profesional en cada parroquia. Y esta práctica ha seguido en los países protestantes hasta hoy, como si fuera el patrón bíblico.
Ningún modelo de liderazgo social ha sido más arraigado en la historia que el del religioso profesional. Ningún patrón para el ministerio ha sido menos flexible que el de poner un ministro en cada iglesia. Viendo que existe esta tradición y a la vez tomando en cuenta la diversidad de la enseñanza y práctica de los apóstoles, debemos preguntar ¿cuales son los principios tocante a esta cuestión?
Los principios, que por cierto tienen cierta flexibilidad, son los siguientes:
1. La multiplicidad en la comunicación de la Palabra;
2. La pluralidad; varias personas con la misma función;
3. Diversidad: muchos ministerios;
4. Universalidad: no hay miembro que no sea un ministro;
5. La necesidad constante de los ancianos-obispos-pastores para la función correcta de la Iglesia;
6. La necesidad de la enseñanza presentada desde más de un solo punto de vista.
Al mismo tiempo debemos buscar reformarnos continuamente, nunca quedándonos estáticos sino flexibles. Muchas iglesias se creen tan cerca a la perfección, que no oyen a un profeta que propone un cambio en su estructura. Hay que escudriñar la historia y hacer comparaciones con la Escritura.
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LA PREPARACIÓN
DE LOS PASTORES
El proceso por el cual la iglesia aumenta el número de los ancianos, tiene una relación estrecha con el método por el cual ella los prepara para el oficio. Aunque la frase “la preparación de los pastores” nunca se encuentra en el Nuevo Testamento, el concepto es bíblico. En los tiempos primitivos del cristianismo no había seminarios como hoy día. En aquel entonces, cada Iglesia era un seminario en el cual se preparaban para la propagación del evangelio y el cuidado del cuerpo de Cristo.
En el evangelicalismo moderno, se han establecido escuelas teológicas que existen como una institución independientes de las Iglesias. Normalmente se requiere de tres a cuatro años para graduarse en una de esas Instituciones. Mientras en una Iglesia se requiere de diez a veinte años para entrenar bien a un aspirante al obispado, el seminario tiene que condensar el estudio y la madurez de un joven dentro del marco de un riguroso horario. Algunos han hecho notar que Pablo mandó ordenar ancianos en las Iglesias dentro de dos años de su fundación. Pero debemos reconocer que estas Iglesias tenían en sus congregaciones un buen número de ex-judíos quienes habían sido entrenados en las Escrituras del Antiguo Testamento. Por esta razón es imposible comparar lo que Pablo hizo con lo que ahora se hace comúnmente con los graduados de un seminario.
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LA RAZÓN DE LA EXISTENCIA
DE LA IGLESIA
Las razones de la existencia de la iglesia son tres:
1. La glorificación de Dios,
2. La edificación de cada miembro,
3. La propagación y defensa del evangelio en el mundo.
Estas tres cosas forman una unidad y cada una tiene que ser guardada en equilibrio con las otras dos.
1. ¿Que es exactamente la glorificación de Dios?
Para entender esto hay que comprender la palabra “gloria”. La gloria de Dios es la totalidad de Sus atributos que son revelados al hombre (Juan 1:14; 12:41; Hech. 7:55; 2Cor,4:6).
La glorificación de Dios ocurre cuando los atributos de Dios son demostrados en nosotros, en lo que somos y en lo que hacemos. Obviamente el único que plenamente glorificó a Dios fue Jesús (Mat. 5:16; Juan 7:17; 13:31,32; 17:4,5; Rom. l:21; 1Cor.6:20; 2Cor.3:18).
La forma más exaltada de glorificar a Dios es la adoración. Por eso la adoración es la función central del cuerpo de Cristo, cuando están sus miembros en asamblea, o, cuando están separados por sus actividades cotidianas. La adoración es esencialmente una actitud de amor a Dios. Esta actitud puede expresarse en tres maneras:
1. En nuestro hablar.
2. En nuestros hechos.
3. En la disciplina.
El hablar incluye la oración en la cual expresamos a Dios nuestro agradecimiento por todo lo que ha hecho en nuestro favor. La oración también es una manera de alabar las características de Dios, que Él nos ha demostrado por medio de Su providencia, otra manera de glorificar a Dios en nuestro hablar es en el cantar salmos, himnos y canciones compuestas especialmente para expresar nuestra gratitud a Él.
Nuestro hechos glorifican a Dios cuando le obedecemos. La obediencia incluye también una actitud correcta. No se hace para evitar algún castigo. Dios es glorificado sólo cuando la obediencia brota de un corazón lleno de amor para Él. Los hechos también incluyen el servicio dirigido a otros creyentes y a incrédulos.
Cada cristiano es un discípulo. Es decir, uno que sigue cierta disciplina. Lo que nos rige es la ley escrita en nuestros corazones. Poco a poco el creyente perfecciona su manera de vivir según el criterio que aprende. Su tiempo, sus talentos y posesiones son dedicados al servicio de Dios (Rom. 6:10; 2Cor.5:15; Rom. 12:1).
II. La edificación de cada miembro.
La edificación es el crecimiento en aquel conocimiento de la verdad del evangelio, que produce la madurez del carácter del creyente (Hech. 2:42; 1Cor.14:26; Col. 1:28; 2Tim. 2:2; Heb.5:12).
Se comprueba que una persona es edificada cuando ésta demuestra santidad. La santidad se demuestra en la conformidad a la verdad expresada en la manera de vivir, exhortar a otros y en la autodisciplina (Rom. 12:17-21; 14:13-15; Col.3:16; Heb.10:24,25; 1Ped. 5:3; Mat. 18:15-20).
La edificación produce unión en la iglesia. Cristo pidió a Su Padre que nosotros estuviésemos unidos. Dios ha contestado esta oración estableciendo en la iglesia ciertos principios que logran la unión. La verdad conocida y practicada, finalmente produce amor para con los que tienen la misma mente. Cuando hay unión hay una demostración de servicio sacrificial y ayuda mutua por medio de los dones espirituales (Rom. 12:3-8; Efe. 4:7-16; 1Cor.12-14; 1Ped.4:7-11.
“LOS MINISTROS”
Todos los creyentes son ministros (creyentes-sacerdotes). Han recibido dones de Dios para edificar en amor a sus hermanos y hermanas espirituales. La palabra ‘ministro’ es una traducción de la palabra griega “diakonos” y quiere decir “siervo”. El ministerio no es un trabajo de un grupo selecto dentro del cuerpo. Las siguientes referencias demuestran que la palabra para ministro o ministerio se aplica a todos los cristianos Juan 12:26; Hech. 11:29; 1Cor.12:5; 2Cor.5:18; 8:4; 9:12,13; Efe. 4:12; Heb. 6:10; 1Ped.4:10.
La Biblia también demuestra que:
· Cada cristiano ha recibido un don espiritual (Rom.2:3-5; 1Ped.4:10; 1Cor.12:7; Efe: 7);
· Estos dones son dados a cada cual según la voluntad y decisión de Dios, y no porque sean anhelados por los creyentes (1Cor. 12:11, 18,24; Rom.12:3, 6; Heb. 2:4; 1Ped.4:10);
· Los dones tienen como propósito la edificación de los demás miembros del cuerpo (1Cor.14:12,26; Efe. 4:12,16; 1Cor.12:7,21ss).
LO QUE SE DEBE HACER EN LAS ASAMBLEAS
El Espíritu Santo dirige y motiva a los creyentes en el servicio. Así la iglesia trabaja en conjunto de una manera armoniosa y efectiva. Las asambleas deben ser caracterizadas por la participación de varios miembros según el Espíritu los mueva. La dirección del Espíritu no debe ser frenada por el liderazgo de los ancianos. (Juan. 4:24; 1Cor.14:26-33; 1Tes.5:19-22).
Las asambleas sin el control del Espíritu se degeneran y terminan en el formalismo exagerado o es la exaltación de un solo grupo de personas. Aunque el mundo aprecia mucho un servicio ordenado, ejecutado con precisión y profesionalismo, eventualmente la iglesia que así conduce sus asambleas tiene poca demostración de la presencia del Espíritu.
Los que cuidan del bienestar de la Iglesia (los ancianos- obispos- pastores) también aseguran el orden en los cultos. Estos líderes son dados a la Iglesia por Dios. El mismo ha establecido una regla general para calificar a ellos (1Tim. 3:1-13; Tito.1:5-9; 1Ped. 5:1’4).
Los diáconos no tienen las mismas responsabilidades en la Iglesia. La función de ellos es básicamente la de hacer todos los trabajos que de otro modo caerían sobre los hombros de los ancianos, Así estos últimos pueden dedicarse más libremente a los asuntos espirituales.
El número de los ancianos ha sido siempre plural desde el principio. (Hech. 14:23), Un examen de todos les pasajes donde se encuentra una referencia a los líderes de la Iglesia demostrará que una pluralidad de varones pastoreaban la grey: Hech. 11:30; 14:23; 15:2, 4, 6, 22, 23; 16:4, 20:17-28; 21:18; Efe. 4:11; Fil. 1:1; 1Tes.5:12,13a; 1Tim. 3:1,2; 4:14; 5:17-19; Tito.1:5-7; Heb.13:7, 17, 24; Stg.5: 14; 1Ped.5:1,2.
La función clave de los ancianos es la de equipar (perfeccionar, entrenar) a los creyentes para que ellos funcionen también en el cuerpo (Efe. 4:11-13). Para lograr esto ellos se ocupan en las siguientes actividades:
· La exposición de las Escrituras (la enseñanza) (1Tim. 5:17; Heb. 13:7);
· La exhortación (Tito.1:9)
· La admonición (el aconsejar) (1Tes.5:12).
· Guiar a la iglesia en hacer determinaciones en cuanto a asuntos espirituales (Hech. 16:4; 1Tim. 3:5; 5:17; Heb. 13:7, 17,24).
· Defender el rebaño contra los falsos maestros (Hech. 20:28-31).
Cristo es la cabeza de la iglesia. Como tal, él provee para la iglesia los líderes necesarios. El papel de los ancianos es preparar a los creyentes para funcionar en la vida de la iglesia. Los otros miembros, así preparados por los pastores, hacen la obra del ministerio. La meta mutua de pastores e iglesia es alcanzar la plenitud de Cristo.
III. El evangelismo
El evangelismo es la obra de comunicar al mundo toda la verdad que Cristo enseñó a la primera iglesia en Jerusalén. Es también la defensa de esta verdad. Principalmente el mensaje incluye un concepto claro de tres cosas:
· De la persona de Dios;
· De la condición espiritual del hombre;
· De la obra redentora de Cristo,
El evangelismo se logra por la predicación persistente del mensaje con amor y paciencia y también por la de nuestro carácter y manera de proceder ante el mundo.
La glorificación de Dios, la edificación de los creyentes y la evangelización del mundo son principios absolutos en la iglesia (cosas que no pueden ser cambiadas). Estos principios son expresados cuando practicamos las tradiciones establecidas por Dios en Su palabra. No es permitido hacer nada que viole uno de estos principios. Las tradiciones de la iglesia son sus actividades. Algunas son esenciales para la existencia de la Iglesia. Si no se hacen, ella deja de existir en verdad. Estas actividades son las siguientes:
· La enseñanza
· La edificación por medio de los ministerios mutuos;
· La adoración expresada al compartir los elementos de la cena del Señor, en la canción y la oración.
Estas tres actividades se hacen cuando la iglesia se encuentra en asamblea y son indispensables. Pero hay otras actividades que toman lugar sólo ocasionalmente:
· Establecer diáconos (Hech. 6:1).
· (2) Mandar apóstoles (misioneros) para el establecimiento de nuevas iglesias y recibirlos cuando regresan (Hech. 13:1-3; 14:27, 28).
· Practicar la disciplina en cuanto a un miembro rebelde (Mat. 18:15-17; Hech. 11:2ss; Gál. 2:11-14; 1Tim. 5:20).
· Recolección de fondos para las necesidades de otros cristianos. (Hech. 11:27-30; 1Cor. 16:1, 2).
El evangelismo se hace principalmente en la misma localidad donde los miembros del cuerpo viven. (Mat. 28:19; Hech. 16:5; 17:17; 19:9). Normalmente las asambleas de los santos no son usadas para evangelizar a los perdidos. Incluido en el evangelismo es el principio de ‘ir’ o salir (Mat. 28:19). Es decir, tenemos que llevar el mensaje el lugar donde se encuentran los inconversos en vez de traerlos al lugar donde nosotros estamos (la asamblea de los santos). No hay un texto bíblico que nos relate que el evangelio fue predicado a los inconversos en una reunión en la iglesia, Los nuevos creyentes fueron introducidos a la asamblea después de creer y ser bautizados.
Esto no es decir que el evangelio nunca es discutido en la asamblea. Sólo quiere decir que hay una esfera donde la evangelización toma lugar, y esa es el mundo. Las asambleas son diseñadas no para el inconverso, sino para la adoración de Dios y la edificación del que ya es creyente. En las asambleas somos motivados a salir y evangelizar a la comunidad mundana.
LOS MISIONEROS
El Espíritu puede separar del presbiterio de la iglesia a ciertos varones para que vayan a lugares lejanos con el propósito de propagar el evangelio y “plantar” nuevas iglesias. El nunca los manda por medio de una organización “para-eclesiástica” (que no sea iglesia) sino por la autoridad y ayuda de la iglesia a que pertenecen.
Una iglesia que en si no tenga ancianos que provengan del mismo cuerpo de creyentes, no es una iglesia lo suficientemente madura para emprender una obra misionera en lugares lejanos. En realidad una iglesia deficiente es todavía un campo misionero en si y no está terminada su fundación (Hech. 14:23).
Los varones que no han sido probados como líderes en sus propias iglesias, no deben ser mandados al territorio del enemigo. Ninguna escuela bíblica o seminario puede calificar a un joven para el apostolado sino sólo la iglesia.
Una iglesia que ha alcanzado la madurez suficiente para evangelizar al mundo entero es una iglesia que sabe orar y ayunar.
Todos los miembros de la iglesia deben ser convencidos de que el Espíritu Santo quiere mandar a cierto líder como misionero. Aunque un varón diga que siente un llamado para ir, esto no obliga necesariamente a la iglesia a mandarlo, hasta que el Espíritu Santo convenza a todos ellos.
El misionero es responsable ante la iglesia que le manda y ellos tienen la responsabilidad de sostenerlo. La Biblia no nombra al enviado de la iglesia “misionero”, sino usa la palabra “apóstol” para describir a la persona que cumple este ministerio.
La meta del apóstol no es establecer misiones, sino iglesias. Su trabajo no es una vocación, sino un servicio espiritual que posiblemente solo ocupará un segmento de su vida. Al lograr se meta regresará a la iglesia de donde salió, y entregará un reporte a los hermanos. Luego esperará indicaciones del Señor tocante a lo que deba hacer con el resto de su vida. Estas indicaciones las hará saber el Espíritu en la iglesia.
Los apóstoles que han logrado establecer iglesias, tienen la obligación de orar por ellas, dirigirles consejos y animarles, visitándoles cuando sea posible o necesario. Siempre debe recordar que fue el Señor quien los salvó y unió, y no el misionero. Este es sólo un siervo que fue usado para confirmar a los creyentes y no puede anular la autonomía de que cada asamblea goza.
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EL SENTIDO BÁSICO DE “ANCIANO”
EN EL NUEVO TESTAMENTO
Siendo que es Dios el mismo quien estableció Su iglesia en la tierra, para hacer notorio su gran Nombre, todos los creyentes debemos ser celosos en guardar la pureza y la prosperidad del cuerpo de Cristo. Cuando encontramos una mancha en ella, debemos ser prestos en limpiarla.
Desgraciadamente cuando un observador sincero le demuestra al cristiano común y corriente una mancha, este empieza a defenderla diciendo que no es una falla, sino tradición establecida desde hace siglos, y por eso le guarda mucho amor.
Una de las barreras más difíciles de derribar, es la de que al limpiar la iglesia de unos pecados en particular, encontramos que algunos grandes cristianos del pasado los practicaban. Cuando queremos alinear nuestra doctrina más a la de las Escrituras, vemos que unos teólogos de renombre defienden ciertos errores. A veces los mismos compañeros del camino causan más daño a la propagación del evangelio, que los que se oponen abiertamente a él. A veces me maravilla ver como algunos hombres tan piadosos y brillantes pueden oponerse a ciertas doctrinas tan bíblicas. Pero también tengo el miedo de que las generaciones venideras vean en mi la misma actitud. Sin duda ninguna iglesia ha llegado a la perfección y es necesario que el Espíritu Santo continúe iluminándonos. Pero si no somos tan necios como para pensar que nuestro partido tenga toda la verdad, entonces no estaremos tan contentos con la iglesia así como está.
Cuando tratamos el tema del ministerio del evangelio, debemos recordar que Dios no hace acepción de personas. En el gran Día del Señor, la posición de ningún hombre será más alta porque se encontrará incluida en la clase exclusiva de los “pastores”. La vocación más alta que un cristiano puede desempeñar es la que Dios le haya señalado, sea la de ser carpintero, doctor, ganadero o agricultor. Lo que a Dios le agrada es la obediencia, no en el nivel social o eclesiástico, o ningún otro “sacrificio” (1Sam.15:22). Si Dios quiere que un hombre sea testimonio para Él, y a la vez un empleado, entonces, tal ocupación es un ministerio del evangelio tanto como es el de un pastor de tiempo completo. La obediencia es el cenit para el llamamiento cristiano y hace que todos los trabajos tengan una posición de igualdad ante Dios, y el ministerio del evangelio no es una excepción a esto.
Sin embargo, hay un sentido en el cuál el ministerio de la Palabra es especial. En Hechos 6:2, vemos que los apóstoles vieron que su ocupación por la oración y la Palabra era más importante que la de servir las mesas. Aunque un albañil se dedique a trabajar y hacer casas para la gloria de Dios, su trabajo perecerá con el tiempo. Pero el trabajo del pastor tiene una duración eterna. Los materiales con que trabaja el albañil se deshacen y vuelven a la tierra como polvo, pero las personas con quienes el pastor trabaja se levantarán de la muerte con cuerpo y alma y entregarán cuentas al Creador. Así el carácter de la obra del evangelio tiene cierta santidad que debe causar temor a cualquiera que pretenda meterse en ella. Las Escrituras describen la superintendencia de la iglesia con palabras gloriosas y la califica con los requisitos más restringidos. Da inquietud ver con que facilidad los graduados de las escuelas bíblicas y de los seminarios encuentran iglesias que los acepten. Muy pocos de ellos en verdad llenan los requisitos que Dios ha establecido para los líderes de Su cuerpo.
Cuando una Iglesia confiere el título de Anciano a un hombre de escasos 23 años de edad, ciertas preguntas demanda nuestra consideración: ¿Es el título bíblico distorsionado por la edad del joven? ¿Tienen las Escrituras un requisito en cuento a la edad de sus líderes? Si no dicen nada en referencia a esto, ¿Cómo debemos entender el significado del título?
EL CONCEPTO BÍBLICO DEL ANCIANO
Obviamente nuestro Padre soberano señala que es imposible describir a los líderes de la iglesia con un solo título. Él les describe en tres maneras, pero desgraciadamente sólo una de estas es usada popularmente entre los evangélicos. La verdad es que existe un malentendido tocante a los títulos bíblicos.
Los tres títulos son:
(1) “pomeen”--pastor;
(2) “espiscopos”--obispo, supervisor, sobreveedor;
(3) “presbíteros”--anciano, presbítero.
Dos de estos títulos, “obispo” y “anciano” se usan en el Nuevo Testamento para hablar del oficio de los apóstoles también, pero normalmente son usados para hablar de otros líderes de la iglesia.
Por alguna razón sólo que de estos títulos se usa popularmente, es el de “pastor”. Desgraciadamente el uso de un sólo título ha obscurecido el sentido del oficio. Curiosamente un estudio de la palabra “pastor” en el Nuevo Testamento revela que es usada sólo una vez para hablar explícitamente del oficio. La palabra “obispo” es usada cinco veces y “anciano” trece. Dios el Espíritu Santo no sólo tuvo el propósito en seleccionar estos títulos, sino también en la frecuencia de su uso.
Pienso que es importante ver que la repetición de una expresión refleja la actitud del que habla. La actitud predominante de la Biblia hacia los hombres que cuidan la iglesia es que ellos son “ancianos”. El uso de la palabra en el Nuevo Testamento tiene sus raíces en el Antiguo. Los Hebreos estaban acostumbrados a reconocer a hombres de edad como personas quienes tenían la madurez necesaria para guiar la nación, La palabra literalmente quiere decir “un hombre de edad avanzada” y con barba. Podríamos dar muchos ejemplos de como el título en el Antiguo Testamento sirvió como un título oficial (2Crón.1:2).
En el Nuevo Testamento la palabra tiene por lo menos cuatro usos además del título de un oficio es la iglesia:
(1) edad física--- Hechos 2:17;
(2) los antiguos- Heb.11:2;
(3) oficiales judíos--Mat.16:24;
(4) el concilio celestial--Ápoc.4:0
Nuestro esfuerzo para entender la palabra está relacionado a la manera en que interpretamos las Escrituras. Se necesita una razón muy poderosa para aplicar a la palabra un sentido fuera de lo común. Presbíteros, (“anciano”) quieren decir “hombre de edad”, y es difícil aplicarla a un joven, porque al hacerlo alteramos el sentido natural de la palabra.
Seguramente el concepto de “edad” no es el mismo para todos nosotros. Para el hombre de veinte años, otro de treinta y cinco es “mas viejo”. Y para el de treinta y cinco, uno de cincuenta es “anciano”. Así vemos, que no podemos dejar que nuestro concepto personal determine el sentido de la palabra. ¿Que, significaba, entonces la palabra para los cristianos primitivos?
Cuando leemos Hechos 2:17 --vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños-formamos en nuestras mentes una idea acerca de estas personas que corresponde a la descripción de ellas. La palabra griega “neaniskoi”, (“jóvenes”, según el Léxico de Arndt y Gingrich), se refiere a los de 24 hasta 40 años de edad.
Así vemos que la palabra abarca muchos años en la vida de un hombre. Para algunos de nosotros, tal vez: 24 años es una edad joven, pero 40 es ya una edad de mucha más madurez: Lo que estoy tratando de decir es esto: nuestro entendimiento de la palabra puede variar. En verdad el limite de las etapas de la vida de un hombre pueden oscurecerse cuando este pasa de una a otra.
Guardando todo esto en mente vamos a ver el sentido de 1Ped. 5:1-5 “--Ruego a los ancianos que estén entre vosotros, yo anciano también.... pastoread la grey de Dios entre vosotros ... igualmente, los más jóvenes, estad sujetos a los más ancianos; y todos sumisos unos a otros... Aquí vemos un contraste de grupos. Pedro usó la palabra “Ancianos” para referirse a los líderes en la iglesia, Les exhorta a “pastorear” el rebaño. Luego habla a los demás de la congregación y les llama “los jóvenes”. Obviamente el apóstol hace una distinción entre el grupo de líderes y los otros miembros. Los pastores son “ancianos”, los miembros comunes, jóvenes. Así vemos que la edad es en factor importante en la selección de un hombre para este oficio. Desgraciadamente muchas iglesias no han podido ver la importancia del título de “anciano”. Muchos pastores son demasiado jóvenes, recién graduados de los seminarios. Algunos tienen poca experiencia en la vida, siendo recién casados. Pocos pueden hablar con sabiduría tocante a los problemas en la familia. Frecuentemente algunos me citan el texto de 1Tim. 4:12, para comprobar que Pablo permitía la ordenación de hombres jóvenes al puesto de anciano en las iglesias. La primera cosa que debemos tener en mente es la necesidad de ver lo extraordinario del caso de Timoteo. Además, según el léxico, Timoteo puede haber tenido hasta cuarenta años de edad. La “juventud” es un término general y no preciso, y es posible atribuirle una idea equivocada. No es posible pensar que Pablo trate de defender la falta de madurez de un muchacho.
Vamos a suponer que las Escrituras demandan que cada pastor tenga por lo menos cincuenta y cinco años de edad. Si así fiera el caso, entonces la mayoría de los pastores tendría como sesenta y tantos años. Ahora bien, si Pablo fuera a hablar a un pastor de cincuenta y cinco años, no sería imposible llamarle “joven”, porque la mayoría de los demás pastores serían más viejos que él. Esto sólo es en ejemplo, pero nos sirve para demostrar que 1Tim. 4:12, sólo comprueba que dentro de los pastores hay quienes son “jóvenes” en cooperación con los demás.
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Cuando la Iglesia era joven.....
....No Tenía Denominaciones
Esta es otra de las diferencias más grandes que existen entre la iglesia primitiva y la moderna. Identificamos la Iglesia por cierta denominación como si esto fuera una cosa natural. Comúnmente preguntamos a otra persona lo siguiente: ¿A cual iglesia pertenece? Y lo que queremos preguntar es a cuál denominación pertenece. Pero en el Nuevo Testamento la palabra Iglesia no conocía tales divisiones. Nunca se usaba la palabra para hablar de diferentes grupos de cristianos en la misma ciudad que estaban opuestos unos a los otros, por razones de diferencias doctrinales. En ninguna de las ciudades había más que una iglesia cristiana.
Al describir la Iglesia primitiva, Lucas usa frecuentemente la expresión “todos estos estaban de común acuerdo”--- Hechos 1:14; 2:46; 4:24; 5:12; 15:25. La unanimidad de los seguidores de Cristo es una característica que Lucas veía como importante y por eso lo incluye en sus escritos. Y los líderes de las iglesias trabajaban para mantener esta realidad, aunque en verdad sea una cosa difícil de conservar.
Es cierto que la paz no duró mucho, porque pronto se levantaron diferentes ideas opuestas dentro del círculo de los discípulos. Las primeras Iglesias que mantenían la paz, no lo lograron porque reconocían todos una misma doctrina bien definida. Más bien había otra cosa que los ligaba, aunque no podían ponerse de acuerdo en cuanto a todas sus doctrinas. Es curioso notar que la iglesia nueva luchó por mantener la unidad, mientras la Iglesia moderna batalla por mantener los principios divisorios.
Una diferencia de opinión se presentó en aquellos días de tal magnitud, que lo podemos ahora comparar con cualquier disputa sobre doctrina que nosotros experimentamos. La diferencia entre los dos sucesos se halla más bien en la estatura de los hombres en cada evento. El Concilio de Jerusalén, como lo nombramos, descrito en Hechos 15 es de suma importancia y lleno de significado. Esta era una situación que fácilmente podría haber producido una nueva denominación. Este peligro lo reconocían los líderes de la Iglesia y tomaron las medidas necesarias para evitar la división . Si las decisiones que tomaron nos parecen a nosotros como faltas de una lógica consistente, de todos modos reconocemos que logran preservar la unidad de la Iglesia.
A lo largo de la historia de la Iglesia, es posible notar ciertas tendencias --lo liberal y lo conservador, lo tolerante y lo estricto--- y demasiadas veces el temperamento y el espíritu de los líderes rivales han sido tales, que no fue posible llegar a un común acuerdo, en cuanto a las cuestiones de doctrina y práctica.
La iglesia en Corinto revela otra influencia que funciona para causar división. Ciertas partes de la membresía enfatizaron su lealtad a un reconocido líder entre ellos. Algunos estaban de parte de Pablo, otros de Apolos y otros de Cefas, mientras unos con una cara muy hipócrita decían que sólo eran de Cristo --1Cor.1:12. El uso de nombres de ciertas personas para identificar las iglesias modernas es un fenómeno: Los luteranos, los Wesleyanos, los Mennonitas, los Campbelistas etc. Que tan fácil es identificar cierta doctrina con un famoso predicador, como por ejemplo, El Arminianismo, el Calvinismo etc. Es también notable ver que la iglesia primitiva, a pesar de los desacuerdos que existían entre los líderes, usaban sus relaciones personales para unir la iglesia en vez de dividirla.
También existía otra posibilidad de causar la división, en cuanto a su organización. Así como la obra aumentó y el número de los creyentes se multiplicaba, ¿sobre qué bases organizarían la vida común de la iglesia? ¿Funcionará más efectivamente en esta forma o en esta otra?
En los primeros días, prácticamente todos los que entraban a la comunión del cuerpo de Cristo, habían antes asistido a alguna sinagoga. más adelante cuando entraron convertidos de entre los gentiles, estos últimos no habían experimentado la vida de la sinagoga. Pero no les faltó la experiencia de conocer a Cristo y sabían lo que era tener compañerismo con los creyentes judíos.
Con gente proveniente de diversas culturas, ¿cómo iban a organizar su vida común? Seguramente era posible encontrar en cada sociedad algo bueno. Pero a pesar de esto, no había una razón válida en contra de la idea de que cada asamblea debía organizarse según un mismo sistema., Las iglesias donde había una mayoría de gentiles no eran tan diferentes de la iglesia de Judea.
En la iglesia primitiva no faltaba razón para causar división. Eran muchas las posibilidades para hacerlo. Pero de algún modo la iglesia joven pudo mantener la unidad a pesar de las tendencias en su contra. Y, ¿cómo logró la unidad del espíritu? ¿Cómo fue posible evitar la división a pesar de que ella tenía varios líderes con distintas personalidades y opiniones?
El gran fundador de iglesias, Pablo, introdujo la idea de que la iglesia es como un Cuerpo humano. Su argumento era que él era una sola unidad aunque esté formado de muchos miembros. Las diferencias entre estos miembros se manifiesta en posición y función. Pero aun con la manifestación de una pluralidad, de dones en el cuerpo, los miembros no obran uno contra del otro, sino, que están mutuamente ligados y funcionan en armonía. Los dones en realidad contribuyen a resolver los problemas que se presentasen. La iglesia tiene una variedad de poderes que emplear. Si un miembro tiene una necesidad, los otros se dan cuenta de ello y se preocupan mutuamente en el bienestar del miembro --1Cor.12.
Esta enseñanza es seguida por la del capítulo 13 donde Pablo dice que lo que la iglesia en verdad necesita es entender y practicar el amor. Este amor es paciente, benigno, No es envidioso o jactancioso. No demuestra orgullo y su comportamiento no es grosero. No busca su propia utilidad, no se deja llevar de la ira fácilmente. Además no guarda rencor. Cuando se practica el amor, la iglesia no se goza de la maldad sino que se complace en la verdad. Siempre tiende a excusar, a pensar bien, a seguir esperando y soportando todo.
Esta es la enseñanza que produjo la unidad en la iglesia cuando ella era todavía joven. Y es la misma enseñanza que puede sanar los problemas en la iglesia moderna. Cuando nos damos cuenta de ello, entonces podemos llevar en verdad el nombre de nuestra Cabeza, Cristo.
Cuando la iglesia era joven, no experimentó el establecimiento de denominaciones. Pero cuando creció la idea de la unidad fue dejada. Las divisiones y desacuerdos causaron el establecimiento de infinidad de denominaciones. Y cada denominación fue establecida porque alguien pensó que era necesario para seguir la verdad. Ahora estamos rodeados por sectas y partidos diferentes dentro de las mismas. La iglesia ya no tolera diferencias de opinión y no conoce la paciencia. Su afán de defender la verdad le ha cambiado su personalidad. Cuando ve a personas de diferente opinión, hace burla de ellas y siente orgullo de su propia manera de andar, especialmente, cuando ve que sus oponentes caen en pecado. Pero la verdad es que el amor no es codicioso no se regocija en la injusticia. El amor nos puede ayudar a soportar las fallas de otros. Está lleno de confianza y esperanza. De todas las características que un cristiano debe tener, el más excelente es el amor.
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Cuando la Iglesia era joven...
...No Tenía Edificios
El que la iglesia no tuviera edificios es una de las diferencias más notables entre la iglesia primitiva y la de hoy. En la mente de la gente moderna, la palabra “iglesia” le hace pensar en un edificio cuyo uso es para fines religiosos nada más. Pero debemos reconocer desde el principio, que la iglesia primitiva no tenía ninguna casa propia y, a pesar de esto, cumplía su obra sin levantar ninguna construcción. Este es un dato significativo que nos enseña el carácter verdadero de la Iglesia.
En los primeros años de su historia, el templo judío en Jerusalén fue el centro de sus asambleas. Pero las autoridades pronto se volvieron en contra de la iglesia, y negaron el uso del mismo para la predicación del evangelio. En una manera similar, cuando el movimiento creció más allá de Palestina, fue generalmente en las sinagogas donde los apóstoles empezaron su misión -Hch.13:5,14,43; 17:1,2,10,17; 18:4,26; 19:8. Nada podría haber sido más oportuno o más providencial, que esta puerta abierta que los apóstoles encontraron en las comunidades judías.
Pero cuando estas puertas fueron cerradas, y esto ocurrió casi luego después de haber predicado, ¿qué evento sucedió? Los apóstoles ni pensaban en erigir un tipo de edificio cristiano. No podemos encontrar ninguna evidencia que tales construcciones existieran durante los tiempos del Nuevo Testamento ni por mucho tiempo después. En Santiago 2:2 hay una referencia a una sinagoga. Pero esta palabra debe entenderse como una asamblea nada más. No había nada semejante a un edificio cristiano hasta el tercer siglo. Durante todo este tiempo la iglesia cumplió su misión sin propiedades y sin el cargo de responsabilidades que tales cosas siempre implican.
Y en esto encontramos mucha sabiduría. La esperanza del pronto retorno del Señor, naturalmente convencería a todos, que tales gastos serían innecesarios. Es cierto que esta esperanza se desvaneció poco a poco con el paso de los años pero aún así la Iglesia todavía ni pensaba en construir un edificio.
Lo que si continuaba era la persecución. En el transcurso de estas experiencias, la propiedad de la iglesia, si es que la hubiera tenido, hubiera sido confiscada. Propiedades y edificios hubieran sido más vulnerables a los ataques que a los cristianos mismos. Y aquí encontramos la sabiduría, los esfuerzos y recursos de ellos se gastaban en tesoros que nunca pueden ser quitados ni se corroen.
En el Nuevo Testamento encontramos abundante evidencia de esto. La referencia al templo en Hechos 2:46 es seguida por el partimiento del pan en las casas. Y esto se repite en la última parte del capítulo 5, donde nos dice que cada día en el templo y en las casas no cesaron de enseñar y predicar a Jesús el Cristo. Seguramente no todas las casas de los miembros eran lugares convenientes para una reunión, pero los que si tenían salas lo suficientemente grandes para una asamblea, voluntariamente las ofrecían para el uso de la iglesia. Así la vida y el compañerismo de la comunidad cristiana fueron identificados con las casas de los miembros. Entre aquellos que abrían sus puertas a la iglesia fue María la madre de Juan Marcos. Cuando Pedro fue librado de la prisión a altas horas de la noche, él fue directo a esta casa por deducción y halló allí a muchos hermanos unidos en oración 12:12. También leemos en otro lugar de que el matrimonio de Aquila y Priscila tenían una iglesia en su propia casa -Rom.16:5; 1Cor.16:19. Vea también casos semejantes en las casas de Ninfas, Col.4:15, y Filemón, v.2.
En Corinto, después de dejar la sinagoga, Pablo continuaba su obra en la casa de Ticio Justo, un hombre que adoraba a Dios y su casa estaba junto a la sinagoga -- Hechos 18:7.
Así vemos que estas referencias indican una práctica de los cristianos en general, de reunirse en sus hogares. Los cultos de adoración, así como la celebración de la santa cena, se hacía en un ambiente informal y cómodo.
En ocasiones, para el propósito de evangelizar, los apóstoles rentaban un salón. En Efeso, después del rompimiento de relaciones con los líderes de la sinagoga, Pablo enseñaba en el aula escolar de Tirano --- Hechos 19:9. Aparentemente esta aula o fue rentada o prestada a Pablo. Parece que nunca se lo ocurrió a Pablo empezar un fondo para la construcción de un lugar propio para la iglesia, un centro identificado con la morada de Dios. El fondo que si estableció, tenía otro propósito, la ayuda de los cristianos pobres y necesitados en Jerusalén 1Cor.16:1-3; 2Cor.8:1-4; 9:1-2; Gál. 2:10; Hch.24:17. El sostén de los que fueron apartados para la obra también llegó a ser un propósito el de ofrendar en las Iglesias --1Cor. 9. 1Tes.2:9; 2Tes.3:8,9.
Entonces vemos mucha razón para dar de nuestra abundancia a la iglesia. Pero donde ahora diferenciamos de los cristianos primitivos, es en los propósitos de la tesorería de la iglesia. Hoy día el edificio toma la preferencia y las necesidades de los miembros del cuerpo toman el segundo lugar. Cuando la iglesia era joven ella se preocupaba por la filantropía. Para ella el cuidado de los santos fue de primera necesidad, el sostén de los pastores segunda, y el costo de rentar un aula sólo ocasionalmente fue incluido en tercer lugar.
Los cristianos primitivos no sabían nada de comités dedicados a la construcción de un templo. No hacían banquetes ni vendían cosas en las calles para liquidar sus deudas a los albañiles. Sus energías se usaban para fines totalmente espirituales.
Pero para nosotros los modernos, nuestras propiedades muchas veces nos causan problemas. Para evangelizar una colonia, primero levantamos una capilla muy bonita para atraer a la gente, y toda la obra es relacionada a este lugar. Y aunque la colonia que rodea el templo cambia con el transcurso de los años, hasta en algunos casos las casas son reemplazadas por fábricas o tiendas, pero la iglesia está encadenada al viejo edificio porque no sabe como funcionar como iglesia en las salas de sus casas.
Pero para los primeros cristianos esto nunca fue un problema para ellos. Tristemente vemos que los creyentes modernos encuentran casi imposible funcionar como iglesia sin un edificio. Hemos cambiado al edificio en Iglesia y así lo nombramos.
Pero ¿estamos en la razón? La evangelización del pueblo y el edificio son la misma cosa para nosotros los cristianos modernos. Algunos misioneros no saben como empezar una obra sin primero rentar un salón. Pero ¿es necesario un edificio para alcanzar a los hombres para Cristo?
El propósito al cual nos dedicamos no debe ser el de llenar un auditorio, sino el de ganar a otros a una nueva vida con Cristo como su Salvador y Señor. El testimonio de tal transformación debe ser visto por el público inconverso en el transcurso de la vida cotidiana. Ahora encontramos que la población es más variable que en los tiempos antiguos. El hogar ahora no tiene que estar situado cerca del centro de la ciudad para conseguir todo lo necesario para vivir. Hay la tendencia de ampliar las colonias hasta fuera del límite del pueblo. En algunos casos las casas están separadas unas de las otras y rodeadas por jardines. Antes las poblaciones se concentraban dentro de ciertos límites, pero ahora la humanidad está por todos lados.
Esta expansión aumenta el problema. Antes los edificios, que llamamos Iglesias, estaban en el centro del pueblo y todos acudían a ellos. Pero ahora ¿dónde ponemos nuestro templo, siendo que no hay un centro obvio en las comunidades? ¿Cómo hubieran procedido los discípulos primitivos en nuestros tiempos? Debemos reformar nuestra manera de pensar. Las iglesias del Nuevo Testamento nos sirven como ejemplos simplemente porque ellos no tenían la misma idea de evangelizar que nosotros ahora tenemos. Ellos fueron al hombre donde este se encontraba, en su casa o negocio. Allá lo convirtieron, y después lo llevaban a la asamblea de los santos. Pero nosotros ahora tenemos la idea de que el hombre debe ser traído a un templo para que allí el pastor le predique y lo convierta.
Pero existe una relación más importante entre los edificios y la propagación del cristianismo. Siendo que la iglesia joven no tenía edificios, ella evitaba el peligro de elevar lo material por encima de lo espiritual. Ahora encontramos que le damos una importancia exagerada al edificio. Además nuestros cultos han cambiado. Nuestros salones son en su mayoría considerados como “santuarios” y el culto en vez de ser personal es un programa rígidamente organizado.
Pero escuchen al Señor: “la hora viene cuando ni en esta montaña, ni en Jerusalén, adoraran al Padre... la hora viene y ya ha llegado, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad.” - Juan 4:19-24. Con estas palabras Cristo nos enseña cual es el concepto correcto de un culto. El lugar no tiene importancia. Que sea aquí o allá no tiene valor. No es la habitación material la que necesitamos sino la vida, el Espíritu que llevamos dentro.
Jesús dijo también “¿Ven ustedes estos edificios grandes? No quedará ni una piedra sobre otra” -- Marcos 13:1. La piedra algún día se quemará, pero las almas vivirán para siempre. Nuestra primera preocupación deberá ser con las cosas eternas y no las cosas terrenales que algún día nos serán quitadas. Este edificio puede algún día ser demolido. Y ¿qué pasará con la iglesia? Ella está construida de material humano que el Señor, el arquitecto supremo, renueva cada día para que sea más conformada a Su propia semejanza. La adoración verdadera no se hace sólo en ciertas horas o en lugares consagrados, sino consiste en el abrir de la mente y el corazón a Dios.
Cuando la iglesia era muy joven, ella no tenía ningún otro edificio sino aquel que no es hecho con manos de hombres.
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Cuando la Iglesia era joven...
...no tenía un día de reposo
en el mundo gentil.
Este artículo no habla de la situación en que se encontraba la Iglesia de Dios en Jerusalén, sino a las Iglesias ubicadas en los territorios de los gentiles. En estos últimos, cuando la Iglesia era joven ella no tenía la ventaja de tener un día oficial reconocido por el gobierno como un día de reposo. Nosotros que vivimos en un país donde de una forma u otra el cristianismo es practicado, casi nunca pensamos en la bendición que nos ha sido tener un día libre para tener nuestras asambleas.
Para un cristiano, nacido en un país cristiano, una de sus primeras experiencias es el de observar un día de la semana como un día especial religioso. Un día que se distingue de los demás porque casi todas las tiendas se cierran y casi todos los trabajadores descansan. La religión y el domingo nos están, por hábito, ligados. El dejar de observar el domingo en forma religiosa es considerada como una señal de la falta de entrega por parte del cristiano. Nos es difícil pensar que una persona así sea un buen cristiano. Pero si queremos en verdad tener una perspectiva correcta de la vida de la Iglesia primitiva en una ciudad gentil, entonces tenemos que considerar algunos datos.
El sistema de tiempo el de dividir los días del mes en semanas de siete, era conocido y observado en las sociedades griegas y romanas durante la era cristiana. Pero ninguno de los siete días era observado como un día especial. Ninguno era un día religioso y ninguno fue considerado como un día de reposo tampoco. Los días festivos caían en ciertas fechas del mes. Así la gente descansaba, no en un mismo día de la semana, sino en unos días especiales durante el mes, reconocidos como los días de festejar a algún dios pagano.
Por el otro lado, los inmigrantes judíos mantenían su costumbre de descansar durante el séptimo día, de cada semana. Esta costumbre los distinguía del resto de la sociedad. Ellos usaban este día para asistir a las asambleas en alguna sinagoga. Los apóstoles cristianos se aprovecharon de esto, yéndose a las sinagogas para predicar su mensaje a los judíos (Hechos 13:14,42,44; 17:2; 18:4; 16:13).
Aunque los apóstoles usaban ésta oportunidad para la propagación del evangelio, ellos no incluían la observación del séptimo día como parte de su mensaje a los gentiles. Después de dejar Pablo a las Iglesias de Galacia, ellos empezaron a observar ciertos días, meses, estaciones y años. Para el apóstol esto significaba un decaimiento espiritual. Les preguntó como era posible volverse a las costumbres que habían dejado y ponerse bajo un yugo (Gál. 4:9ss).
Por el otro lado, la división de la semana en siete días fue aceptado como una cosa normal por todos (1Cor.16:2). También vemos que es evidente que el primer día tenía un significado especial (Hechos 20:7). Pero el primer día de la semana no fue observado como un día de descanso ni por los cristianos, ni por sus vecinos paganos. Las actividades comerciales seguían como en cualquier otro día. Si en algún domingo se dejaba de trabajar era porque ese día caía en una fecha del mes en el que practicaban una fiesta dedicada a un dios pagano. En el primer día de cada semana los cristianos trabajaban y también encontraban tiempo para reunirse para partir el pan y orar juntos. Ni tampoco consideraron que un día de reposo era parte de su mensaje. A pesar de esto las Iglesias cristianas eran muy activas y crecían en una época de la historia cuando no gozaban de un día de reposo como nosotros los cristianos modernos.
Después del año 321 d. Esta posición fue alterada. Después de su conversión, Constantino decretó un cese general de las labores en todos los pueblos bajo su control, durante “el venerable día del sol”. Nosotros los evangélicos modernos somos herederos de dos distintas líneas de tradición. Una pone mucha importancia en guardar un día y la otra contradice esta práctica. Primero, somos influenciados por los puritanos Ingleses. Ellos se destacaban por guardar el día domingo en una manera muy rígida. A diferencia de los reformadores que vivieron antes, los puritanos llamaban al domingo “el Sábado Cristiano” y “el día del Señor”. Este último nombre fue tomado del primer capítulo de Apocalipsis. Ellos querían hacer una ley de que todos los ciudadanos, cristianos o no, observaran este día.
En el año 1595 Nicolás Bownd escribió un libro llamado “La Verdadera Doctrina del Día de Reposo”. En su obra este autor traspasa al domingo todas las leyes y reglas que observaban los Israelitas en el séptimo día. Bownd demandó que el gobierno Inglés obligara a los ciudadanos a observar el día bajo estas condiciones. Durante el siguiente siglo más de cien libros fueron escritos con la misma actitud de Bownd. Esta posición tan fanática gradualmente disminuyó al terminarse la era puritana.
La segunda tradición nos viene de tiempos más recientes. En realidad duró tan poco tiempo que no debemos considerarla como una tradición. Surgió de un interés moderno en la vida y las enseñanzas de Cristo. Casi toda referencia por Cristo al día de reposo incluye una crítica a la manera de observarlo por la gente de aquellos días. Una de las acusaciones en contra de Cristo hechas por los incrédulos era que Él pecaba contra el día. Quisiera llamarles la atención al hecho de que sería imposible tener esta reputación, cuando uno observa el día tal y como los puritanos quieren hacernos creer que Cristo así lo observaba. Al contrario, Jesús exaltó la vida espiritual o interior, y minimizó la física y externa. Es difícil entonces atribuir a un día más santidad que a otro. Los cristianos que provienen de países paganos encuentran difícil entender como el cristianismo puede ser tan atado a la tradición sabática.
Algunos guardan el domingo como un día de descanso porque piensan que el hombre necesita por lo menos un día de cada siete para reponer sus fuerzas físicas. Pero en cuanto a los aspectos religiosos del día, el cristiano no puede imponer una ley sobre la conciencia de otros. El “profanar el sábado” no tiene un lugar en la lista de pecados que un cristiano puede cometer. Pertenece más bien a la lista judía, la cual ha sido nulificada por la obra de Cristo y ahora es obsoleta.
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Ekklesia: La Iglesia: Estudios sobre la iglesia y temas relacionadas
EL CULTO CRISTIANO
EN EL TERCER SIGLO
(Tomado del libro: La Marcha del Cristianismo, de Juan C. Varetto.)
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