Propósito: Comprender y entender que es solo mediante un verdadero compromiso de pureza podremos estar en la presencia de Dios.
Introducción: PURIFICACIÓN, PURIFICAR, PURO Según la ley de Moisés, la purificación era una ceremonia exigida para limpiar o dejar libre de impureza ritual un objeto, un lugar o a una persona. Este se obtenía por lavamientos, o rociamientos acompañados de ceremonias religiosas prescritas por la ley mosaica. Las leyes de pureza se consignan sobre todo en Lev 11–16. Estos forman la tercera sección del libro, dedicada a definir los términos de la pureza y la impureza ritual. También fija las normas a las que, para recuperar la pureza legal, había de someterse todo aquel —o todo aquello— que hubiera incurrido en algún tipo de impureza. Esta sección se cierra con la descripción de los ritos propios del gran día de la expiación (en hebreo), que todo el pueblo debe celebrar el día 10 del séptimo mes de cada año.
La impureza ritual se adquiría por comer alimentos prohibidos, por padecer de ciertas enfermedades de la piel, por tocar un cadáver o un sepulcro, por entrar en contacto con sangre, y por otras razones. Tal impureza incapacitaba a la persona para tomar parte en el culto y, por consiguiente, para entrar en comunión con Dios. El concepto de pureza en el Antiguo Testamento posee en general un sentido figurado y se aplica al pecado la inmundicia, la idolatría, etc.
“Limpiar” la idolatría de Judá (2 Crónicas 34: 3, 8.) Ofrecer ofrenda por el pecado (Salmos 51: 7, 12), “cubrir, perdonar o expiar” la culpa (Salmos 65: 3; 79: 9; Ezequiel 43: 20, 26) “refinar” (Isaías 1: 25), “lavar” o “enjuagar” (Isaías 4: 4)
No se trataba precisamente de impureza moral. Los profetas denunciaron esta última con toda energía, y advirtieron al pueblo que la pureza ritual y externa no tiene valor delante de Dios cuando no va acompañada de la pureza moral, la cual consiste en obedecer los preceptos divinos que exigen una vida limpia, regida por la misericordia, la justicia, el amor a Dios y al prójimo y la fidelidad. Jesús, que respetó en lo esencial los preceptos relativos a la pureza ritual, predicó la absoluta supremacía de la pureza moral, el «corazón limpio», que es lo único que permite «ver» a Dios y entrar en comunión con él. Según el NT, la purificación verdadera, que es obra del Espíritu Santo, se alcanza cuando la persona se vuelve a Dios por la fe en Cristo.
Y es de esta manera que debemos de realizar nuestro mayor esfuerzo por mantener la pureza en los aspectos de nuestra vida tales como:
I.- LA PUREZA DE MI BOCA. Proverbios 4: 24
El Señor nos dice: “Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios”.
Es muy claro que a nuestro Padre le interesa que nuestra forma de hablar sea transformada. Proverbios 10:11 enseña que: “Manantial de vida es la boca del justo; pero violencia cubrirá la boca de los impíos”.
Dios establece diferencia entre la forma de hablar de uno de sus hijos (justo) con la forma de hablar de uno que no es su hijo (impíos):
“Los labios del justo saben hablar lo que agrada; mas la boca de los impíos habla perversidades”. Proverbios 10: 32.
“El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias”. Proverbios 21:23.
Esta es una de las verdades, tocante a la palabra de nuestra boca, que nunca debemos menospreciar. Ser limpios en nuestra palabra es agradable a nuestro Padre: Proverbios 18: 4 dice: “Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; y arroyo que rebosa, la fuente de la sabiduría”.
Tenemos que cuidar como hablamos:
No te alabes a ti mismo. Proverbios 27: 2.
No hables apresuradamente. Eclesiastés 5: 2.
No dejes que tu boca te haga pecar. Eclesiastés 5: 6
Nuestro Salvador Jesucristo enseño que las palabras de nuestra boca pueden contaminar y hacer más daños que algún alimento que comamos. Mateo 15:11 – 19.
Las instrucciones para los hijos de Dios en Efesios 5: 3 – 8 y en Colosenses 3: 4 – 10 son bastante claras en el sentido de que nuestra forma de hablar debe ser modificado totalmente, a causa de la presencia de Cristo en nuestro corazón.
Leer estos pasajes y analizar cuidadosamente su referencia al uso de nuestra boca y las palabras que con ella decimos.
Efesios 5:4 nos enseña que debemos ser muy cuidadosos con las expresiones de nuestra boca: “Ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías que no convienen, sino antes bien acciones de gracias”. Esto quiere decir que no debemos de decir:
***LA IRA
***EL ENOJO
***LA BLASFEMIA
***LAS PALABRAS DESHONESTAS
***LA MENTIRA.
En nuestros días el lenguaje se ha degenerado a tal grado que aún los que somos hijos de Dios nos vemos envueltos en las formas de hablar que el mundo maneja.
Pero recuerda que ésta no es la voluntad de Dios para nuestra vida, Él quiere que sus hijos hablemos de tal manera que nuestra forma de hablar nos identifique como sus hijos.
II.- LA LIMPIEZA DE NUESTRA MENTE. Efesios 4: 22 – 24.
Dice la Palabra que: “En cuanto a nuestra pasada manera de vivir debemos de DESPOJARNOS del viejo hombre que está VICIADO conforme a los deseos engañosos, y que nos RENOVEMOS en el ESPÍRITU DE NUESTRA MENTE”
La palabra DESPOJARNOS nos indica una acción personal y voluntaria en la que nos quitamos una prenda de vestir para ponernos otra. Esta palabra se usa para que entendamos que no es Dios en persona quien nos va a venir a borrar con su mano los pensamientos negativos de nuestra mente. Esta palabra revela la decisión personal de tomar el control de nuestros pensamientos y tomar la iniciativa de quitar los pensamientos que no nos convienen o que son sucios y que no glorifican a nuestro Dios.
Otra palabra importante de este pasaje es: RENOVEMOS que quiere decir sencillamente volver a hacer de nuevo a algo o a alguien. Y lo más importante es que la referencia de RENOVAR (hacer algo nuevo), habla directamente de nuestra mente, DIOS QUIERE RENOVAR NUESTRA VIDA PERO TAMBIÉN QUIERE RENOVAR NUESTRA MENTE.
La mente es nuestra capacidad pensante. La Biblia dice que de acuerdo a como sean nuestros pensamientos así es nuestro corazón. Proverbios 23: 7
A Dios nuestro Padre no solo le interesa nuestro espíritu y nuestro cuerpo y alma, también le interesa reinar en nuestra mente. Jeremías 31:33; Hebreos 8: 10; Mateo 22:37 Marcos 12:30; Lucas 10:27.
Después de leer estos pasajes que enfatizan el deseo de Dios para gobernar nuestra mente y nuestros pensamientos lo más natural es que nos preguntemos: ¿Porqué? O aún más: ¿Para qué quiere mi Padre celestial gobernar mi mente? Al buscar la respuesta en la Palabra entenderemos que es con el fin de que nuestro corazón sea controlado, ya que de él proceden todas las cosas positivas o negativas de nuestra vida. “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” Mateo 15:19.
Si el señor puede o mejor dicho nosotros le dejamos gobernar nuestra mente, toda nuestra vida será transformada radicalmente, para nuestro propio provecho.
Al Señor le interesa tomar control de nuestros pensamientos porque hay relación estrecha entre lo que tiene nuestro corazón con lo que hay en nuestro pensamiento.
Revisemos algunos pasajes: Job 17:11, salmos 26:2; 139:23; proverbios 6:6 – 19; 19:21; Jeremías 4:14; 20:12; 23:20; Daniel 2:30; Mateo 9:4; 15:19; Marcos 7:21; Lucas 5:22; 9:47; 24:38. En todos estos pasajes vemos que: NUESTROS PENSAMIENTOS VIENEN DEL CORAZÓN Y QUE NUESTRO CORAZÓN PRODUCE LOS PENSAMIENTOS.
Todo lo negativo o malo que llegamos a pensar o a poner en práctica en nuestra vida diaria tiene su origen en nuestro corazón, en nuestra mente. Por esta causa alguien ha comentado que el área de trabajo preferida por el diablo es nuestra mente.
SI LOGRA PENETRAR NUESTRA MENTE ENTONCES HA LLEGADO A NUESTRO CORAZÓN, Y SI LOGRA LLEGAR A NUESTRO CORAZÓN ENTONCES CONTROLA NUESTRA MENTE.
Nuestra mente y nuestros pensamientos son muy importantes para Dios nuestro Padre. El no quiere que pensemos mal, Él quiere que pensemos bien. Proverbios 15:26; 16:3.
Filipenses 4:8 revela claramente el deseo de Dios para nosotros: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, EN ESTO PENSAD”
Cada uno de nosotros está capacitado para saber cuando un pensamiento es malo o bueno, que dé gloria a Dios o dé gloria al diablo. Cada uno de nosotros en su interior puede distinguir cuando un pensamiento es MÍO o del diablo. Todos tenemos la capacidad de PENSAR en lo que queramos pensar y por esto Filipenses 4:8 nos dice: “Si pueden”, más bien usa un imperativo, un mandamiento que se puede cumplir a voluntad: EN ESTO PENSAD.
Renovar nuestra vida mediante la renovación de nuestra mente no es algo fuera de la realidad. Renovar nuestra mente es el deseo de nuestro Padre. Romanos 12:2 dice: “No es conforméis a este siglo, sino TRANSFORMAOS por medio de la RENOVACIÓN de nuestro ENTENDIMIENTO, para que comprobéis cual sea la BUENA VOLUNTAD DE DIOS, agradable y perfecta”. Entendimiento significa “entender en o con nuestra mente, para aceptarlo y aplicarlo a nuestra vida diaria” Santiago 1:22.
ENTRE MAS SOMETAMOS AL SEÑOR NUESTRA MENTE, MAS SEREMOS RENOVADOS, Y ENTRE MAS SEAMOS RENOVADOS DE NUESTRA MENTE, MAS ENTENDEREMOS QUE LA VOLUNTAD DE NUESTRO PADRE ES AGRADABLE Y ES PERFECTA.
Es en el proceso de la renovación de nuestra mente que Dios quiere darnos su paz y llegar al punto de que nuestra mente sea la mente de Cristo: Filipenses 4:7 “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
1ª Corintios 2:16 “Porque ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo.”
Cuando nuestra mente piensa como Cristo y es gobernada por la paz de Dios, entramos a una dimensión preciosa de vidas victoriosas. Tomemos la determinación de DESPOJARNOS voluntariamente de nuestra vida pasada y RENOVEMOS NUESTRA MENTE conforme a la voluntad de NUESTRO PADRE.
III.- LA LIMPIEZA DE NUESTRO ESPÍRITU. 1ª Corintios 6: 20
“Porque habéis sido comprados por precio; glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”
En el texto leído anteriormente el apóstol Pablo nos desafía a glorificar a Dios no sólo con el cuerpo, sino también con nuestro espíritu.
Algo importante que debes aprender es que los humanos somos, de acuerdo a la Escritura, tres entidades fusionadas en una (Tricótoma). Estas entidades son: Espíritu, alma y cuerpo. 1ª Tesalonicenses 5:23; Génesis 2: 7; Job 33:4.
El Espíritu es la parte más intima de nuestro ser, y es en ese lugar donde recibimos la salvación. Job 32:8; Juan 3. 5
El alma es la parte pensante y emotiva de nuestro ser, es aquí donde tenemos nuestra mente, nuestra voluntad y las emociones.
Nuestro cuerpo es la envoltura física de nuestro espíritu y de nuestra alma, es aquí donde tenemos los cinco sentidos que son canales por donde entra información al alma y al espíritu.
El trabajo del enemigo (satanás) es el de mantenernos en suciedad mediante el pecado y la desobediencia en nuestro espíritu, alma y cuerpo, para evitar nuestra relación con Dios nuestro Padre y lograr que al morir tengamos la condenación eterna, junto con él.
Durante los años que vivimos sin Cristo hemos recibido una enorme cantidad de información negativa respecto a Dios nuestro Padre y de su hijo Jesucristo. Esta es la principal razón por la que nuestra fe ha sido canalizada a creer en muchas cosas que nuestro Padre aborrece.
Al creer en las cosas que nuestro Padre aborrece nuestro espíritu se ha ensuciado a tal grado que también se ha contaminado nuestra alma, pensamiento, voluntad y emociones, dando por resultado un descontrol total de nuestra vida.
Ahora que estamos en Cristo las cosas son diferentes y todo nuestro ser ha sido transformado. La Biblia dice que nos ha hecho renacer a una esperanza viva. 2ª Corintios 5:17; 1ª Pedro 1:3. Por esta causa es muy importante tomar en cuenta, nuestra limpieza espiritual.
Esta limpieza de nuestro espíritu es muy importante ante los ojos de Dios y para lograrla es que nos ha dejado instrucciones en su palabra. Lo primero de todo es cuidar que en medio de las aflicciones propias de la vida nuestro espíritu no se vuelva en contra de Dios nuestro Padre culpándole de lo que nos pasa. Job 15:11- 13; Salmos 106: 32 – 33.
Cuidar de mantenernos sin engaño en nuestro espíritu, para alcanzar la felicidad plena. Salmos 32:2. La mejor manera de lograrlo es pedir continuamente que nuestro espíritu sea renovado. Salmos 51:10. Y dentro de esa renovación tener la capacidad de mantener fidelidad a las personas aún conociendo aspectos negativos de ellas. Proverbios 11:12 – 13.
Otra manera de mantener la limpieza de nuestro espíritu es ser precisamente de espíritu humilde y desechar la altivez de nuestra vida. Proverbios 16:18 – 19; Eclesiastés 7:8.
La paciencia es otra forma de limpieza en el espíritu que se manifiesta en la expresión cotidiana de nuestro carácter. Proverbios 14:29.
La limpieza de nuestro espíritu se manifiesta en el control de nuestra persona integral, a tal grado Dios valora esta limpieza que hace comparaciones importantes:
“Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.” Proverbios 16:32.
“Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.” Proverbios 25:28.
Algunas personas piensan que las únicas formas de mantener en limpieza nuestro espíritu es con actos espirituales externos tales como: orar, leer la Biblia, asistir a las reuniones, cantar alabanzas, etc. Todo esto es importante pero muchas personas hacen todo esto y sin embargo no viven en una limpieza espiritual aceptable ante Dios.
Sin dejar de hacer lo que acabamos de mencionar, debemos de estar dispuestos a tomar la decisión de mantener en limpieza nuestro espíritu, mediante la aplicación de las verdades expresadas en este estudio.
Cuando las cosas en nuestra vida se pongan difíciles no dudemos en exponer nuestra angustia de espíritu ante nuestro Padre que nos ama. Salmos 142:2 – 3, 7. Cada vez que le busquemos, Él nos va a escuchar... ofrezcamos a nuestro Dios nuestra mejor ofrenda: Un espíritu quebrantado. Salmos 51. 17. Y dejemos que su promesa de estar con nosotros bajo esta condición se haga realidad. Isaías 57:15 – 16.
Tiene que existir un equilibrio entre lo externo (religioso) y lo interno (del espíritu) y a cada uno de nosotros nos toca tomar la iniciativa para lograrlo con la ayuda de nuestro Padre y Señor.
Atte. Rev. Alejandro Tavares Rodríguez
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Iglesia de Dios en México E.C.
Introducción: PURIFICACIÓN, PURIFICAR, PURO Según la ley de Moisés, la purificación era una ceremonia exigida para limpiar o dejar libre de impureza ritual un objeto, un lugar o a una persona. Este se obtenía por lavamientos, o rociamientos acompañados de ceremonias religiosas prescritas por la ley mosaica. Las leyes de pureza se consignan sobre todo en Lev 11–16. Estos forman la tercera sección del libro, dedicada a definir los términos de la pureza y la impureza ritual. También fija las normas a las que, para recuperar la pureza legal, había de someterse todo aquel —o todo aquello— que hubiera incurrido en algún tipo de impureza. Esta sección se cierra con la descripción de los ritos propios del gran día de la expiación (en hebreo), que todo el pueblo debe celebrar el día 10 del séptimo mes de cada año.
La impureza ritual se adquiría por comer alimentos prohibidos, por padecer de ciertas enfermedades de la piel, por tocar un cadáver o un sepulcro, por entrar en contacto con sangre, y por otras razones. Tal impureza incapacitaba a la persona para tomar parte en el culto y, por consiguiente, para entrar en comunión con Dios. El concepto de pureza en el Antiguo Testamento posee en general un sentido figurado y se aplica al pecado la inmundicia, la idolatría, etc.
“Limpiar” la idolatría de Judá (2 Crónicas 34: 3, 8.) Ofrecer ofrenda por el pecado (Salmos 51: 7, 12), “cubrir, perdonar o expiar” la culpa (Salmos 65: 3; 79: 9; Ezequiel 43: 20, 26) “refinar” (Isaías 1: 25), “lavar” o “enjuagar” (Isaías 4: 4)
No se trataba precisamente de impureza moral. Los profetas denunciaron esta última con toda energía, y advirtieron al pueblo que la pureza ritual y externa no tiene valor delante de Dios cuando no va acompañada de la pureza moral, la cual consiste en obedecer los preceptos divinos que exigen una vida limpia, regida por la misericordia, la justicia, el amor a Dios y al prójimo y la fidelidad. Jesús, que respetó en lo esencial los preceptos relativos a la pureza ritual, predicó la absoluta supremacía de la pureza moral, el «corazón limpio», que es lo único que permite «ver» a Dios y entrar en comunión con él. Según el NT, la purificación verdadera, que es obra del Espíritu Santo, se alcanza cuando la persona se vuelve a Dios por la fe en Cristo.
Y es de esta manera que debemos de realizar nuestro mayor esfuerzo por mantener la pureza en los aspectos de nuestra vida tales como:
I.- LA PUREZA DE MI BOCA. Proverbios 4: 24
El Señor nos dice: “Aparta de ti la perversidad de la boca, y aleja de ti la iniquidad de los labios”.
Es muy claro que a nuestro Padre le interesa que nuestra forma de hablar sea transformada. Proverbios 10:11 enseña que: “Manantial de vida es la boca del justo; pero violencia cubrirá la boca de los impíos”.
Dios establece diferencia entre la forma de hablar de uno de sus hijos (justo) con la forma de hablar de uno que no es su hijo (impíos):
“Los labios del justo saben hablar lo que agrada; mas la boca de los impíos habla perversidades”. Proverbios 10: 32.
“El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de angustias”. Proverbios 21:23.
Esta es una de las verdades, tocante a la palabra de nuestra boca, que nunca debemos menospreciar. Ser limpios en nuestra palabra es agradable a nuestro Padre: Proverbios 18: 4 dice: “Aguas profundas son las palabras de la boca del hombre; y arroyo que rebosa, la fuente de la sabiduría”.
Tenemos que cuidar como hablamos:
No te alabes a ti mismo. Proverbios 27: 2.
No hables apresuradamente. Eclesiastés 5: 2.
No dejes que tu boca te haga pecar. Eclesiastés 5: 6
Nuestro Salvador Jesucristo enseño que las palabras de nuestra boca pueden contaminar y hacer más daños que algún alimento que comamos. Mateo 15:11 – 19.
Las instrucciones para los hijos de Dios en Efesios 5: 3 – 8 y en Colosenses 3: 4 – 10 son bastante claras en el sentido de que nuestra forma de hablar debe ser modificado totalmente, a causa de la presencia de Cristo en nuestro corazón.
Leer estos pasajes y analizar cuidadosamente su referencia al uso de nuestra boca y las palabras que con ella decimos.
Efesios 5:4 nos enseña que debemos ser muy cuidadosos con las expresiones de nuestra boca: “Ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías que no convienen, sino antes bien acciones de gracias”. Esto quiere decir que no debemos de decir:
***LA IRA
***EL ENOJO
***LA BLASFEMIA
***LAS PALABRAS DESHONESTAS
***LA MENTIRA.
En nuestros días el lenguaje se ha degenerado a tal grado que aún los que somos hijos de Dios nos vemos envueltos en las formas de hablar que el mundo maneja.
Pero recuerda que ésta no es la voluntad de Dios para nuestra vida, Él quiere que sus hijos hablemos de tal manera que nuestra forma de hablar nos identifique como sus hijos.
II.- LA LIMPIEZA DE NUESTRA MENTE. Efesios 4: 22 – 24.
Dice la Palabra que: “En cuanto a nuestra pasada manera de vivir debemos de DESPOJARNOS del viejo hombre que está VICIADO conforme a los deseos engañosos, y que nos RENOVEMOS en el ESPÍRITU DE NUESTRA MENTE”
La palabra DESPOJARNOS nos indica una acción personal y voluntaria en la que nos quitamos una prenda de vestir para ponernos otra. Esta palabra se usa para que entendamos que no es Dios en persona quien nos va a venir a borrar con su mano los pensamientos negativos de nuestra mente. Esta palabra revela la decisión personal de tomar el control de nuestros pensamientos y tomar la iniciativa de quitar los pensamientos que no nos convienen o que son sucios y que no glorifican a nuestro Dios.
Otra palabra importante de este pasaje es: RENOVEMOS que quiere decir sencillamente volver a hacer de nuevo a algo o a alguien. Y lo más importante es que la referencia de RENOVAR (hacer algo nuevo), habla directamente de nuestra mente, DIOS QUIERE RENOVAR NUESTRA VIDA PERO TAMBIÉN QUIERE RENOVAR NUESTRA MENTE.
La mente es nuestra capacidad pensante. La Biblia dice que de acuerdo a como sean nuestros pensamientos así es nuestro corazón. Proverbios 23: 7
A Dios nuestro Padre no solo le interesa nuestro espíritu y nuestro cuerpo y alma, también le interesa reinar en nuestra mente. Jeremías 31:33; Hebreos 8: 10; Mateo 22:37 Marcos 12:30; Lucas 10:27.
Después de leer estos pasajes que enfatizan el deseo de Dios para gobernar nuestra mente y nuestros pensamientos lo más natural es que nos preguntemos: ¿Porqué? O aún más: ¿Para qué quiere mi Padre celestial gobernar mi mente? Al buscar la respuesta en la Palabra entenderemos que es con el fin de que nuestro corazón sea controlado, ya que de él proceden todas las cosas positivas o negativas de nuestra vida. “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” Mateo 15:19.
Si el señor puede o mejor dicho nosotros le dejamos gobernar nuestra mente, toda nuestra vida será transformada radicalmente, para nuestro propio provecho.
Al Señor le interesa tomar control de nuestros pensamientos porque hay relación estrecha entre lo que tiene nuestro corazón con lo que hay en nuestro pensamiento.
Revisemos algunos pasajes: Job 17:11, salmos 26:2; 139:23; proverbios 6:6 – 19; 19:21; Jeremías 4:14; 20:12; 23:20; Daniel 2:30; Mateo 9:4; 15:19; Marcos 7:21; Lucas 5:22; 9:47; 24:38. En todos estos pasajes vemos que: NUESTROS PENSAMIENTOS VIENEN DEL CORAZÓN Y QUE NUESTRO CORAZÓN PRODUCE LOS PENSAMIENTOS.
Todo lo negativo o malo que llegamos a pensar o a poner en práctica en nuestra vida diaria tiene su origen en nuestro corazón, en nuestra mente. Por esta causa alguien ha comentado que el área de trabajo preferida por el diablo es nuestra mente.
SI LOGRA PENETRAR NUESTRA MENTE ENTONCES HA LLEGADO A NUESTRO CORAZÓN, Y SI LOGRA LLEGAR A NUESTRO CORAZÓN ENTONCES CONTROLA NUESTRA MENTE.
Nuestra mente y nuestros pensamientos son muy importantes para Dios nuestro Padre. El no quiere que pensemos mal, Él quiere que pensemos bien. Proverbios 15:26; 16:3.
Filipenses 4:8 revela claramente el deseo de Dios para nosotros: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, EN ESTO PENSAD”
Cada uno de nosotros está capacitado para saber cuando un pensamiento es malo o bueno, que dé gloria a Dios o dé gloria al diablo. Cada uno de nosotros en su interior puede distinguir cuando un pensamiento es MÍO o del diablo. Todos tenemos la capacidad de PENSAR en lo que queramos pensar y por esto Filipenses 4:8 nos dice: “Si pueden”, más bien usa un imperativo, un mandamiento que se puede cumplir a voluntad: EN ESTO PENSAD.
Renovar nuestra vida mediante la renovación de nuestra mente no es algo fuera de la realidad. Renovar nuestra mente es el deseo de nuestro Padre. Romanos 12:2 dice: “No es conforméis a este siglo, sino TRANSFORMAOS por medio de la RENOVACIÓN de nuestro ENTENDIMIENTO, para que comprobéis cual sea la BUENA VOLUNTAD DE DIOS, agradable y perfecta”. Entendimiento significa “entender en o con nuestra mente, para aceptarlo y aplicarlo a nuestra vida diaria” Santiago 1:22.
ENTRE MAS SOMETAMOS AL SEÑOR NUESTRA MENTE, MAS SEREMOS RENOVADOS, Y ENTRE MAS SEAMOS RENOVADOS DE NUESTRA MENTE, MAS ENTENDEREMOS QUE LA VOLUNTAD DE NUESTRO PADRE ES AGRADABLE Y ES PERFECTA.
Es en el proceso de la renovación de nuestra mente que Dios quiere darnos su paz y llegar al punto de que nuestra mente sea la mente de Cristo: Filipenses 4:7 “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”
1ª Corintios 2:16 “Porque ¿Quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Más nosotros tenemos la mente de Cristo.”
Cuando nuestra mente piensa como Cristo y es gobernada por la paz de Dios, entramos a una dimensión preciosa de vidas victoriosas. Tomemos la determinación de DESPOJARNOS voluntariamente de nuestra vida pasada y RENOVEMOS NUESTRA MENTE conforme a la voluntad de NUESTRO PADRE.
III.- LA LIMPIEZA DE NUESTRO ESPÍRITU. 1ª Corintios 6: 20
“Porque habéis sido comprados por precio; glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.”
En el texto leído anteriormente el apóstol Pablo nos desafía a glorificar a Dios no sólo con el cuerpo, sino también con nuestro espíritu.
Algo importante que debes aprender es que los humanos somos, de acuerdo a la Escritura, tres entidades fusionadas en una (Tricótoma). Estas entidades son: Espíritu, alma y cuerpo. 1ª Tesalonicenses 5:23; Génesis 2: 7; Job 33:4.
El Espíritu es la parte más intima de nuestro ser, y es en ese lugar donde recibimos la salvación. Job 32:8; Juan 3. 5
El alma es la parte pensante y emotiva de nuestro ser, es aquí donde tenemos nuestra mente, nuestra voluntad y las emociones.
Nuestro cuerpo es la envoltura física de nuestro espíritu y de nuestra alma, es aquí donde tenemos los cinco sentidos que son canales por donde entra información al alma y al espíritu.
El trabajo del enemigo (satanás) es el de mantenernos en suciedad mediante el pecado y la desobediencia en nuestro espíritu, alma y cuerpo, para evitar nuestra relación con Dios nuestro Padre y lograr que al morir tengamos la condenación eterna, junto con él.
Durante los años que vivimos sin Cristo hemos recibido una enorme cantidad de información negativa respecto a Dios nuestro Padre y de su hijo Jesucristo. Esta es la principal razón por la que nuestra fe ha sido canalizada a creer en muchas cosas que nuestro Padre aborrece.
Al creer en las cosas que nuestro Padre aborrece nuestro espíritu se ha ensuciado a tal grado que también se ha contaminado nuestra alma, pensamiento, voluntad y emociones, dando por resultado un descontrol total de nuestra vida.
Ahora que estamos en Cristo las cosas son diferentes y todo nuestro ser ha sido transformado. La Biblia dice que nos ha hecho renacer a una esperanza viva. 2ª Corintios 5:17; 1ª Pedro 1:3. Por esta causa es muy importante tomar en cuenta, nuestra limpieza espiritual.
Esta limpieza de nuestro espíritu es muy importante ante los ojos de Dios y para lograrla es que nos ha dejado instrucciones en su palabra. Lo primero de todo es cuidar que en medio de las aflicciones propias de la vida nuestro espíritu no se vuelva en contra de Dios nuestro Padre culpándole de lo que nos pasa. Job 15:11- 13; Salmos 106: 32 – 33.
Cuidar de mantenernos sin engaño en nuestro espíritu, para alcanzar la felicidad plena. Salmos 32:2. La mejor manera de lograrlo es pedir continuamente que nuestro espíritu sea renovado. Salmos 51:10. Y dentro de esa renovación tener la capacidad de mantener fidelidad a las personas aún conociendo aspectos negativos de ellas. Proverbios 11:12 – 13.
Otra manera de mantener la limpieza de nuestro espíritu es ser precisamente de espíritu humilde y desechar la altivez de nuestra vida. Proverbios 16:18 – 19; Eclesiastés 7:8.
La paciencia es otra forma de limpieza en el espíritu que se manifiesta en la expresión cotidiana de nuestro carácter. Proverbios 14:29.
La limpieza de nuestro espíritu se manifiesta en el control de nuestra persona integral, a tal grado Dios valora esta limpieza que hace comparaciones importantes:
“Mejor es el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.” Proverbios 16:32.
“Como ciudad derribada y sin muro es el hombre cuyo espíritu no tiene rienda.” Proverbios 25:28.
Algunas personas piensan que las únicas formas de mantener en limpieza nuestro espíritu es con actos espirituales externos tales como: orar, leer la Biblia, asistir a las reuniones, cantar alabanzas, etc. Todo esto es importante pero muchas personas hacen todo esto y sin embargo no viven en una limpieza espiritual aceptable ante Dios.
Sin dejar de hacer lo que acabamos de mencionar, debemos de estar dispuestos a tomar la decisión de mantener en limpieza nuestro espíritu, mediante la aplicación de las verdades expresadas en este estudio.
Cuando las cosas en nuestra vida se pongan difíciles no dudemos en exponer nuestra angustia de espíritu ante nuestro Padre que nos ama. Salmos 142:2 – 3, 7. Cada vez que le busquemos, Él nos va a escuchar... ofrezcamos a nuestro Dios nuestra mejor ofrenda: Un espíritu quebrantado. Salmos 51. 17. Y dejemos que su promesa de estar con nosotros bajo esta condición se haga realidad. Isaías 57:15 – 16.
Tiene que existir un equilibrio entre lo externo (religioso) y lo interno (del espíritu) y a cada uno de nosotros nos toca tomar la iniciativa para lograrlo con la ayuda de nuestro Padre y Señor.
Atte. Rev. Alejandro Tavares Rodríguez
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