La página del samaritano.


"Pero un samaritano...fue movido a misericordia"
San Lucas 10:33
LOS DISCAPACITADOS EN LA IGLESIA.

Iván Tapia Contardo
Esas personas que diariamente pasan a su lado en silla de ruedas o que van con un bastón blanco atravesando la calle; aquellos que conversan por medio de señas y emiten algunos sonidos guturales o esos de mirada extraviada y que parecen ser de una inteligencia inferior, son seres humanos, hasta pueden ser hermanos en Cristo y tienen algo que enseñarnos, quizás más de lo que usted piensa.

En muchas culturas de la Antigüedad se les eliminaba al nacer imperfectos. Aquellas sociedades, como hoy día, valoraban el cuerpo más que el alma y preferían destruir al bebé o al niño que era ciego, sordo o con alguna tara. Actualmente el rechazo actúa solapadamente; no se elimina al discapacitado pero sí se le segrega, se le aparta del grupo como algo raro. A lo más despierta nuestra conmiseración, que nada tiene que ver con el amor misericordioso de Dios y del verdadero samaritano, un amor nacido del Espíritu Santo y que implica empatía con el que sufre. Empatía (del griego empatheia, afecto, conmoción) es la penetración en los sentimientos de otra persona; la acción y capacidad de imaginar la emoción sentida por otro.

UNA CIVILIZACIÓN CRISTIANIZADA

Se dice que la humanidad ha vivido sucesivamente tres etapas en su manera de afrontar la discapacidad. Una primera condición sería aquella que rechaza al sujeto, lo cual determina su eliminación, la segregación de la sociedad o bien el considerarle como algo muy especial y ubicarlo en un lugar de privilegio. Algunos pueblos primitivos consideran los ataques de epilepsia, por ejemplo, como signo de la presencia de poderes sobrenaturales y elección de esa persona por los dioses para ejercer como brujo de la tribu.

Con el advenimiento del cristianismo y la predicación del Evangelio surgió una nueva forma de enfrentar la discapacidad. La sociedad y especialmente la Iglesia asumieron la protección de estas.

Los primeros intentos de una educación y rehabilitación de los ciegos y los sordos, se llevaron a cabo entre los religiosos de la Edad Media. Paulatinamente, al ser educados y aprender ciertos oficios, los propios discapacitados reclamaron su justa aceptación e integración en la sociedad.

Hoy por hoy hemos comprendido que las personas con algún impedimento tienen todo el derecho a vivir en sociedad y es nuestro deber aceptarles, integrarles y crear formas que permitan su incorporación plena a la vida familiar, social y laboral. No sólo están los argumentos sociológicos, psicológicos y pedagógicos, sino también fuertes verdades bíblicas apoyan esta tesis.

Sin embargo aún muchos no se dan cuenta que lo justo es la aceptación e integración de ellos como personas normales, con los mismos deberes y derechos que el resto de los individuos de la sociedad. Dios creó un solo mundo para ser disfrutado por el hombre, como dice aquella canción popular "¿Para qué vivir tan separados si la tierra nos quiere juntar? Este mundo es uno y para todos..." En la Biblia, Job asegura acerca de la discriminación que Dios "os reprochará de seguro, si solapadamente hacéis acepción de personas" (Job 13:10).

LA PEDAGOGÍA DEL DOLOR

Dios ha permitido esta evolución en el pensamiento para que comprendamos que todo ser humano es creado por Él y merece la vida y el respeto de todos. Aún más, que la discapacidad no es una maldición sino una bendición de Dios. Quizás la sociedad humanista no vislumbre estas verdades espirituales y sólo vea en esto un asunto de igualdad, de justicia y de derechos humanos, pero la Iglesia, poseedora del depósito de la fe, valora profundamente esta enseñanza a la luz de las Escrituras, sabe que el dolor tiene un sentido didáctico y generador de vida espiritual. "De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto" (San Juan 12:24).

Un amigo ciego me decía hace poco: "Parece una paradoja, pero todo lo que he aprendido lo he aprendido de la ceguera". No sólo los discapacitados pueden aprender de su impedimento, sino que los que les rodeamos tenemos mucho que aprender de ellos. Así es que la discapacidad es una herramienta de Dios para nuestro perfeccionamiento espiritual.

Tal vez la sociedad siga en el futuro otros derroteros, no acordes con la ética cristiana en el tratamiento de la vida. Podría optar por la eliminación de embriones humanos imperfectos o por la intervención genética previa al nacimiento y la clonación de hombres y mujeres sin defecto físico. El ser humano siempre se ha empecinado por hacer un paraíso en la tierra, a su modo, despreciando las verdades del Reino de Dios. Pero los cristianos valoramos lo que el Señor de la Vida quiere mostrarnos en el dolor. El cristianismo lo mitiga, restaña las heridas, pero no pretende negarlo ni eliminarlo de la tierra; como Jesús dijo "Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros..." (San Juan 12:8ª).

UNA INVITACIÓN MUY ESPECIAL

Sabemos que hay un reino de tinieblas antivalórico que está en lucha contra el reino de la luz y sus principios, un gobierno espiritual de maldad que quiere avasallarnos y se burla de los valores cristianos; pero estamos ciertos que nuestra batalla permanente en el mundo, por sobre la instauración de pautas justas en la sociedad, es salvar la vida de personas para Jesucristo.

Por eso Jesús en su Parábola De La Gran Cena nos habla de salir a los caminos y traer a los pobres y discapacitados, a los que son carentes de una posición privilegiada, carentes de ojos, oídos, piernas o salud e invitarles al gran banquete del Evangelio.

"Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir.

Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos.

Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena."

(San Lucas 14:16-24)



Dice la narración simbólica de Jesús - porque siempre una parábola es una metáfora de una realidad espiritual - que un hombre hizo una cena y convidó a gran cantidad de personas. Destaca la generosidad de este hombre que desea compartir con mucha gente aquella cena. Toda cena se realiza en la noche y en medio de las tinieblas este hombre ilumina su casa y prepara una gran fiesta pues cuando alguien invita a cenar por lo general es para celebrar. La misma cena pascual judía es una celebración, la última cena de Jesús con sus discípulos fue una celebración muy especial en que se anunció el cumplimiento de la profecía de Jeremías 31:33. Nuestra actual Santa Cena o Eucaristía también es una fiesta en que recordamos y celebramos nuestra liberación del reino de tinieblas, así como los judíos celebraban su liberación de Egipto. Pero la misma venida de Jesucristo fue una gran celebración, una mesa puesta con los más ricos manjares espirituales para todo el que quisiere comer. Pensemos nada más en el Sermón del Monte

El Padre invita a toda la humanidad a cenar, a comer el Pan de la Palabra, a degustar de su amor y sabiduría, de su misericordia y su justicia encarnados en la persona del Hijo de Dios, la Palabra Viva, el Pan del Cielo. Desde el comienzo de la Historia, Dios nos ha invitado a celebrar. Primero fabricó un paraíso para que viviésemos felices.

Cuando fallamos nos enseñó distintas fiestas para recordarnos sus grandes actos de justicia y sus promesas: fiesta de la Pascua, de los Panes sin Levadura, de las Primicias, Pentecostés, de las Trompetas, Día de la Expiación y de los Tabernáculos. Ahora nos invita otra vez a su banquete y envía a su siervo Jesucristo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado.

Como en toda fiesta bien organizada, primero el anfitrión envía invitaciones casi siempre escritas, equivalente a las profecías que anunciaban aquel tiempo en que vendría la salvación a Israel. Luego Dios Padre envió a su Hijo a invitar personalmente a cada uno de nosotros.

Cuenta la parábola que todos comenzaron a excusarse. Es curioso que siempre el ser humano encuentra excusas para no escuchar, seguir, obedecer o creer a Dios, sin embargo Él nunca se excusa cuando le invocamos, no importando la magnitud de nuestro pecado. "Si los cielos se cerraren y no hubiere lluvias, por haber pecado contra ti, si oraren a ti hacia este lugar, y confesaren tu nombre, y se convirtieren de sus pecados, cuando los afligieres, tú los oirás en los cielos, y perdonarás el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel, y les enseñarás el buen camino para que anden en él, y darás lluvia sobre tu tierra, que diste por heredad a tu pueblo" (2 Crónicas 6:26-27).

Las excusas de estas personas fueron negocios importantes ("He comprado una hacienda"), gran cantidad de trabajo ("He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos"), asuntos familiares y sentimentales ("Acabo de casarme"). Su respuesta fue no puedo ir cuando en realidad no querían ir, la motivación por sus propias cosas era mucho más fuerte que su motivación por el Reino de Dios.

LOS MANCOS, LOS COJOS, LOS CIEGOS...

Es muy interesante el giro que da esta historia al regreso del siervo. Enojado el padre de familia le ordena que vaya por toda la ciudad y traiga a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Es indudable que tales personas son lo contrario de los primeros llamados. Aquellos se consideraban satisfechos y no requerían de una cena para saciarse, no tenían nada que celebrar y más importante para ellos eran sus propios negocios e intereses. Si bien es cierto respondieron con mucha caballerosidad y gentileza, no tenían el menor interés en lo que Dios les ofrecía. Ellos no estaban cojos, ni mancos, ni ciegos, ni sordos y tampoco eran pobres.

¿Está el Evangelio hablando de discapacitados físicos o espirituales? En el bien entendido que es un relato alegórico, Jesús está representando al alma humana y su miseria. Y no hay mayor miseria que la vanidad y el orgullo que nos hace pensar que no necesitamos de Dios.

Por eso es que en Apocalipsis dice "Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo" (Apocalipsis 3:17). Creemos que somos sanos y normales, pero en realidad a veces somos más ciegos a las verdades espirituales y nuestra condición y más sordos a su Palabra que un discapacitado. Un líder nos hacía ver hace tiempo que nuestras mentes y espíritus, desde el punto de vista de Dios, semejan verdaderos monstruos, porque nos mal desarrollamos con muchas carencias y desequilibrios.

Repito: ¿Está el Evangelio hablando de discapacitados físicos o espirituales? Creo que de ambos. Finalmente los que gustarán su cena serán aquellos que reconocen su necesidad espiritual y no los orgullosos.

No pensemos que nada más está hablando en sentido figurado de quienes carecen de oídos y ojos espirituales, o los que están en una situación de deprivación espiritual o religiosa. Además está hablando de los verdaderos ciegos, sordos y cojos que a diario vemos circular por las calles de nuestra ciudad o aquellos que están relegados en las casas o que viven su discapacidad en una institución.


LA LECCIÓN DE NUESTROS HERMANOS DISCAPACITADOS

Sí, querido hermano, Dios ha invitado a todos los discapacitados físicos a su Iglesia para que los que estamos espiritualmente discapacitados aprendamos una gran lección, una enseñanza que podremos extraer sólo con el diario compartir con estos hermanos.

Es mucho lo que podemos aprender de ellos. No sólo servirlos sino también copiar aquellas actitudes y formas de resolver los problemas que ellos tienen. El discapacitado no es sólo una persona que nos incita al servicio o a la misericordia, sino también nos desafía a enfrentar de una manera distinta la vida. Son instrumentos de Dios para nuestro crecimiento espiritual.

A continuación trazamos apenas un esbozo de todas las riquezas espirituales que podemos encontrar en el trato con ellos.

1. Aceptación de su déficit. (1 Tesalonicenses 5:18) Los discapacitados llegan a tener una aceptación tal de su déficit que lo incorporan a sus vidas casi como una cualidad, o sea una característica que les ayuda a ser mejores. Así el sordo dice tener una mejor percepción de su entorno y las personas, ya que puede captar, desde su silencio, aquello que nosotros en nuestro bullicio no distinguimos. Igualmente el ciego es un excelente psicólogo ya que percibe las inflexiones de nuestra voz, esa área que no ocultamos, puesto que siempre estamos más preocupados de la imagen que entregamos. Cabe preguntarse al respecto: ¿Acepta usted todas las carencias que la vida le otorga? ¿Se conforma con la personalidad que Dios le ha dado o siempre esté descontento?

2. Tesón, espíritu de superación. (Filipenses 3:12-16) Un discapacitado jamás se "echa a morir" ante las dificultades; tiene unas ganas de seguir viviendo que todo lo enfrenta con valentía. Una escala de tres pisos, un ascensor estrecho, una barrera arquitectónica más en nuestras poco normalizadas ciudades, no son obstáculo en el ánimo de quien va en silla de ruedas o tiene una parálisis cerebral. ¡Cuánto necesitamos los cristianos de ese ánimo para dar la lucha diaria y ministerial! ¿Se da usted por vencido al primer obstáculo? ¿Desea inmediatamente morir para estar con Dios y evitar tanta prueba y duro trato de Él?

3. Alegría de vivir. (Filipenses 4:4) Victoria sobre el fatalismo decía años atrás la portada de una conocida revista internacional. Esa es la actitud de la mayoría de los deficitarios de este mundo y qué gran lección de buen humor nos dan a los neuróticos habitantes del planeta. Descubrir que la vida puede vivirse con carencias y seguir sonriendo y estar felices de estudiar, trabajar y amar, es maravilloso, un verdadero don de Dios. Y usted ¿Está siempre alegre, aunque las cosas no vayan bien? ¿Es su idioma la "alabanza" o más abunda en la queja?

4. Paciencia. (1 Corintios 13:4 ) Paciencia para aprender otra vez a caminar, a vestirse y desvestirse, a encender el fuego y preparar unos huevos en la cocina, sin volcarlos; paciencia para aprender a leer y a escribir de nuevo, con una musculatura manual que no siempre te responde o tactando a ciegas unos puntitos diminutos en relieve; en fin paciencia para las múltiples tareas que implican, por más simples que parezcan, un desafío enorme para los impedidos. Pregunto: ¿Es paciente usted consigo mismo cuando no logra aprender rápidamente? ¿Deja a un lado pronto lo que no le resulta?

5. Espíritu de grupo o cuerpo. (Romanos 16:3-4) Unidad, solidaridad. Siempre el discapacitado busca al que es similar o parecido a él, al que sufre su misma condición. ¿Solidariza usted con otros que tienen sus mismos problemas o prefiere beber sus propias lágrimas y amargarse solo?

6. Esperanza de un mundo mejor y de justicia social para ellos. (Romanos 4:18) Como dice la canción "Puedo confiar en el Señor que no va a fallar; si el sol llegara a oscurecer y no brille más, yo igual confío en el Señor que no fallará" ellos lo viven, contrariamente a muchos cristianos que desfallecemos pensando que jamás lograremos el objetivo y el domingo cantamos con mucha unción esta hermosa alabanza. Los discapacitados no dejan de luchar por su propósito social de lograr la plena inserción en la sociedad y se esmeran en esto. Martin Luther King, el gran líder de la integración racial, decía: "Para empezar, nos toca ser el buen samaritano para aquellos que han caído en el camino. Esto, sin embargo, no es más que un comienzo, pues algún día tendremos que reconocer, a la fuerza, que el camino a Jericó debe ser hecho de otra manera para que los hombres y mujeres ya no sigan siendo golpeados y despojados continuamente mientras van caminando por los senderos de la vida" ¿Cree usted que finalmente logrará sus ideales o es más bien desesperanzado y sólo cree que en el cielo obtendrá lo que busca?

Los sordos, los ciegos, los paralíticos, etc. son personas como todas, con cualidades y defectos, seres humanos que en un momento de sus vidas perdieron un órgano vital y han tenido que replantearse física, psicológica y espiritualmente para seguir viviendo.

LA IGLESIA INTEGRADORA

La Iglesia debe integrarlos plenamente pues también son herederos del sacerdocio universal de los cristianos. El Antiguo Pacto les prohibía ser sacerdotes (Levítico 21:16-24), pero hoy Cristo les ha redimido y pueden ejercer como pastores, maestros de escuela dominical, evangelistas, diáconos, etc., si no tienen sus facultades mentales perturbadas. Los hermanos deficientes mentales podrán integrarse en la alabanza y la oración y, dependiendo de su coeficiente de inteligencia, leer textos breves. Por supuesto que hay límites propios de cada discapacidad, pero el espíritu debe ser siempre de apertura a su integración plena en la Iglesia. Como comunidad cristiana deberíamos dar el ejemplo de la integración de los discapacitados.

Un hermano dueño de una industria o pequeña empresa, por ejemplo, debiera estar más llano a contratar hermanos con discapacidad en su empresa. Las instituciones cristianas deberían tener funcionarios cristianos ciegos, sordos y/o en sillas de ruedas.

Guardo el triste recuerdo de un pastor que rechazó un Nuevo Testamento en Braille, por desconfianza. No entendió nuestro ministerio y lo importante que toda iglesia disponga de Biblias en Sistema Braille y en grabaciones para los hermanos ciegos. Por lo menos un himnario debiera estar en Braille; debiera haber traductores al lenguaje de señas de modo que cuando se escucha el sermón, las personas sordas lo estuviesen recibiendo en su código dactilológico. Los templos y las instituciones cristianas deberían favorecer el ingreso a los discapacitados mediante rampas para sillas de ruedas, aspecto que los arquitectos cristianos o quienes planifican la construcción de un templo o edificio de la iglesia, debieran considerar.

En futuras páginas estaremos entregando consejos prácticos para la integración del discapacitado en las actividades de la iglesia, como la Escuela Dominical, la lectura bíblica, el teatro cristiano, la alabanza, la predicación, la participación del discapacitado en la evangelización, algunos métodos de evangelización de discapacitados y el desarrollo de ministerios especiales. Todo esto bajo la perspectiva de la integración de los discapacitados a la vida normal de la Iglesia, evitando toda segregación y teniendo muy en cuenta el principio de empatía o ponerse en el lugar de la persona discapacitada.

CÓMO AYUDAR AL QUE ES DIFERENTE

A continuación le sugerimos algunas conductas para cuando se relacione con personas con discapacidad.

SI VA EN SILLA DE RUEDAS

- Pídale que le explique qué puede hacer.
- Ponga cuidado al ayudarle a bajar las aceras o veredas.
- No tome la silla de los brazos, puede romperla.
- Al hablar siéntese si es posible.


SI TIENE PARÁLISIS CEREBRAL

- Sea amable, sonría.
- Recuerde que es inteligente y muy sensible.
- No le haga ir de prisa.
- Ajuste su paso a la persona.
- Si no entiende lo que dice, no dude en hacérselo repetir. Él sí le entiende perfectamente.
- Tenga mucha paciencia.

SI ES CIEGO

- Ofrézcale su ayuda si ve que vacila o bien si usted ve algún obstáculo.
- Dígale su nombre enseguida, identifíquese y no juegue a las adivinanzas con él. Esto es muy molesto.
- Ofrézcale su brazo, no lo tome de el suyo.
- Recuerde que siempre requiere orientaciones espaciales.

SI ES SORDO

- Colóquese delante de él con el rostro bien iluminado.
- Hable lento, con claridad, utilizando palabras sencillas y fáciles de leer en sus labios.
- Sea sencillo al utilizar gestos.
- En caso de dificultad, escriba lo que quiere decir.


SI ES PACIENTE PSIQUIÁTRICO

- Sea amigable y hable con él.
- Acepte la situación y muestre interés.
- Otórguese un tiempo para escuchar lo que dice.
- Trátele con respeto. Háblele lento y claramente.
- Inclúyalo en lo que usted está haciendo.

SI TIENE DISCAPACIDAD MENTAL

- No tenga miedo de él ni se burle. Respételo.
- No hable de su limitación delante de él o ella. Entiende más cosas de las que usted cree.
- Tenga paciencia, sus reacciones pueden ser lentas.

No requerimos normativas ni un código eclesiástico para integrar a nuestros hermanos discapacitados. Tan sólo el amor derramado por el Espíritu Santo en nuestros corazones y el don de la inteligencia que Él nos ha dado. Si el mundo no se pone de acuerdo y aún no lo hace, demostraremos los cristianos que nosotros sí podemos lograrlo y no por una orden o decreto gubernamental, sino porque el Amor de Cristo nos constriñe a servir y amar a nuestros hermanos.

Demostraremos que la Iglesia ha solucionado la problemática de la discapacidad pues ella está llamada a dar ejemplo a los no- creyentes de verdadero amor al prójimo. "Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová" (Isaías 2:3).

Los cristianos podemos dar pautas a la sociedad de cómo tratar a sus miembros discapacitados, porque somos, como dice el apóstol Pedro, "linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable".


BIBLIOGRAFÍA.
- "La Santa Biblia", Versión Valera, Broadman & Holman Publishers, USA., 1960.
- "Dios Habla Hoy, La Biblia Versión Popular", Sociedades Bíblicas Unidas, 1979.
- Francisco Javier Perez-Portabella y Begoña Urquia Martinez, "Para la Integración del Deficiente", Ciencias de la Educación Preescolar y Especial, Madrid, España, 1972.
- "Atrévete A Ponerte En Mi Lugar", afiche del Fondo Nacional De La Discapacidad, FONADIS, Chile, 1999.
- W.W. Rand, "Diccionario de la Santa Biblia", Editorial Caribe, USA.
- Dr. Francisco Javier Cortada, "Diccionario Médico Labor", Editorial Labor S.A., Argentina, 1970.
- "Aristos, Diccionario Ilustrado de la Lengua Española", Editorial Ramón Sopena, España, 1965.
- Apuntes personales.

Chile, Valparaíso, 20 de abril de 2000.



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