Comenzó su carrera de investigador como gineco-obstetra, pero con ansias de conocer más de las técnicas que tomaban fuerza en Norteamérica, se aplicó al estudio de los procedimientos que facilitaban gestar vida.
Lo intentó muchas veces. Fallaba. Volvía a comenzar. Perseveraba. Y después de cuarenta intentos, sentó las bases para el nacimiento de Diana Carolina Méndez, la primera niña probeta colombiana. Un verdadero éxito tras muchas críticas, ataques y voces contrarias de quienes consideraban que era imposible, que el desarrollo de estas tecnologías era sólo posible en Norteamérica. El nacimiento de la chica se produjo en 1985.
El caso de este estudioso tipifica la perseverancia. No dejarse vencer. Persistir. Levantarse cuantas veces sea necesario en procura de alcanzar un objetivo. Y lo aplicaría a la oración. Es probable alcanzar grandes cosas si pedimos a Dios, pero es necesario ir a Su presencia en clamor.
Bases en la Biblia
Ocurrió un día que Jesús terminaba de estar en la presencia de Dios el Padre. Sus discípulos le pidieron que les enseñara a orar. Reconocían la importancia. Intuían que clamar al Señor, liberaba poder. Y el maestro, tras compartir con ellos la oración conocida mundialmente como el Padrenuestro, les dijo: “Pedid y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Lucas 11: 9, 10).
Tres principios fundamentales que deben primar en la vida de todo cristiano. “Pedid”. No es otra cosa que llevar nuestras necesidades a la presencia de Dios. No importa de qué se trate: muy grande o quizá mínima. Es dejar de preocuparnos, en nuestras fuerzas, por soluciones que sabemos imposibles, y depositar nuestra confianza en El.
Perseverancia
Pero en la tarea de pedir, de clamar, hay un hecho de mucha significación: la perseverancia. No podemos desistir. Hay quienes esperan respuestas inmediatas, y si, transcurrido un tiempo no ocurre nada, renuncian a su clamor. Pero si nos tomamos el trabajo de leer el pasaje desde el versículo uno del capítulo once del evangelio de Lucas, hallaremos que Jesús ilustra el hecho con un hombre al que un vecino le importuna. Y él, cansado de que insistan, termina haciendo el favor. No es otra cosa que un reconocimiento a la importancia de perseverar en la oración, como más adelante lo expresaría el propio apóstol Pablo (1 Tesalonicenses 5:17).
Una búsqueda sincera
Un segundo principio, es la búsqueda. Debe haber disposición en nuestro corazón. Puede ser la búsqueda del rostro de Dios, o quizá la consagración personal. Todo comienza a partir de una decisión. Es esencial que nazca en nosotros. La promesa del Señor Jesús es que, si perseveramos en esa búsqueda, hallaremos. Decidirnos y emprender la búsqueda, he aquí la llave ineludible que debemos tomar en procura de muchas cosas que normalmente sonarían como imposibles.
Llamar... hasta obtener respuesta...
En el Valle del Cauca, la provincia de la que soy oriundo, es frecuente encontrar enormes haciendas cuya casa principal se divisa a lo lejos. Cuando se visitan esas propiedades, en su mayoría convertidas en museos, uno podría viajar en el tiempo hasta las épocas en que aquellas moradas recibían visitantes. Lo más probable es que, por lo distante de las viviendas, deberían llamar con insistencia desde el portal, hasta ser escuchados. No podían renunciar en el primer intento, sino llamar y llamar hasta que se les abriera.
Este hecho ilustra el tercer elemento que plantea el Señor Jesús: la importancia de llamar hasta que se nos abra. Trasladémoslo al plano práctico. Es clamar hasta obtener respuesta. No pensar que si oramos unos cuantos minutos, ya mismo tiene que producirse un milagro. Estoy convencido que tras pedir y pedir al Padre, en el tiempo perfecto de Dios, obtendremos lo que pedimos. Hay que recordar que Su reloj no es igual al nuestro.
Es probable que necesite un milagro
Seguramente usted está clamando por un milagro. Es necesario para su vida. Lo anhela. Sabe que humanamente no podrá lograrlo. Pero es viable si procede de Dios. Y quiere ver materializado ese prodigio en su existencia. Desde el Ministerio de Evangelismo y Misiones “Heraldos de la Palabra” le invitamos a persistir en oración. Sin desistir. Perseverando hasta obtener la respuesta, esperando en Dios.
Si desea que le acompañemos a interceder, con gusto estaremos orando a su favor. Compártanos su petición, escribiendo al siguiente correo electrónico:
Ps. Fernando Alexis Jiménez
Correo personal: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Página en Internet http://www.adorador.com/heraldosdelapalabra
Lo intentó muchas veces. Fallaba. Volvía a comenzar. Perseveraba. Y después de cuarenta intentos, sentó las bases para el nacimiento de Diana Carolina Méndez, la primera niña probeta colombiana. Un verdadero éxito tras muchas críticas, ataques y voces contrarias de quienes consideraban que era imposible, que el desarrollo de estas tecnologías era sólo posible en Norteamérica. El nacimiento de la chica se produjo en 1985.
El caso de este estudioso tipifica la perseverancia. No dejarse vencer. Persistir. Levantarse cuantas veces sea necesario en procura de alcanzar un objetivo. Y lo aplicaría a la oración. Es probable alcanzar grandes cosas si pedimos a Dios, pero es necesario ir a Su presencia en clamor.
Bases en la Biblia
Ocurrió un día que Jesús terminaba de estar en la presencia de Dios el Padre. Sus discípulos le pidieron que les enseñara a orar. Reconocían la importancia. Intuían que clamar al Señor, liberaba poder. Y el maestro, tras compartir con ellos la oración conocida mundialmente como el Padrenuestro, les dijo: “Pedid y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Lucas 11: 9, 10).
Tres principios fundamentales que deben primar en la vida de todo cristiano. “Pedid”. No es otra cosa que llevar nuestras necesidades a la presencia de Dios. No importa de qué se trate: muy grande o quizá mínima. Es dejar de preocuparnos, en nuestras fuerzas, por soluciones que sabemos imposibles, y depositar nuestra confianza en El.
Perseverancia
Pero en la tarea de pedir, de clamar, hay un hecho de mucha significación: la perseverancia. No podemos desistir. Hay quienes esperan respuestas inmediatas, y si, transcurrido un tiempo no ocurre nada, renuncian a su clamor. Pero si nos tomamos el trabajo de leer el pasaje desde el versículo uno del capítulo once del evangelio de Lucas, hallaremos que Jesús ilustra el hecho con un hombre al que un vecino le importuna. Y él, cansado de que insistan, termina haciendo el favor. No es otra cosa que un reconocimiento a la importancia de perseverar en la oración, como más adelante lo expresaría el propio apóstol Pablo (1 Tesalonicenses 5:17).
Una búsqueda sincera
Un segundo principio, es la búsqueda. Debe haber disposición en nuestro corazón. Puede ser la búsqueda del rostro de Dios, o quizá la consagración personal. Todo comienza a partir de una decisión. Es esencial que nazca en nosotros. La promesa del Señor Jesús es que, si perseveramos en esa búsqueda, hallaremos. Decidirnos y emprender la búsqueda, he aquí la llave ineludible que debemos tomar en procura de muchas cosas que normalmente sonarían como imposibles.
Llamar... hasta obtener respuesta...
En el Valle del Cauca, la provincia de la que soy oriundo, es frecuente encontrar enormes haciendas cuya casa principal se divisa a lo lejos. Cuando se visitan esas propiedades, en su mayoría convertidas en museos, uno podría viajar en el tiempo hasta las épocas en que aquellas moradas recibían visitantes. Lo más probable es que, por lo distante de las viviendas, deberían llamar con insistencia desde el portal, hasta ser escuchados. No podían renunciar en el primer intento, sino llamar y llamar hasta que se les abriera.
Este hecho ilustra el tercer elemento que plantea el Señor Jesús: la importancia de llamar hasta que se nos abra. Trasladémoslo al plano práctico. Es clamar hasta obtener respuesta. No pensar que si oramos unos cuantos minutos, ya mismo tiene que producirse un milagro. Estoy convencido que tras pedir y pedir al Padre, en el tiempo perfecto de Dios, obtendremos lo que pedimos. Hay que recordar que Su reloj no es igual al nuestro.
Es probable que necesite un milagro
Seguramente usted está clamando por un milagro. Es necesario para su vida. Lo anhela. Sabe que humanamente no podrá lograrlo. Pero es viable si procede de Dios. Y quiere ver materializado ese prodigio en su existencia. Desde el Ministerio de Evangelismo y Misiones “Heraldos de la Palabra” le invitamos a persistir en oración. Sin desistir. Perseverando hasta obtener la respuesta, esperando en Dios.
Si desea que le acompañemos a interceder, con gusto estaremos orando a su favor. Compártanos su petición, escribiendo al siguiente correo electrónico:
Ps. Fernando Alexis Jiménez
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