Camino de Betania iban Jesús y sus discípulos un día cualquiera. El sol brilló con la misma alegría de siempre, y la brisa de Palestina golpeó sus rostros con la suave intensidad de épocas veraniegas como aquella. Pero algo cambió la rutina. Jesús se acercó a una higuera, esperando encontrar algo. No lo halló, salvo hojas y más hojas. “Entonces Jesús dijo a la higuera: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y lo oyeron sus discípulos.” (Marcos 11: 12-14, énfasis en el versículo 14).

 
Si bien es cierto las condiciones del tiempo determinaban que no habría higos, Jesús se pronunció. Pero algo más. Aunque nada apuntaba a que aquel incidente no pasaría a mayores: “...pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces”(v.20). ¿Qué impide que Dios haga su voluntad? ¿Acaso no creó Él todo el universo y las leyes que lo rigen? ¿Qué impide que Dios las circunstancias? Absolutamente nada.

La clave: tener fe

Ante el asombro de Pedro y los discípulos, la respuesta de Jesús fue: “Tened fe en Dios. Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere a este monte: Quítate y échate en el mar, y no dudare en su corazón sino que creyere que será hecho lo que dice, lo que diga le será hecho” (v.23).

¿Imagina cuántas cosas podríamos lograr si tan solo nos atreviéramos a creer? La fe es la llave a un mundo maravilloso en el que todo puede ocurrir, conforme a la voluntad de Dios. Es la posibilidad de entrar en la dimensión de los milagros, en la que no existen los límites. Nada es imposible. Allí no se conoce ese término.

Sanidades y condiciones imperantes, pueden modificarse. No olvide: desaparece todo cuando parezca imposible...

¿Qué se necesita?

En primera instancia, establecer un canal de comunicación permanente con Aquél que todo lo puede. Y ese recurso es la oración. Así lo explicó el Señor Jesús: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá”(v.24).

Orar es el primer paso. El segundo, y como lo anotábamos al comienzo, es desechar toda sombra de duda. La incredulidad levanta una poderosa barrera que pone freno al mover de Dios.

Un tercer elemento es la perseverancia. Puede que el milagro no ocurra inmediatamente. Usted no puede renunciar a creer. Es de suma importancia que “persevere”. Si lo hace, lo imposible ocurrirá.

Quizá tiene alguna petición para orar. Deseamos ayudarle a interceder. Sólo basta que nos comparta su necesidad. ¡Jamás olvide que si creemos en el poder ilimitado de Dios, los milagros ocurrirán!...

Ps. Fernando Alexis Jiménez
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