Una de las mayores luchas que libra el ser humano es consigo mismo. ¿En qué momento? Cuando frente a una decisión que debe tomar y que demanda fe, se debate entre seguir la ruta de la lógica o avanzar hacia el camino desconocido que tiene como rótulo “Creer”.
Simón, el pescador, es un vivo reflejo de lo que estoy planteando. El día que tuvo su experiencia personal con el Señor Jesús, junto al lago de Genesaret, recibió una extraña instrucción: “...boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red” (Lucas 5:4, 5).
Medite en el texto de nuevo. La respuesta de este prospecto de discípulo, a quien después se conocería como Pedro, encierra un profundo significado que deja abiertas dos posibilidades: la primera, seguir la orientación de lo que dice la razón, y la segunda, acogernos a lo que Dios dice.
Lo que propone la razón
¿Se ha visto inmerso en una encrucijada para tomar una decisión?¿Teme tomar caminos equivocados?¿Opciones rápidas le han traído ingratas consecuencias?¿Justamente ahora está a las puertas de tomar una decisión y no sabe qué hacer?
Simón tenía, junto con sus compañeros de labor, una necesidad apremiante: provisión para aquél día. Al fin y al cabo la pesca era el medio del cual derivaban sus ingresos. Pero muchas horas echando las redes en el lago, les demostraron que no tenía caso. Y ahora Jesús les instaba a adentrarse de nuevo y extender las redes.
¿Ilógico? Sí... ¿Necedad? Tal vez... ¿Demasiado optimismo? Es probable... Pero sea cual fuere la perspectiva desde la que se analizara, Simón argumentó que no encontraba una explicación válida para volver a intentarlo de nuevo, más cuando ya lo habían puesto en práctica con resultados negativos: “...Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado”.
Seguramente no fue fácil para este experimentado hombre de mar. La lógica le decía que lo mejor era desistir y no perder el tiempo. Y en esos breves segundos, su crisis fue enorme. ¿Qué hacer?¿Emprender la jornada o dar media vuelta e irse a casa?
Tener fe implica dar pasos firmes
Las decisiones, cuando las tomamos al amparo de nuestros sentimientos, tienen un alto grado de posibilidades de conducirnos al fracaso. Actuar movidos por el emocionalismo es una alternativa poco recomendable.
Cuando sometemos nuestros caminos al Señor y no damos un paso sin meditarlo, con rapidez y sin medir las consecuencias, vamos a la fija. Es decir, los márgenes de error son mínimos.
Simón optó por la fe. Fue así como tomó la mejor determinación de su vida, dar pasos firmes: “...mas en tu palabra echaré la red”
Lo que hizo fue avanzar en fe, por encima de qué dirán. Una vez tomó la decisión, avanzó, “Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía”(versículo 6).
Si actuamos creyendo que Dios responder, entraremos en la dimensión de los milagros, que no tiene límites, en la cual todo puede ocurrir.
¿Quiere ver la manera como hechos extraordinarios ocurren en su vida? abra las puertas a la fe. Le aseguro que su vida tomará un nuevo rumbo.
¡Comience ya...!
Ps. Fernando Alexis Jiménez
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