Es bastante frecuente que en nuestras reuniones se haga especial énfasis en "sentir" la presencia de Dios en medio de una alabanza, adoración o predicación. No se discute esto, Dios es dueño y soberano absoluto como para dar Su Presencia en donde Él quiera y cuando Él quiera. Pero nosotros, Su iglesia, deberíamos estar mucho más ocupados en propiciar su venida que en buscar su presencia, máxime cuando esto se suele hacer como prueba de un "éxito" ministerial y personal.