Decimos que somos cristianos, pero en muchos lugares le damos prioridad a otras deidades supuestamente más importantes que Cristo, el eje del cristianismo. Decimos que somos creyentes, pero en incontables ocasiones nos permitimos dudar del verdadero poder de Dios en comparación con las burdas imitaciones del mundo secular o, lo peor, del esoterismo con base satánica. ¿No es tiempo de confiar?