Hay una dimensión física y natural que es donde el hombre vive su vida normal, secular, pagana, esotérica, religiosa o trascendental, como lo decida. Pero hay otra dimensión espiritual a la que solamente acceden aquellos que verdaderamente han entregado su vida a Jesucristo. Quien crea que todo se trataba de cambiar de una catedral a un templo, de un ritual pomposo a otro más austero, o de simplemente acudir a un culto por semana, está equivocado. El creyente genuino tiene una dimensión propia que aquí te presentamos.