¿Quién no ha leído alguna vez alguna, o todas, las parábolas que Jesús relató a quienes constituían su audiencia? ¿Quién pudo entenderlas, de no ser porque el Espíritu Santo acudió prestamente en su ayuda? Estas son preguntas que tienen su respuesta solamente en una palabra que, si bien en algunos ambientes cristianos es absolutamente normal, en otras casi que suena como a ciencia-ficción: Revelación. Es tiempo de poner blanco sobre negro y que cada creyente sepa verdaderamente de qué se trata con la Palabra.