Los hijos vagabundos de Dios siempre se encuentran en un fuego perpetuo de soledad, luchando ante el rostro de un continuo desengaño en la Iglesia, en la familia, en los amigos.

Algunos se han amargado.

Algunos se han acomodado a vivir en un desespero incierto.

Algunos aún lo intentan, lo intentan, buscando, escudriñando.

Mas unos pocos han visto la Luz del propósito de Jesús y han aceptado el desamparo que es nuestra íntima realidad y la tragedia de la condición humana.

La doncella Sulamita sufrió esa soledad...

malentendidos de sus compañeros y abusos de las autoridades. En la ferviente persecución de su rey, soportó escarnio y prueba.

Pero su soledad sólo podía ser satisfecha por su Amante.

Había adquirido la sabiduría de sólo buscarle a Él, sin substitutos.

Creo que se acerca el tiempo en el que el Señor recompensará a aquellos que han abrazado la soledad como Su voluntad y han consentido a la destrucción de los altares erigidos para los camaradas idolatrados del interior.

La recompensa habrá de ser como lo fue para Abraham:

YO SOY tu inconmensurable galardón.

Será el placer de Jesús llenar la profunda soledad del alma consigo Mismo.

Él ha visto nuestra espera.

Él ha probado el corazón que sólo le quiere a Él.

Tu Compañero se levanta, oh Sulamita, y Él se dejará encontrar por ti.

Copyright © 1999 Martha Blaney Kilpatrick

Material extraído de:
http://www.shulamite.com

Material en español sobre la vida interior:

 

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