John Seldon, 1689
Bienvenidos a un nuevo entendimiento de la palabra de Dios.
Virtualmente, todo lo que se nos enseña acerca del Nuevo Testamento, tanto la teología como las enseñanzas bíblicas vienen de la forma en que usamos la Biblia, en lugar de la Biblia.
http://www.geocities.com/gamanel/
Capítulo 1
¿Es esta la forma de entender el Nuevo Testamento?
Este libro lanza un salvavidas a aquellos de vosotros que estáis sufriendo las consecuencias del concepto actual acerca del oficio de los ancianos.
Pero lo que es más, este libro te presenta una forma completamente nueva y diferente de estudiar tu Nuevo Testamento.
La presente manera de ver a los ancianos es uno de los ejemplos de las tradiciones que hemos heredado del período de gran influencia de Constantino (317 – 500 D.C.)
¿Cuán lejos la práctica del anciano de estos días está de la del siglo primero? Tan lejos como lo están las enseñanzas católicas acerca de las reliquias, sacerdote, monjas, papa, confesionario y cualquier otro concepto que envuelve al sistema clerical.
¿Tan lejos? Si, tan alejados.
¿Cómo pudimos alejarnos tanto? ¡Tenemos gran cantidad de ayuda! Veamos en primer lugar lo que Lutero nos hizo. (Él también recibió bastante ayuda para alejarnos del debido camino)
Es interesante notar que, antes que Lutero fuera un reformista, él pertenecía a la más intelectual y filosófica rama de la iglesia Católica: era estudiante de Tomás de Aquino y Agustín. ¡Lutero era un monje agustino! Agustín era un estudioso de Aristóteles, el filósofo pagano. (Se ha llegado a decir que Aristóteles llegó a convertirse en católico, montado en las enseñanzas de tres teólogos, Agustín, Tomás de Aquino y Lutero. ¡Un grupo muy lógico estos cuatro!)
Tomás de Aquino estaba tan enamorado de las enseñanzas de Aristóteles que surgió un antiguo comentario diciendo: “Aquino bautizó a Aristóteles”.
Para nosotros los protestantes, fue Lutero quién estableció el camino para obtener la “verdad” del Nuevo Testamento. Esta manera, es aún el camino que los protestantes utilizamos para descubrir las enseñanzas del Nuevo Testamento. Es enseñado en todas las escuelas bíblicas y seminarios en el día de hoy. Nuestra forma presente de ver a los ancianos es un caso más de ello.
El punto de vista tradicional protestante de ver a los ancianos, no viene tanto de la Escritura por sí misma, si no por la forma que nosotros, los Protestantes, nos acercamos a la Escritura. Una vez que descubres lo que en realidad estamos haciendo, nos choca descubrir como nos hemos podido alejar tanto. Esencialmente, es algo como esto: Probamos nuestro punto – cualquier punto sobre cualquier asunto – con el Nuevo Testamento en la mano, con fragmentadas sentencias en nuestras bocas.
Virtualmente todo lo que hemos probado como del Nuevo Testamento, proviene de la forma en que utilizamos la Biblia, en lugar de la Biblia.
Esta metodología es referida en algunas ocasiones, como una enseñanza por medio de un texto probado. Sin embargo, este método, prueba muy poco, y no obstante puede “probar” cualquier cosa.
Esta manera de establecer una enseñanza como proviniendo de la Escritura es tan prevaleciente y aceptado en mundo evangélico que se ha constituido en la sangre y médula del Protestantismo. Sin él, las salas de los seminarios y las escuelas bíblicas podrían solamente transmitir silencio. El método es, cuando menos, peligroso. Este método de mirar al Nuevo Testamento nos previene de verdaderamente buscar a los cristianos del siglo primero, pues ni siquiera podemos ver el siglo primero. Además, hace de la Biblia algo que no es – un montón de piezas a la espera de que descubras su lugar en el rompecabezas. Para ilustrar esto diré:
En primer lugar, seleccionas el tema. Luego recoges una serie de versículos procedentes de todos los lugares de la Escritura, de Génesis a Apocalipsis. Luego tomas los versos seleccionados y los arreglas en un cierto orden... probablemente en un orden que apoya el punto de vista del tema elegido. Luego saltas al plano lógico, das el sabor a tu conclusión con cierto racionalismo y lo aderezas con algunas prácticas tradicionales. ¡Voila! Este remendado ensamblaje de fragmentadas sentencias, se juntan y luego emergen de forma tal, que es solemnemente anunciado como “la absoluta palabra de Dios”.
Casi sin darnos cuenta, hemos agregado cierta lógica, lógica y una racional raciocinación a sentencias fragmentadas, para más tarde invocar nuestras conclusiones como la más “clara Palabra de Dios”. Actualmente y de hecho, lo que sale como resultado es raramente procedente de las Escrituras. Este método es utilizado en su totalidad, para amedrentar a casi todos los laicos presentes, creyendo lo que acaban de oír.
Nuestra total pre-establecida forma de pensar protestante tiene como soporte el método del “texto probado” para acercarse a las Escrituras. Esto da miedo. Mucho miedo.
¿Qué es lo que queda del método del “texto probado” en nuestra forma de aproximarnos a la Biblia? Nada, ha olvidado prácticamente todo.
Palabras del Nuevo Testamento tomadas absolutamente fuera de contexto, fuera de lugar y fuera de un orden cronológico para luego ser cosidas juntas, usando la lógica como maestro – esto, mi querido lector, no constituye la Palabra de Dios. Y lo que es más, ni siquiera se le acerca.
Hasta que no llegas a ver enteramente el siglo primero en un entramado contextual, hasta que en primer lugar no ves el paisaje en su totalidad, hasta que no logras tener la línea del tiempo y, viéndola en su totalidad, la sitúas en su matiz histórico, tus “textos probados” no te han probado nada. Hasta que la Escritura no sea tratada en un amplio cuadro, hasta que los versos no sean vistos en su situación actual, hasta que el contexto cronológico esté presente, los versos fragmentados no son mucho más que una opinión. Hay muy poco de certeza cuando nos acercamos al Nuevo Testamento con el sistema del “texto probado”. Este método está totalmente abierto para el abuso de las Escrituras, con el resultado final en que los amados hermanos y hermanas son lastimados, por esas enseñanzas disfrazadas como instrucción, para obedecer “la Palabra de Dios”.
Sin, en primer lugar, haber visto la historia completa, extendida en un amplio cuadro, acabamos con una entremezclada vista de todo lo que tiene que ver con el Cristiano.
Si da miedo utilizar el método del “texto probado” para acercarnos al Nuevo Testamento ¡consideremos sus orígenes! Este método es originalmente pagano, no es cristiano.
Este método de acercarse a la “verdad” comenzó siendo un sirviente y herramienta de los filósofos paganos y antecede cronológicamente al cristianismo por más de 400 años. Este método de búsqueda de la verdad es la mera personificación del racionalismo, lógica y manipulación mental. Este método de búsqueda de la verdad es de origen griego. Su santo patrón es, en efecto, Aristóteles. Él y otros filósofos griegos, elevaron al método del “texto probado” a una forma de arte.
Esta forma de arte dio a luz otra práctica pagana en la que todos, hasta el día de hoy, caemos. Los filósofos griegos necesitaban encontrar rápidamente la página del libro que estaban discutiendo, para utilizarla como “texto probado”. Así pues comenzaron a dividir sus libros favoritos en capítulos dando un número a cada frase.
Sí, hasta el uso de dividir la Biblia en capítulos y versos es una práctica pagana que precede al cristianismo en varios cientos de años y que fue traída dentro de la fe cristiana alrededor de 500 años después de Cristo. Siguiendo el ejemplo de los filósofos paganos, dividimos el Nuevo Testamento en capítulos ¡para que pudiéramos discutir mejor sobre ellos! (De igual manera ellos aislaban frases e ideas sacándolas de contexto, para, de esta manera, discutir unos con otros más convincentemente.)
¡Recuerden esto la próxima vez que discutan sobre un capítulo y sobre un verso!
Esto, lo que ha sido llamado la “mente del occidental” tiene como médula el uso de la lógica (sobre cualquier otra cosa) para llegar a sus conclusiones.
Tengan cuidado con el método del “texto probado”. Pues todo esto, entre los años 200 al 500 D.C., se constituyó en la leche de la madre que alimentaba la mente del cristianismo.
En primer lugar, define el tópico, después síguelo con una organización de pensamiento o de ideas. Esto era enseñado en el tercer grado. Aristóteles era el padre de “comienza con una definición y síguela con un pensamiento o ideas organizado”.
Es necesario señalar que nuestro método de acercarnos al Nuevo Testamento, virtualmente siempre comienza con una definición y luego prosigue con una serie de versos organizados en forma continua. Lo que sigue es el soporte de nuestras ideas, o lo que estamos diciendo, en forma lógica. Sería inteligente por parte de ustedes leer el libro de Aristóteles acerca de la retórica para encontrar cómo nosotros los cristianos estudiamos la Biblia. Este entero proceso no es mucho más teológico que lo es filosófico; sin embargo, es generalmente conocido como ser: buena teología del Nuevo Testamento.
La teología del “texto probado” es una mezcla de lógica aristotélica y mente protestante, aderezada con fragmentos y sentencias tomadas de toda la Biblia, esto es, el corte hecho a la medida para poder probar cualquier cosa (incluyendo las enseñanzas y prácticas de hoy día sobre los ancianos.)
Cuando religiosos cosieron juntas docenas de Escrituras – tomadas de docenas de libros del Nuevo Testamento – y luego mezclaron esa colección de cosas en algo único, lo que surge no es menos que doctrina, es “la doctrina bíblica verdaderamente fundada en la Palabra de Dios”. Bien, la verdad es que no es nada de eso.
No creo que esta antigua y reverenciada práctica vaya algún día a desaparecer. De igual manera nunca nos permitirá descubrir la vida cristiana tal como era practicada en el siglo primero.
La mente protestante y nuestra mente evangélica en la cual crecimos, no tiene forma ni medio de dejarnos ver la gran historia del cristianismo del siglo primero. Nunca podrá descubrir esta época.
De hecho, el centro de la mente protestante y evangélica nos prohíbe ver la historia de ese glorioso tiempo. No se nos es permitido ver en plenitud ese glorioso cuadro.
La historia de la iglesia del siglo primero es desconocida para nosotros.
Lutero agregó a esta penosa mezcolanza un ingrediente más. Este ingrediente, garantizó a nuestra mente protestante quedar permanentemente confuso y de seguro, garantizó que nunca conoceríamos la historia de la iglesia del siglo primero: Lutero nos entregó el primer Nuevo Testamento.
¿Por qué es esto tan trágico? Por la forma que arregló el orden de los libros del Nuevo Testamento.
En primer lugar, Lutero continuó la práctica sacrosanta de hacer de la Escritura una serie de sentencias y fragmentos numerados (Tomó la idea y del capítulo y el versículo que había sido utilizado por la Biblia católica.)
Pero esto no es nada comparado con el siguiente golpe – la forma en que ordenó las epístolas de Pablo. Este fue un desastre del que nunca nos pudimos recuperar.
Sin su orden cronológico, no podemos encontrar la verdadera historia. Pablo no escribió esas cartas en el orden que encontramos en nuestro Nuevo Testamento. Re-arreglen las cartas de Pablo en su orden cronológico y verán emerger la historia del Nuevo Testamento. ¡Y de igual manera verán hundirse nuestras prácticas protestantes!
A este punto nos debemos preguntar: “¿Cuándo comenzó a surgir la mente evangélica de la mente protestante?” La primera mirada a los comienzos de la mente evangélica ocurrió alrededor del año 1760, pero no entró en nuestro torrente circulatorio hasta los primeros años del 1800. Conozcan a John Darby. Este hombre nos dio la sinopsis del cerebro evangélico.
¡Aquí encontramos a un verdadero maestro en al arreglo de versículos desperdigados ordenándolos en una gran y lógica enseñanza! Darby nos dio (a los evangélicos) las hoy día aceptadas enseñanzas de... bien, prácticamente todo aquello que enseñamos y practicamos. Incluyendo los ancianos.
Raramente, nosotros los evangélicos, podemos ver las cosas en su totalidad. Se nos sirven platos conteniendo pensamientos entrecortados, traídos juntos por medio de otros versos y lógica. En consecuencia, el producto terminado que recibimos está alejado, muy alejado, de la realidad de la iglesia del siglo primero.
(Desafortunadamente, el concepto que Darby nos da sobre el anciano, no es necesariamente la peor cosa que él nos ha dado. Entre todas las ideas individuales que nos dio, él se las arregló para ser el padre del esquema total que hoy día es conocido como la mente fundamentalista)
Tan duro de entender, como lo es para nosotros, no existe sabiduría alguna en extraer un verso y aislarlo de una epístola. Por ejemplo: Colosenses 1:7 o Efesios 2:4.
Colosenses y Efesios son... cartas. Esas cartas fueron escritas por un hombre apasionado. Pero lo que es más, esas dos cartas son parte de, y se ajustan a, una gran y apasionante historia.
¿Quieren que nos aventuremos más en este revelador camino? Si están de acuerdo, contengan su aliento en la medida que les llevamos por una poco frecuentada senda. Esos dos libros no solamente pertenecen a una apasionante historia; esas dos cartas también fueron escritas por un plantador de iglesias.
¿Un plantador de iglesias?
Sí
¿Y qué tiene que ver eso con lo demás? Esto: el hecho de que esas dos cartas fueron escritas por un plantador de iglesias lo cambia todo. Este género de hombres pertenece a una casta casi extinta. Al menos lo es al estilo del primer siglo. Pero sin un plantador de iglesias fuera de la ecuación, todo lo que toquemos se deshace.
Las cartas de Pablo son, cada una de ellas, una unidad. No una serie de sentencias fragmentadas. Pero lo que es más: El plantador de iglesias forma parte de la historia. Él pertenece y forma parte de la ecuación.
Saquen al plantador de iglesias y habrán eliminado a un ingrediente irremplazable en el cristianismo del Nuevo Testamento y de la iglesia del Nuevo Testamento. Sáquenle a él y habrán eliminado la esperanza de llegar a saber y entender algo – incluyendo la doctrina y la práctica – acerca de la versión del siglo primero en la práctica de la fe cristiana.
Las cartas de Pablo están llenas de historia, y él – el plantador de iglesias viajero – forma parte de un gran pedazo de la historia del cristianismo del siglo primero.
Repito: Las cartas de Pablo fueron escritas a las iglesias. (Nueve fueron escritas a iglesias, tres a otros plantadores de iglesias y solamente una carta a un individuo... que tenía esclavos.)
Coloquen esas cartas en el Nuevo Testamento en otro orden que no sea cronológico, luego dividan esas inspiradas cartas en versos, espulguen fragmentos de sentencias en el mejor orden que les parezca – permitiéndonos dibujar nuestros puntos de vista desde nuestro puesto de ventaja. De esta manera terminamos acabando con cualquier posibilidad de ver la realidad de la forma en las cosas en el siglo primero.
El uso del “texto probado” (numerar versos, numerar capítulos, tomados de las caóticamente ordenadas epístolas, con poco conocimiento de la historia del siglo primero y luego mezclarlo liberalmente con filosofía lógica) es la fórmula para el desastre. De ninguna manera podemos aprender a Cristo... ni a la iglesia... ni alguna otra cosa que llamemos cristiano, si seguimos con este curso de acción en nuestro acercamiento para aprender la Biblia.
La lógica aristotélica, “texto probado”, racionalización occidental, no son buenas herramientas en mucho o en nada que tenga que ver con el Nuevo Testamento.
No obstante, una vez que un hombre ha completado su “tapiz de versos”, deberás ser lo suficiente inteligente como para no estar en desacuerdo con él. Pues puede reaccionar torpemente:
“¿Acaso no crees la clara enseñanza de la Palabra de Dios?”, puede ser una de sus contestaciones y... ¿quién quiere llevar el lazo de esta acusación colgado del cuello?
Una vez que un hombre – o su maestro – abraza cierta enseñanza llegada por este método, es extremadamente difícil para él deshacerse de ella. Quince siglos con este método le han convencido de que esta forma está de acuerdo a las Escrituras. Y este método del rompecabezas es la fuente donde proceden las prácticas cristianas que hoy día ponemos en práctica.
Este libro, por tanto, cubre algo más que los ancianos. Se refiere a una mejor forma de encontrar lo que ocurrió en el siglo primero.
Los ancianos no son más que un ejemplo.
Quizá, si hubiéramos utilizado el método de este libro para todas nuestras enseñanzas y prácticas, hubiéramos visto un cambio en el cristianismo que aplastó la Reforma.
Por ahora, tratemos de rescatar al anciano de su antigua e insidiosa trampa.
Si, en el curso de este libro, se desliza por sus mentes la idea de que los hombres llamados “ancianos” utilizan en sus vidas tácticas de amedrantamiento, amenazas, “textos probados” y “la clara enseñanza de la Palabra de Dios” a la vez de la amenaza de excomunicación – por supuesto “para ayudarte” o “para preservar la pureza doctrinal” o “el comportamiento de Cristo” – entonces otro pensamiento deberá destellar por su mente: “¿Acaso estos hombres son de verdad reales ancianos?”
A través de 500 años de historia, la iglesia protestante nunca dio valor alguno al amplio cuadro, a la total contextualidad, a la historia y su gran continuidad. Pero cuando usamos ese gran cuadro, el concepto y la práctica del día de hoy de la mayoría del protestantismo, se cae por sí solo, incluyendo el anciano, como veremos.
En la medida que avance en su lectura, emergerá una nueva visión del siglo primero y será esta tan clara, que podrá llegar a convertirse en algo muy liberador.
Capítulo 2
Descubriendo al anciano al estilo del Nuevo Testamento
Basta de versos y “textos probados” . Al ver el modelo del siglo primero, surge la revolución y la liberación .
Encontraremos a los ancianos tal como eran hace 2000 años. ¿Cómo? Mirando la historia... toda la historia... la historia completa.
Viajaremos a través de la historia en forma cronológica. Miraremos a las circunstancias que acompañan la historia. En la medida que miramos lo que está ocurriendo, mantendremos un ojo en el reloj, vigilantes cómo va marcando el paso del tiempo. Observaremos los espacios de tiempo que ocurrieron entre los libros que cuentan la historia del Nuevo Testamento – y, por supuesto, veremos las epístolas en ese orden – y el tiempo y las circunstancias que ocurrieron, no solamente en las epístolas, sino en todos aquellos versos que en un tiempo nos fueron arrojados.
Haremos notar en forma especial los eventos que ocurrieron entre esas epístolas y, al así hacerlo, los versículos perderán la interpretación que se les es dada en el día de hoy.
Quizá la pregunta más explosiva que contestaremos cuando veamos a los ancianos, será: ¿Quién ordenaba los ancianos? Parece que nos hemos olvidado mirar no solamente a quién escribió esos versos, sino quién era aquel que ordenaba a los ancianos. Este probablemente es el más claro y posible ejemplo de cómo aquellos que claman estar enseñando “solamente la palabra de Dios”... no lo están haciendo.
Cuando se utilizan aislados versos y enseñanzas por medio de un método que es como un rompecabezas... y luego cuando este método es puesto a un lado y se deja a la historia que surja por sí misma, algo completamente nuevo surge perfectamente enfocado y claro. No es improbable encontrarse con un completamente nuevo Nuevo Testamento.
Si las enseñanzas de nuestros días, acerca de los ancianos, fueran correctas, entonces los hechos surgirían de la historia por sí mismos. La historia contendría un anciano similar a la práctica actual del oficio de anciano. Pero esto no sucede.
Donde vemos a la historia luchar contra la mezcolanza de versos aislados, la historia gana y la doctrina construida sobre versos se desmorona como un castillo de cartas. Los versos y la lógica no tienen más remedio que echarse a un lado para dejar pasar a la historia. Podrás pensar que tienes versos que prueban tu punto de vista sobre los ancianos. Probablemente los tienes. Pero la historia nunca va a estar de acuerdo contigo. Amigos, no están ahí, no existen. No hay ninguno. No en la historia.
Si, en el día de hoy, el anciano estuviera basado en la historia del Nuevo Testamento, en lugar de versos, entonces podríamos esperar surgir de la historia a un anciano que no estuviera en control de la vida espiritual de todos los demás. (Y mucho menos en control de la vida entera).
Por otro lado, si situamos la práctica y los ancianos sobre la historia del Nuevo Testamento, encontraríamos a los ancianos, a los ancianos del siglo primero, ordenando las vidas de los demás y totalmente en control de la iglesia. (Hombres con versos a menudo enseñan que es el derecho de los ancianos. Si alguna vez escuchas eso, ponte a cubierto.)
Ancianos, pastores... sumisión a la autoridad... esas enseñanzas las vas a encontrar en versos fragmentados. Pero no los vas a encontrar en la historia.
Sin la historia, solamente utilizando los versos, podemos ser enseñados que los ancianos deberán estar en control de las reuniones de la iglesia. Veríamos al resto del pueblo de Dios en un puesto muy secundario de la iglesia y en ningún momento en puestos de liderazgo. Pero la historia nunca nos muestra este escenario.
También esperaríamos que la historia nos revelara que virtualmente, todos los problemas de la iglesia eran manejados por los ancianos y solamente por los ancianos. Veríamos a los ancianos marcando la agenda y la dirección de la iglesia. Pero no está ahí, no está en la historia.
También esperaríamos ver, en la historia del primer siglo, ancianos ser grandemente respetados, con todo el resto (los laicos), teniendo gran deferencia con ellos.
En cada gran crisis encontrada en el Nuevo Testamento, esperaríamos encontrar a los ancianos al frente y en el centro y en control. Esperaríamos que esos apóstoles que ordenaron a esos ancianos, hablaran directamente a los ancianos sobre los problemas de su iglesia. Y las cartas de los apóstoles hablarían a los ancianos acerca de cómo manejar las crisis en las que las iglesias se encontraban.
La historia se rehúsa a darnos esas escenas.
En cualquier crisis mayor, esperaríamos que los protagonistas serían los ancianos. Tampoco sucede. No en la historia.
Lo que vas a leer es a los ancianos tal como los encontramos en el drama de la historia. Para ser exactos, comenzaremos el domingo, 29 de Mayo del año...
Capítulo 3
Pentecostés
Vamos a continuar con la narración... reloj en mano, con el calendario y por el entero contexto de la historia
Es domingo, 29 de mayo del año 30 D. C. Cuando este día llegue a su fin, en la tierra solamente habrán dos tipos de creyentes:
1. Doce hombres que levantaron una iglesia
2. Y aproximadamente 3118 otras personas que son referidas como creyentes.
Marcos marca ese día como el 30 D.C.
No había ancianos.
Continuamos. Observen los primeros cuatro capítulos del libro de los Hechos. Esos cuatro capítulos cubren un lapso de cinco a seis años y registran cinco masivas llegadas de nuevos conversos – quizá más de 20.000 nuevos conversos en esos cinco o seis años.
Aún no hay ancianos.
Aún existen dos clases de gentes en el escenario del cristianismo del siglo primero – los doce hombres que levantaron la iglesia en Jerusalén, y el resto... los hermanos y las hermanas. No hay tal cosa como ancianos en los primeros seis años de existencia de la iglesia.
En aquella época, aproximadamente el año 34, siete hombres son seleccionados para servir en las mesas. Estos hombres carecen de títulos – la Escritura no los llama diáconos. Esos siete hombres tienen un trabajo claro y específico. Están llenando una necesidad específica, la distribución de los alimentos... alimentos para quince o veinte mil hermanos y hermanas que viven en comunidad.
Acerca de estos siete sirvientes, usted tiene plena libertas para interpretar ese pasaje como desee; pero, por favor, no convierta en ancianos a esos siete. Está bien si quiere llamarlos sirvientes; de hecho, ese es el nombre que reciben en el texto griego original.
Ahora nos encontramos en el año 36. Han pasado seis años desde el día de Pentecostés. En este momento entra en escena un hombre llamado Pablo de Tarso. La persecución cae sobre la iglesia de Jerusalén. Gran crisis. ¿Cuán grande? La iglesia de Jerusalén deja de existir. Eso significa que la iglesia en Jerusalén después de un período de seis tumultuosos años, con un número que pudo haber llegado hasta los 25.000 – todos viviendo en comunidad – aún carece de ancianos.
Hasta ese momento hay (1) el pueblo de Dios – siete de ellos encargados de servir los alimentos – más (2) los doce apóstoles que plantaron la iglesia de Jerusalén.
Con tan severa persecución, todos los creyentes huyeron de Jerusalén. Los creyentes abandonaron la ciudad.
Ahora los doce salieron y comenzaron a ministrar en las ciudades y villas de Galilea y Judea donde los 25.000 creyentes se habían dispersado. Los Doce se convirtieron en viajeros. Viajaban constantemente. Los Doce viajaban constantemente visitando las iglesias que habían nacido en muchos lugares de Israel, como consecuencia del éxodo masivo de los creyentes de Jerusalén.
La gente que huyó de Jerusalén fue a asentarse en ciudades de Galilea, Judea y llegaron tan lejos como al norte, hacia Siria. Estos creyentes comenzaron a reunirse. De pronto, aparecieron docenas, quizá cientos de pequeñas iglesias por todo Israel y hasta Siria. La persecución acabó temporalmente con la iglesia de Jerusalén, pero dio a luz a docenas de otras iglesias por toda la nación. Pero aún no había ancianos.
Los plantadores de iglesias, itinerantes, foráneos, siempre viajeros – nunca permanecían en un solo sitio – todavía estaban en escena, al igual que los creyentes – eso era todo lo que había.
Ahora llegamos al año 38. La ekklesia ya ha estado en esta tierra por ocho años. Ya no hay problemas para regresar a Jerusalén. Algunos creyentes lo hacen. La iglesia de Jerusalén comienza a reaparecer. Pero aún no hay ancianos.
Obviamente este tema de los ancianos no era muy ardiente en aquellos primeros y formativos años de la ekklesia. Por favor, tomemos nota que los cristianos han pasados juntos por bastantes pruebas. Crisis sobre crisis. Grandes crisis.
El pueblo tiene una vasta experiencia en hacerse cargo de la iglesia... sin ancianos. El pueblo daba la dirección a la iglesia y tal hacían sin poseer internamente líderes específicos. Los creyentes no miraban hacia un tipo de liderazgo entre ellos. El liderazgo solamente viene de los Doce viajeros si se puede considerar esto liderazgo. Cualquier anciano que eventualmente pueda surgir, tiene que hacerlo de aquel grupo de creyentes con su gran experiencia vivida. Surgirán, de entre toda la historia de las iglesias existentes que son lideradas... sin líderes específicos.
Pasamos ahora al capítulo 9 del libro de los Hechos. Estamos alrededor el año 38. En Hechos encontramos un nuevo converso – Pablo de Tarso. Pablo viaja a Jerusalén en un intento de reunirse con los Doce apóstoles. En Hechos 9:27, descubrirán que Bernabé llevó a Pablo ante los doce apóstoles y se los presentó. Por favor, tomen nota porque esto es muy importante. Bernabé llevó a Pablo y lo presentó a los doce apóstoles.
No hay ancianos
En Hechos 9:31, por un tiempo, viene la paz para la iglesia de Jerusalén y para todas las iglesias de Judea, Galilea y Samaria. Si lees el resto del capítulo, comenzando en 9:32, encontrarás que Pablo viajaba a ciudades – y, por tanto, iglesias – que habían surgido por toda Israel.
Todavía no hay ancianos.
Tenemos a solamente doce hombres viajeros y el pueblo de Dios. Ya llegamos al año 40. Ahora estamos a 10 años de Pentecostés. Todavía no hay ancianos.
Continuamos por los capítulos 10 y 11, finalmente arribamos a Hechos 11:12. Aquí encontramos una historia fascinante. Son “hermanos” y “mensajeros”, no ancianos los que toman parte.
En todas las iglesias de Judea hay hermanos y hermanas. También hay apóstoles que van de una ciudad y villa a otra. Los personajes permanecen los mismos: (1) El pueblo de Dios esparcido en muchas iglesias y (2) Doce hombre ministrando a esas asambleas. No hay ancianos, ni siquiera en el pensamiento.
¿Cómo podían funcionar... sin ancianos? ¡peligroso el pensamiento de que las iglesias necesitaban solamente la esporádica ayuda externa sin líderes locales! ¿un liderazgo corporativo?
En Hechos 11:22 se mantiene la misma estructura: Y llegó la fama de estas cosas á oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén...
No llegó a los apóstoles, ni llegó a los ancianos pues no había uno. La palabra llegó a la iglesia.
Y ellos – la iglesia de Jerusalén, los hermanos y hermanas – enviaron a Bernabé a Antioquia.
Una reunión de personas, una asamblea, ¡envía!
El cuerpo entero, miles de hermanas y hermanos, envían a un hombre de entre ellos. Es una decisión hecha sin ancianos. Y de igual manera, hecha aparte de los Doce.
Ahora ya han pasado 13 años desde Pentecostés. Probablemente hay cientos de iglesias, la mayor de todas se encuentra en Jerusalén. Trece años y aún no hay ancianos en Jerusalén.
Alrededor de dos o tres años más tarde, hay una plaga de hambre en Jerusalén y Judea. Ya que no hay hambre en la iglesia que huyó hacia el norte en Antioquia, Siria, esta iglesia decide enviar ayuda a la iglesia de Jerusalén. Esto se llevó a cabo a pesar de que la iglesia en Antioquia no tenía ancianos, tal como veremos.
Los hermanos y hermanas de Antioquia juntaron una suma de dinero y luego, la iglesia en Antioquia seleccionó a Pablo y Bernabé para que fueran a Judea con el dinero. Cuando esos dos hombres llegaron a Jerusalén, la iglesia se encontraba, una vez más, bajo una fuerte persecución. La iglesia de Jerusalén tenía unos catorce años.
La escritura es clara; Pablo y Bernabé presentaron el dinero ¡a los ancianos!
Finalmente, unos catorce años después del nacimiento de la iglesia en Jerusalén, aparecen los ancianos. Amigos, aparentemente en siglo primero la iglesia no tenía prisa alguna por elegir ancianos. Esto es claro después de 14 años y unos 30.000 creyentes que demostraron poco interés en hacerlo.
Era la época del reinado de Herodes Agripa – el hijo de Herodes el Grande, rey de Judea, Galilea y Samaria – quién hizo matar a Santiago, uno de los doce. Herodes también trató de encontrar a Pablo para matarlo. Todo esto ocurría en el tiempo que Pablo y Bernabé llegaban a Jerusalén con el dinero. Esto fue en abril del año 44. (Hechos 11:19 – 12:25. Ver específicamente Hechos 11:30 y también 12:25)
Vayamos ahora a ver la iglesia de Antioquia. Esta iglesia comenzó alrededor del año 40 o lo que es igual a 10 años después de Pentecostés. Veámosla moverse a través del tiempo.
Desde su nacimiento y por todo el libro de Hechos, no hay indicación alguna que esta iglesia jamás hubiera tenido ancianos. Por el contrario, todas las referencias hechas sobre esta iglesia, se esfuerzan en representar que todas las decisiones de la iglesia eran tomadas por los hermanos y las hermanas. Lucas parece destacar el hecho de que Antioquia no tenía ancianos.
En la primavera del año 47, siete años de que la iglesia fue plantada en Antioquia, vemos a esta iglesia sin ancianos, enviar a dos plantadores de iglesias. ¡Algo de gran importancia para una iglesia sin ancianos!
¿Acaso no es cierto, hoy, inclinarse a pensar que la iglesia no puede realmente manejar sus asuntos por sí sola y que necesita de los ancianos?
Los ancianos no son necesarios. Pero si tratas de poner en práctica la vida de la iglesia sin ancianos y también sin un plantador de iglesias ¡estarás probablemente condenado a fracasar!
El año 47 nos recuerda que han pasado 17 años de Pentecostés. (Al llegar a este punto nos movemos de Israel y Siria hacia un oscuro territorio llamado Galacia).
Al hacerlo, hagamos una pequeña pausa. Lo que aquí está emergiendo es un método revolucionario de estudiar el Nuevo Testamento, especialmente desde el libro de los Hechos, hacia delante.
Tomen nota de lo que puede hacer al mirar, en primer lugar, a la línea del tiempo. Vea lo que puede ocurrir cuando miramos hacia la historia y no a un entrecortado y aislado grupo de fragmentos (versos.)
Esto no solamente sirve para un estudio acerca de los ancianos, sino para todo.
Vayamos ahora a ver cuatro iglesias gentiles en la tierra de Galacia.
Capítulo 4
Dos itinerantes plantadores de iglesias en las tierras de Galacia
Si nuestra imagen de los ancianos actuales no es vista en la historia de la iglesia del primer siglo, entonces nuestra práctica de los ancianos tenemos que considerarla equivocada con respecto a las Escrituras y, por tanto, esta enseñanza y práctica deben ser abandonadas.
En julio del año 47, diecisiete años después de Pentecostés, Bernabé y Pablo, son enviados por la iglesia de Antioquia a predicar el evangelio en la tierra de los herejes.
Por los próximos dos años, Pablo y Bernabé levantaron cuatro iglesias en Galacia. Cuatro iglesias en dos años, en una tierra donde los cristianos nunca habían sido nombrados.
Tres de esas iglesias recibieron ancianos en un período de menos de tres años. Jerusalén tuvo ancianos después de trece años. Antioquia nunca. No obstante, en Galacia había tres iglesias las cuales tuvieron ancianos después de tres años. ¿Por qué esta gran diferencia? No lo sabemos. Podríamos pensar... ¿variedad?
Esto no lo sabemos. Hombres, los cuales eran itinerantes plantadores de iglesias, jugaron un importante papel en traer a la existencia el concepto del anciano.
Estos fueron los ingredientes que trajeron al anciano:
(1) El Espíritu Santo
(2) El pueblo de Dios
(3) Los itinerantes plantadores de Iglesias
Necesitas tener esos tres, antes de que puedas tener ancianos. Los tres. O no hay ancianos.
¿Cuál es el punto? Toma a los plantadores de iglesias fuera de la ecuación y no hay ancianos. Trata de cambiar ese hecho y no encontrarás una sola palabra (verso) en la Escritura que te apoye.
Puesto de otra manera, si tu tienes ancianos pero no están envueltos los obreros itinerantes, entonces estás muy lejos, lejísimo, de la marca del Nuevo Testamento... lo suficientemente lejos como para preguntarte si esos ancianos son verdaderamente ancianos.
Mira a los dos años que Pablo y Bernabé estuvieron en Galacia. Tienes plantadas cuatro iglesias, y cada una de ellas es levantada y abandonada en un corto espacio de tiempo.
Este es el punto insólito: Ninguna de esas iglesias tenía ancianos cuando fueron abandonadas por el plantador de iglesias. Existió un lapso de tiempo, no hay plantadores de iglesias cerca, no hay ancianos en la iglesia. ¿Cómo una iglesia puede funcionar en tan penosas circunstancias? Muy simple. Los hermanos y hermanas en la ekklesia estaban a cargo de todo – sin líderes específicos, sin líderes de ningún tipo. En todo este tiempo los santos – solamente los santos – estaban a cargo.
Esto significa que por un largo período de tiempo, entre dieciocho meses y un año, esas iglesias no tenían líderes de ningún tipo, carecían de dirección dada por uno o más individuos, nadie dentro y nadie fuera. Más tarde los ancianos fueron seleccionados por entre todos los miembros de la iglesia. Todo el pueblo, había dirigido la iglesia antes de que los ancianos lo hicieran.
Capítulo 5
Los ancianos gentiles
Ahora nos encontramos ante el mas extraño descubrimiento, el establecimiento de ancianos en las más jóvenes iglesias de Galacia. La edad de esas iglesias: Pisidia, dos años, Iconio, dieciocho meses, Listra un año.
No hay clara evidencia de que Derbe tuviera ancianos pero si los hubiera tenido habrían sido electos cuando la iglesia tenía ocho meses.
En Galacia vemos aparecer los ancianos rápidamente. Pero aún encontramos una diferencia de tiempo entre el nacimiento de la ekklesia y, más tarde, la elección de los hermanos. Durante este tiempo, cada iglesia no tiene con ellos a los plantadores de iglesias. Todo el liderazgo estaba en manos del pueblo de Dios. La iglesia aprende a manejarse antes de la aparición de la aparición de los ancianos.
No hay pastor, no hay estudios bíblicos. Solamente el pueblo de Dios. Antes que los ancianos.
Pero eso no es todo lo que vemos. ¡Vemos algo presente en esas iglesias que no lo vemos en las iglesias de hoy día! El trabajador itinerante se encuentra presente en la selección de los ancianos. No un pastor, no un líder local. Bajo un punto de vista humano, el itinerante plantador de iglesias y solamente él, es la única influencia consistente en la decisión de quienes serán los ancianos y cuando serán elegidos. (Probablemente, también, por cuanto tiempo serán elegidos). Los viajeros itinerantes son los que imponen las manos sobre esos hombres que van a ser llamados ancianos. Por tanto, si no hay itinerantes plantadores de iglesias, tampoco hay ancianos.
Los ancianos no existen excepto en la presencia de obreros itinerantes. ¡Al menos no en el siglo primero!
Sin el itinerante plantador de iglesias, la ecuación del anciano, se derrumba; es decir, si utilizamos la ecuación usada en el siglo primero.
Esos hombres en Galacia, que fueron seleccionados como ancianos, vinieron de una hermandad entre todos los hombres de la iglesia. Antes de que fueran ancianos, todos esos hombres no eran más que hermanos en la ekklesia. Todos trabajaban juntos, encontrando una dirección para la iglesia. Saliendo de este concepto, surgieron los ancianos. Ahora la pregunta: ¿acaso esos ancianos, seleccionados tan temprano, se convirtieron en el liderazgo de las iglesias de Galacia? La misma pregunta podría ser hecha a las otras iglesias con ancianos, tal como la de Jerusalén. ¿Acaso los ancianos conducían la iglesia? ¿Eran la brigada que apagaba los incendios en todas las crisis de la iglesia?
Existe sólida evidencia de que la existencia en Galacia de los ancianos, era virtualmente – si no totalmente – olvidada en Galacia durante los tiempos de crisis. ¿No me creen?
Observen.
No hay evidencia alguna (ni siquiera una insinuación) de un liderazgo surgiendo de los ancianos durante una crisis importante. La crisis apareció a los pocos meses de haber sido nombrados ancianos. Fue esta una de las crisis, más grandes, del siglo primero. Cualquiera con cuatro dedos de frente hubiera esperado a los ancianos de Galacia colocarse al frente del problema. Pero no lo hicieron.
¿Un hecho increíble? ¡No lo es!
Probablemente todos estaríamos de acuerdo al decir que los ancianos se levantarían y se pondrían en pié de guerra durante una gran crisis. Bien, en menos de dos años después que esas iglesias recibieran sus ancianos, se levantó una crisis en esas cuatro iglesias de Galacia. ¡Una de las crisis más grandes en la historia de la iglesia! ¿Acaso no esperaríamos ver a esos ancianos alzarse en primeras filas? ¿No esperaríamos ver a aquellos hombres – Pablo y Bernabé – que plantaron esas cuatro iglesias, escribir una carta dirigida a los ancianos, dándoles instrucciones y de igual forma corrigiéndoles si hubieran errado al actuar o no habiendo hecho su obligación ante la crisis?
¡No te sorprendas!
Hombres ordinarios fueron escogidos entre todos los hermanos para convertirse en esos hermanos. ¿Acaso esos ancianos comenzaron a dirigir la iglesia que ya había experimentado una sólida hermandad entre sus miembros?
Cuando apareció la crisis, no hubo cambios – la crisis pertenecía a toda la iglesia. El pensar que los ancianos se hicieron cargo de la iglesia es creer mucho acerca de los ancianos.
¿Cuál era la misión de los ancianos de Galacia? No lo sabemos, pero sí hay por cierto una cosa que sabemos. No existe recuento alguno – de ningún tipo – que los ancianos jugaran un papel de importancia en esta crisis catastrófica que cayó sobre Galacia. Fue probablemente la mayor crisis que existió en el siglo primero. Los ancianos de Galacia no fueron jugadores en esta crisis. Existieron, pero la crisis, permaneció siempre en las manos (1) de los apóstoles (2) del pueblo de Dios. Tracemos el origen de la crisis y cómo se extendió por Galacia. Veamos la historia.
Aquí está la historia: Pablo y Bernabé fueron a Galacia en el año 47. Salieron de Galacia dos años más tarde, regresando a Antioquia de Siria el verano del año 49. Habían estado alejados de Antioquia por dos años exactos. Recuerden estas fechas en la medida que continuamos.
Entre tanto, una crisis se estaba cocinando. Sus orígenes procedían de Jerusalén.
LA CRISIS DE JERUSALÉN – ANTIOQUIA
En el año 50 algunos judíos legalistas viajaron desde Jerusalén hacia el norte a visitar la iglesia de Antioquia. Comenzaron enseñando a la iglesia de Antioquia que la salvación era por medio de Cristo más la circuncisión y la ley de Moisés.
Una iglesia era judía y la otra gentil. De pronto las dos iglesias estaban enfrentadas. De por sí esto ya era una crisis. Pero al mismo tiempo, estos judíos legalistas dejaron Antioquia y fueron a Galacia. Se encaminaron a las nuevas iglesias de Galacia a: o circuncidar a esos gentiles de Galacia o a destruir sus iglesias. Dos grandes crisis.
¡Tiempo de oportunidad para los ancianos!
La iglesia de Jerusalén tiene veinte años y tiene ancianos. La iglesia de Antioquia tiene diez años y no tiene ancianos. Las cuatro iglesias de Galacia tienen entre dos y tres años y tienen ancianos.
La iglesia (es decir los hermanos y hermanas de la iglesia de Antioquia) envían a Jerusalén a una comitiva con objeto de que solucionen el conflicto suscitado en estas dos iglesias. Entre los hermanos seleccionados se encuentran Pablo, Bernabé y Tito.
La iglesia en Antioquia envía hermanos de Antioquia a:
(1) los apóstoles, y a
(2) los ancianos, y a
(3) la iglesia en Jerusalén
Leámos detenidamente Hechos 15:2 – 4. La iglesia de Antioquia envió a Pablo, Bernabé, Tito y otros a Jerusalén. Esto no es una acción de los ancianos, ¡sino de toda la iglesia! El objetivo de estos representantes de Antioquia era juntarse con los doce apóstoles que habían plantado la iglesia en Jerusalén y con los ancianos de la iglesia de Jerusalén.
Una vez más, fue la iglesia quien los envió.
Este pequeño grupo de hombres viajaron a Jerusalén y fueron recibidos por ¿quién?
En primer lugar fueron recibidos por la iglesia en Jerusalén, en segundo por los apóstoles y en tercer lugar por los ancianos. ¡Lea el contexto!
Hubo algunos fariseos que no dieron la bienvenida a los delegados, porque algunos de los fariseos en la iglesia de Jerusalén se oponían a la iglesia de Antioquia por estar en contra de la circuncisión.
Recordemos que, al mismo tiempo, un grupo de judíos legalistas estaban en Galacia tratando de forzar a las jóvenes iglesias a obedecer las costumbres judías. “Si no eres circunciso no eres salvo”; era el mensaje que escuchaban los nuevos conversos de Galacia. Y el mensaje venía a ellos de la iglesia madre de Jerusalén.
Consideremos la escena; de acuerdo a todo lo que ya hemos oído acerca de los ancianos, podríamos pensar que los ancianos en Galacia se hubieran levantado para proteger a la iglesia de los judaizantes de Jerusalén.
Unos cuantos hombres de Antioquia se sentaron en Jerusalén con: (1) doce plantadores de iglesias y (2) los ancianos de la iglesia de Jerusalén. (Jerusalén tenia ancianos desde hacía 6 años). En la habitación había de veinte a treinta hombres. Observemos la situación detenidamente. De la misma manera que recorre toda la historia del Nuevo Testamento, los ancianos de aquella habitación estaban ligados a los hombres que habían plantado la iglesia.
Por varios días debatieron los representantes de ambas iglesias. La decisión final fue tomada por Pedro y Santiago, no por los ancianos.
La decisión agradó, (1) a los doce y luego (2) a los ancianos. Pero nunca olvidemos que la decisión también agradó (3) a la entera iglesia de Jerusalén. (Hechos 15:22) Esta era una iglesia impregnada con una fuerte historia de todos funcionando y todos actuando.
Era la iglesia entera la que envió a los hombres de Antioquia de nuevo a Antioquia… y fue la iglesia entera de Jerusalén la que bendijo la decisión conjunta de Antioquia y Jerusalén.
De Jerusalén, ahora, viene otra decisión; deciden enviar algunos representantes de Jerusalén hacia Antioquia para decir a la iglesia de allá todo lo que ocurrió en Jerusalén durante el tiempo de permanencia de Pablo y Bernabé. ¿Quién tomó esta decisión? La decisión fue tomada por los apóstoles, los ancianos y el pueblo de Dios.
Así pues, unos cuantos creyentes de Jerusalén fueron con Bernabé, Pablo y Tito de regreso a Antioquia, llevando la carta que Jerusalén había escrito a Antioquia.
Lean Hechos 15:23.
De nuevo se ve la unión inseparable de los apóstoles con los ancianos, estos son los que envían la carta desde Jerusalén. ¿Quién la recibe en Antioquia? Notemos cómo Jerusalén dirige su carta a la iglesia de Antioquia. La histórica carta comienza así:
A los hermanos en Antioquia.
La carta es enviada por el pueblo de Dios, los Doce y los ancianos. Son los hermanos los que reciben la carta. En tanto los visitantes de Jerusalén, cuando estuvieron en Alejandría “fortalecieron a los hermanos y hermanas en Antioquia” (15:32)
En Jerusalén hay tres clases de personas, pero en la iglesia de Antioquia (una iglesia que tiene diez años de ser plantada) no hay ancianos, solamente hermanos.
El capítulo 15 del libro de los Hechos tiene la última referencia a estos, hasta que llegamos al capitulo 20. Estos cinco capítulos cubren un período de unos ocho años.
Hay bastantes tormentas, furia, crisis y caos que toman lugar durante esos ocho años, al parecer sin que los ancianos se envolvieran en ellos, al menos en liderazgo o en dar soluciones.
Capítulo 6
La historia de Galacia
Los hermanos de Jerusalén vinieron a visitar la iglesia de Antioquia sin saber que, en el mismo momento, una crisis mucho mayor estaba ocurriendo en Galacia.
Los judaizantes que viajaron a Galacia intentaban circuncidar a los hermanos en las cuatro iglesias o destruirlas. Sí, es un momento muy indicado para los ancianos. Y aquellas iglesias tenían ancianos.
Aquellos judaizantes de Jerusalén, ahora en Galacia, no conocían de la decisión tomada en Jerusalén. Y en Antioquia ni en Jerusalén, ni Pablo, ni Bernabé, ni los Doce, tenían conocimiento alguno de aquellos judaizantes en Galacia. Cuando Pablo se enteró de su presencia y la destrucción que estaban causando, se sentó y escribió la primera pieza de literatura cristiana que jamás se había escrito. Nosotros lo conocemos como el libro de Gálatas.
La carta que nosotros llamamos el libro de Gálatas tiene seis páginas de largo.
Recordemos que esta carta está escrita a cuatro iglesias – todas jóvenes, gentiles. Estas iglesias están compuestas por ex-paganos; iglesia que tienen entre dos años y medio y cuatro años. Todas tienen ancianos (Hechos 14:23). ¡Oh! Pero aquellas cuatro iglesias también tenían hermanos y hermanos.
Antioquia maneja la crisis sin ancianos. Jerusalén maneja la crisis con plantadores de iglesias y ancianos. ¿Pero qué ocurre en Galacia? Galacia tiene ancianos (no hay presentes plantadores de iglesias). ¿Quién maneja la crisis en Galacia?
Recordemos, en tanto que Pablo está escribiendo para tratar de solucionar sus problemas, esas cuatro iglesias se hayan en crisis y caos. Algunos creyentes se han rendido y han sido circuncidados. Otros están guardando el sábado y siguiendo el calendario judío con lunas y festivales. Por otro lado, algunos han rehusado a circuncidarse. La confusión reina por doquier.
En medio de todo esto, ¿Pablo piensa en los ancianos? ¿Acaso piensa ponerse a escribir a los ancianos? Debería hacerlo. (¡Yo lo hubiera hecho!)
¿O piensa en hermanos y hermanas?
La carta que Pablo escribió a aquellas cuatro iglesias revela el trabajo interior de una iglesia en el primer siglo. Quizá revela la verdadera vida de la iglesia... un tipo de vida que no somos capaces de imaginar. Esa carta también nos ayuda a ver claramente el puesto vacante de un obrero itinerante.
Cada vez que Pablo piensa en términos de aquellos hermanos que deberían estar “a cargo” durante estos momentos de crisis, él solo piensa en hermanos y hermanas. Lean la carta. En medio de la masacre, ni uno de los ancianos pasa por la mente de Pablo. Nunca habrán visto una iglesia en crisis tan grande. Yo no la he visto. Nadie la podrá volver a ver. Sin embargo, Pablo no se vuelve hacia los ancianos como fuente de ayuda para resolver la crisis.
Aceptando la enseñanza de nuestros días acerca de los ancianos estaremos obligados a creer que si el anciano no saltó sobre la crisis para solucionarla, lo debería de haber hecho. Ellos deberían de, quizá, haberlo hecho de forma rápida, en forma calculada y yendo de frente hacia ella. Esta conducta se lleva a cabo en nuestros días en crisis mucho menores. ¿Quizá los ancianos deberían haber arrojado a algunos fuera de la iglesia?
¿Todo tipo de disciplinas? ¿Todo tipo de excomunicaciones? ¿Todo tipo de órdenes e instrucciones? ¿Autoridad de principio a fin?
¡No lo encontramos! No lo encontramos en la historia de los galateos. Tales prácticas e ideas ¡no existían! Solamente consideren este hecho; y estarán forzándose a reconsiderar la enseñanza tradicional acerca de los ancianos.
Esta es la realidad.
La única persona de cualquiera de las iglesias de galacia que se adentró en la crisis, fue un muchacho de Listra. Tenía entre diecisiete y veintiún años (un futuro plantador de iglesias en Galacia) No era un anciano al rescate, sino un simple muchacho.
Pablo envió su carta a Galacia.
Luego Pablo y Silas, partiendo de Antioquia, pusieron rumbo a Galacia.
Estos dos hombres, plantadores de iglesias, vinieron a las iglesias de Galacia para limpiar los restos de la crisis. Al escribir su historia, ni en Hechos ni en Gálatas, son mencionados los ancianos. Observemos, una vez más, que los únicos actores en escena son (1) los dos plantadores de iglesias y (2) los hermanos y hermanas, más un joven mestizo – mitad judío, mitad gentil – llamado Timoteo. Éste fue el único que saltó en medio de la crisis e hizo algo. No sabemos qué fue específicamente lo que hizo, pero cualquier cosa que hiciere, impresionó a todos, incluyendo a hombres mucho mayores que Timoteo.
¿Acaso leemos en Hechos 16:2 “los ancianos daban buen testimonio de él”? No. En Hechos 16:2, hablando del joven Timoteo, leemos: “De éste daban buen testimonio los hermanos...” De nuevo en este pasaje de nos da una ventana para poder ver el espíritu de la iglesia del Nuevo Testamento. Vemos su forma de pensar. Aquí no hay forma de pensar de los ancianos, sino la forma de pensar de los hermanos y hermanas.
La única otra persona que entra en el plano de la crisis es el plantador de iglesias.
Si tú eres uno que enseña la posición de anciano a lo Lutero, Calvino y especialmente Darby, por favor, explica la ausencia de cualquier referencia hecha sobre los ancianos o supervisores en la carta a los Gálatas.
Ahora tomemos una atención mayor a esta carta que Pablo escribió a los galateos. De cualquier manera y forma que hemos sido enseñados acerca de los ancianos, esta carta – flameante carta escrita con pasión e ira – tenía obligatoriamente que haber comenzado diciendo “...a los ancianos de Galacia...” o “... a los hermanos y hermanas, y a los ancianos...”
Lean la carta. Pónganla boca abajo, o si quieren, de lado. Léanla de arriba abajo. Léanla de atrás para adelante. Léanla en griego o en latín. Léanla de cualquier forma y manera que deseen puesto que no van a encontrar nada, ni idea, ni pensamiento, insinuación ni implicación de que los ancianos existían en esas cuatro iglesias.
Esas cuatro iglesias tenían ancianos. No obstante, en una situación tan caótica como esta, no existe idea alguna próxima a los ancianos. ¿Por qué? Porque nosotros hemos malentendido lo que eran los ancianos. En una crisis como esta, un joven de Listra, llamado Timoteo con las mismas iglesias, representados por sus hermanos y hermanas escaparon de la tormenta ¡y triunfaron! El centro de la iglesia no fue dominado por ancianos, pastores o diáconos. La actividad central de la iglesia surgía de su propio centro, los hermanos y hermanas. ¡Y triunfaron por sobre aquellos judaizantes provenientes de Jerusalén!
Aquellos de ustedes que demandan sumisión a los ancianos, aquellos de ustedes que han aplastado al pueblo de Dios en una mini-crisis, aquellos de ustedes que han dividido las iglesias, excomunicado a personas y han pontificado acerca de la importancia y santidad de un anciano... ¡traten de entender esto! Toda la evidencia nos demuestra que: Las iglesias del primer siglo eran conducidas por los hermanos y hermanas ¡y no los ancianos!
Pero si los ancianos no se enfrentan a la crisis ¿quién entonces se encarga de hacerlo?
La respuesta es simple y obvia.
El hombre más necesitado, pero el hombre nunca deseado: el plantador de iglesias.
¿Quién otro?
Un pueblo – el de Dios – los hermanos y hermanas, que anteriormente han conducido la iglesia.
El escenario aún no ha sucumbido. Los actores principales de la iglesia del siglo primero aún siguen siendo, el pueblo de Dios y el plantador de iglesias.
Nunca nos encontraremos en una crisis mayor que esas cuatro iglesias. No obstante ustedes traen a los ancianos al frente. Disciplinan al ya herido pueblo de Dios, le reprimen. Les ordenan regresar. ¿Por qué? Porque están teniendo algún pequeño problema, desavenencia o amenaza hacia su puesto, su título, su autoridad. Señor esto es cristianismo barato. Demasiado barato.
La única razón por la que pueden llevar a cabo este tipo de conducta es porque carecen de un plantador de iglesias. (Los plantadores de iglesias eran los héroes de los creyentes, no de los verdugos) Tales hombres detendrían sus conductas inmediatamente. La única razón por la que puede llevar a cabo estas conductas se debe, simplemente, a que tienen un título. Ese título carece de valor alguno a no ser que le haya sido dado por (1) un plantador de iglesias y (2) el pueblo de Dios. La posición de anciano, no tiene razón de existir a no ser que contenga estos dos ingredientes.
Si te atreves, sé un anciano, ocupa una posición y enarbola un título. Pero, entonces, deberás saber esto: esos títulos, cargos y posiciones no los has recibido por un medio conocido en la comunidad de creyentes del siglo primero.
Nos encontramos ahora al final del verano de año 50.
Han pasado ya 20 años de aquél día de Pentecostés. Ya hay en existencia un pedazo de literatura cristiana – la epístola Gálatas. Pablo y Silas están en Galacia, pero solamente por pocos días. Después de esto, los plantadores de iglesias abandonan Galacia. Los plantadores de iglesias itinerantes tiene el hábito de hacer esto. Las iglesias de Galacia estuvieron en crisis por varios meses, no obstante Pablo las visitó por quizá un par de semanas... y las abandonó de nuevo. Lo que es más, Pablo y Silas quitaron de esas iglesias la única ayuda decente que poseían. ¡Se llevaron a Timoteo! Luego abandonaron Galacia y fueron a Europa.
Tomen nota, por favor, que nos encontramos con viajes, itinerantes, foráneos, extranjeros hermanos que plantan iglesias y las abandonan cuando están en su infancia. Si alguna vez se ha preguntado cuan simplemente los hermanos y hermanas podían dirigir la iglesia, sin libros, edificios o Biblia, la respuesta es simple: se tiraron al agua y nadaron. Aprendieron a dirigir fácilmente. En la era protestante nunca nos hubiéramos atrevido a hacer esto y en consecuencia el pueblo de Dios nunca aprendió a dirigir.
Nos vamos ahora a Europa.
Pablo, Silas y Timoteo llegan a la ciudad de Filipo en el norte de Grecia. Estamos al final del verano del año 50.
Capítulo 7
Crisis entre griegos
Aprendimos bastante de los santos en Siria y de las cuatro iglesias de Galacia. El tiempo continúa y la historia continúa también su curso.
El calendario deja deslizar los segundos, los minutos, las horas, los días y los meses. Un entero y único cristianismo se puede observar ante nuestros ojos. ¡Cuán claras se ven ahora las cosas al dejar de utilizar segmentos y fragmentos! Llegamos ahora a Filipos, en Grecia, esto ya es Europa. De nuevo veremos cuatro iglesias gentiles. Estas cuatro iglesias se encuentran en tierra de griegos. Al igual que las cuatro de Galacia, estas también tienen gran cantidad de cosas para enseñarnos.
Pablo y Silas levantaron una iglesia en Filipos, al norte de Grecia. Los dos plantadores de iglesias estuvieron el la ciudad de Filipos por un total de cuatro meses. (de agosto a diciembre del año 50. – Ver Hechos 16:12)
Recuerden esta fecha. Algunos trece años después que Pablo vino a Filipos, escribió una carta a la iglesia de esta ciudad. Esta carta la conocemos con el nombre de Filipenses.
¡Trece años después de la iglesia en Filipos naciera, recibió una carta de Pablo! Recordemos esto cuado regresemos, más tarde, a este hecho.
En el año 63, desde una prisión romana, Pablo escribió una carta a la iglesia de Filipos. En esa carta y solamente en esa carta, Pablo se refirió a los ancianos. (Pablo escribió nueve cartas a las iglesias. De esas nueve, solamente en una mencionó a los ancianos)
En el norte de Grecia, una iglesia es plantada por un plantador de iglesias itinerante en el año 50. Este plantador de iglesias abandonó a la joven iglesia cuatro meses más tarde. Sin ancianos. ¿Por qué? Elija la razón que quiera, pero la mejor de ellas es que, de repente y sin aviso alguno, se le obliga a salir de la ciudad.
Surgió la mentalidad y práctica de los “hermanos y hermanas”. No la mentalidad de los “ancianos”. Esa forma de pensar, actuar y comportarse domina toda las iglesias en formación. En cada iglesia nacida en Grecia, en su etapa de formación, surge una fuerte hermandad entre los hermanos y hermanas.
Filipos probablemente no tuvo ancianos por quizá una década. De cualquier manera que Filipos llegara a tener ancianos, una cosa es cierta, esos ancianos emergieron de la fuerte hermandad que les precedió. La llegada de los ancianos no necesariamente quiere significar el inmediato fin de la hermandad delegando todo su poder en los ancianos. Este asunto de la hermandad precediendo a los ancianos, es consistente a través de la historia. Los ancianos tomando prominencia ante los hermanos, nunca sucede en la iglesia del siglo primero.
Pablo y Silas plantaron su primera iglesia en Europa. La abandonaron después de haber estado allí menos de seis meses. El tiempo sigue transcurriendo y observamos como emerge cronológicamente el modelo del anciano. No lo estamos haciendo por medio de fragmentos, parches, “texto probado”, sino viendo el total del cuadro, en forma contextual.
Pablo y Silas marchan ahora a Tesalónica (Hechos 17:1). Allí estuvieron desde enero hasta mayo del 51.
Virtualmente, todo lo que se nos enseña acerca del Nuevo Testamento, tanto la teología como las enseñanzas bíblicas vienen de la forma en que usamos la Biblia, en lugar de la Biblia.
http://www.geocities.com/gamanel/
Capítulo 1
¿Es esta la forma de entender el Nuevo Testamento?
Este libro lanza un salvavidas a aquellos de vosotros que estáis sufriendo las consecuencias del concepto actual acerca del oficio de los ancianos.
Pero lo que es más, este libro te presenta una forma completamente nueva y diferente de estudiar tu Nuevo Testamento.
La presente manera de ver a los ancianos es uno de los ejemplos de las tradiciones que hemos heredado del período de gran influencia de Constantino (317 – 500 D.C.)
¿Cuán lejos la práctica del anciano de estos días está de la del siglo primero? Tan lejos como lo están las enseñanzas católicas acerca de las reliquias, sacerdote, monjas, papa, confesionario y cualquier otro concepto que envuelve al sistema clerical.
¿Tan lejos? Si, tan alejados.
¿Cómo pudimos alejarnos tanto? ¡Tenemos gran cantidad de ayuda! Veamos en primer lugar lo que Lutero nos hizo. (Él también recibió bastante ayuda para alejarnos del debido camino)
Es interesante notar que, antes que Lutero fuera un reformista, él pertenecía a la más intelectual y filosófica rama de la iglesia Católica: era estudiante de Tomás de Aquino y Agustín. ¡Lutero era un monje agustino! Agustín era un estudioso de Aristóteles, el filósofo pagano. (Se ha llegado a decir que Aristóteles llegó a convertirse en católico, montado en las enseñanzas de tres teólogos, Agustín, Tomás de Aquino y Lutero. ¡Un grupo muy lógico estos cuatro!)
Tomás de Aquino estaba tan enamorado de las enseñanzas de Aristóteles que surgió un antiguo comentario diciendo: “Aquino bautizó a Aristóteles”.
Para nosotros los protestantes, fue Lutero quién estableció el camino para obtener la “verdad” del Nuevo Testamento. Esta manera, es aún el camino que los protestantes utilizamos para descubrir las enseñanzas del Nuevo Testamento. Es enseñado en todas las escuelas bíblicas y seminarios en el día de hoy. Nuestra forma presente de ver a los ancianos es un caso más de ello.
El punto de vista tradicional protestante de ver a los ancianos, no viene tanto de la Escritura por sí misma, si no por la forma que nosotros, los Protestantes, nos acercamos a la Escritura. Una vez que descubres lo que en realidad estamos haciendo, nos choca descubrir como nos hemos podido alejar tanto. Esencialmente, es algo como esto: Probamos nuestro punto – cualquier punto sobre cualquier asunto – con el Nuevo Testamento en la mano, con fragmentadas sentencias en nuestras bocas.
Virtualmente todo lo que hemos probado como del Nuevo Testamento, proviene de la forma en que utilizamos la Biblia, en lugar de la Biblia.
Esta metodología es referida en algunas ocasiones, como una enseñanza por medio de un texto probado. Sin embargo, este método, prueba muy poco, y no obstante puede “probar” cualquier cosa.
Esta manera de establecer una enseñanza como proviniendo de la Escritura es tan prevaleciente y aceptado en mundo evangélico que se ha constituido en la sangre y médula del Protestantismo. Sin él, las salas de los seminarios y las escuelas bíblicas podrían solamente transmitir silencio. El método es, cuando menos, peligroso. Este método de mirar al Nuevo Testamento nos previene de verdaderamente buscar a los cristianos del siglo primero, pues ni siquiera podemos ver el siglo primero. Además, hace de la Biblia algo que no es – un montón de piezas a la espera de que descubras su lugar en el rompecabezas. Para ilustrar esto diré:
En primer lugar, seleccionas el tema. Luego recoges una serie de versículos procedentes de todos los lugares de la Escritura, de Génesis a Apocalipsis. Luego tomas los versos seleccionados y los arreglas en un cierto orden... probablemente en un orden que apoya el punto de vista del tema elegido. Luego saltas al plano lógico, das el sabor a tu conclusión con cierto racionalismo y lo aderezas con algunas prácticas tradicionales. ¡Voila! Este remendado ensamblaje de fragmentadas sentencias, se juntan y luego emergen de forma tal, que es solemnemente anunciado como “la absoluta palabra de Dios”.
Casi sin darnos cuenta, hemos agregado cierta lógica, lógica y una racional raciocinación a sentencias fragmentadas, para más tarde invocar nuestras conclusiones como la más “clara Palabra de Dios”. Actualmente y de hecho, lo que sale como resultado es raramente procedente de las Escrituras. Este método es utilizado en su totalidad, para amedrentar a casi todos los laicos presentes, creyendo lo que acaban de oír.
Nuestra total pre-establecida forma de pensar protestante tiene como soporte el método del “texto probado” para acercarse a las Escrituras. Esto da miedo. Mucho miedo.
¿Qué es lo que queda del método del “texto probado” en nuestra forma de aproximarnos a la Biblia? Nada, ha olvidado prácticamente todo.
Palabras del Nuevo Testamento tomadas absolutamente fuera de contexto, fuera de lugar y fuera de un orden cronológico para luego ser cosidas juntas, usando la lógica como maestro – esto, mi querido lector, no constituye la Palabra de Dios. Y lo que es más, ni siquiera se le acerca.
Hasta que no llegas a ver enteramente el siglo primero en un entramado contextual, hasta que en primer lugar no ves el paisaje en su totalidad, hasta que no logras tener la línea del tiempo y, viéndola en su totalidad, la sitúas en su matiz histórico, tus “textos probados” no te han probado nada. Hasta que la Escritura no sea tratada en un amplio cuadro, hasta que los versos no sean vistos en su situación actual, hasta que el contexto cronológico esté presente, los versos fragmentados no son mucho más que una opinión. Hay muy poco de certeza cuando nos acercamos al Nuevo Testamento con el sistema del “texto probado”. Este método está totalmente abierto para el abuso de las Escrituras, con el resultado final en que los amados hermanos y hermanas son lastimados, por esas enseñanzas disfrazadas como instrucción, para obedecer “la Palabra de Dios”.
Sin, en primer lugar, haber visto la historia completa, extendida en un amplio cuadro, acabamos con una entremezclada vista de todo lo que tiene que ver con el Cristiano.
Si da miedo utilizar el método del “texto probado” para acercarnos al Nuevo Testamento ¡consideremos sus orígenes! Este método es originalmente pagano, no es cristiano.
Este método de acercarse a la “verdad” comenzó siendo un sirviente y herramienta de los filósofos paganos y antecede cronológicamente al cristianismo por más de 400 años. Este método de búsqueda de la verdad es la mera personificación del racionalismo, lógica y manipulación mental. Este método de búsqueda de la verdad es de origen griego. Su santo patrón es, en efecto, Aristóteles. Él y otros filósofos griegos, elevaron al método del “texto probado” a una forma de arte.
Esta forma de arte dio a luz otra práctica pagana en la que todos, hasta el día de hoy, caemos. Los filósofos griegos necesitaban encontrar rápidamente la página del libro que estaban discutiendo, para utilizarla como “texto probado”. Así pues comenzaron a dividir sus libros favoritos en capítulos dando un número a cada frase.
Sí, hasta el uso de dividir la Biblia en capítulos y versos es una práctica pagana que precede al cristianismo en varios cientos de años y que fue traída dentro de la fe cristiana alrededor de 500 años después de Cristo. Siguiendo el ejemplo de los filósofos paganos, dividimos el Nuevo Testamento en capítulos ¡para que pudiéramos discutir mejor sobre ellos! (De igual manera ellos aislaban frases e ideas sacándolas de contexto, para, de esta manera, discutir unos con otros más convincentemente.)
¡Recuerden esto la próxima vez que discutan sobre un capítulo y sobre un verso!
Esto, lo que ha sido llamado la “mente del occidental” tiene como médula el uso de la lógica (sobre cualquier otra cosa) para llegar a sus conclusiones.
Tengan cuidado con el método del “texto probado”. Pues todo esto, entre los años 200 al 500 D.C., se constituyó en la leche de la madre que alimentaba la mente del cristianismo.
En primer lugar, define el tópico, después síguelo con una organización de pensamiento o de ideas. Esto era enseñado en el tercer grado. Aristóteles era el padre de “comienza con una definición y síguela con un pensamiento o ideas organizado”.
Es necesario señalar que nuestro método de acercarnos al Nuevo Testamento, virtualmente siempre comienza con una definición y luego prosigue con una serie de versos organizados en forma continua. Lo que sigue es el soporte de nuestras ideas, o lo que estamos diciendo, en forma lógica. Sería inteligente por parte de ustedes leer el libro de Aristóteles acerca de la retórica para encontrar cómo nosotros los cristianos estudiamos la Biblia. Este entero proceso no es mucho más teológico que lo es filosófico; sin embargo, es generalmente conocido como ser: buena teología del Nuevo Testamento.
La teología del “texto probado” es una mezcla de lógica aristotélica y mente protestante, aderezada con fragmentos y sentencias tomadas de toda la Biblia, esto es, el corte hecho a la medida para poder probar cualquier cosa (incluyendo las enseñanzas y prácticas de hoy día sobre los ancianos.)
Cuando religiosos cosieron juntas docenas de Escrituras – tomadas de docenas de libros del Nuevo Testamento – y luego mezclaron esa colección de cosas en algo único, lo que surge no es menos que doctrina, es “la doctrina bíblica verdaderamente fundada en la Palabra de Dios”. Bien, la verdad es que no es nada de eso.
No creo que esta antigua y reverenciada práctica vaya algún día a desaparecer. De igual manera nunca nos permitirá descubrir la vida cristiana tal como era practicada en el siglo primero.
La mente protestante y nuestra mente evangélica en la cual crecimos, no tiene forma ni medio de dejarnos ver la gran historia del cristianismo del siglo primero. Nunca podrá descubrir esta época.
De hecho, el centro de la mente protestante y evangélica nos prohíbe ver la historia de ese glorioso tiempo. No se nos es permitido ver en plenitud ese glorioso cuadro.
La historia de la iglesia del siglo primero es desconocida para nosotros.
Lutero agregó a esta penosa mezcolanza un ingrediente más. Este ingrediente, garantizó a nuestra mente protestante quedar permanentemente confuso y de seguro, garantizó que nunca conoceríamos la historia de la iglesia del siglo primero: Lutero nos entregó el primer Nuevo Testamento.
¿Por qué es esto tan trágico? Por la forma que arregló el orden de los libros del Nuevo Testamento.
En primer lugar, Lutero continuó la práctica sacrosanta de hacer de la Escritura una serie de sentencias y fragmentos numerados (Tomó la idea y del capítulo y el versículo que había sido utilizado por la Biblia católica.)
Pero esto no es nada comparado con el siguiente golpe – la forma en que ordenó las epístolas de Pablo. Este fue un desastre del que nunca nos pudimos recuperar.
Sin su orden cronológico, no podemos encontrar la verdadera historia. Pablo no escribió esas cartas en el orden que encontramos en nuestro Nuevo Testamento. Re-arreglen las cartas de Pablo en su orden cronológico y verán emerger la historia del Nuevo Testamento. ¡Y de igual manera verán hundirse nuestras prácticas protestantes!
A este punto nos debemos preguntar: “¿Cuándo comenzó a surgir la mente evangélica de la mente protestante?” La primera mirada a los comienzos de la mente evangélica ocurrió alrededor del año 1760, pero no entró en nuestro torrente circulatorio hasta los primeros años del 1800. Conozcan a John Darby. Este hombre nos dio la sinopsis del cerebro evangélico.
¡Aquí encontramos a un verdadero maestro en al arreglo de versículos desperdigados ordenándolos en una gran y lógica enseñanza! Darby nos dio (a los evangélicos) las hoy día aceptadas enseñanzas de... bien, prácticamente todo aquello que enseñamos y practicamos. Incluyendo los ancianos.
Raramente, nosotros los evangélicos, podemos ver las cosas en su totalidad. Se nos sirven platos conteniendo pensamientos entrecortados, traídos juntos por medio de otros versos y lógica. En consecuencia, el producto terminado que recibimos está alejado, muy alejado, de la realidad de la iglesia del siglo primero.
(Desafortunadamente, el concepto que Darby nos da sobre el anciano, no es necesariamente la peor cosa que él nos ha dado. Entre todas las ideas individuales que nos dio, él se las arregló para ser el padre del esquema total que hoy día es conocido como la mente fundamentalista)
Tan duro de entender, como lo es para nosotros, no existe sabiduría alguna en extraer un verso y aislarlo de una epístola. Por ejemplo: Colosenses 1:7 o Efesios 2:4.
Colosenses y Efesios son... cartas. Esas cartas fueron escritas por un hombre apasionado. Pero lo que es más, esas dos cartas son parte de, y se ajustan a, una gran y apasionante historia.
¿Quieren que nos aventuremos más en este revelador camino? Si están de acuerdo, contengan su aliento en la medida que les llevamos por una poco frecuentada senda. Esos dos libros no solamente pertenecen a una apasionante historia; esas dos cartas también fueron escritas por un plantador de iglesias.
¿Un plantador de iglesias?
Sí
¿Y qué tiene que ver eso con lo demás? Esto: el hecho de que esas dos cartas fueron escritas por un plantador de iglesias lo cambia todo. Este género de hombres pertenece a una casta casi extinta. Al menos lo es al estilo del primer siglo. Pero sin un plantador de iglesias fuera de la ecuación, todo lo que toquemos se deshace.
Las cartas de Pablo son, cada una de ellas, una unidad. No una serie de sentencias fragmentadas. Pero lo que es más: El plantador de iglesias forma parte de la historia. Él pertenece y forma parte de la ecuación.
Saquen al plantador de iglesias y habrán eliminado a un ingrediente irremplazable en el cristianismo del Nuevo Testamento y de la iglesia del Nuevo Testamento. Sáquenle a él y habrán eliminado la esperanza de llegar a saber y entender algo – incluyendo la doctrina y la práctica – acerca de la versión del siglo primero en la práctica de la fe cristiana.
Las cartas de Pablo están llenas de historia, y él – el plantador de iglesias viajero – forma parte de un gran pedazo de la historia del cristianismo del siglo primero.
Repito: Las cartas de Pablo fueron escritas a las iglesias. (Nueve fueron escritas a iglesias, tres a otros plantadores de iglesias y solamente una carta a un individuo... que tenía esclavos.)
Coloquen esas cartas en el Nuevo Testamento en otro orden que no sea cronológico, luego dividan esas inspiradas cartas en versos, espulguen fragmentos de sentencias en el mejor orden que les parezca – permitiéndonos dibujar nuestros puntos de vista desde nuestro puesto de ventaja. De esta manera terminamos acabando con cualquier posibilidad de ver la realidad de la forma en las cosas en el siglo primero.
El uso del “texto probado” (numerar versos, numerar capítulos, tomados de las caóticamente ordenadas epístolas, con poco conocimiento de la historia del siglo primero y luego mezclarlo liberalmente con filosofía lógica) es la fórmula para el desastre. De ninguna manera podemos aprender a Cristo... ni a la iglesia... ni alguna otra cosa que llamemos cristiano, si seguimos con este curso de acción en nuestro acercamiento para aprender la Biblia.
La lógica aristotélica, “texto probado”, racionalización occidental, no son buenas herramientas en mucho o en nada que tenga que ver con el Nuevo Testamento.
No obstante, una vez que un hombre ha completado su “tapiz de versos”, deberás ser lo suficiente inteligente como para no estar en desacuerdo con él. Pues puede reaccionar torpemente:
“¿Acaso no crees la clara enseñanza de la Palabra de Dios?”, puede ser una de sus contestaciones y... ¿quién quiere llevar el lazo de esta acusación colgado del cuello?
Una vez que un hombre – o su maestro – abraza cierta enseñanza llegada por este método, es extremadamente difícil para él deshacerse de ella. Quince siglos con este método le han convencido de que esta forma está de acuerdo a las Escrituras. Y este método del rompecabezas es la fuente donde proceden las prácticas cristianas que hoy día ponemos en práctica.
Este libro, por tanto, cubre algo más que los ancianos. Se refiere a una mejor forma de encontrar lo que ocurrió en el siglo primero.
Los ancianos no son más que un ejemplo.
Quizá, si hubiéramos utilizado el método de este libro para todas nuestras enseñanzas y prácticas, hubiéramos visto un cambio en el cristianismo que aplastó la Reforma.
Por ahora, tratemos de rescatar al anciano de su antigua e insidiosa trampa.
Si, en el curso de este libro, se desliza por sus mentes la idea de que los hombres llamados “ancianos” utilizan en sus vidas tácticas de amedrantamiento, amenazas, “textos probados” y “la clara enseñanza de la Palabra de Dios” a la vez de la amenaza de excomunicación – por supuesto “para ayudarte” o “para preservar la pureza doctrinal” o “el comportamiento de Cristo” – entonces otro pensamiento deberá destellar por su mente: “¿Acaso estos hombres son de verdad reales ancianos?”
A través de 500 años de historia, la iglesia protestante nunca dio valor alguno al amplio cuadro, a la total contextualidad, a la historia y su gran continuidad. Pero cuando usamos ese gran cuadro, el concepto y la práctica del día de hoy de la mayoría del protestantismo, se cae por sí solo, incluyendo el anciano, como veremos.
En la medida que avance en su lectura, emergerá una nueva visión del siglo primero y será esta tan clara, que podrá llegar a convertirse en algo muy liberador.
Capítulo 2
Descubriendo al anciano al estilo del Nuevo Testamento
Basta de versos y “textos probados” . Al ver el modelo del siglo primero, surge la revolución y la liberación .
Encontraremos a los ancianos tal como eran hace 2000 años. ¿Cómo? Mirando la historia... toda la historia... la historia completa.
Viajaremos a través de la historia en forma cronológica. Miraremos a las circunstancias que acompañan la historia. En la medida que miramos lo que está ocurriendo, mantendremos un ojo en el reloj, vigilantes cómo va marcando el paso del tiempo. Observaremos los espacios de tiempo que ocurrieron entre los libros que cuentan la historia del Nuevo Testamento – y, por supuesto, veremos las epístolas en ese orden – y el tiempo y las circunstancias que ocurrieron, no solamente en las epístolas, sino en todos aquellos versos que en un tiempo nos fueron arrojados.
Haremos notar en forma especial los eventos que ocurrieron entre esas epístolas y, al así hacerlo, los versículos perderán la interpretación que se les es dada en el día de hoy.
Quizá la pregunta más explosiva que contestaremos cuando veamos a los ancianos, será: ¿Quién ordenaba los ancianos? Parece que nos hemos olvidado mirar no solamente a quién escribió esos versos, sino quién era aquel que ordenaba a los ancianos. Este probablemente es el más claro y posible ejemplo de cómo aquellos que claman estar enseñando “solamente la palabra de Dios”... no lo están haciendo.
Cuando se utilizan aislados versos y enseñanzas por medio de un método que es como un rompecabezas... y luego cuando este método es puesto a un lado y se deja a la historia que surja por sí misma, algo completamente nuevo surge perfectamente enfocado y claro. No es improbable encontrarse con un completamente nuevo Nuevo Testamento.
Si las enseñanzas de nuestros días, acerca de los ancianos, fueran correctas, entonces los hechos surgirían de la historia por sí mismos. La historia contendría un anciano similar a la práctica actual del oficio de anciano. Pero esto no sucede.
Donde vemos a la historia luchar contra la mezcolanza de versos aislados, la historia gana y la doctrina construida sobre versos se desmorona como un castillo de cartas. Los versos y la lógica no tienen más remedio que echarse a un lado para dejar pasar a la historia. Podrás pensar que tienes versos que prueban tu punto de vista sobre los ancianos. Probablemente los tienes. Pero la historia nunca va a estar de acuerdo contigo. Amigos, no están ahí, no existen. No hay ninguno. No en la historia.
Si, en el día de hoy, el anciano estuviera basado en la historia del Nuevo Testamento, en lugar de versos, entonces podríamos esperar surgir de la historia a un anciano que no estuviera en control de la vida espiritual de todos los demás. (Y mucho menos en control de la vida entera).
Por otro lado, si situamos la práctica y los ancianos sobre la historia del Nuevo Testamento, encontraríamos a los ancianos, a los ancianos del siglo primero, ordenando las vidas de los demás y totalmente en control de la iglesia. (Hombres con versos a menudo enseñan que es el derecho de los ancianos. Si alguna vez escuchas eso, ponte a cubierto.)
Ancianos, pastores... sumisión a la autoridad... esas enseñanzas las vas a encontrar en versos fragmentados. Pero no los vas a encontrar en la historia.
Sin la historia, solamente utilizando los versos, podemos ser enseñados que los ancianos deberán estar en control de las reuniones de la iglesia. Veríamos al resto del pueblo de Dios en un puesto muy secundario de la iglesia y en ningún momento en puestos de liderazgo. Pero la historia nunca nos muestra este escenario.
También esperaríamos que la historia nos revelara que virtualmente, todos los problemas de la iglesia eran manejados por los ancianos y solamente por los ancianos. Veríamos a los ancianos marcando la agenda y la dirección de la iglesia. Pero no está ahí, no está en la historia.
También esperaríamos ver, en la historia del primer siglo, ancianos ser grandemente respetados, con todo el resto (los laicos), teniendo gran deferencia con ellos.
En cada gran crisis encontrada en el Nuevo Testamento, esperaríamos encontrar a los ancianos al frente y en el centro y en control. Esperaríamos que esos apóstoles que ordenaron a esos ancianos, hablaran directamente a los ancianos sobre los problemas de su iglesia. Y las cartas de los apóstoles hablarían a los ancianos acerca de cómo manejar las crisis en las que las iglesias se encontraban.
La historia se rehúsa a darnos esas escenas.
En cualquier crisis mayor, esperaríamos que los protagonistas serían los ancianos. Tampoco sucede. No en la historia.
Lo que vas a leer es a los ancianos tal como los encontramos en el drama de la historia. Para ser exactos, comenzaremos el domingo, 29 de Mayo del año...
Capítulo 3
Pentecostés
Vamos a continuar con la narración... reloj en mano, con el calendario y por el entero contexto de la historia
Es domingo, 29 de mayo del año 30 D. C. Cuando este día llegue a su fin, en la tierra solamente habrán dos tipos de creyentes:
1. Doce hombres que levantaron una iglesia
2. Y aproximadamente 3118 otras personas que son referidas como creyentes.
Marcos marca ese día como el 30 D.C.
No había ancianos.
Continuamos. Observen los primeros cuatro capítulos del libro de los Hechos. Esos cuatro capítulos cubren un lapso de cinco a seis años y registran cinco masivas llegadas de nuevos conversos – quizá más de 20.000 nuevos conversos en esos cinco o seis años.
Aún no hay ancianos.
Aún existen dos clases de gentes en el escenario del cristianismo del siglo primero – los doce hombres que levantaron la iglesia en Jerusalén, y el resto... los hermanos y las hermanas. No hay tal cosa como ancianos en los primeros seis años de existencia de la iglesia.
En aquella época, aproximadamente el año 34, siete hombres son seleccionados para servir en las mesas. Estos hombres carecen de títulos – la Escritura no los llama diáconos. Esos siete hombres tienen un trabajo claro y específico. Están llenando una necesidad específica, la distribución de los alimentos... alimentos para quince o veinte mil hermanos y hermanas que viven en comunidad.
Acerca de estos siete sirvientes, usted tiene plena libertas para interpretar ese pasaje como desee; pero, por favor, no convierta en ancianos a esos siete. Está bien si quiere llamarlos sirvientes; de hecho, ese es el nombre que reciben en el texto griego original.
Ahora nos encontramos en el año 36. Han pasado seis años desde el día de Pentecostés. En este momento entra en escena un hombre llamado Pablo de Tarso. La persecución cae sobre la iglesia de Jerusalén. Gran crisis. ¿Cuán grande? La iglesia de Jerusalén deja de existir. Eso significa que la iglesia en Jerusalén después de un período de seis tumultuosos años, con un número que pudo haber llegado hasta los 25.000 – todos viviendo en comunidad – aún carece de ancianos.
Hasta ese momento hay (1) el pueblo de Dios – siete de ellos encargados de servir los alimentos – más (2) los doce apóstoles que plantaron la iglesia de Jerusalén.
Con tan severa persecución, todos los creyentes huyeron de Jerusalén. Los creyentes abandonaron la ciudad.
Ahora los doce salieron y comenzaron a ministrar en las ciudades y villas de Galilea y Judea donde los 25.000 creyentes se habían dispersado. Los Doce se convirtieron en viajeros. Viajaban constantemente. Los Doce viajaban constantemente visitando las iglesias que habían nacido en muchos lugares de Israel, como consecuencia del éxodo masivo de los creyentes de Jerusalén.
La gente que huyó de Jerusalén fue a asentarse en ciudades de Galilea, Judea y llegaron tan lejos como al norte, hacia Siria. Estos creyentes comenzaron a reunirse. De pronto, aparecieron docenas, quizá cientos de pequeñas iglesias por todo Israel y hasta Siria. La persecución acabó temporalmente con la iglesia de Jerusalén, pero dio a luz a docenas de otras iglesias por toda la nación. Pero aún no había ancianos.
Los plantadores de iglesias, itinerantes, foráneos, siempre viajeros – nunca permanecían en un solo sitio – todavía estaban en escena, al igual que los creyentes – eso era todo lo que había.
Ahora llegamos al año 38. La ekklesia ya ha estado en esta tierra por ocho años. Ya no hay problemas para regresar a Jerusalén. Algunos creyentes lo hacen. La iglesia de Jerusalén comienza a reaparecer. Pero aún no hay ancianos.
Obviamente este tema de los ancianos no era muy ardiente en aquellos primeros y formativos años de la ekklesia. Por favor, tomemos nota que los cristianos han pasados juntos por bastantes pruebas. Crisis sobre crisis. Grandes crisis.
El pueblo tiene una vasta experiencia en hacerse cargo de la iglesia... sin ancianos. El pueblo daba la dirección a la iglesia y tal hacían sin poseer internamente líderes específicos. Los creyentes no miraban hacia un tipo de liderazgo entre ellos. El liderazgo solamente viene de los Doce viajeros si se puede considerar esto liderazgo. Cualquier anciano que eventualmente pueda surgir, tiene que hacerlo de aquel grupo de creyentes con su gran experiencia vivida. Surgirán, de entre toda la historia de las iglesias existentes que son lideradas... sin líderes específicos.
Pasamos ahora al capítulo 9 del libro de los Hechos. Estamos alrededor el año 38. En Hechos encontramos un nuevo converso – Pablo de Tarso. Pablo viaja a Jerusalén en un intento de reunirse con los Doce apóstoles. En Hechos 9:27, descubrirán que Bernabé llevó a Pablo ante los doce apóstoles y se los presentó. Por favor, tomen nota porque esto es muy importante. Bernabé llevó a Pablo y lo presentó a los doce apóstoles.
No hay ancianos
En Hechos 9:31, por un tiempo, viene la paz para la iglesia de Jerusalén y para todas las iglesias de Judea, Galilea y Samaria. Si lees el resto del capítulo, comenzando en 9:32, encontrarás que Pablo viajaba a ciudades – y, por tanto, iglesias – que habían surgido por toda Israel.
Todavía no hay ancianos.
Tenemos a solamente doce hombres viajeros y el pueblo de Dios. Ya llegamos al año 40. Ahora estamos a 10 años de Pentecostés. Todavía no hay ancianos.
Continuamos por los capítulos 10 y 11, finalmente arribamos a Hechos 11:12. Aquí encontramos una historia fascinante. Son “hermanos” y “mensajeros”, no ancianos los que toman parte.
En todas las iglesias de Judea hay hermanos y hermanas. También hay apóstoles que van de una ciudad y villa a otra. Los personajes permanecen los mismos: (1) El pueblo de Dios esparcido en muchas iglesias y (2) Doce hombre ministrando a esas asambleas. No hay ancianos, ni siquiera en el pensamiento.
¿Cómo podían funcionar... sin ancianos? ¡peligroso el pensamiento de que las iglesias necesitaban solamente la esporádica ayuda externa sin líderes locales! ¿un liderazgo corporativo?
En Hechos 11:22 se mantiene la misma estructura: Y llegó la fama de estas cosas á oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén...
No llegó a los apóstoles, ni llegó a los ancianos pues no había uno. La palabra llegó a la iglesia.
Y ellos – la iglesia de Jerusalén, los hermanos y hermanas – enviaron a Bernabé a Antioquia.
Una reunión de personas, una asamblea, ¡envía!
El cuerpo entero, miles de hermanas y hermanos, envían a un hombre de entre ellos. Es una decisión hecha sin ancianos. Y de igual manera, hecha aparte de los Doce.
Ahora ya han pasado 13 años desde Pentecostés. Probablemente hay cientos de iglesias, la mayor de todas se encuentra en Jerusalén. Trece años y aún no hay ancianos en Jerusalén.
Alrededor de dos o tres años más tarde, hay una plaga de hambre en Jerusalén y Judea. Ya que no hay hambre en la iglesia que huyó hacia el norte en Antioquia, Siria, esta iglesia decide enviar ayuda a la iglesia de Jerusalén. Esto se llevó a cabo a pesar de que la iglesia en Antioquia no tenía ancianos, tal como veremos.
Los hermanos y hermanas de Antioquia juntaron una suma de dinero y luego, la iglesia en Antioquia seleccionó a Pablo y Bernabé para que fueran a Judea con el dinero. Cuando esos dos hombres llegaron a Jerusalén, la iglesia se encontraba, una vez más, bajo una fuerte persecución. La iglesia de Jerusalén tenía unos catorce años.
La escritura es clara; Pablo y Bernabé presentaron el dinero ¡a los ancianos!
Finalmente, unos catorce años después del nacimiento de la iglesia en Jerusalén, aparecen los ancianos. Amigos, aparentemente en siglo primero la iglesia no tenía prisa alguna por elegir ancianos. Esto es claro después de 14 años y unos 30.000 creyentes que demostraron poco interés en hacerlo.
Era la época del reinado de Herodes Agripa – el hijo de Herodes el Grande, rey de Judea, Galilea y Samaria – quién hizo matar a Santiago, uno de los doce. Herodes también trató de encontrar a Pablo para matarlo. Todo esto ocurría en el tiempo que Pablo y Bernabé llegaban a Jerusalén con el dinero. Esto fue en abril del año 44. (Hechos 11:19 – 12:25. Ver específicamente Hechos 11:30 y también 12:25)
Vayamos ahora a ver la iglesia de Antioquia. Esta iglesia comenzó alrededor del año 40 o lo que es igual a 10 años después de Pentecostés. Veámosla moverse a través del tiempo.
Desde su nacimiento y por todo el libro de Hechos, no hay indicación alguna que esta iglesia jamás hubiera tenido ancianos. Por el contrario, todas las referencias hechas sobre esta iglesia, se esfuerzan en representar que todas las decisiones de la iglesia eran tomadas por los hermanos y las hermanas. Lucas parece destacar el hecho de que Antioquia no tenía ancianos.
En la primavera del año 47, siete años de que la iglesia fue plantada en Antioquia, vemos a esta iglesia sin ancianos, enviar a dos plantadores de iglesias. ¡Algo de gran importancia para una iglesia sin ancianos!
¿Acaso no es cierto, hoy, inclinarse a pensar que la iglesia no puede realmente manejar sus asuntos por sí sola y que necesita de los ancianos?
Los ancianos no son necesarios. Pero si tratas de poner en práctica la vida de la iglesia sin ancianos y también sin un plantador de iglesias ¡estarás probablemente condenado a fracasar!
El año 47 nos recuerda que han pasado 17 años de Pentecostés. (Al llegar a este punto nos movemos de Israel y Siria hacia un oscuro territorio llamado Galacia).
Al hacerlo, hagamos una pequeña pausa. Lo que aquí está emergiendo es un método revolucionario de estudiar el Nuevo Testamento, especialmente desde el libro de los Hechos, hacia delante.
Tomen nota de lo que puede hacer al mirar, en primer lugar, a la línea del tiempo. Vea lo que puede ocurrir cuando miramos hacia la historia y no a un entrecortado y aislado grupo de fragmentos (versos.)
Esto no solamente sirve para un estudio acerca de los ancianos, sino para todo.
Vayamos ahora a ver cuatro iglesias gentiles en la tierra de Galacia.
Capítulo 4
Dos itinerantes plantadores de iglesias en las tierras de Galacia
Si nuestra imagen de los ancianos actuales no es vista en la historia de la iglesia del primer siglo, entonces nuestra práctica de los ancianos tenemos que considerarla equivocada con respecto a las Escrituras y, por tanto, esta enseñanza y práctica deben ser abandonadas.
En julio del año 47, diecisiete años después de Pentecostés, Bernabé y Pablo, son enviados por la iglesia de Antioquia a predicar el evangelio en la tierra de los herejes.
Por los próximos dos años, Pablo y Bernabé levantaron cuatro iglesias en Galacia. Cuatro iglesias en dos años, en una tierra donde los cristianos nunca habían sido nombrados.
Tres de esas iglesias recibieron ancianos en un período de menos de tres años. Jerusalén tuvo ancianos después de trece años. Antioquia nunca. No obstante, en Galacia había tres iglesias las cuales tuvieron ancianos después de tres años. ¿Por qué esta gran diferencia? No lo sabemos. Podríamos pensar... ¿variedad?
Esto no lo sabemos. Hombres, los cuales eran itinerantes plantadores de iglesias, jugaron un importante papel en traer a la existencia el concepto del anciano.
Estos fueron los ingredientes que trajeron al anciano:
(1) El Espíritu Santo
(2) El pueblo de Dios
(3) Los itinerantes plantadores de Iglesias
Necesitas tener esos tres, antes de que puedas tener ancianos. Los tres. O no hay ancianos.
¿Cuál es el punto? Toma a los plantadores de iglesias fuera de la ecuación y no hay ancianos. Trata de cambiar ese hecho y no encontrarás una sola palabra (verso) en la Escritura que te apoye.
Puesto de otra manera, si tu tienes ancianos pero no están envueltos los obreros itinerantes, entonces estás muy lejos, lejísimo, de la marca del Nuevo Testamento... lo suficientemente lejos como para preguntarte si esos ancianos son verdaderamente ancianos.
Mira a los dos años que Pablo y Bernabé estuvieron en Galacia. Tienes plantadas cuatro iglesias, y cada una de ellas es levantada y abandonada en un corto espacio de tiempo.
Este es el punto insólito: Ninguna de esas iglesias tenía ancianos cuando fueron abandonadas por el plantador de iglesias. Existió un lapso de tiempo, no hay plantadores de iglesias cerca, no hay ancianos en la iglesia. ¿Cómo una iglesia puede funcionar en tan penosas circunstancias? Muy simple. Los hermanos y hermanas en la ekklesia estaban a cargo de todo – sin líderes específicos, sin líderes de ningún tipo. En todo este tiempo los santos – solamente los santos – estaban a cargo.
Esto significa que por un largo período de tiempo, entre dieciocho meses y un año, esas iglesias no tenían líderes de ningún tipo, carecían de dirección dada por uno o más individuos, nadie dentro y nadie fuera. Más tarde los ancianos fueron seleccionados por entre todos los miembros de la iglesia. Todo el pueblo, había dirigido la iglesia antes de que los ancianos lo hicieran.
Capítulo 5
Los ancianos gentiles
Ahora nos encontramos ante el mas extraño descubrimiento, el establecimiento de ancianos en las más jóvenes iglesias de Galacia. La edad de esas iglesias: Pisidia, dos años, Iconio, dieciocho meses, Listra un año.
No hay clara evidencia de que Derbe tuviera ancianos pero si los hubiera tenido habrían sido electos cuando la iglesia tenía ocho meses.
En Galacia vemos aparecer los ancianos rápidamente. Pero aún encontramos una diferencia de tiempo entre el nacimiento de la ekklesia y, más tarde, la elección de los hermanos. Durante este tiempo, cada iglesia no tiene con ellos a los plantadores de iglesias. Todo el liderazgo estaba en manos del pueblo de Dios. La iglesia aprende a manejarse antes de la aparición de la aparición de los ancianos.
No hay pastor, no hay estudios bíblicos. Solamente el pueblo de Dios. Antes que los ancianos.
Pero eso no es todo lo que vemos. ¡Vemos algo presente en esas iglesias que no lo vemos en las iglesias de hoy día! El trabajador itinerante se encuentra presente en la selección de los ancianos. No un pastor, no un líder local. Bajo un punto de vista humano, el itinerante plantador de iglesias y solamente él, es la única influencia consistente en la decisión de quienes serán los ancianos y cuando serán elegidos. (Probablemente, también, por cuanto tiempo serán elegidos). Los viajeros itinerantes son los que imponen las manos sobre esos hombres que van a ser llamados ancianos. Por tanto, si no hay itinerantes plantadores de iglesias, tampoco hay ancianos.
Los ancianos no existen excepto en la presencia de obreros itinerantes. ¡Al menos no en el siglo primero!
Sin el itinerante plantador de iglesias, la ecuación del anciano, se derrumba; es decir, si utilizamos la ecuación usada en el siglo primero.
Esos hombres en Galacia, que fueron seleccionados como ancianos, vinieron de una hermandad entre todos los hombres de la iglesia. Antes de que fueran ancianos, todos esos hombres no eran más que hermanos en la ekklesia. Todos trabajaban juntos, encontrando una dirección para la iglesia. Saliendo de este concepto, surgieron los ancianos. Ahora la pregunta: ¿acaso esos ancianos, seleccionados tan temprano, se convirtieron en el liderazgo de las iglesias de Galacia? La misma pregunta podría ser hecha a las otras iglesias con ancianos, tal como la de Jerusalén. ¿Acaso los ancianos conducían la iglesia? ¿Eran la brigada que apagaba los incendios en todas las crisis de la iglesia?
Existe sólida evidencia de que la existencia en Galacia de los ancianos, era virtualmente – si no totalmente – olvidada en Galacia durante los tiempos de crisis. ¿No me creen?
Observen.
No hay evidencia alguna (ni siquiera una insinuación) de un liderazgo surgiendo de los ancianos durante una crisis importante. La crisis apareció a los pocos meses de haber sido nombrados ancianos. Fue esta una de las crisis, más grandes, del siglo primero. Cualquiera con cuatro dedos de frente hubiera esperado a los ancianos de Galacia colocarse al frente del problema. Pero no lo hicieron.
¿Un hecho increíble? ¡No lo es!
Probablemente todos estaríamos de acuerdo al decir que los ancianos se levantarían y se pondrían en pié de guerra durante una gran crisis. Bien, en menos de dos años después que esas iglesias recibieran sus ancianos, se levantó una crisis en esas cuatro iglesias de Galacia. ¡Una de las crisis más grandes en la historia de la iglesia! ¿Acaso no esperaríamos ver a esos ancianos alzarse en primeras filas? ¿No esperaríamos ver a aquellos hombres – Pablo y Bernabé – que plantaron esas cuatro iglesias, escribir una carta dirigida a los ancianos, dándoles instrucciones y de igual forma corrigiéndoles si hubieran errado al actuar o no habiendo hecho su obligación ante la crisis?
¡No te sorprendas!
Hombres ordinarios fueron escogidos entre todos los hermanos para convertirse en esos hermanos. ¿Acaso esos ancianos comenzaron a dirigir la iglesia que ya había experimentado una sólida hermandad entre sus miembros?
Cuando apareció la crisis, no hubo cambios – la crisis pertenecía a toda la iglesia. El pensar que los ancianos se hicieron cargo de la iglesia es creer mucho acerca de los ancianos.
¿Cuál era la misión de los ancianos de Galacia? No lo sabemos, pero sí hay por cierto una cosa que sabemos. No existe recuento alguno – de ningún tipo – que los ancianos jugaran un papel de importancia en esta crisis catastrófica que cayó sobre Galacia. Fue probablemente la mayor crisis que existió en el siglo primero. Los ancianos de Galacia no fueron jugadores en esta crisis. Existieron, pero la crisis, permaneció siempre en las manos (1) de los apóstoles (2) del pueblo de Dios. Tracemos el origen de la crisis y cómo se extendió por Galacia. Veamos la historia.
Aquí está la historia: Pablo y Bernabé fueron a Galacia en el año 47. Salieron de Galacia dos años más tarde, regresando a Antioquia de Siria el verano del año 49. Habían estado alejados de Antioquia por dos años exactos. Recuerden estas fechas en la medida que continuamos.
Entre tanto, una crisis se estaba cocinando. Sus orígenes procedían de Jerusalén.
LA CRISIS DE JERUSALÉN – ANTIOQUIA
En el año 50 algunos judíos legalistas viajaron desde Jerusalén hacia el norte a visitar la iglesia de Antioquia. Comenzaron enseñando a la iglesia de Antioquia que la salvación era por medio de Cristo más la circuncisión y la ley de Moisés.
Una iglesia era judía y la otra gentil. De pronto las dos iglesias estaban enfrentadas. De por sí esto ya era una crisis. Pero al mismo tiempo, estos judíos legalistas dejaron Antioquia y fueron a Galacia. Se encaminaron a las nuevas iglesias de Galacia a: o circuncidar a esos gentiles de Galacia o a destruir sus iglesias. Dos grandes crisis.
¡Tiempo de oportunidad para los ancianos!
La iglesia de Jerusalén tiene veinte años y tiene ancianos. La iglesia de Antioquia tiene diez años y no tiene ancianos. Las cuatro iglesias de Galacia tienen entre dos y tres años y tienen ancianos.
La iglesia (es decir los hermanos y hermanas de la iglesia de Antioquia) envían a Jerusalén a una comitiva con objeto de que solucionen el conflicto suscitado en estas dos iglesias. Entre los hermanos seleccionados se encuentran Pablo, Bernabé y Tito.
La iglesia en Antioquia envía hermanos de Antioquia a:
(1) los apóstoles, y a
(2) los ancianos, y a
(3) la iglesia en Jerusalén
Leámos detenidamente Hechos 15:2 – 4. La iglesia de Antioquia envió a Pablo, Bernabé, Tito y otros a Jerusalén. Esto no es una acción de los ancianos, ¡sino de toda la iglesia! El objetivo de estos representantes de Antioquia era juntarse con los doce apóstoles que habían plantado la iglesia en Jerusalén y con los ancianos de la iglesia de Jerusalén.
Una vez más, fue la iglesia quien los envió.
Este pequeño grupo de hombres viajaron a Jerusalén y fueron recibidos por ¿quién?
En primer lugar fueron recibidos por la iglesia en Jerusalén, en segundo por los apóstoles y en tercer lugar por los ancianos. ¡Lea el contexto!
Hubo algunos fariseos que no dieron la bienvenida a los delegados, porque algunos de los fariseos en la iglesia de Jerusalén se oponían a la iglesia de Antioquia por estar en contra de la circuncisión.
Recordemos que, al mismo tiempo, un grupo de judíos legalistas estaban en Galacia tratando de forzar a las jóvenes iglesias a obedecer las costumbres judías. “Si no eres circunciso no eres salvo”; era el mensaje que escuchaban los nuevos conversos de Galacia. Y el mensaje venía a ellos de la iglesia madre de Jerusalén.
Consideremos la escena; de acuerdo a todo lo que ya hemos oído acerca de los ancianos, podríamos pensar que los ancianos en Galacia se hubieran levantado para proteger a la iglesia de los judaizantes de Jerusalén.
Unos cuantos hombres de Antioquia se sentaron en Jerusalén con: (1) doce plantadores de iglesias y (2) los ancianos de la iglesia de Jerusalén. (Jerusalén tenia ancianos desde hacía 6 años). En la habitación había de veinte a treinta hombres. Observemos la situación detenidamente. De la misma manera que recorre toda la historia del Nuevo Testamento, los ancianos de aquella habitación estaban ligados a los hombres que habían plantado la iglesia.
Por varios días debatieron los representantes de ambas iglesias. La decisión final fue tomada por Pedro y Santiago, no por los ancianos.
La decisión agradó, (1) a los doce y luego (2) a los ancianos. Pero nunca olvidemos que la decisión también agradó (3) a la entera iglesia de Jerusalén. (Hechos 15:22) Esta era una iglesia impregnada con una fuerte historia de todos funcionando y todos actuando.
Era la iglesia entera la que envió a los hombres de Antioquia de nuevo a Antioquia… y fue la iglesia entera de Jerusalén la que bendijo la decisión conjunta de Antioquia y Jerusalén.
De Jerusalén, ahora, viene otra decisión; deciden enviar algunos representantes de Jerusalén hacia Antioquia para decir a la iglesia de allá todo lo que ocurrió en Jerusalén durante el tiempo de permanencia de Pablo y Bernabé. ¿Quién tomó esta decisión? La decisión fue tomada por los apóstoles, los ancianos y el pueblo de Dios.
Así pues, unos cuantos creyentes de Jerusalén fueron con Bernabé, Pablo y Tito de regreso a Antioquia, llevando la carta que Jerusalén había escrito a Antioquia.
Lean Hechos 15:23.
De nuevo se ve la unión inseparable de los apóstoles con los ancianos, estos son los que envían la carta desde Jerusalén. ¿Quién la recibe en Antioquia? Notemos cómo Jerusalén dirige su carta a la iglesia de Antioquia. La histórica carta comienza así:
A los hermanos en Antioquia.
La carta es enviada por el pueblo de Dios, los Doce y los ancianos. Son los hermanos los que reciben la carta. En tanto los visitantes de Jerusalén, cuando estuvieron en Alejandría “fortalecieron a los hermanos y hermanas en Antioquia” (15:32)
En Jerusalén hay tres clases de personas, pero en la iglesia de Antioquia (una iglesia que tiene diez años de ser plantada) no hay ancianos, solamente hermanos.
El capítulo 15 del libro de los Hechos tiene la última referencia a estos, hasta que llegamos al capitulo 20. Estos cinco capítulos cubren un período de unos ocho años.
Hay bastantes tormentas, furia, crisis y caos que toman lugar durante esos ocho años, al parecer sin que los ancianos se envolvieran en ellos, al menos en liderazgo o en dar soluciones.
Capítulo 6
La historia de Galacia
Los hermanos de Jerusalén vinieron a visitar la iglesia de Antioquia sin saber que, en el mismo momento, una crisis mucho mayor estaba ocurriendo en Galacia.
Los judaizantes que viajaron a Galacia intentaban circuncidar a los hermanos en las cuatro iglesias o destruirlas. Sí, es un momento muy indicado para los ancianos. Y aquellas iglesias tenían ancianos.
Aquellos judaizantes de Jerusalén, ahora en Galacia, no conocían de la decisión tomada en Jerusalén. Y en Antioquia ni en Jerusalén, ni Pablo, ni Bernabé, ni los Doce, tenían conocimiento alguno de aquellos judaizantes en Galacia. Cuando Pablo se enteró de su presencia y la destrucción que estaban causando, se sentó y escribió la primera pieza de literatura cristiana que jamás se había escrito. Nosotros lo conocemos como el libro de Gálatas.
La carta que nosotros llamamos el libro de Gálatas tiene seis páginas de largo.
Recordemos que esta carta está escrita a cuatro iglesias – todas jóvenes, gentiles. Estas iglesias están compuestas por ex-paganos; iglesia que tienen entre dos años y medio y cuatro años. Todas tienen ancianos (Hechos 14:23). ¡Oh! Pero aquellas cuatro iglesias también tenían hermanos y hermanos.
Antioquia maneja la crisis sin ancianos. Jerusalén maneja la crisis con plantadores de iglesias y ancianos. ¿Pero qué ocurre en Galacia? Galacia tiene ancianos (no hay presentes plantadores de iglesias). ¿Quién maneja la crisis en Galacia?
Recordemos, en tanto que Pablo está escribiendo para tratar de solucionar sus problemas, esas cuatro iglesias se hayan en crisis y caos. Algunos creyentes se han rendido y han sido circuncidados. Otros están guardando el sábado y siguiendo el calendario judío con lunas y festivales. Por otro lado, algunos han rehusado a circuncidarse. La confusión reina por doquier.
En medio de todo esto, ¿Pablo piensa en los ancianos? ¿Acaso piensa ponerse a escribir a los ancianos? Debería hacerlo. (¡Yo lo hubiera hecho!)
¿O piensa en hermanos y hermanas?
La carta que Pablo escribió a aquellas cuatro iglesias revela el trabajo interior de una iglesia en el primer siglo. Quizá revela la verdadera vida de la iglesia... un tipo de vida que no somos capaces de imaginar. Esa carta también nos ayuda a ver claramente el puesto vacante de un obrero itinerante.
Cada vez que Pablo piensa en términos de aquellos hermanos que deberían estar “a cargo” durante estos momentos de crisis, él solo piensa en hermanos y hermanas. Lean la carta. En medio de la masacre, ni uno de los ancianos pasa por la mente de Pablo. Nunca habrán visto una iglesia en crisis tan grande. Yo no la he visto. Nadie la podrá volver a ver. Sin embargo, Pablo no se vuelve hacia los ancianos como fuente de ayuda para resolver la crisis.
Aceptando la enseñanza de nuestros días acerca de los ancianos estaremos obligados a creer que si el anciano no saltó sobre la crisis para solucionarla, lo debería de haber hecho. Ellos deberían de, quizá, haberlo hecho de forma rápida, en forma calculada y yendo de frente hacia ella. Esta conducta se lleva a cabo en nuestros días en crisis mucho menores. ¿Quizá los ancianos deberían haber arrojado a algunos fuera de la iglesia?
¿Todo tipo de disciplinas? ¿Todo tipo de excomunicaciones? ¿Todo tipo de órdenes e instrucciones? ¿Autoridad de principio a fin?
¡No lo encontramos! No lo encontramos en la historia de los galateos. Tales prácticas e ideas ¡no existían! Solamente consideren este hecho; y estarán forzándose a reconsiderar la enseñanza tradicional acerca de los ancianos.
Esta es la realidad.
La única persona de cualquiera de las iglesias de galacia que se adentró en la crisis, fue un muchacho de Listra. Tenía entre diecisiete y veintiún años (un futuro plantador de iglesias en Galacia) No era un anciano al rescate, sino un simple muchacho.
Pablo envió su carta a Galacia.
Luego Pablo y Silas, partiendo de Antioquia, pusieron rumbo a Galacia.
Estos dos hombres, plantadores de iglesias, vinieron a las iglesias de Galacia para limpiar los restos de la crisis. Al escribir su historia, ni en Hechos ni en Gálatas, son mencionados los ancianos. Observemos, una vez más, que los únicos actores en escena son (1) los dos plantadores de iglesias y (2) los hermanos y hermanas, más un joven mestizo – mitad judío, mitad gentil – llamado Timoteo. Éste fue el único que saltó en medio de la crisis e hizo algo. No sabemos qué fue específicamente lo que hizo, pero cualquier cosa que hiciere, impresionó a todos, incluyendo a hombres mucho mayores que Timoteo.
¿Acaso leemos en Hechos 16:2 “los ancianos daban buen testimonio de él”? No. En Hechos 16:2, hablando del joven Timoteo, leemos: “De éste daban buen testimonio los hermanos...” De nuevo en este pasaje de nos da una ventana para poder ver el espíritu de la iglesia del Nuevo Testamento. Vemos su forma de pensar. Aquí no hay forma de pensar de los ancianos, sino la forma de pensar de los hermanos y hermanas.
La única otra persona que entra en el plano de la crisis es el plantador de iglesias.
Si tú eres uno que enseña la posición de anciano a lo Lutero, Calvino y especialmente Darby, por favor, explica la ausencia de cualquier referencia hecha sobre los ancianos o supervisores en la carta a los Gálatas.
Ahora tomemos una atención mayor a esta carta que Pablo escribió a los galateos. De cualquier manera y forma que hemos sido enseñados acerca de los ancianos, esta carta – flameante carta escrita con pasión e ira – tenía obligatoriamente que haber comenzado diciendo “...a los ancianos de Galacia...” o “... a los hermanos y hermanas, y a los ancianos...”
Lean la carta. Pónganla boca abajo, o si quieren, de lado. Léanla de arriba abajo. Léanla de atrás para adelante. Léanla en griego o en latín. Léanla de cualquier forma y manera que deseen puesto que no van a encontrar nada, ni idea, ni pensamiento, insinuación ni implicación de que los ancianos existían en esas cuatro iglesias.
Esas cuatro iglesias tenían ancianos. No obstante, en una situación tan caótica como esta, no existe idea alguna próxima a los ancianos. ¿Por qué? Porque nosotros hemos malentendido lo que eran los ancianos. En una crisis como esta, un joven de Listra, llamado Timoteo con las mismas iglesias, representados por sus hermanos y hermanas escaparon de la tormenta ¡y triunfaron! El centro de la iglesia no fue dominado por ancianos, pastores o diáconos. La actividad central de la iglesia surgía de su propio centro, los hermanos y hermanas. ¡Y triunfaron por sobre aquellos judaizantes provenientes de Jerusalén!
Aquellos de ustedes que demandan sumisión a los ancianos, aquellos de ustedes que han aplastado al pueblo de Dios en una mini-crisis, aquellos de ustedes que han dividido las iglesias, excomunicado a personas y han pontificado acerca de la importancia y santidad de un anciano... ¡traten de entender esto! Toda la evidencia nos demuestra que: Las iglesias del primer siglo eran conducidas por los hermanos y hermanas ¡y no los ancianos!
Pero si los ancianos no se enfrentan a la crisis ¿quién entonces se encarga de hacerlo?
La respuesta es simple y obvia.
El hombre más necesitado, pero el hombre nunca deseado: el plantador de iglesias.
¿Quién otro?
Un pueblo – el de Dios – los hermanos y hermanas, que anteriormente han conducido la iglesia.
El escenario aún no ha sucumbido. Los actores principales de la iglesia del siglo primero aún siguen siendo, el pueblo de Dios y el plantador de iglesias.
Nunca nos encontraremos en una crisis mayor que esas cuatro iglesias. No obstante ustedes traen a los ancianos al frente. Disciplinan al ya herido pueblo de Dios, le reprimen. Les ordenan regresar. ¿Por qué? Porque están teniendo algún pequeño problema, desavenencia o amenaza hacia su puesto, su título, su autoridad. Señor esto es cristianismo barato. Demasiado barato.
La única razón por la que pueden llevar a cabo este tipo de conducta es porque carecen de un plantador de iglesias. (Los plantadores de iglesias eran los héroes de los creyentes, no de los verdugos) Tales hombres detendrían sus conductas inmediatamente. La única razón por la que puede llevar a cabo estas conductas se debe, simplemente, a que tienen un título. Ese título carece de valor alguno a no ser que le haya sido dado por (1) un plantador de iglesias y (2) el pueblo de Dios. La posición de anciano, no tiene razón de existir a no ser que contenga estos dos ingredientes.
Si te atreves, sé un anciano, ocupa una posición y enarbola un título. Pero, entonces, deberás saber esto: esos títulos, cargos y posiciones no los has recibido por un medio conocido en la comunidad de creyentes del siglo primero.
Nos encontramos ahora al final del verano de año 50.
Han pasado ya 20 años de aquél día de Pentecostés. Ya hay en existencia un pedazo de literatura cristiana – la epístola Gálatas. Pablo y Silas están en Galacia, pero solamente por pocos días. Después de esto, los plantadores de iglesias abandonan Galacia. Los plantadores de iglesias itinerantes tiene el hábito de hacer esto. Las iglesias de Galacia estuvieron en crisis por varios meses, no obstante Pablo las visitó por quizá un par de semanas... y las abandonó de nuevo. Lo que es más, Pablo y Silas quitaron de esas iglesias la única ayuda decente que poseían. ¡Se llevaron a Timoteo! Luego abandonaron Galacia y fueron a Europa.
Tomen nota, por favor, que nos encontramos con viajes, itinerantes, foráneos, extranjeros hermanos que plantan iglesias y las abandonan cuando están en su infancia. Si alguna vez se ha preguntado cuan simplemente los hermanos y hermanas podían dirigir la iglesia, sin libros, edificios o Biblia, la respuesta es simple: se tiraron al agua y nadaron. Aprendieron a dirigir fácilmente. En la era protestante nunca nos hubiéramos atrevido a hacer esto y en consecuencia el pueblo de Dios nunca aprendió a dirigir.
Nos vamos ahora a Europa.
Pablo, Silas y Timoteo llegan a la ciudad de Filipo en el norte de Grecia. Estamos al final del verano del año 50.
Capítulo 7
Crisis entre griegos
Aprendimos bastante de los santos en Siria y de las cuatro iglesias de Galacia. El tiempo continúa y la historia continúa también su curso.
El calendario deja deslizar los segundos, los minutos, las horas, los días y los meses. Un entero y único cristianismo se puede observar ante nuestros ojos. ¡Cuán claras se ven ahora las cosas al dejar de utilizar segmentos y fragmentos! Llegamos ahora a Filipos, en Grecia, esto ya es Europa. De nuevo veremos cuatro iglesias gentiles. Estas cuatro iglesias se encuentran en tierra de griegos. Al igual que las cuatro de Galacia, estas también tienen gran cantidad de cosas para enseñarnos.
Pablo y Silas levantaron una iglesia en Filipos, al norte de Grecia. Los dos plantadores de iglesias estuvieron el la ciudad de Filipos por un total de cuatro meses. (de agosto a diciembre del año 50. – Ver Hechos 16:12)
Recuerden esta fecha. Algunos trece años después que Pablo vino a Filipos, escribió una carta a la iglesia de esta ciudad. Esta carta la conocemos con el nombre de Filipenses.
¡Trece años después de la iglesia en Filipos naciera, recibió una carta de Pablo! Recordemos esto cuado regresemos, más tarde, a este hecho.
En el año 63, desde una prisión romana, Pablo escribió una carta a la iglesia de Filipos. En esa carta y solamente en esa carta, Pablo se refirió a los ancianos. (Pablo escribió nueve cartas a las iglesias. De esas nueve, solamente en una mencionó a los ancianos)
En el norte de Grecia, una iglesia es plantada por un plantador de iglesias itinerante en el año 50. Este plantador de iglesias abandonó a la joven iglesia cuatro meses más tarde. Sin ancianos. ¿Por qué? Elija la razón que quiera, pero la mejor de ellas es que, de repente y sin aviso alguno, se le obliga a salir de la ciudad.
Surgió la mentalidad y práctica de los “hermanos y hermanas”. No la mentalidad de los “ancianos”. Esa forma de pensar, actuar y comportarse domina toda las iglesias en formación. En cada iglesia nacida en Grecia, en su etapa de formación, surge una fuerte hermandad entre los hermanos y hermanas.
Filipos probablemente no tuvo ancianos por quizá una década. De cualquier manera que Filipos llegara a tener ancianos, una cosa es cierta, esos ancianos emergieron de la fuerte hermandad que les precedió. La llegada de los ancianos no necesariamente quiere significar el inmediato fin de la hermandad delegando todo su poder en los ancianos. Este asunto de la hermandad precediendo a los ancianos, es consistente a través de la historia. Los ancianos tomando prominencia ante los hermanos, nunca sucede en la iglesia del siglo primero.
Pablo y Silas plantaron su primera iglesia en Europa. La abandonaron después de haber estado allí menos de seis meses. El tiempo sigue transcurriendo y observamos como emerge cronológicamente el modelo del anciano. No lo estamos haciendo por medio de fragmentos, parches, “texto probado”, sino viendo el total del cuadro, en forma contextual.
Pablo y Silas marchan ahora a Tesalónica (Hechos 17:1). Allí estuvieron desde enero hasta mayo del 51.
Debido a la longitud de este Estudio no lo publicamos completo. Descargue la versión en formato PDF para seguir leyéndolo: