El propósito del siguiente estudio es para que el guerrero del Señor esté apercibido y pueda cumplir con lo encomendado por el Señor. Entre su pueblo, Dios tiene gente a quien le da órdenes específicas a cumplir, con cualquier fin o propósito que el Señor elija. Dios sabe cómo guiar a su pueblo; cómo prepararlo; cómo entrenarlo para la batalla. Ese entrenamiento que sólo el Señor sabe dar irá cambiando nuestra forma de ser, de actuar, de proceder, aún de decidir.
Muchas veces el Señor utiliza métodos o sistemas en ciertas operaciones que se deben realizar al pie de la letra por el pueblo a quien Él le encomienda dicha tarea. La mayoría de las veces el proceso es realizado por fases o etapas; otras veces es realizado de una sola vez. Vamos a analizar tanto la primera batalla de Israel como pueblo; y también la última intervención de Eliseo como profeta. Este estudio lo dividiremos en dos partes, pudieran ser más relatos bíblicos pero el Señor me muestra sólo estos dos.
PARTE 1
GUERRA DE AMALEC CONTRA ISRAEL
“8Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim. 9Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. 10E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. 11Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. 12Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. 13Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.” (Éxodo 17:813)
“Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.”
¿Quién era Amalec? Hermanos, esto es increíble pero cierto, los amalecitas eran familiares de los israelitas: “Y Timna fue concubina de Elifaz hijo de Esaú, y ella le dio a luz a Amalec.” (Génesis 36:12) Amalec era nieto de Esaú, quien era hermano de Jacob (Israel). A ellos no les importó que sus familiares estuvieran pasando por crisis, a ellos lo que les importaba era su propia estabilidad; y vieron a los israelitas, a sus hermanos, como enemigos potenciales. A ellos no les importó que Dios estuviera con Israel, no les importó los hechos poderosos que Dios ejecutó para librar a Israel de manos del opresor. Se comportaron egoistamente con los suyos. Recuerdo aquéllas palabras de Juan con respecto al Salvador del mundo (Jesucristo): “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.” (Juan 1:11) Igual les pasó a los israelitas, vinieron a los suyos, a sus familiares, y sus familiares en vez de darles una buena recepción, les hicieron la guerra. Esta es la lucha de toda la vida: Los malignos luchando contra los de Dios. No fue Israel quien inició el conflicto sino Amalec: Israel se encontraba en un aprieto bastante fuerte. Amalec se encontraba bastante fortalecido porque estaba acostumbrado a guerrear, era un pueblo guerrero.
“Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec”
Moisés plantea una estrategia. Fíjese cómo le dice a Josué: “Escógenos varones”; no le dice: “Escógenos varones guerreros” porque en realidad no eran guerreros. El pueblo de Israel estaba recién salido de una esclavitud de 430 años cuyo opresor fue Egipto y su rey Faraón. Debemos entender también que ninguno de ellos había recibido entrenamiento para pelear (ningún esclavo es entrenado para el combate). Sus manos, sus vistas, sus piernas, aún sus sentidos no estaban acostumbradas a la batalla, y debido a esa dificultad e impedimento, tenían que depender enteramente de Dios.
Primero, la selección: “Escógenos varones”, segundo, la orden: “Sal a pelear contra Amalec” Josué no protestó: “¿Por qué yo?” “¡Yo solamente no estoy aquí, también está Aarón y Hur! ¡Yo soy joven e inexperto! ¡Envía a Aarón o a Hur!. Ninguna de estas cosas dijo Josué, él simplemente obedeció el mandato: “E hizo Josué como le dijo Moisés”. Josué sabía que no estaba preparado para guerrear, pero si sabía que el Señor lo iba a hacer. Él iba a vencer. Él iba a pelear por ellos. Él confió en Dios igual como David cuando se enfrentó con Goliat: “Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.” (1ª Samuel 17:47).
“Mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.”
¿Cómo es la cosa? ¿Qué va a hacer Moisés en la cumbre del collado? ¿Por qué nos deja solos en este momento más crucial? ¿Por qué se va a esconder? ¡Debería estar aquí con nosotros! Es muy posible que el pueblo haya pensado así. Las mentes carnales están en todas partes, y no entienden lo de Dios: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (1ª Corintios 2:14). ¡Qué cosa tan ilógica para la razón humana, pero era la lógica, la razón y la estrategia de Dios.!
¿Qué iba a hacer Moisés en la cumbre del collado? Collado es una pequeña elevación de terreno. Él subió hasta ese sitio alto para contemplar el desarrollo de la batalla. Pero además de eso, dijo que tendría “la vara de Dios” en su mano. Vara es símbolo de poder. Él tendría el poder en su mano y de él dependería la victoria o la derrota del pueblo. La decisión estaba en sus manos. Moisés aceptó el reto.
Ahora, la lógica de Dios no era que Moisés combatiera cuerpo a cuerpo con los amalecitas, sino que estuviera en la cumbre del collado mientras se libraba la batalla. Pero no en todas las batallas que libró Israel sucedía de la misma manera. Esta fue sólo una estrategia u operación de Dios: “Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.” (1ª Corintios 12:6). Dios hace como Él quiere. He oído predicadores decir: “Eso no es de Dios, porque no aparece en la Biblia” pues les diré una cosa: “Hay diversidad de operaciones” y esto abarca cosas que son imposibles que estén en la Biblia. Ahora, si lo que estás haciendo viola la Palabra, pues no es de Dios.
“Y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.”
Él subió al collado, pero no lo hizo solo: Dos hombres más lo acompañaron. Veamos algo, mientras que el pueblo al mando de Josué combatía a los amalecitas, tres hombres: Moisés, Aarón y Hur subieron al collado. ¡Qué misterios ocultos los de Dios!. Más adelante veremos la función de los compañeros de Moisés.
“Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía;
mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.”
De este estudio esta es la parte que más me ha impactado, y es ese “alzar” de las manos de Moisés. No era el mero hecho de levantar las manos. Era una operación en obediencia. Yo no creo que esto fue algo que se le ocurrió a Moisés. Este plan tiene que haber sido concebido en el trono celestial. Era el plan de Dios, era la estrategia de Dios para ese momento. ¿Qué hubiera ocurrido si Moisés no hubiera obedecido la orden? ¿Qué hubiera pasado con ese pueblo que tenían su mirada puesta en Moisés? ¿Cuál era la orden? ¿Cuál era el mandato de Dios? ¿Era que Josué estuviera en el collado y Moisés en el terreno de batalla? ¿Qué hubiera pasado si se hubieran invertido los papeles? La respuesta hubiera sido: DERROTA, FRUSTRACIÓN, FRACAZO.
¿Cuándo prevalecía Israel? Solamente CUANDO MOISÉS MANTENÍA SUS MANOS LEVANTADAS.
¿Cuándo prevalecía el enemigo? Solamente CUANDO MOISÉS BAJABA SUS MANOS.
El enemigo aventajaba al pueblo de Dios cuando Moisés bajaba las manos. La lección es para nosotros, los guerreros del Señor. Tenemos que mantener las manos espirituales levantadas, (aunque Dios, que es soberano, puede pedirnos en cualquier momento o situación que levantemos nuestras manos físicas). Una cosa es cierta, si Moisés hubiera tenido las manos levantadas todo el tiempo, la batalla hubiera sido más corta y la victoria se hubiera obtenido más rápido.
“Y las manos de Moisés se cansaban;
por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella”
Los compañeros de Moisés actuaron aún sin Moisés pedirle que lo hicieran. Ellos se dieron cuenta que Moisés estaba cansado y que las manos se le caían del cansancio. ¿Qué hicieron?: Buscaron y encontraron una piedra. ¡Qué gloriosa es la Palabra de Dios! ¡Una piedra! Colocaron la piedra en posición y sentaron a Moisés encima de ella. Piedra, es la base y fundamento de algo.
Pedro le dijo a los judíos: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:11-12). Y también Pablo le dijo a los gentiles efesios: “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.” (Efesios 2:20-22)
Moisés se sentó porque estaba cansado. La lucha tanto física como espiritual fue dura. Yo me imagino a Satanás tratando fuertemente para que las manos de Moisés se debilitaran y bajaran porque él sabía que en ese “alzar” de las manos de Moisés estaba la victoria. Estaba agotado pero tenía compañeros que le sirvieron de soporte. Fueron sus ayudas. Fueron los que sostuvieron sus manos. Es cierto que se sentó sobre la piedra, él simplemente dejó caer su cuerpo en posición de descanso sobre la piedra, pero la lucha era en las manos. Ellos se las sostuvieron en lo alto. ¡Qué importante son los compañeros de oración! ¡Qué lección nos nuestra el Señor! Si eres intercesor de Dios pues debes tener compañeros que te ayuden en el momento de la batalla. Hay ocasiones en que tendrás la victoria tú solo, pero en la mayoría de los casos se requiere de la ayuda de otros compañeros intercesores. Si lo haces solo pues no vas a poder vencer. Por eso es que muchas veces intercedes por rato y nada, no sucede nada, lo que pasa es que esa lucha que estás librando no la puedes hacer solo, es una lucha muy sobrenatural, es una lucha en donde se requiere el compañerismo de otros que te ayuden porque si no están ellos, pues lamentablemente no podrás vencer.
Este sentarse de Moisés en la piedra simboliza el descanso que nos da el Señor cuando le aceptamos con todo nuestro corazón. Al sentarse Moisés entró en descanso. Esto nos quiere decir que todo intercesor debe estar en posición de descanso (hablo de descanso espiritual). Con respecto a ese descanso Jesús dijo las siguientes palabras: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” (Mateo 11:28-30). También el escritor de la epístola a los hebreos escribió: Pero los que hemos creído entramos en el reposo” (Hebreos 4:3).
“Y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro;
así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.”
El trabajo o tarea de los compañeros de Moisés fue de apoyo. Ellos apoyaron a Moisés. Si ellos dos no hubieran estado allí pues el pueblo de Israel hubiera perdido tan importante batalla. Se estaba iniciando como pueblo guerrero. Era su primer combate. ¡No podían perder!. Ellos se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo y actuaron. No se quedaron parados solamente observando. Ellos tomaron la decisión de actuar en fe. Ellos no dudaron de lo que iban a hacer, actuaron impulsados por Dios. Esa sabia decisión le dio la victoria a Israel. Dice que ellos sostenían las manos de Moisés. Ambos estaban al lado de él. Uno a un lado y otro al otro lado. Eso es señal de ayuda. Ellos mantuvieron firmes las manos de Moisés para que no se cayeran, porque cuando esto sucedía pues Israel era derrotado.
Hay cosas que no entendemos, pero si Dios nos ha mandado a hacer o a actuar en algo, así no sepamos lo que se está haciendo. Eso no es problema nuestro, ese es problema de Dios. Mi problema es hacer lo que Dios me ordene, mi problema es obedecerle. No importa si no veo el resultado, de seguro Dios si lo está viendo. Por eso es que tenemos que actuar como Aarón y Hur, en fe.
La batalla muchas veces se extiende porque nosotros mismos estiramos el tiempo cuando no obedecemos cabalmente la ordenanza del Señor. Y vemos que la victoria no llega, pero debemos hacernos esta pregunta: ¿Qué está sucediendo? ¿Qué no estoy haciendo bien? ¿Dónde está la falla?. Dios nos va a responder porque la batalla es de Él. Reflexionemos, hermanos; si Dios nos encomendó una misión, pues cumplamos al pie de la letra las órdenes que el Señor nos vaya dando. Nuestro enemigo pondrá obstáculos, pero Dios es mayor que nuestro enemigo. Volemos por encima de los obstáculos, y cumplamos con Dios.
En este relato vemos que no todos han sido llamados a interceder. Cuatro hombres son mencionados aquí: Moisés, Aarón, Hur y Josué. Y cada uno tenía una función distinta:
- Moisés. La tarea de él era levantar las manos hacia el cielo. Humanamente hablando, se puede decir que él era el personaje principal. Dios pudo haber utilizado a otro, pudo haber utilizado a Aarón para la tarea de levantar las manos, pero no fue así. Lo hizo con Moisés. A él le tocó la parte de interceder por el pueblo para que no pereciera en esa batalla feroz y desigual.
- Aarón y Hur. Dios utilizó a estos dos en la misma tarea. Ambos hicieron lo mismo. Sostuvieron las manos de Moisés en alto. Ellos no levantaron sus manos cuando Moisés se cansaba. Ellos sostenían las mismas manos de Moisés. Pudieron haberlo hecho, pudieron haber levantado sus propias manos, pero esa no era la estrategia de Dios, y no hubiera dado resultado.
- Josué. A este hombre fue que le toco pelear cuerpo a cuerpo con los amalecitas. Cuando termina la batalla se hace el siguiente comentario: “Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.”
En otra ocasión, cuando Dios le iba a dar las tablas de la ley a Moisés, también actuaron estos mismos cuatro hombres de Dios: “Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles. Y se levantó Moisés con Josué su servidor, y Moisés subió al monte de Dios. Y dijo a los ancianos: Esperadnos aquí hasta que volvamos a vosotros; y he aquí Aarón y Hur están con vosotros; el que tuviere asuntos, acuda a ellos.” (Éxodo 24:12-14)
- Moisés. Otra vez le tocó subir al monte, esta era una de las tareas de Moisés: “Subir al monte”, que significa: La oración, la intercesión, el rogar por otros ante Dios. Él estaba tan ligado a esto de subir al monte que fue en uno de ellos (Nebo) en donde él murió. En este caso Moisés tuvo la misma tarea que en el anterior, sólo que no levantó las manos.
- Josué. Para este momento ya Josué era ayudante de Moisés, y lo siguió hasta cierta distancia en el monte. Él le sirvió de apoyo a Moisés pero no como en el caso anterior de Aarón y Hur que tuvieron el contacto directo. El caso ahora con Josué es a la distancia, no contacto directo. Para esta nueva tarea no se requería que estuviera alguien en contacto directo con Moisés.
- Aarón y Hur. Nuevamente los dos juntos pero en otra tarea. Les tocaba ahora servir de jueces, pero juntos, el mismo oficio.
¿Qué nos enseña esto? Que no todos tenemos la misma tarea que realizar, pero en cualquier circunstancia Dios puede llamarnos para hacer ciertas tareas conjuntamente con alguien más, como el caso de nuestros ojos, ambos ven las mismas cosas, tienen igual función, a menos que tengas un solo ojo bueno.
Debemos compartir nuestras funciones, pero en conjunto hay un objetivo: La edificación del cuerpo de Cristo: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:11-12)
“En los negocios de mi Padre me es necesario estar” (Lucas 2:49) A pesar de que Jesús dijo esta frase cuando sólo tenía doce años de edad, pero lo dijo con el corazón. Él ponía todo el empeño en cumplir lo que su Padre le ordenaba. Él sólo tenía en mente, el obedecer a su Padre, observa las siguientes citas bíblicas acerca de la obediencia de Jesús al Padre:
- “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.” (Juan 4:34)
- “No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre” (Juan 5:30)
- “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.” (Juan 6:38)
- “Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. 50 Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.” (Juan 12:49-50).
- “Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.” (Juan 14:10)
Estas frases enérgicas y decisivas también debemos aplicárnoslas a nosotros mismo en todas las cosas que Dios nos ordena hacer.
Un ejemplo: Usted hereda un negocio de cauchos o neumáticos. Usted tiene la principal responsabilidad de llevar adelante ese negocio. Sus empleados comparten con usted esa responsabilidad, pero les aseguro que el día que tu no abras el negocio por cualquier causa, pues ellos se irán muy contentos para sus casas porque tienen un día menos de trabajo. Usted no se sentirá bien porque perdió un día completo de ingresos monetarios. ¿Ves la diferencia?: Todos tienen la responsabilidad, pero la tuya es mayor porque se te encomendó a ti el negocio de los cauchos. De ti depende si prosperas o no. De ti depende si quiebras o no. La decisión está en tus manos, como en el caso de Moisés. “Pero cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga; esto ordeno en todas las iglesias.” (1ª Corintios 7:17)
Cuando estábamos sin Cristo, hacíamos las cosas a nuestra manera, pero ahora es distinto porque el Señor no quiere que sigamos actuando según nuestros criterios, según lo que creemos, según lo que nuestros ojos ven, según las circunstancias que se presentan. ¡Ya no más! Porque: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios 2:1-3).
Una vez que nacemos de nuevo en Cristo pues pasamos a ser hijos de Dios; cambiamos de bando, antes pertenecíamos al diablo, ahora pertenecemos a Cristo: “41Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. 42Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. 43¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. 44Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” (Juan 8:41-44)
“13Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; 14como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 15sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. 17Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; 18sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, 21y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios. 22Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; 23siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1ª Pedro 1:13-23)
“Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.”
“Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.” (Éxodo 33:11) ¡Qué bendición! A pesar de que Josué era joven, no se comportaba como cualquier joven entre el pueblo: ¡Nunca se apartaba de en medio del tabernáculo!. Siempre estaba allí, cerca del hombre de Dios, cerca de la presencia de Dios. Josué era un hombre de Dios y entendió cabalmente el plan estratégico que Dios estaba dando a través de Moisés. Entendió que era una estrategia de Dios; él había visto y creído los hechos que Dios obró en Egipto para libertarlos, y tenía fe que era Dios quien iba a librarlos tal como los libró en el Mar Rojo de manos de los egipcios. A través de esta búsqueda de Dios fue que Dios lo utilizó para dar la victoria. ¿Fue por él la victoria?: Josué fue una pieza más en el rompecabezas de la batalla contra los amalecitas.
PARTE 2
ÚLTIMA PROFECÍA DE ELISEO
“14Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió. Y descendió a él Joás rey de Israel, y llorando delante de él, dijo: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! 15Y le dijo Eliseo: Toma un arco y unas saetas. Tomó él entonces un arco y unas saetas. 16Luego dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco. Y puso él su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey, 17y dijo: Abre la ventana que da al oriente. Y cuando él la abrió, dijo Eliseo: Tira. Y tirando él, dijo Eliseo: Saeta de salvación de Jehová, y saeta de salvación contra Siria; porque herirás a los sirios en Afec hasta consumirlos. 18Y le volvió a decir: Toma las saetas. Y luego que el rey de Israel las hubo tomado, le dijo: Golpea la tierra. Y él la golpeó tres veces, y se detuvo. 19Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria.” (2ª Reyes 13:14-19)
Joás fue uno de los reyes malignos e impíos de Israel: El año treinta y siete de Joás rey de Judá, comenzó a reinar Joás hijo de Joacaz sobre Israel en Samaria; y reinó dieciséis años. 11 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; no se apartó de todos los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; en ellos anduvo.” (2ª Reyes 13:10-11). Pero a pesar de eso, Joás fue y buscó al profeta Eliseo. No vio ninguna otra solución al problema. El enemigo acosaba y oprimía terriblemente al pueblo de Israel. El rey estaba terriblemente desesperado y pidió ayuda al profeta.
Eliseo, el profeta, ordenaba, y Joás, el rey, obedecía. ¡Qué cosa, no! Se invirtieron los papeles. Anteriormente era así, los reyes (actualmente corresponde a los pastores) consultaban al profeta acerca de lo que tenían que hacer. Los profetas (actualmente corresponde a los profetas, atalayas o personas con don de profecía, discernimiento, etc.) tenían que meterse de lleno con Dios para que Él les revelara todas las cosas. Esto no es una crítica, es sólo un consejo para los líderes cristianos: Sigan el modelo que Dios estableció. Así lo destinó el Señor, Él no puede darte todo el poder, toda la capacidad, toda la sabiduría. Eso es algo que Él distribuye en su cuerpo: “27Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. 28Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. 29¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? 30¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?” (1ª Corintios 12:27-30).
Continuemos el desarrollo del sucede en mención, no perdamos la secuencia de los sucesos:
Primera orden: Toma un arco y unas saetas.
Primera obediencia: Tomó él entonces un arco y unas saetas.
Segunda orden: Pon tu mano sobre el arco.
Segunda obediencia: Y puso él su mano sobre el arco.
Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey,
Tercera orden: Abre la ventana que da al oriente.
Tercera obediencia: él la abrió.
Cuarta orden: Tira.
Cuarta obediencia: Y tirando él
Dijo Eliseo: Saeta de salvación de Jehová, y saeta de salvación contra Siria;
porque herirás a los sirios en Afec hasta consumirlos.
Quinta orden: Y le volvió a decir: Toma las saetas.
Quinta obediencia: Y luego que el rey de Israel las hubo tomado.
Sexta orden: Golpea la tierra.
Sexta obediencia: Y él la golpeó tres veces, y se detuvo.
Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo:
Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno;
pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria.
Esta profecía se cumplió al pie de la letra: “Y murió Hazael rey de Siria, y reinó en su lugar Ben-adad su hijo. Y volvió Joás hijo de Joacaz y tomó de mano de Ben-adad hijo de Hazael las ciudades que éste había tomado en guerra de mano de Joacaz su padre. Tres veces lo derrotó Joás, y restituyó las ciudades a Israel.” (2ª Reyes 13:24-25)
Siguiendo la secuencia, desde la primera hasta la última orden pues todo marchaba bien, hasta que llegó al sexto y último mandato. No lo hizo con firmeza, con decisión: “Se detuvo” Impidió, cortó el proceso. Golpeó la tierra sólo tres veces ¿Qué le costaba golpear y golpear hasta que su brazo se le cansara? Al rey le pareció que estaba bien dar sólo tres golpes y de acuerdo a los golpes que dio, así fue el resultado que obtuvo.
¿Te das cuenta, hermanito? No es lo que tu piensas, no es lo que yo pienso. No es nuestra imaginación la que va a decidir la batalla, es la obediencia al mandato del Señor. Cuando el Señor te diga: “Golpea la tierra”, pues golpéala hasta que Él diga: “Basta ya”. Entonces allí, justamente en ese momento debes parar. No es cuestión de lógica, es cuestión de obediencia a Dios. “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hebreos 5:7-8). ¿Qué les parece, hermanos? Jesús “aprendió la obediencia” Esto no es locura, Jesús aprendió a obedecer, él supo y experimentó en carne propia lo que significa estar sujeto a otro. Jesús el Hijo del Hombre adquirió el conocimiento de la obediencia por medio de la experiencia.
RESUMEN
Cuando Dios nos encomienda una tarea (bien sea individual o en grupo), pues debemos obedecer al pie de la letra lo que el Señor ordena. En la primera parte vimos a cuatro hombres siendo utilizados por Dios: Moisés, Aarón, Hur y Josué. Todos cumplieron su parte encomendada y Dios les dio la victoria. Actuaron como un equipo bien organizado. Esa organización, esa perseverancia les dio la victoria. En la segunda parte vimos la actuación de dos hombres: Joás, el rey de Israel y Eliseo, el profeta de Dios. Todo lo que sucedió, todo lo que realizaron fue dirigido por Dios. Pero llegó el momento decisivo y el rey no hizo bien la parte que le tocaba hacer, lo hizo a medias y no logró la victoria completa que él quería obtener. El rey no fue perseverante, y eso al final le acarreó el fracaso. En ambos casos hubo obediencia, pero en el último caso, la obediencia no fue completa, y por ende pues la victoria tampoco fue completa. En el caso de Moisés, pues si él hubiera tenido sus manos levantadas todo el tiempo, pues la victoria se hubiera dado más rápido. Esto indica que cuando no cumplimos nuestra tarea a cabalidad, la batalla se extiende y por ende se retrasa la victoria.
¿Qué debemos hacer entonces? Debemos actuar conforme al Espíritu Santo nos vaya guiando. Si él dice que debes ir a Caripe, no puedes irte para Caripito. Si Él dice que debes ayunar mañana, pues es mañana, no es pasado mañana. Si Él dice que debes hablarle a un árbol de mango, pues no le hables al árbol de cambur, háblale al árbol de mango, así tu mente diga: “la gente dirá que estoy loco”. Es cuestión de obediencia.
He oído decir esta frase: “Si tú no obedeces pues Dios escogerá a otro. Acuérdate de Saúl”. Esto no me convence plenamente porque me acuerdo del pasaje del profeta Jonás: “1Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: 2Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí. 3Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová. 4Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave. 5Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir. 6Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos.” (Jonás 1:1-6). Dios le dio una orden a Jonás, pero él no obedeció esa orden y se fue para otra parte a la cual Dios no le estaba enviando, pero el plan que Dios tenía no era con otra persona, no era con otro profeta, posiblemente en su tiempo existirían otros profetas, pero el plan tenía que cumplirse era con Jonás. Si no hubiera sido así, pues Dios lo hubiera dejado tranquilo y hubiera seleccionado a otro profeta, pero era con Jonás.
A continuación daré varias citas bíblicas acerca de la perseverancia para que las tengamos siempre presente y así obedecerle al Señor de acuerdo a lo que Él vaya indicando:
Perseveramos en el bien:
“No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo; Porque ciertamente hay fin, y tu esperanza no será cortada.” (Proverbios 23:17-18)
“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” (Isaías 26:3)
“Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” (Mateo 24:13)
“Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.” (Lucas 8:15)
“Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.” (Hechos 1:14)
“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” (Hechos 2:42)
“Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.” (Hechos 2:46-47)
“Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder” (Hechos 26:22)
“Vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad” (Romanos 2:7)
“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:1-2)
“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18)
“Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Colosenses 4:2)
“Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.” (Santiago 1:25)
“Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo” (2ª Juan 1:9)
Perseverando en el mal:
“Mas si perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis.” (1ª Samuel 12:25)
“He aquí, tú te enojaste porque pecamos; en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos?” (Isaías 64:5)
Dios les bendiga abundantemente,
Diac González
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23/12/01
Muchas veces el Señor utiliza métodos o sistemas en ciertas operaciones que se deben realizar al pie de la letra por el pueblo a quien Él le encomienda dicha tarea. La mayoría de las veces el proceso es realizado por fases o etapas; otras veces es realizado de una sola vez. Vamos a analizar tanto la primera batalla de Israel como pueblo; y también la última intervención de Eliseo como profeta. Este estudio lo dividiremos en dos partes, pudieran ser más relatos bíblicos pero el Señor me muestra sólo estos dos.
PARTE 1
GUERRA DE AMALEC CONTRA ISRAEL
“8Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim. 9Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. 10E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. 11Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. 12Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. 13Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.” (Éxodo 17:813)
“Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.”
¿Quién era Amalec? Hermanos, esto es increíble pero cierto, los amalecitas eran familiares de los israelitas: “Y Timna fue concubina de Elifaz hijo de Esaú, y ella le dio a luz a Amalec.” (Génesis 36:12) Amalec era nieto de Esaú, quien era hermano de Jacob (Israel). A ellos no les importó que sus familiares estuvieran pasando por crisis, a ellos lo que les importaba era su propia estabilidad; y vieron a los israelitas, a sus hermanos, como enemigos potenciales. A ellos no les importó que Dios estuviera con Israel, no les importó los hechos poderosos que Dios ejecutó para librar a Israel de manos del opresor. Se comportaron egoistamente con los suyos. Recuerdo aquéllas palabras de Juan con respecto al Salvador del mundo (Jesucristo): “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.” (Juan 1:11) Igual les pasó a los israelitas, vinieron a los suyos, a sus familiares, y sus familiares en vez de darles una buena recepción, les hicieron la guerra. Esta es la lucha de toda la vida: Los malignos luchando contra los de Dios. No fue Israel quien inició el conflicto sino Amalec: Israel se encontraba en un aprieto bastante fuerte. Amalec se encontraba bastante fortalecido porque estaba acostumbrado a guerrear, era un pueblo guerrero.
“Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec”
Moisés plantea una estrategia. Fíjese cómo le dice a Josué: “Escógenos varones”; no le dice: “Escógenos varones guerreros” porque en realidad no eran guerreros. El pueblo de Israel estaba recién salido de una esclavitud de 430 años cuyo opresor fue Egipto y su rey Faraón. Debemos entender también que ninguno de ellos había recibido entrenamiento para pelear (ningún esclavo es entrenado para el combate). Sus manos, sus vistas, sus piernas, aún sus sentidos no estaban acostumbradas a la batalla, y debido a esa dificultad e impedimento, tenían que depender enteramente de Dios.
Primero, la selección: “Escógenos varones”, segundo, la orden: “Sal a pelear contra Amalec” Josué no protestó: “¿Por qué yo?” “¡Yo solamente no estoy aquí, también está Aarón y Hur! ¡Yo soy joven e inexperto! ¡Envía a Aarón o a Hur!. Ninguna de estas cosas dijo Josué, él simplemente obedeció el mandato: “E hizo Josué como le dijo Moisés”. Josué sabía que no estaba preparado para guerrear, pero si sabía que el Señor lo iba a hacer. Él iba a vencer. Él iba a pelear por ellos. Él confió en Dios igual como David cuando se enfrentó con Goliat: “Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.” (1ª Samuel 17:47).
“Mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano.”
¿Cómo es la cosa? ¿Qué va a hacer Moisés en la cumbre del collado? ¿Por qué nos deja solos en este momento más crucial? ¿Por qué se va a esconder? ¡Debería estar aquí con nosotros! Es muy posible que el pueblo haya pensado así. Las mentes carnales están en todas partes, y no entienden lo de Dios: “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (1ª Corintios 2:14). ¡Qué cosa tan ilógica para la razón humana, pero era la lógica, la razón y la estrategia de Dios.!
¿Qué iba a hacer Moisés en la cumbre del collado? Collado es una pequeña elevación de terreno. Él subió hasta ese sitio alto para contemplar el desarrollo de la batalla. Pero además de eso, dijo que tendría “la vara de Dios” en su mano. Vara es símbolo de poder. Él tendría el poder en su mano y de él dependería la victoria o la derrota del pueblo. La decisión estaba en sus manos. Moisés aceptó el reto.
Ahora, la lógica de Dios no era que Moisés combatiera cuerpo a cuerpo con los amalecitas, sino que estuviera en la cumbre del collado mientras se libraba la batalla. Pero no en todas las batallas que libró Israel sucedía de la misma manera. Esta fue sólo una estrategia u operación de Dios: “Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo.” (1ª Corintios 12:6). Dios hace como Él quiere. He oído predicadores decir: “Eso no es de Dios, porque no aparece en la Biblia” pues les diré una cosa: “Hay diversidad de operaciones” y esto abarca cosas que son imposibles que estén en la Biblia. Ahora, si lo que estás haciendo viola la Palabra, pues no es de Dios.
“Y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado.”
Él subió al collado, pero no lo hizo solo: Dos hombres más lo acompañaron. Veamos algo, mientras que el pueblo al mando de Josué combatía a los amalecitas, tres hombres: Moisés, Aarón y Hur subieron al collado. ¡Qué misterios ocultos los de Dios!. Más adelante veremos la función de los compañeros de Moisés.
“Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía;
mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec.”
De este estudio esta es la parte que más me ha impactado, y es ese “alzar” de las manos de Moisés. No era el mero hecho de levantar las manos. Era una operación en obediencia. Yo no creo que esto fue algo que se le ocurrió a Moisés. Este plan tiene que haber sido concebido en el trono celestial. Era el plan de Dios, era la estrategia de Dios para ese momento. ¿Qué hubiera ocurrido si Moisés no hubiera obedecido la orden? ¿Qué hubiera pasado con ese pueblo que tenían su mirada puesta en Moisés? ¿Cuál era la orden? ¿Cuál era el mandato de Dios? ¿Era que Josué estuviera en el collado y Moisés en el terreno de batalla? ¿Qué hubiera pasado si se hubieran invertido los papeles? La respuesta hubiera sido: DERROTA, FRUSTRACIÓN, FRACAZO.
¿Cuándo prevalecía Israel? Solamente CUANDO MOISÉS MANTENÍA SUS MANOS LEVANTADAS.
¿Cuándo prevalecía el enemigo? Solamente CUANDO MOISÉS BAJABA SUS MANOS.
El enemigo aventajaba al pueblo de Dios cuando Moisés bajaba las manos. La lección es para nosotros, los guerreros del Señor. Tenemos que mantener las manos espirituales levantadas, (aunque Dios, que es soberano, puede pedirnos en cualquier momento o situación que levantemos nuestras manos físicas). Una cosa es cierta, si Moisés hubiera tenido las manos levantadas todo el tiempo, la batalla hubiera sido más corta y la victoria se hubiera obtenido más rápido.
“Y las manos de Moisés se cansaban;
por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella”
Los compañeros de Moisés actuaron aún sin Moisés pedirle que lo hicieran. Ellos se dieron cuenta que Moisés estaba cansado y que las manos se le caían del cansancio. ¿Qué hicieron?: Buscaron y encontraron una piedra. ¡Qué gloriosa es la Palabra de Dios! ¡Una piedra! Colocaron la piedra en posición y sentaron a Moisés encima de ella. Piedra, es la base y fundamento de algo.
Pedro le dijo a los judíos: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.” (Hechos 4:11-12). Y también Pablo le dijo a los gentiles efesios: “Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.” (Efesios 2:20-22)
Moisés se sentó porque estaba cansado. La lucha tanto física como espiritual fue dura. Yo me imagino a Satanás tratando fuertemente para que las manos de Moisés se debilitaran y bajaran porque él sabía que en ese “alzar” de las manos de Moisés estaba la victoria. Estaba agotado pero tenía compañeros que le sirvieron de soporte. Fueron sus ayudas. Fueron los que sostuvieron sus manos. Es cierto que se sentó sobre la piedra, él simplemente dejó caer su cuerpo en posición de descanso sobre la piedra, pero la lucha era en las manos. Ellos se las sostuvieron en lo alto. ¡Qué importante son los compañeros de oración! ¡Qué lección nos nuestra el Señor! Si eres intercesor de Dios pues debes tener compañeros que te ayuden en el momento de la batalla. Hay ocasiones en que tendrás la victoria tú solo, pero en la mayoría de los casos se requiere de la ayuda de otros compañeros intercesores. Si lo haces solo pues no vas a poder vencer. Por eso es que muchas veces intercedes por rato y nada, no sucede nada, lo que pasa es que esa lucha que estás librando no la puedes hacer solo, es una lucha muy sobrenatural, es una lucha en donde se requiere el compañerismo de otros que te ayuden porque si no están ellos, pues lamentablemente no podrás vencer.
Este sentarse de Moisés en la piedra simboliza el descanso que nos da el Señor cuando le aceptamos con todo nuestro corazón. Al sentarse Moisés entró en descanso. Esto nos quiere decir que todo intercesor debe estar en posición de descanso (hablo de descanso espiritual). Con respecto a ese descanso Jesús dijo las siguientes palabras: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” (Mateo 11:28-30). También el escritor de la epístola a los hebreos escribió: Pero los que hemos creído entramos en el reposo” (Hebreos 4:3).
“Y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro;
así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol.”
El trabajo o tarea de los compañeros de Moisés fue de apoyo. Ellos apoyaron a Moisés. Si ellos dos no hubieran estado allí pues el pueblo de Israel hubiera perdido tan importante batalla. Se estaba iniciando como pueblo guerrero. Era su primer combate. ¡No podían perder!. Ellos se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo y actuaron. No se quedaron parados solamente observando. Ellos tomaron la decisión de actuar en fe. Ellos no dudaron de lo que iban a hacer, actuaron impulsados por Dios. Esa sabia decisión le dio la victoria a Israel. Dice que ellos sostenían las manos de Moisés. Ambos estaban al lado de él. Uno a un lado y otro al otro lado. Eso es señal de ayuda. Ellos mantuvieron firmes las manos de Moisés para que no se cayeran, porque cuando esto sucedía pues Israel era derrotado.
Hay cosas que no entendemos, pero si Dios nos ha mandado a hacer o a actuar en algo, así no sepamos lo que se está haciendo. Eso no es problema nuestro, ese es problema de Dios. Mi problema es hacer lo que Dios me ordene, mi problema es obedecerle. No importa si no veo el resultado, de seguro Dios si lo está viendo. Por eso es que tenemos que actuar como Aarón y Hur, en fe.
La batalla muchas veces se extiende porque nosotros mismos estiramos el tiempo cuando no obedecemos cabalmente la ordenanza del Señor. Y vemos que la victoria no llega, pero debemos hacernos esta pregunta: ¿Qué está sucediendo? ¿Qué no estoy haciendo bien? ¿Dónde está la falla?. Dios nos va a responder porque la batalla es de Él. Reflexionemos, hermanos; si Dios nos encomendó una misión, pues cumplamos al pie de la letra las órdenes que el Señor nos vaya dando. Nuestro enemigo pondrá obstáculos, pero Dios es mayor que nuestro enemigo. Volemos por encima de los obstáculos, y cumplamos con Dios.
En este relato vemos que no todos han sido llamados a interceder. Cuatro hombres son mencionados aquí: Moisés, Aarón, Hur y Josué. Y cada uno tenía una función distinta:
- Moisés. La tarea de él era levantar las manos hacia el cielo. Humanamente hablando, se puede decir que él era el personaje principal. Dios pudo haber utilizado a otro, pudo haber utilizado a Aarón para la tarea de levantar las manos, pero no fue así. Lo hizo con Moisés. A él le tocó la parte de interceder por el pueblo para que no pereciera en esa batalla feroz y desigual.
- Aarón y Hur. Dios utilizó a estos dos en la misma tarea. Ambos hicieron lo mismo. Sostuvieron las manos de Moisés en alto. Ellos no levantaron sus manos cuando Moisés se cansaba. Ellos sostenían las mismas manos de Moisés. Pudieron haberlo hecho, pudieron haber levantado sus propias manos, pero esa no era la estrategia de Dios, y no hubiera dado resultado.
- Josué. A este hombre fue que le toco pelear cuerpo a cuerpo con los amalecitas. Cuando termina la batalla se hace el siguiente comentario: “Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.”
En otra ocasión, cuando Dios le iba a dar las tablas de la ley a Moisés, también actuaron estos mismos cuatro hombres de Dios: “Entonces Jehová dijo a Moisés: Sube a mí al monte, y espera allá, y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles. Y se levantó Moisés con Josué su servidor, y Moisés subió al monte de Dios. Y dijo a los ancianos: Esperadnos aquí hasta que volvamos a vosotros; y he aquí Aarón y Hur están con vosotros; el que tuviere asuntos, acuda a ellos.” (Éxodo 24:12-14)
- Moisés. Otra vez le tocó subir al monte, esta era una de las tareas de Moisés: “Subir al monte”, que significa: La oración, la intercesión, el rogar por otros ante Dios. Él estaba tan ligado a esto de subir al monte que fue en uno de ellos (Nebo) en donde él murió. En este caso Moisés tuvo la misma tarea que en el anterior, sólo que no levantó las manos.
- Josué. Para este momento ya Josué era ayudante de Moisés, y lo siguió hasta cierta distancia en el monte. Él le sirvió de apoyo a Moisés pero no como en el caso anterior de Aarón y Hur que tuvieron el contacto directo. El caso ahora con Josué es a la distancia, no contacto directo. Para esta nueva tarea no se requería que estuviera alguien en contacto directo con Moisés.
- Aarón y Hur. Nuevamente los dos juntos pero en otra tarea. Les tocaba ahora servir de jueces, pero juntos, el mismo oficio.
¿Qué nos enseña esto? Que no todos tenemos la misma tarea que realizar, pero en cualquier circunstancia Dios puede llamarnos para hacer ciertas tareas conjuntamente con alguien más, como el caso de nuestros ojos, ambos ven las mismas cosas, tienen igual función, a menos que tengas un solo ojo bueno.
Debemos compartir nuestras funciones, pero en conjunto hay un objetivo: La edificación del cuerpo de Cristo: “Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efesios 4:11-12)
“En los negocios de mi Padre me es necesario estar” (Lucas 2:49) A pesar de que Jesús dijo esta frase cuando sólo tenía doce años de edad, pero lo dijo con el corazón. Él ponía todo el empeño en cumplir lo que su Padre le ordenaba. Él sólo tenía en mente, el obedecer a su Padre, observa las siguientes citas bíblicas acerca de la obediencia de Jesús al Padre:
- “Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.” (Juan 4:34)
- “No puedo yo hacer nada por mí mismo; según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre” (Juan 5:30)
- “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.” (Juan 6:38)
- “Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. 50 Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así pues, lo que yo hablo, lo hablo como el Padre me lo ha dicho.” (Juan 12:49-50).
- “Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras.” (Juan 14:10)
Estas frases enérgicas y decisivas también debemos aplicárnoslas a nosotros mismo en todas las cosas que Dios nos ordena hacer.
Un ejemplo: Usted hereda un negocio de cauchos o neumáticos. Usted tiene la principal responsabilidad de llevar adelante ese negocio. Sus empleados comparten con usted esa responsabilidad, pero les aseguro que el día que tu no abras el negocio por cualquier causa, pues ellos se irán muy contentos para sus casas porque tienen un día menos de trabajo. Usted no se sentirá bien porque perdió un día completo de ingresos monetarios. ¿Ves la diferencia?: Todos tienen la responsabilidad, pero la tuya es mayor porque se te encomendó a ti el negocio de los cauchos. De ti depende si prosperas o no. De ti depende si quiebras o no. La decisión está en tus manos, como en el caso de Moisés. “Pero cada uno como el Señor le repartió, y como Dios llamó a cada uno, así haga; esto ordeno en todas las iglesias.” (1ª Corintios 7:17)
Cuando estábamos sin Cristo, hacíamos las cosas a nuestra manera, pero ahora es distinto porque el Señor no quiere que sigamos actuando según nuestros criterios, según lo que creemos, según lo que nuestros ojos ven, según las circunstancias que se presentan. ¡Ya no más! Porque: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios 2:1-3).
Una vez que nacemos de nuevo en Cristo pues pasamos a ser hijos de Dios; cambiamos de bando, antes pertenecíamos al diablo, ahora pertenecemos a Cristo: “41Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. 42Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. 43¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. 44Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira.” (Juan 8:41-44)
“13Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado; 14como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 15sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. 17Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación; 18sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, 19sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación, 20ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, 21y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios. 22Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; 23siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre.” (1ª Pedro 1:13-23)
“Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.”
“Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.” (Éxodo 33:11) ¡Qué bendición! A pesar de que Josué era joven, no se comportaba como cualquier joven entre el pueblo: ¡Nunca se apartaba de en medio del tabernáculo!. Siempre estaba allí, cerca del hombre de Dios, cerca de la presencia de Dios. Josué era un hombre de Dios y entendió cabalmente el plan estratégico que Dios estaba dando a través de Moisés. Entendió que era una estrategia de Dios; él había visto y creído los hechos que Dios obró en Egipto para libertarlos, y tenía fe que era Dios quien iba a librarlos tal como los libró en el Mar Rojo de manos de los egipcios. A través de esta búsqueda de Dios fue que Dios lo utilizó para dar la victoria. ¿Fue por él la victoria?: Josué fue una pieza más en el rompecabezas de la batalla contra los amalecitas.
PARTE 2
ÚLTIMA PROFECÍA DE ELISEO
“14Estaba Eliseo enfermo de la enfermedad de que murió. Y descendió a él Joás rey de Israel, y llorando delante de él, dijo: ¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! 15Y le dijo Eliseo: Toma un arco y unas saetas. Tomó él entonces un arco y unas saetas. 16Luego dijo Eliseo al rey de Israel: Pon tu mano sobre el arco. Y puso él su mano sobre el arco. Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey, 17y dijo: Abre la ventana que da al oriente. Y cuando él la abrió, dijo Eliseo: Tira. Y tirando él, dijo Eliseo: Saeta de salvación de Jehová, y saeta de salvación contra Siria; porque herirás a los sirios en Afec hasta consumirlos. 18Y le volvió a decir: Toma las saetas. Y luego que el rey de Israel las hubo tomado, le dijo: Golpea la tierra. Y él la golpeó tres veces, y se detuvo. 19Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo: Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno; pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria.” (2ª Reyes 13:14-19)
Joás fue uno de los reyes malignos e impíos de Israel: El año treinta y siete de Joás rey de Judá, comenzó a reinar Joás hijo de Joacaz sobre Israel en Samaria; y reinó dieciséis años. 11 E hizo lo malo ante los ojos de Jehová; no se apartó de todos los pecados de Jeroboam hijo de Nabat, el que hizo pecar a Israel; en ellos anduvo.” (2ª Reyes 13:10-11). Pero a pesar de eso, Joás fue y buscó al profeta Eliseo. No vio ninguna otra solución al problema. El enemigo acosaba y oprimía terriblemente al pueblo de Israel. El rey estaba terriblemente desesperado y pidió ayuda al profeta.
Eliseo, el profeta, ordenaba, y Joás, el rey, obedecía. ¡Qué cosa, no! Se invirtieron los papeles. Anteriormente era así, los reyes (actualmente corresponde a los pastores) consultaban al profeta acerca de lo que tenían que hacer. Los profetas (actualmente corresponde a los profetas, atalayas o personas con don de profecía, discernimiento, etc.) tenían que meterse de lleno con Dios para que Él les revelara todas las cosas. Esto no es una crítica, es sólo un consejo para los líderes cristianos: Sigan el modelo que Dios estableció. Así lo destinó el Señor, Él no puede darte todo el poder, toda la capacidad, toda la sabiduría. Eso es algo que Él distribuye en su cuerpo: “27Vosotros, pues, sois el cuerpo de Cristo, y miembros cada uno en particular. 28Y a unos puso Dios en la iglesia, primeramente apóstoles, luego profetas, lo tercero maestros, luego los que hacen milagros, después los que sanan, los que ayudan, los que administran, los que tienen don de lenguas. 29¿Son todos apóstoles? ¿son todos profetas? ¿todos maestros? ¿hacen todos milagros? 30¿Tienen todos dones de sanidad? ¿hablan todos lenguas? ¿interpretan todos?” (1ª Corintios 12:27-30).
Continuemos el desarrollo del sucede en mención, no perdamos la secuencia de los sucesos:
Primera orden: Toma un arco y unas saetas.
Primera obediencia: Tomó él entonces un arco y unas saetas.
Segunda orden: Pon tu mano sobre el arco.
Segunda obediencia: Y puso él su mano sobre el arco.
Entonces puso Eliseo sus manos sobre las manos del rey,
Tercera orden: Abre la ventana que da al oriente.
Tercera obediencia: él la abrió.
Cuarta orden: Tira.
Cuarta obediencia: Y tirando él
Dijo Eliseo: Saeta de salvación de Jehová, y saeta de salvación contra Siria;
porque herirás a los sirios en Afec hasta consumirlos.
Quinta orden: Y le volvió a decir: Toma las saetas.
Quinta obediencia: Y luego que el rey de Israel las hubo tomado.
Sexta orden: Golpea la tierra.
Sexta obediencia: Y él la golpeó tres veces, y se detuvo.
Entonces el varón de Dios, enojado contra él, le dijo:
Al dar cinco o seis golpes, hubieras derrotado a Siria hasta no quedar ninguno;
pero ahora sólo tres veces derrotarás a Siria.
Esta profecía se cumplió al pie de la letra: “Y murió Hazael rey de Siria, y reinó en su lugar Ben-adad su hijo. Y volvió Joás hijo de Joacaz y tomó de mano de Ben-adad hijo de Hazael las ciudades que éste había tomado en guerra de mano de Joacaz su padre. Tres veces lo derrotó Joás, y restituyó las ciudades a Israel.” (2ª Reyes 13:24-25)
Siguiendo la secuencia, desde la primera hasta la última orden pues todo marchaba bien, hasta que llegó al sexto y último mandato. No lo hizo con firmeza, con decisión: “Se detuvo” Impidió, cortó el proceso. Golpeó la tierra sólo tres veces ¿Qué le costaba golpear y golpear hasta que su brazo se le cansara? Al rey le pareció que estaba bien dar sólo tres golpes y de acuerdo a los golpes que dio, así fue el resultado que obtuvo.
¿Te das cuenta, hermanito? No es lo que tu piensas, no es lo que yo pienso. No es nuestra imaginación la que va a decidir la batalla, es la obediencia al mandato del Señor. Cuando el Señor te diga: “Golpea la tierra”, pues golpéala hasta que Él diga: “Basta ya”. Entonces allí, justamente en ese momento debes parar. No es cuestión de lógica, es cuestión de obediencia a Dios. “Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente. Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia” (Hebreos 5:7-8). ¿Qué les parece, hermanos? Jesús “aprendió la obediencia” Esto no es locura, Jesús aprendió a obedecer, él supo y experimentó en carne propia lo que significa estar sujeto a otro. Jesús el Hijo del Hombre adquirió el conocimiento de la obediencia por medio de la experiencia.
RESUMEN
Cuando Dios nos encomienda una tarea (bien sea individual o en grupo), pues debemos obedecer al pie de la letra lo que el Señor ordena. En la primera parte vimos a cuatro hombres siendo utilizados por Dios: Moisés, Aarón, Hur y Josué. Todos cumplieron su parte encomendada y Dios les dio la victoria. Actuaron como un equipo bien organizado. Esa organización, esa perseverancia les dio la victoria. En la segunda parte vimos la actuación de dos hombres: Joás, el rey de Israel y Eliseo, el profeta de Dios. Todo lo que sucedió, todo lo que realizaron fue dirigido por Dios. Pero llegó el momento decisivo y el rey no hizo bien la parte que le tocaba hacer, lo hizo a medias y no logró la victoria completa que él quería obtener. El rey no fue perseverante, y eso al final le acarreó el fracaso. En ambos casos hubo obediencia, pero en el último caso, la obediencia no fue completa, y por ende pues la victoria tampoco fue completa. En el caso de Moisés, pues si él hubiera tenido sus manos levantadas todo el tiempo, pues la victoria se hubiera dado más rápido. Esto indica que cuando no cumplimos nuestra tarea a cabalidad, la batalla se extiende y por ende se retrasa la victoria.
¿Qué debemos hacer entonces? Debemos actuar conforme al Espíritu Santo nos vaya guiando. Si él dice que debes ir a Caripe, no puedes irte para Caripito. Si Él dice que debes ayunar mañana, pues es mañana, no es pasado mañana. Si Él dice que debes hablarle a un árbol de mango, pues no le hables al árbol de cambur, háblale al árbol de mango, así tu mente diga: “la gente dirá que estoy loco”. Es cuestión de obediencia.
He oído decir esta frase: “Si tú no obedeces pues Dios escogerá a otro. Acuérdate de Saúl”. Esto no me convence plenamente porque me acuerdo del pasaje del profeta Jonás: “1Vino palabra de Jehová a Jonás hijo de Amitai, diciendo: 2Levántate y ve a Nínive, aquella gran ciudad, y pregona contra ella; porque ha subido su maldad delante de mí. 3Y Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis, y descendió a Jope, y halló una nave que partía para Tarsis; y pagando su pasaje, entró en ella para irse con ellos a Tarsis, lejos de la presencia de Jehová. 4Pero Jehová hizo levantar un gran viento en el mar, y hubo en el mar una tempestad tan grande que se pensó que se partiría la nave. 5Y los marineros tuvieron miedo, y cada uno clamaba a su dios; y echaron al mar los enseres que había en la nave, para descargarla de ellos. Pero Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir. 6Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón? Levántate, y clama a tu Dios; quizá él tendrá compasión de nosotros, y no pereceremos.” (Jonás 1:1-6). Dios le dio una orden a Jonás, pero él no obedeció esa orden y se fue para otra parte a la cual Dios no le estaba enviando, pero el plan que Dios tenía no era con otra persona, no era con otro profeta, posiblemente en su tiempo existirían otros profetas, pero el plan tenía que cumplirse era con Jonás. Si no hubiera sido así, pues Dios lo hubiera dejado tranquilo y hubiera seleccionado a otro profeta, pero era con Jonás.
A continuación daré varias citas bíblicas acerca de la perseverancia para que las tengamos siempre presente y así obedecerle al Señor de acuerdo a lo que Él vaya indicando:
Perseveramos en el bien:
“No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo; Porque ciertamente hay fin, y tu esperanza no será cortada.” (Proverbios 23:17-18)
“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado.” (Isaías 26:3)
“Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.” (Mateo 24:13)
“Mas la que cayó en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y dan fruto con perseverancia.” (Lucas 8:15)
“Todos éstos perseveraban unánimes en oración y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús, y con sus hermanos.” (Hechos 1:14)
“Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.” (Hechos 2:42)
“Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.” (Hechos 2:46-47)
“Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían de suceder” (Hechos 26:22)
“Vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad” (Romanos 2:7)
“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:1-2)
“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos” (Efesios 6:18)
“Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias” (Colosenses 4:2)
“Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.” (Santiago 1:25)
“Cualquiera que se extravía, y no persevera en la doctrina de Cristo, no tiene a Dios; el que persevera en la doctrina de Cristo, ése sí tiene al Padre y al Hijo” (2ª Juan 1:9)
Perseverando en el mal:
“Mas si perseverareis en hacer mal, vosotros y vuestro rey pereceréis.” (1ª Samuel 12:25)
“He aquí, tú te enojaste porque pecamos; en los pecados hemos perseverado por largo tiempo; ¿podremos acaso ser salvos?” (Isaías 64:5)
Dios les bendiga abundantemente,
Diac González
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23/12/01