Meditando sobre 1ª S. 5:1-5 y el como a veces nos podemos empeñar en que alguien deje sus ídolos, creo que es interesante recordar lo que pasó cuando el arca del pacto fué introducida en un templo pagano en donde estaba Dagón, dios de los filisteos.
En ocasiones queremos que alguien deje tal práctica por convicción, en base a la razón o demás esfuerzos humanos cuando lo único que se requiere es la presencia del Señor a través de la palabra, que el Señor Jesús realmente entre en su corazón, en un corazón contrito y humillado, dispuesto a aprender del Maestro todas sus enseñanzas... dispuestos a dejarnos hacer una nueva creación, una nueva hechura... nacer de nuevo. Los ídolos huyen delante de la presencia del Dios verdadero. El corazón del hombre no puede tener dos tronos uno para Dios y otro para cualquier ídolo, ni dos amos, ni salir de su corazón agua dulce y agua salada, ni de su lengua palabra de bendición y maldición o “¿qué comunión tiene la luz con la oscuridad?” ¿o Dios y Belial?. Primero es lo primero: Recibir al Señor Jesús por fe en el corazón y con el corazón, arrepentirse de todo pecado de idolatría por mas disfrazado y elaborado que sea éste, tomar nuestra cruz cada día, negarnos a nosotros mismos y seguirlo y entonces como nuevo hombre, las cosas viejas (ídolos, costumbres, tradiciones de hombres) pasaron... ninguna condenación hay en él, este nuevo hombre ha pasado de muerte a vida.
Fraternalmente, suyo en Cristo Jesús.
(Publicado en el foro de la Web Cristiana.)
Martín Gallegos Duarte
Fraternalmente, suyo en Cristo Jesús.
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Martín Gallegos Duarte