En Juan 13 encontramos un famoso pasaje, en el cual Jesús tomó una toalla y una cubeta y lavó los pies de sus discípulos. Él les dijo:

"Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros" (Juan 13:14).

Algunos Cristianos devotos toman este verso literalmente. Han hecho su costumbre el tener servicios de "lavamiento de pies". Esto es de mucho mérito - no obstante, si permanece solamente como un rito, el verdadero significado del lavamiento de pies se ha perdido.

Después que Jesús lavó los pies a los discípulos, Él se puso de nuevo Su manto, se sentó y les pregunto, "¿Sabéis lo qué os he hecho?" En otras palabras: "¿Han entendido el significado espiritual del lavamiento de pies?"

Yo creo que esta pregunta del Señor es también para nosotros hoy en día. Desde luego, algo muy poderoso y profundo estaba tomando lugar; Cristo estaba enseñando a Su iglesia una de sus lecciones más importantes. Pero, ¿entendemos nosotros la profundidad de lo qué Jesús hizo al lavar los pies de los discípulos?

Jesús no estaba instituyendo una ordenanza a ser llevada a lo largo del tiempo en la iglesia, tales como la santa cena o el bautismo en agua. Si eso fuese a sí, Él lo hubiera instituido al principio del entrenamiento de los discípulos. Y Él mismo se hubiese sometido al lavamiento de pies, así como Él lo hizo con el bautismo en agua. He estudiado detenidamente mis comentarios bíblicos para ver lo que los padres de la iglesia han dicho sobre esta escena. Casi sin excepción, escribieron que su importancia es el ejemplo de la humildad de Jesús.

Él tomó el lugar inferior para enseñarnos cómo ser humildes. Sin embargo, yo creo que esta interpretación pasa por alto enteramente el significado de este pasaje. Después de todo, Jesús ya había dado un ejemplo de humildad al tomar la forma humana - poniendo aparte Su gloria y viniendo a la tierra como un siervo.

¡No, este pasaje nos dice mucho más que eso! Yo creo que Jesús nos estaba dando un ejemplo del tipo de manifestación física que Él mas desea - el de "tomar la toalla"!

Hoy, cuando hablamos de manifestaciones, pensamos de personas en los servicios de la iglesia que caen al suelo. Para muchos, esa clase de manifestación parece extraña. No obstante, cuando se estudia la Palabra de Dios, se aprende que Jesús habló bastante de inusuales manifestaciones físicas.

Jesús no habló de caer al suelo. ¡Pero Él sí habló de caer al suelo y morir - para dar frutos! Él habló de la manifestación de tomar una cruz - de cortar una mano ofensora, de arrancar un ojo ofensivo, y de ir una extra milla.

Pero de todas las manifestaciones una de las más inusuales que Cristo habló es de Su llamado de tomar la toalla. A lo largo de mis años en el ministerio, muchas personas me han preguntado, "¿Por qué no nos lavamos los pies en la iglesia, como Jesús nos llamaba hacerlo? Él dijo, 'Si Yo lo hago, vosotros debéis hacerlo, también.'"

Usualmente contesto, "lo que Jesús esta hablando, es primordialmente una cosa espiritual, y no solamente física." Pero aunque yo decía esto, yo no tenía un concepto del significado espiritual del lavamiento de pies.

Nosotros escudriñamos sobre ciertas verdades en la Biblia porque no comprendemos su significado - y por muchos años hemos perdido el poder de estos pasajes. Por ejemplo, la Escritura nos dice:

"...por amor nos servimos unos a otros" (Gálatas 5:13).

Y:

"(Sujetados) los uno a los otros en el temor de Dios" (Efesios 5:21).

¿Cuántos realmente sabemos lo qué significa el servirnos unos a otros en amor? Y ¿cómo debemos de sujetarnos los unos a los otros en el temor de Dios? Es fácil comprender cómo una esposa debe de someterse a la autoridad espiritual de un esposo santificado. Y lo mismo es verdad para los hijos de someterse a los padres santificados. Pero, ¿en qué formas prácticas servimos y nos sometemos los unos a los otros en la casa de Dios?

Yo creo que si entendemos lo qué Jesús hizo cuando lavó los pies de Sus discípulos, entenderemos estos conceptos de servicio y sumisión. Usted ve, sirviendo unos a otros en amor y sometiéndonos los unos a los otros en el temor santo significa mucho más que tomar órdenes o ser responsable ante una autoridad más alta. Más bien, estas verdades gloriosas se abren únicamente dentro de un contexto de "tomar la toalla."

Recientemente mientras oraba, el Espíritu Santo me dio tres palabras para abrir mi entendimiento del significado de tomar la toalla. Las tres palabras son suciedad, consolación y unidad. Yo creo que al examinar estas palabras, el Espíritu Santo nos revelará Su verdad:

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1. ¡Comencemos Con el Tema de La Suciedad que se le Pega al Hermano o Hermana en Cristo!

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Los discípulos eran doce hombres amados de Dios, preciosos a Sus ojos, llenos de amor por Su Hijo, de corazón puro, en completa comunión con Jesús.

¡Pero ellos tenían suciedad en sus pies!

Jesús, en esencia, estaba diciendo a estos hombres, "Sus corazones y manos están limpias, pero sus pies no lo están. Ellos han obtenido suciedad en su diario caminar conmigo. No necesitan lavar el cuerpo entero, solamente los pies."

La suciedad mencionada aquí por Jesús no tienen nada que ver con la suciedad natural. Se trata completamente acerca del pecado - nuestras fallas y fracasos, nuestro dar a las tentaciones. ¡Y no importa cuan polvorientos y sucios eran los caminos en la antigua Jerusalén, no ha habido edad más sucia como la nuestra!

Me pregunto cuántas personas que ahora mismo leen este mensaje tienen alguna suciedad pegada en ellos. Quizás esta semana pasada cayó en una tentación o fracaso a Dios en alguna forma. No es que le ha dado la espalda al Señor. Al contrario amas más al Salvador con más pasión que antes.

¡Pero cayó, y ahora está afligido, porque sus pies están sucios!

La Escritura nos dice:

"Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tu también seas tentado"(Gálatas 6:1).

La palabra Griega para falta significa aquí "caída, pecado, transgresión." Nosotros estamos para restaurar a cada Cristiano que cae en pecado, si es que hay un corazón arrepentido.

Y el lavamiento de pies, en su más profundo significado espiritual, tiene que ver con nuestra actitud acerca de la suciedad que nosotros vemos en nuestro hermano o hermana. Entonces, les pregunto: ¿Qué hacen cuando están cara a cara con alguien que ha caído en pecado o transgresión?

Lo que hagas con la suciedad de su hermano o hermana tiene que ver Con el ministerio que Jesús describe como "tomar la toalla." Está totalmente relacionado con lo que sirve a otros en el amor y con el sometimiento a otros en el temor de Dios.

¡Déjenme decirlo claramente: Los cristianos pueden ser muy crueles! De hecho, los creyentes frecuentemente son más viciosos y destructivos que los malvados en las calles. Y Jesús sabía eso. Él sabía cómo nosotros reaccionamos al ver la suciedad sobre otra persona - cómo nos ponemos en actitud de más santidad que otros, juzgando, criticando e infamando. De hecho, los Cristianos carnales se deleitan en ver la suciedad de otros.

¡Pero el divulgar la suciedad de su hermano es el pecado más sucio de todos!

En estas semanas recientes he estado tratando de alentar a un joven pastor que renunció de su iglesia después de confesar una transgresión moral. Este amado hombre ama al Señor. Tiene un buen corazón por las personas y por la Palabra de Dios.

¡Pero sus pies se ensuciaron! Él está totalmente arrepentido.

Cuando oí acerca de su caída y su renuncia, el Espíritu Santo me instruyó a ponerme inmediatamente en contacto con él. Yo sabia que este joven pastor seguía siendo un hombre bueno.

No había llegado a ser malo de repente. Su corazón no estaba endurecido por su pecado.

Sus mejores amigos lo desampararon. Esos quienes proclamaban amarle ahora lo ignoran, como si tuviese una enfermedad infecciosa. Para completar, los líderes de su denominación le demandaron hacer un vídeo de su confesión - dando cada vívido detalle de su transgresión.

Llamé a este amado hermano - y tomé una toalla conmigo. Dejé un mensaje en su contestador automático, diciendo: "¡Hermano, quiero que sepas que te amo. Dios no ha terminado contigo. Si tienes un corazón arrepentido, el Señor te restaurará. Y yo voy a estar contigo!"

Amado, tomar una toalla es una actitud, un compromiso. Significa hacer todo lo que esta a nuestro alcance para limpiar la suciedad de los pies de nuestro hermano. Significa decir, "¡Yo estoy comprometido a ayudarte a limpiar la suciedad - para restaurar tu reputación, tu familia - hacer todo para mantenerte vivo en Cristo!"

Un amigo de este pastor me llamó más tarde. Él dijo, "David, no sabes lo qué tu llamada telefónica significó para mi amigo - cuan bendecido, alentado y consolado estaba. Ninguna otra persona se había acercado a él. Tus palabras le dieron nueva esperanza."

La Escritura claramente afirma que cuando un hermano o hermana ha sido tomado(a) en pecado, nosotros debemos restaurar a esa persona - servirle en amor, sometiéndonos a esa persona en el temor de Dios. No obstante, queda la pregunta, ¿cómo hacemos eso?

Nosotros estamos para tomar la toalla del perdón de Dios e ir al que está lastimado. En el amor especial de Jesús, tenemos que someter todas nuestras inclinaciones humanas de ignorarlo, juzgarlo, exponerlo, sermonearlo y de encontrar fallas en él - y en vez, debemos de comprometernos a ser su amigo. Estamos para ayudar a lavar sus pecados en compartir la corrección, sanidad, lavamiento, de la Palabra consoladora de Dios.

Esto no es pasar por alto o contemplar el pecado. Ni llamar lo malo bueno. Nosotros estamos hablando de santos caídos quienes tienen corazones arrepentidos que aún están sin esperanza. Ellos saben que han ofendido al Señor - y viven con temor, culpabilidad, y rechazo.

Es algo enteramente diferente con esos quienes han sido advertidos dos o tres veces y que aún persisten en su pecado. La Biblia dice que debemos severamente reprender a tales creyentes en público a modo de que otros teman a Dios. Frecuentemente ellos deben de ponerse fuera de comunión por una temporada, hasta que demuestren tristeza santa.

Pero esos quienes reconocen su pecado - quienes lo confiesan y lo abandonan - están en necesidad de alguien que les traiga la toalla de perdón, para traerles limpieza y sanidad.

Hace algunos pocos años, un pastor asociado de una iglesia muy grande me llamó llorando. Me dijo, "Hermano David, no puedo mantener mi cabeza en alto, estoy muy quebrantado." Me describió el dolor que experimentó cuando su hija adolescente quedó embarazada fuera del matrimonio. El pastor principal de la iglesia demandó que este pastor asociado fuera ante la congregación y les dijera lo qué su hija había hecho.

Este amado hombre hizo así - y destruyó a su hija. Rompió el corazón de la familia. Pero la congregación se revolcó en todos los detalles del pecado de la pobre adolescente muchacha.

Luego, un año después, la adolescente hija del pastor principal quedó embarazada. Pero esta vez, el pastor principal hizo todo en cuanto estaba en su poder para cubrirlo.

¡Dios tenga misericordia de nosotros- porque destruimos a personas que tienen sus pies sucios! ¿Cuándo iremos a aprender de una vez por todas a tomar la toalla de misericordia - a someternos a limpiar y restaurar, en vez de tirar tierra al viento y destruir almas preciosas?

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2. ¡Esos Que Toman la Toalla Son los Verdaderos Consoladores a Quienes el Espíritu Santo Usa!

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¿Sabe lo que es estar descalzo y tener que caminar en el lodo? La suciedad que se pega en los pies puede ser verdaderamente de mucha molestia. Se siente mucho mejor cuando los pies son lavados y limpiados.

Cuando Jesús lavó la suciedad de los pies de Sus discípulos, ellos fueron consolados. ¡Pero, espiritualmente hablando, Jesús estaba enseñando el reposo de tener las transgresiones quitadas!

En 1 Corintios 5, leemos de un hombre en la iglesia que cayó en terrible pecado de incesto. Evidentemente el hombre no se había arrepentido, y Pablo se dirigió a la iglesia para entregarlo a Satanás para muerte de la carne (eso es, la salvación de su espíritu). Pablo no estaba diciendo que el hombre estaba perdido y que iría al infierno.

No - él solamente quería aislarlo de la comunión y de ser dado a los ataques de Satanás, para que él regresara a sus sentidos y fuera conducido al arrepentimiento.

Luego, en 2 Corintios 2, Pablo se dio cuenta que el mismo hombre se había arrepentido y que la iglesia lo había perdonado. Satanás lo había llevado a la desesperación, y la lujuria en su carne había sido destruida. El hombre había regresado arrepentido. Y ahora Pablo escribe a los Corintios:

"... Al contrario, vosotros mas bien debéis perdonarle y consolarle, para que no sea consumido de demasiada tristeza. Por lo cual os ruego que confirméis el amor para con él" (2ª Corintios 2:7-8).

Pablo supo que este hombre estaba absolutamente abrumado con tristeza y dolor. Los miembros de la iglesia habían visto su quebrantamiento y humildad, y se llenaron de un espíritu de perdón. Lo animaron, fueron nobles de corazón hacia él y le lavaron sus pies. Ahora él estaba limpio - y estaba siendo restaurado para el cuerpo de Jesucristo. ¡Qué escena tan maravillosa!

Hay muchos Cristianos hoy en día que están en la misma condición como este hombre, después de ser tomados por un pecado. Se dicen a sí mismos, "¡Yo he reprochado a mi Salvador. Traje vergüenza a Su nombre!" No obstante, lo qué ellos experimentan no es nada comparado a lo qué 2ª Corintios describe.

Quiero mostrarle un pasaje de un libro que recibí recientemente. Fue escrito por la hija de un pastor quien fue tomado en pecado hace varios años. Y por todos esos años la familia ha soportado un infierno de pesadillas. Escribe:

"...(La prensa) nos siguió a nuestros hogares. Recibimos llamadas telefónicas de famosos periódicos sensacionalistas y de chismografía ofreciéndonos sumas grandes de dinero por la historia. Finalmente conseguimos sacar a Papá fuera de la casa hacia un restaurante, solamente para encontrarnos como tema de conversación. Fue horrible."

"Pero el Reverendo

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Nunca estaba avergonzado de identificarse con nosotros. Papá literalmente se sentaba por el teléfono a espera la llamada de ese hombre. Estaba superado con culpa y vergüenza... Papá se había hundido en depresión... Personas a quienes dio tanto de él fueron los que duramente se volvieron contra él."

"Nuevos rumores se extendían diariamente. Ministros se escribían el uno al otro, extendiendo esos rumores... Sólo unos cuantos probaron verdad mostrando amor cristiano y restauración, llamándonos y recordándonos en sus oraciones."

Yo conozco al hombre al cual esta hija describe. Es un hombre dedicado a Dios, un buen padre y un cuidadoso pastor. Su corazón todavía esta pasionalmente enamorado de Jesús. De hecho, ha sido restaurado y esta pastoreando una iglesia en crecimiento.

¿Pueden imaginarse cómo se sintió todos esos años? ¡Todo el mundo al que él ministró por años se volvió contra él - incluyendo a esos que el se ganó para Cristo! Él estaba devastado, abrumado de dolor. A un punto su hija sugirió a su esposo que sacaran el arma fuera de la casa del hombre, temiendo que en su depresión él pudiera ser superado por pensamientos de suicidio.

Este desesperado hombre solitario esperaba por el teléfono una llamada de su fiel amigo pastor. El compasivo amigo ministro fue la única persona dispuesta a traer una toalla a su amigo - un pequeño consuelo, una palabra de aliento, un momento breve de risa.

¿Puede usted culpar al pastor desalentado, en querer simplemente un poco de alivio por tantos años de dolor infligido por el pueblo de Dios y otros ministros?

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El Mundo fuera de la Iglesia Ha sido endemoniado Con el Espíritu De Odio - Carácter Asesino, Difamación, Destrucción de Reputaciones Y Familias.

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Tan pronto un político anuncia correr a un cargo cuando la prensa lo caracteriza en habladuría, escarbando su vida pasada solamente para encontrar algo de suciedad. Y cuando le encuentran algo, lo ponen a través de los titulares, para que toda América se revuelque en tal.

¡América se ha vuelto loca con calumnias! La Televisión esta llena de programas de habladurías con chismes, exposiciones, burlas. El malvado toma sus emociones para destruir a la gente, familias, y buenas reputaciones. Y la suciedad más horrible, es lo que a la gente más le gusta.

¡Pero esta clase de cosas no toman lugar en la casa de Dios. La iglesia debe de ser diferente. Debe de ser una casa de limpieza!

Los Gentiles en Éfeso honraban al pueblo de Dios en llamarlos "Crestianos," que significa, buenos "corazones." Ellos habían visto el buen corazón de estos creyentes hacia otros.

"Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdono a vosotros en Cristo" (Efesios 4:32).

Si desea ser de buen corazón tome la toalla para restaurar a un hermano o hermana - no necesita saber los detalles de cómo esa persona se ensucio. Jesús no les pregunto a Sus discípulos, "¿Cómo es que ustedes tienen los pies tan sucios?" Él quiso solamente realizar su limpieza - en sacar la suciedad de ellos. Su amor hacia ellos era incondicional.

Asimismo, esos quienes caminan en la plenitud de Jesucristo deben también tener esta actitud de amor hacia esos con pies sucios. No estamos para pedir detalles. En vez, estamos para decir, "¡Hagamos algo sobre la suciedad!"

Pero frecuentemente, este no es el caso. Muchos Cristianos quieren saber todos los detalles sangrientos. Llegan a un creyente quien tiene los pies sucios, diciendo, "Yo quiero lavar tus pies. Pero, dime - ¿qué sucedió? ¿Cómo te ensuciaste tanto?"

Luego, a lo largo de la historia de fracaso, el curioso consolador se da cuenta, "Oh - esto es peor de lo que pensaba. Yo no puedo envolverme en esto. Yo no puedo con eso." Y después de dos minutos de detalles, él llega al fin de su diminuto perdón humano. Juzga a la persona como muy mala, más allá de la ayuda - y escoge ignorarlo. Él tira su toalla y se va por su camino.

¡Amado, no pueden lavar pies en vestiduras de juez! Tienen que quitarse su ropa de santidad - su actitud de ser mas santo que otro antes de poder hacer cualquier limpieza. Al igual que Jesús, deben de poner aparte su vestidura de afuera y ceñirse con amor. ¡Afuera con toda justificación propia - todo orgullo, todos los pensamientos del no poder ponerse tan bajo! Tienen que tener una actitud que diga, "¡No me importa lo qué hayas hecho. Si estas arrepentido y quieres escuchar la Palabra de Dios, yo seré bondadoso y de buen corazón para ti!"

Todavía se preguntan, ¿qué pasa si la persona sucia ante usted es un Judas alguien que lo ha traicionado? Mi respuesta hacia usted es, Judas estuvo en la sala con los otros discípulos, y Jesús también lavó sus pies. Cristo se rebajó para limpiar la suciedad de Judas, a pesar de que Satanás había puesto ya traición en su corazón.

Desde luego, los Judas modernos de nuestros días pueden ser salvos por la Cruz. Frecuentemente pensamos que algunos pecadores, tales como homosexuales o lesbianas, están desafortunadamente perdidos. Pensamos que ellos no pueden ser liberados. No obstante, Pablo dice de ellos:

"¿No sabéis que los injustos no heredan el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los que se echan con varones, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredaran el reino de Dios."

"Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios" (1 Corintios 6:9-11).

Así éramos algunos de nosotros - ¡pero nuestros pies fueron lavados por Jesús! Yo les pregunto, si Jesús esta dispuesto a justificar a todos los pecadores, ¿por qué no estamos dispuestos a lavar los pies de esos pecadores? Pablo nos dice que tenemos que ser amables y pacientes con toda las personas:

"Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a la voluntad de él" (2ª Timoteo 2:24-26).

Pablo esta diciendo, "¡Tu tienes que ser de amable corazón con todos, a estar dispuestos a lavar sus pies. Dios pueda que tenga misericordia de ellos - y librarlos de su pecado!"

Hasta ahora nuestra iglesia ha dedicado casi treinta semanas orando por un avivamiento en la Ciudad de Nueva York. No importa cuánto una iglesia ore; Dios no plantará nuevos creyentes si en ese lugar ellos tendrán que luchar entre un montón de jueces Cristianos, que solo piensan en sí mismos.

Ustedes ven, cada nuevo creyente va a ensuciarse los pies antes de ser establecido en la fe. Y él necesitará personas que estén dispuestas a ir a él rápidamente a lavarle sus pies y restaurarlo. ¡El avivamiento verdadero refleja este espíritu de bondad - un espíritu que este dispuesto a tomar la toalla para limpiar y restaurar a creyentes sucios!

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3. ¡Finalmente, Llegamos a la Palabra Unidad!

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Yo creo que cuando Jesús lavó los pies de los discípulos, Él estaba enseñando una lección profunda sobre como obtener unidad de compañerismo en el cuerpo de Cristo.

Al Jesús acercarse a Pedro para lavar sus pies, el discípulo se inclinó hacia atrás.

"...Y Pedro le dijo: Señor, ¿tu me lavas los pies?" (Juan 13:6).

Pedro le pregunta asombrado, ¡Señor, ¿tú me vas a lavar mis pies, lo aras? ¡Nunca, nunca!"

Jesús contestó,

"...Si no te lavaré, no tendrás parte conmigo" (verso 8).

Jesús estaba diciendo, en esencia, "Pedro, si lavo tus pies, tendremos terrenos preciosos para el compañerismo, una base para la verdadera unidad." Así mismo, ningún pastor puede traer unidad a una iglesia simplemente implementando programas o por su ardiente predicación. ¡No - la unidad viene del tomar la toalla!

Después que Jesús lavó los pies de Sus discípulos, Él les pregunto, "¿Comprenden ustedes lo qué Yo he hecho?" Si ellos verdaderamente hubieran entendido la importancia espiritual de lo qué Él acababa de hacer - de sacar la mancha y culpabilidad de su pecado - habría producido en ellos gratitud.

Ahora yo les pregunto: ¿Qué fue lo que Jesús hizo cuando Él le limpió? Él lavó todas sus fallas y culpabilidad - Él limpió los últimos remanentes de pecado - y le hizo completamente limpio. Él puso gratitud, agradecimiento, regocijo en su alma. Él lo llenó de amor para Él para que lo siguiera dondequiera y hiciera todo por Él. Todo lo que usted quería era tener una comunión con Él, por lo qué Él hizo por usted.

¡Amado, ese es el secreto de la unidad! Cuando usted toma la toalla de perdón a un hermano dolorido, lo abrasa y lo anima en su dolor - en el sometimiento del temor santo, lavando sus sentimientos de inutilidad, angustia y desesperación, dándole amor y cuidado.

No obstante, ¿qué es lo que ha hecho al lavar los pies de esa persona? Usted ha construido un fundamento firme para la verdadera unidad y gloriosa comunión. ¡Usted es uno por su experiencia común - que es, ser lavado por el agua de la Palabra!

¡Hablando de gratitud - ese Cristiano será su amigo por toda la vida! Él lo defenderá, lo amara, hará cualquier cosa por usted. Él le dirá, "¡Tu estuviste conmigo en mis duros momentos. Y ahora no dejaré que nadie te haga daño!"

¿Pueden imaginarse una iglesia llena de tales personas de cuidado - que rehusan escuchar una palabra de suciedad de otros; que se duelen cuando otros se duelen; que se reúnen alrededor de cada hermana o hermano desesperado, quebrantado, con una palabra de amor y esperanza? ¡Es por eso que movimos nuestro ministerio a la Ciudad de Nueva York - para levantar un remanente santo, que esté dispuesto a construir un fundamento de unidad fuerte de consoladores, - personas que lleven la toalla en sus manos!

Pueden preguntarse, "¿Pero cómo encuentro a personas cuyos pies necesitan ser lavados?" Mi respuesta es, "¡De la misma forma que usted los encontró cuando hablaba de ellos!"

Ahora, cuando escuche cualquier cosa negativa sobre alguien, solamente pregunte, "¿De quien están hablando? ¡Nombre solamente, por favor!" Luego vaya rápidamente a esa persona lastimada con su toalla de misericordia y comience a lavar sus pies! Dígale al caído, "¡Yo me preocupo por ti - quiero orar por ti - pero no necesito saber ningún detalle. Yo simplemente quiero que sepas que todavía te amo - y voy a estar a tu lado!"

Este mensaje es para mí como lo es para ustedes. Yo recientemente he llegado a este conocimiento de lo qué el lavamiento de pies realmente significa. Y, por la gracia de Dios, yo tomaré la toalla de misericordia juntamente con otros y buscaré a esos que están lastimados cuyos pies necesitan ser limpiados.

Jesús dijo,
"Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavar los pies los unos a los otros... Si sabéis estas cosas, bienaventurados seréis, si las hiciereis" (Juan 13:14,17).

Ahora que sabemos estas cosas, como Jesús dijo, podemos hacerlas. Yo les pregunto: ¿Están dispuestos a hacerlas? ¿Están preparados para tomar la toalla en amor?

¡Aleluya!

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Por David Wilkerson.

Enviado por: German Tovar
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