Alguna de las características por las cuales se puede designar a los cristianos como carnales lo encontramos en 1Corintios 3:3 “Porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?”. De acuerdo a Pablo estas características le muestran que la mayoría de los creyentes de Corinto andan en la carne. La reflexión sobre un estado más grave de carnalidad lo encontramos en la carta de Santiago. Santiago 4:1-4 “¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios”. Vemos que una de las causas importantes de esta carnalidad es el apego al mundo y esto lo podemos confirmar con 1Juan 2:16 “Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo”. Todas las cartas de los apóstoles combaten la carnalidad, entonces debemos estar seguros que el deseo de Dios para nuestra vida es que maduremos en él, dejando de ser niños (carnales) para llegar a ser maduros (espirituales).
En este punto debemos hacer un paréntesis, sabemos que la espiritualidad es un fruto del espíritu santo, de ninguna manera queremos promover con esta reflexión la hipocresía que es el resultado de creer que se puede vivir la vida cristiana sin una relación con Dios, es decir en la carne. Sino que es un fruto del Espíritu Santo que se recibe por fe, en este caso nuestro pensamiento está reflejado en la parábola del crecimiento de la semilla relatada en Marcos 4:26-29 “Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa como. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, enseguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado”. Somos creyentes en la gracia y no en la ley. Sin embargo, teniendo todo esto en cuenta, debemos recordar que Pablo critica a los creyentes que permanecen en su carnalidad.
Por el hecho de ser carnales nos perdemos de muchas cosas necesarias para llegar a ser un varón a la estatura de la plenitud de Cristo que es el destino de todo cristiano. En 1Corintios 3:2 dice: “Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía”. Hebreos 5:14 “Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”.
En 1Corintios 2:6-7 nos dan una idea de aquello que nos perdemos al ser carnales: “Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria”.
Podemos distinguir algo de esta sabiduría, esta sabiduría no la tenían los fariseos ni los gobernantes y príncipes de aquella época, y por falta de ella crucificaron a Jesucristo.
Esta sabiduría también tiene otra característica que se puede notar en 1Corintios 2:14 “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. Sólo las personas que tienen una relación con el Espíritu Santo son capaces de asimilar esta sabiduría y para el que desecha este camino, ésta le resulta locura.
Ahora veamos cual es la relación entre la sabiduría de Dios y nuestra sabiduría.
1Corintios 1:18-21 “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.”
De esta porción de la Escritura podemos decir que existe una guerra de parte de Dios, un conflicto contra nuestra manera de pensar. El Señor desecha la sabiduría humana como medio de que el hombre alcance el conocimiento de Dios, y escoge otro camino que se contrapone a nuestra sabiduría, y este camino es la locura de la predicación; locura para los que se pierden pero para nosotros poder de Dios.
Ejemplos de estas diferencias lo encontramos en Isaías 55:8-9 “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”. Ezequiel 33:17: “Luego dirán los hijos de tu pueblo: No es recto el camino del Señor; el camino de ellos es el que no es recto.” Lucas 10:21 “En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Si, Padre, porque así te agradó” Con respecto a esta última cita podemos agregar otra que también es considerada fuera de lugar por el mundo. Lucas 18:17 “De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño no entrara en él”.
Definitivamente existe una contienda con la sabiduría humana. Para comprender mejor la aversión de Dios por nuestra manera de pensar debemos remontarnos al principio de todo; leamos Génesis 2:16-17 “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” Nunca un árbol tuvo un nombre más apropiado; el hecho de tomar del fruto de aquel árbol era comer efectivamente del árbol de la ciencia del bien y del mal que no es otra cosa que la sabiduría humana, la única que resulta de un corazón que no está sometido a Dios. Ahora podemos entender porque Dios pelea contra nuestra sabiduría, porque es el producto de la desobediencia y anda en desobediencia. Un corazón carnal sólo busca razones y pretextos para realizar sus deseos sin tener en cuenta a Dios y a sus semejantes. Mateo 6:22-23 “La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” Santiago 3:14-15 “Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica”.
Realmente nuestra sabiduría no es algo sobre lo cual Dios puede edificar. El camino de la ley, el de las obras, es producto de la sabiduría humana sin tomar en cuenta a Jesucristo, por ello no es acepto delante de Dios. Isaías 64:6 “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento”.
Un ejemplo de la sabiduría de Dios la encontramos en 1Corintios 1:25-28 “Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es”.
La sabiduría del mundo es diferente, nosotros diríamos que lo mejor sería escoger a las personas por su fortaleza o su riqueza. El mundo definitivamente piensa diferente. 1Samuel 16:7 “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo deshecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”.
Iván Salazar Contreras.
26 de Diciembre de 1999.
En este punto debemos hacer un paréntesis, sabemos que la espiritualidad es un fruto del espíritu santo, de ninguna manera queremos promover con esta reflexión la hipocresía que es el resultado de creer que se puede vivir la vida cristiana sin una relación con Dios, es decir en la carne. Sino que es un fruto del Espíritu Santo que se recibe por fe, en este caso nuestro pensamiento está reflejado en la parábola del crecimiento de la semilla relatada en Marcos 4:26-29 “Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa como. Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, enseguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado”. Somos creyentes en la gracia y no en la ley. Sin embargo, teniendo todo esto en cuenta, debemos recordar que Pablo critica a los creyentes que permanecen en su carnalidad.
Por el hecho de ser carnales nos perdemos de muchas cosas necesarias para llegar a ser un varón a la estatura de la plenitud de Cristo que es el destino de todo cristiano. En 1Corintios 3:2 dice: “Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía”. Hebreos 5:14 “Pero el alimento sólido es para los que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal”.
En 1Corintios 2:6-7 nos dan una idea de aquello que nos perdemos al ser carnales: “Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que perecen. Mas hablamos sabiduría de Dios en misterio, la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra gloria”.
Podemos distinguir algo de esta sabiduría, esta sabiduría no la tenían los fariseos ni los gobernantes y príncipes de aquella época, y por falta de ella crucificaron a Jesucristo.
Esta sabiduría también tiene otra característica que se puede notar en 1Corintios 2:14 “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente”. Sólo las personas que tienen una relación con el Espíritu Santo son capaces de asimilar esta sabiduría y para el que desecha este camino, ésta le resulta locura.
Ahora veamos cual es la relación entre la sabiduría de Dios y nuestra sabiduría.
1Corintios 1:18-21 “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios. Pues está escrito: Destruiré la sabiduría de los sabios, Y desecharé el entendimiento de los entendidos. ¿Dónde está el sabio? ¿Dónde está el escriba? ¿Dónde está el disputador de este siglo? ¿No ha enloquecido Dios la sabiduría del mundo? Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.”
De esta porción de la Escritura podemos decir que existe una guerra de parte de Dios, un conflicto contra nuestra manera de pensar. El Señor desecha la sabiduría humana como medio de que el hombre alcance el conocimiento de Dios, y escoge otro camino que se contrapone a nuestra sabiduría, y este camino es la locura de la predicación; locura para los que se pierden pero para nosotros poder de Dios.
Ejemplos de estas diferencias lo encontramos en Isaías 55:8-9 “Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos”. Ezequiel 33:17: “Luego dirán los hijos de tu pueblo: No es recto el camino del Señor; el camino de ellos es el que no es recto.” Lucas 10:21 “En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Si, Padre, porque así te agradó” Con respecto a esta última cita podemos agregar otra que también es considerada fuera de lugar por el mundo. Lucas 18:17 “De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño no entrara en él”.
Definitivamente existe una contienda con la sabiduría humana. Para comprender mejor la aversión de Dios por nuestra manera de pensar debemos remontarnos al principio de todo; leamos Génesis 2:16-17 “Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” Nunca un árbol tuvo un nombre más apropiado; el hecho de tomar del fruto de aquel árbol era comer efectivamente del árbol de la ciencia del bien y del mal que no es otra cosa que la sabiduría humana, la única que resulta de un corazón que no está sometido a Dios. Ahora podemos entender porque Dios pelea contra nuestra sabiduría, porque es el producto de la desobediencia y anda en desobediencia. Un corazón carnal sólo busca razones y pretextos para realizar sus deseos sin tener en cuenta a Dios y a sus semejantes. Mateo 6:22-23 “La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?” Santiago 3:14-15 “Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica”.
Realmente nuestra sabiduría no es algo sobre lo cual Dios puede edificar. El camino de la ley, el de las obras, es producto de la sabiduría humana sin tomar en cuenta a Jesucristo, por ello no es acepto delante de Dios. Isaías 64:6 “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento”.
Un ejemplo de la sabiduría de Dios la encontramos en 1Corintios 1:25-28 “Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres. Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es”.
La sabiduría del mundo es diferente, nosotros diríamos que lo mejor sería escoger a las personas por su fortaleza o su riqueza. El mundo definitivamente piensa diferente. 1Samuel 16:7 “Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo deshecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón”.
Iván Salazar Contreras.
26 de Diciembre de 1999.