No paraba de hablar la noche que lo encontré entre un grupo de indigentes que se reúnen cerca de la Plaza de Caycedo, en pleno centro de Cali (Colombia), para recibir la asistencia alimentaria que les ofrece una organización cristiana.
Su sorpresa no fue mayor que la mía. No podía concebir que estuviera de nuevo en las calles. Menos cuando le vi fortalecido espiritualmente, con una esposa y dos hijas preciosas que le acompañaban al templo, y la firme decisión de ingresar al seminario bíblico para cursar la carrera de teología. Deseaba ser pastor.
Su recaída se produjo con un pensamiento: ¿Qué pasaría si por una vez consumía de nuevo? “No pasará nada. Podré vencer”, razonaba. La tentación le asaltó por varios días hasta que un domingo, después de salir del servicio religioso y tras esgrimir el pretexto de dar una vuelta, volvió al lugar donde por años le abastecieron. No pasó un mes antes que dejara de asistir a las reuniones, vendiera la guitarra para consumir más, y decidiera alejarse de su hogar, señalando a su esposa como autora de su desgracia. No encontró a nadie más en quien escudarse...
¿Qué hacer? ¿Volverle la espalda? ¿Decirle que no regrese a la congregación? Revisamos todas las posibilidades y concluimos en uno de los planteamientos más hermosos que hiciera el Señor Jesucristo: “...Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar justos sino a pecadores al arrepentimiento.” (Lucas 5:31, 32).
Tras revisar su caso, meditamos un rato sobre las razones que desencadenan la caída espiritual en la vida de un cristiano...
Frente a la posibilidad de un revés espiritual
Un revés espiritual tiene origen en varios factores que podríamos sintetizar en:
a.- Autosuficiencia
b.- Nos falta depender de Dios
c.- Falta de sabiduría al decidir qué hacemos
d.- Desconocer las artimañas del diablo
e.- Permitir que la ansiedad tome control de nuestra vida
Autosuficiencia
Con frecuencia el cristiano considera que espiritualmente avanzó lo suficiente para enfrentar la tentación. Eso genera una confianza desmedida y sin fundamento, causa de muchas caídas. Es sobre ese aspecto que advirtió el apóstol Pablo cuando escribió: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12). Descarte de plano la autosuficiencia que embarga a muchos porque puede ser el comienzo del desmoronamiento espiritual en su existencia.
Esta posición errada me hace recordar al equilibrista puertorriqueño que, después de muchos años caminando en la cuerda floja, un atardecer dijo a sus ayudantes que no necesitaba mayor seguridad. “El viento es suave y creo que podré cruzar esta distancia sin mayores contratiempos”, explicó. Iba a salvar la distancia entre dos edificios. Pero justo cuando iba a llegar a su meta, con decenas de personas mirando expectantes el espectáculo, una corriente de aire lo derribó. Gracias a Dios se salvó, pero quedó paralítico. ¿La causa? Se confió demasiado, igual que ocurre con muchos creyentes.
Nos falta depender de Dios
Una carta que me llegó hace pocos días me hizo reflexionar en la crisis que golpea a los cristianos a punto de caer. Era de una joven con deseos de acabar con su vida. “Estoy al final del camino, no encuentro salida”, decía. En la respuesta le recordé la necesidad que tenemos de depender de Jesucristo en medio de las crisis.
Cuando llegan las tentaciones o los momentos difíciles, en los que estamos a punto de “tirar la toalla”, es decir de renunciar a nuestra consagración, es necesario prendernos de la mano del Creador, como advierte el propio apóstol Pablo: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis resistir”(1 Corintios 10:13).
Falta de sabiduría al decidir qué hacemos
El apóstol Pablo fue quien escribió un principio bíblico que jamás podemos olvidar, porque de lo contrario, corremos el peligro de incurrir en una recaída en nuestra vida espiritual. El planteó: “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.” (1 Corintios 10:23).
A nuestro alcance está el hacer muchas cosas, pero no todas contribuyen a nuestra edificación personal y espiritual. Por el contrario, seguir el camino que los demás, puede meternos en graves problemas y llevarnos incluso a un progresivo alejamiento de Dios. Es necesario que seamos muy cuidadosos de todo lo que pensamos y de lo que hacemos.
Desconocer las artimañas del diablo
En su primera carta universal, el apóstol Pedro advirtió: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar...” (1 Pedro 5:8).
Desconocer las artimañas de nuestro enemigo espiritual es una decisión desafortunada. Lo más probable es que caigamos en una crisis cuando menos lo esperemos. Poco a poco nos vamos enredando hasta caer en la trampa. Traigo a mi memoria una artista de circo que se presentó en la televisión del Perú. Su espectáculo era jugar con una serpiente. Un día que se presentaba por la televisión, el animal la mordió. ¿La razón? Le asustó el ruido generado por el público en los estudios de grabación. La mujer había olvidado que la naturaleza de la víbora era atacar al menor vestigio de peligro. Satanás ataca a los que se descuidan.
Permitir que la ansiedad tome control de nuestra vida
Cuando entramos en crisis, una de las primeras manifestaciones son las preocupaciones que toman fuerza hasta convertirse en periódicas depresiones. Es frecuente. Esa situación lleva a otra más: el desánimo considerar que no vale la pena seguir adelante.
Frente a situaciones así, que han estado presentes en la historia del hombre, el apóstol Pedro escribió: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:6, 7).
Permanecer vigilantes
El cristiano debe permanecer en una actitud vigilante: para que su fortaleza esté afincada en Dios y no en sus propias capacidades; para ser cuidadosos en el momento de tomar decisiones o asumir algún hábito o comportamiento que además de afectar nuestro testimonio, traiga perjuicio a quienes nos rodean; para permanecer atentos a cualquier acechanza del diablo y finalmente, para asegurarnos que las pautas de comportamiento estén sujetas a Dios conforme lo describe Su Palabra, la Biblia.
Nadie está exento de caer. Tampoco nos debe sorprender que ocurra ni menos, asumir una actitud hipócrita de crítica, desconociendo que nosotros también fallamos. Antes que expresar críticas frente a quienes recayeron espiritualmente, es necesario brindarles nuestro apoyo.
¡Cuídese de no ir a caer! No olvide jamás que la única salida estriba en una dependencia permanente de Jesucristo y su poder.
Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirme ahora mismo.
s. Fernando Alexis Jiménez
Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Página en Internet
[url=http://www.adorador.com/heraldosdelapalabra]http://www.adorador.com/heraldosdelapalabra[/url]
Su sorpresa no fue mayor que la mía. No podía concebir que estuviera de nuevo en las calles. Menos cuando le vi fortalecido espiritualmente, con una esposa y dos hijas preciosas que le acompañaban al templo, y la firme decisión de ingresar al seminario bíblico para cursar la carrera de teología. Deseaba ser pastor.
Su recaída se produjo con un pensamiento: ¿Qué pasaría si por una vez consumía de nuevo? “No pasará nada. Podré vencer”, razonaba. La tentación le asaltó por varios días hasta que un domingo, después de salir del servicio religioso y tras esgrimir el pretexto de dar una vuelta, volvió al lugar donde por años le abastecieron. No pasó un mes antes que dejara de asistir a las reuniones, vendiera la guitarra para consumir más, y decidiera alejarse de su hogar, señalando a su esposa como autora de su desgracia. No encontró a nadie más en quien escudarse...
¿Qué hacer? ¿Volverle la espalda? ¿Decirle que no regrese a la congregación? Revisamos todas las posibilidades y concluimos en uno de los planteamientos más hermosos que hiciera el Señor Jesucristo: “...Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar justos sino a pecadores al arrepentimiento.” (Lucas 5:31, 32).
Tras revisar su caso, meditamos un rato sobre las razones que desencadenan la caída espiritual en la vida de un cristiano...
Frente a la posibilidad de un revés espiritual
Un revés espiritual tiene origen en varios factores que podríamos sintetizar en:
a.- Autosuficiencia
b.- Nos falta depender de Dios
c.- Falta de sabiduría al decidir qué hacemos
d.- Desconocer las artimañas del diablo
e.- Permitir que la ansiedad tome control de nuestra vida
Autosuficiencia
Con frecuencia el cristiano considera que espiritualmente avanzó lo suficiente para enfrentar la tentación. Eso genera una confianza desmedida y sin fundamento, causa de muchas caídas. Es sobre ese aspecto que advirtió el apóstol Pablo cuando escribió: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Corintios 10:12). Descarte de plano la autosuficiencia que embarga a muchos porque puede ser el comienzo del desmoronamiento espiritual en su existencia.
Esta posición errada me hace recordar al equilibrista puertorriqueño que, después de muchos años caminando en la cuerda floja, un atardecer dijo a sus ayudantes que no necesitaba mayor seguridad. “El viento es suave y creo que podré cruzar esta distancia sin mayores contratiempos”, explicó. Iba a salvar la distancia entre dos edificios. Pero justo cuando iba a llegar a su meta, con decenas de personas mirando expectantes el espectáculo, una corriente de aire lo derribó. Gracias a Dios se salvó, pero quedó paralítico. ¿La causa? Se confió demasiado, igual que ocurre con muchos creyentes.
Nos falta depender de Dios
Una carta que me llegó hace pocos días me hizo reflexionar en la crisis que golpea a los cristianos a punto de caer. Era de una joven con deseos de acabar con su vida. “Estoy al final del camino, no encuentro salida”, decía. En la respuesta le recordé la necesidad que tenemos de depender de Jesucristo en medio de las crisis.
Cuando llegan las tentaciones o los momentos difíciles, en los que estamos a punto de “tirar la toalla”, es decir de renunciar a nuestra consagración, es necesario prendernos de la mano del Creador, como advierte el propio apóstol Pablo: “No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis resistir”(1 Corintios 10:13).
Falta de sabiduría al decidir qué hacemos
El apóstol Pablo fue quien escribió un principio bíblico que jamás podemos olvidar, porque de lo contrario, corremos el peligro de incurrir en una recaída en nuestra vida espiritual. El planteó: “Todo me es lícito, pero no todo conviene; todo me es lícito, pero no todo edifica.” (1 Corintios 10:23).
A nuestro alcance está el hacer muchas cosas, pero no todas contribuyen a nuestra edificación personal y espiritual. Por el contrario, seguir el camino que los demás, puede meternos en graves problemas y llevarnos incluso a un progresivo alejamiento de Dios. Es necesario que seamos muy cuidadosos de todo lo que pensamos y de lo que hacemos.
Desconocer las artimañas del diablo
En su primera carta universal, el apóstol Pedro advirtió: “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar...” (1 Pedro 5:8).
Desconocer las artimañas de nuestro enemigo espiritual es una decisión desafortunada. Lo más probable es que caigamos en una crisis cuando menos lo esperemos. Poco a poco nos vamos enredando hasta caer en la trampa. Traigo a mi memoria una artista de circo que se presentó en la televisión del Perú. Su espectáculo era jugar con una serpiente. Un día que se presentaba por la televisión, el animal la mordió. ¿La razón? Le asustó el ruido generado por el público en los estudios de grabación. La mujer había olvidado que la naturaleza de la víbora era atacar al menor vestigio de peligro. Satanás ataca a los que se descuidan.
Permitir que la ansiedad tome control de nuestra vida
Cuando entramos en crisis, una de las primeras manifestaciones son las preocupaciones que toman fuerza hasta convertirse en periódicas depresiones. Es frecuente. Esa situación lleva a otra más: el desánimo considerar que no vale la pena seguir adelante.
Frente a situaciones así, que han estado presentes en la historia del hombre, el apóstol Pedro escribió: “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:6, 7).
Permanecer vigilantes
El cristiano debe permanecer en una actitud vigilante: para que su fortaleza esté afincada en Dios y no en sus propias capacidades; para ser cuidadosos en el momento de tomar decisiones o asumir algún hábito o comportamiento que además de afectar nuestro testimonio, traiga perjuicio a quienes nos rodean; para permanecer atentos a cualquier acechanza del diablo y finalmente, para asegurarnos que las pautas de comportamiento estén sujetas a Dios conforme lo describe Su Palabra, la Biblia.
Nadie está exento de caer. Tampoco nos debe sorprender que ocurra ni menos, asumir una actitud hipócrita de crítica, desconociendo que nosotros también fallamos. Antes que expresar críticas frente a quienes recayeron espiritualmente, es necesario brindarles nuestro apoyo.
¡Cuídese de no ir a caer! No olvide jamás que la única salida estriba en una dependencia permanente de Jesucristo y su poder.
Si tiene alguna inquietud, no dude en escribirme ahora mismo.
s. Fernando Alexis Jiménez
Correo electrónico: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Página en Internet
[url=http://www.adorador.com/heraldosdelapalabra]http://www.adorador.com/heraldosdelapalabra[/url]