Frente a la encrucijada ¿Qué decisión tomar?

El médico no dio espacio a mayores vacilaciones. Las circunstancias obligaban a que escogiera. Estaban en juego la vida de la madre o la del pequeño que recién nacería.

Para Arístides aquella era una decisión difícil. Se rascó la cabeza. Miró a todas partes como si en las paredes pudiese encontrar una respuesta. Después se derrumbó en el sofá, abrumado por la opción que debía tomar...

En otro espacio del hospital, el cirujano enfrentó al padre. No se anduvo con rodeos. Le explicó que la transfusión de sangre era ineludible. De otra manera, su hijo iba a morir. El hombre lo miró con desconcierto. Sabía que era lo más apropiado, según la ciencia. Pero enfrentaba una terrible crisis de conciencia. Su organización religiosa no se lo permitía. Sería rechazado y no faltaría quien le cuestionara su testimonio de fe...

Cerca de allí la chica le explica a su novio que está embarazada. Tiene dos meses de gestación. En casa no saben nada. Decirlo sería una locura. Perdería la oportunidad de seguir estudiando la licenciatura en lenguas modernas en la universidad. “Tener un hijo ahora ¡ni pensarlo!” le dijo. Ella no podía concebir que aquél joven que la instaba a abortar, fuera el mismo con el que compartió varios meses de relación. No sabía qué decir ni qué pensar...

¿Qué opción es la más aconsejable?

Recuerdo cierta ocasión que iba con mi familia camino de una casa de campo, lejos de la ciudad. Todo marchó bien hasta que llegamos a un cruce de carreteras. Miré alrededor. No se veía a nadie próximo. Y, cualquiera que fuera el camino, implicaba que pasaría mucho tiempo antes de encontrar un parroquiano que me orientara. ¿Qué camino tomar?

Estoy seguro que es la misma situación y el mismo interrogante que se ha formulado una y otra vez cuando está en medio de una encrucijada. Usted bien sabe que una mala decisión trae sus consecuencias.

Pasos para tomar la mejor decisión

Hace muchos siglos uno de los patriarcas de Israel se vio inmerso en el mismo laberinto. Regresaba de Egipto de protagonizar un mal momento. Abram se encaminada a un lugar dónde residir junto con su esposa Sarai y su sobrino Lot. Traían consigo muchos bienes. La historia la podemos leer en el libro del Génesis, capítulo 13, versículos del 1 al 18. El siguió cuatro pasos que comparto hoy con usted, en la certeza que le serán de gran ayuda.

1.- Tener calma al momento de tomar una decisión

El primer gran inconveniente al que se enfrentó Abram, estaba representado en la lucha que libraban sus servidores, con los de Lot, su sobrino. “También Lot, que iba acompañando a Abram, tenía rebaños, ganado y tiendas de campaña. La región donde estaban no daba abasto para mantener a los dos, porque tenían demasiado como para vivir juntos. Por eso comenzaron las fricciones entre los pastores de los rebaños de Abram y los que cuidaban los ganados de Lot. Además, los cananeos y los ferezeos también habitaban allí en aquel tiempo.”(versículos 5 al 7. Nueva Versión Internacional).

¿Qué hacer? Abram hizo lo apropiado. No permitió que el calor del momento lo condujera a profundizar el enfrentamiento. Tenía claro que, cuando tomamos una decisión apresurada, generalmente incurrimos en graves errores. En cambio, guardó la calma y buscó un acuerdo justo y concertado.

“Así que Abram le dijo a Lot: «No debe haber pleitos entre nosotros, ni entre nuestros pastores, porque somos parientes. Allí tienes toda la tierra a tu disposición. Por favor, aléjate de mí. Si te vas a la izquierda, yo me iré a la derecha, y si te vas a la derecha, yo me iré a la izquierda.»” (versículos 8, 9. Nueva Versión Internacional).

Medir nuestra capacidad de reacción y hasta qué punto conservamos la calma en momentos tensos, es fácil. Basta con preguntarnos ¿Qué habríamos hecho si nos encontráramos en la misma situación de Abram?

2.- No apresurarnos a decidir; medir las consecuencias

La Biblia es muy gráfica cuando describe: “Lot levantó la vista y observó que todo el valle del Jordán, hasta Zoar, era tierra de regadío, como el jardín del Señor o como la tierra de Egipto. Así era antes de que el Señor destruyera a Sodoma y a Gomorra. Entonces Lot escogió para sí todo el valle del Jordán, y partió hacia el oriente. Fue así como Abram y Lot se separaron.”(versículos 10 y 11).

Sin duda, se apresuró. Se dejó mover por una corazonada. El convencimiento que lo más hermoso a la vista, es lo más indicado. Cuando nos dejamos mover por las emociones, solemos incurrir en errores fruto de decisiones de las que luego nos arrepentimos. Por esa razón, lo más indicado es medir las consecuencias antes de actuar. Si lo hiciéramos, nos evitaríamos muchos dolores de cabeza.

3.- Tener confianza que Dios nos respalda

Si consultamos nuestras decisiones a Dios, no hay que temer. Basta tener confianza. Albergar la certeza de que, cualquiera sean las circunstancias, si vamos de la mano de Aquél que todo lo puede, nada malo puede ocurrirnos.

El pasaje relata que “Abram se quedó a vivir en la tierra de Canaán, mientras que Lot se fue a vivir entre las ciudades del valle, estableciendo su campamento cerca de la ciudad de Sodoma. Los habitantes de Sodoma eran malvados y cometían muy graves pecados contra el Señor.”(versículos 12 y 13). No le importó que quizá no le hubiese correspondido el mejor lugar.

Este fin de semana que escuché predicar a un pastor amigo, me impactó una frase que traigo a colación. La escribí en mi agenda, pero hoy más que nunca tiene aplicación. Decía: “Dios con mucho, no hace nada; con poco, hace mucho; sin nada, lo hace todo”. Y digo que tiene significación porque si estamos en el centro mismo de Su voluntad, Dios nos bendecirá, cualquiera sea la situación por la que atravesemos.

4.- Si nos sometemos a Dios, Él nos bendice

No imagino a Abram quejándose o arrepentido por la decisión. El sabía en Quién había creído. Por eso confiaba. Y cuando lo hacemos, Dios nos bendice. Ese es el secreto: una fe inquebrantable y una confianza a toda prueba.

El relato continúa diciendo: “Después de que Lot se separó de Abram, el Señor le dijo: «Abram, levanta la vista desde el lugar donde estás, y mira hacia el norte y hacia el sur, hacia el este y hacia el oeste. Yo te daré a ti y a tu descendencia, para siempre, toda la tierra que abarca tu mirada. Multiplicaré tu descendencia como el polvo de la tierra. Si alguien puede contar el polvo de la tierra, también podrá contar tus descendientes. ¡Ve y recorre el país a lo largo y a lo ancho, porque a ti te lo daré!» Entonces Abram levantó su campamento y se fue a vivir cerca de Hebrón, junto al encinar de Mamré. Allí erigió un altar al Señor.”(versículos 14 al 18).

Concluyo la alusión a un pastor amigo al que le asignaron en una iglesia pequeña. Tenía ocho personas como congregantes. Otros ministros del evangelio habían salido de huida, desconsolados porque sus esfuerzos no prosperaban. El panorama era desolador.

Sus allegados le aconsejaron no aceptar. Pero Jorge Mosquera es tozudo. Demasiado diría yo. Pero además, un hombre de fe. Aceptó el reto. Y comenzó a trabajar en la obra, pero también a orar. Y Dios compensó su esfuerzo. Él vio la fe y confianza de este siervo.

Jorge aplicó los cuatro principios que le invito a asumir en su vida cuando se encuentre a las puertas de tomar una decisión determinante para su existencia. Si deposita plenamente su confianza en Dios, tengo la certeza que no se arrepentirá.

Si le asalta alguna duda, escríbame ahora mismo. Estoy para servirle.

Ps. Fernando Alexis Jiménez
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