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1:1 En el primer tratado, oh Teófilo,
hablé acerca de todas las cosas que Jesús comenzó
a hacer y a enseñar,
1:2 hasta el día en que fue recibido arriba, después
de haber dado mandamientos por el Espíritu Santo a los apóstoles
que había escogido;
1:3 a quienes también, después de haber padecido, se
presentó vivo con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles
durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios.
1:4 Y estando juntos, les mandó que no
se fueran de Jerusalén, sino que esperasen la promesa del Padre,
la cual, les dijo, oísteis de mí.
1:5 Porque Juan ciertamente bautizó con
agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo
dentro de no muchos días.
La ascensión
1:6 Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo:
Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?
1:7 Y les dijo: No os toca a vosotros saber los
tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad;
1:8 pero recibiréis poder, cuando haya
venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos
en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último
de la tierra.
1:9 Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado,
y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos.
1:10 Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto
que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones
con vestiduras blancas,
1:11 los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por
qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que
ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis
visto ir al cielo.
Elección del sucesor de Judas
1:12 Entonces volvieron a Jerusalén desde el monte que se llama
del Olivar, el cual está cerca de Jerusalén, camino de un
día de reposo.
1:13 Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo,
Juan, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo
hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas hermano de Jacobo.
1:14 Todos éstos perseveraban unánimes en oración
y ruego, con las mujeres, y con María la madre de Jesús,
y con sus hermanos.
1:15 En aquellos días Pedro se levantó en medio de los
hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en número), y dijo:
1:16 Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura
en que el Espíritu Santo habló antes por boca de David acerca
de Judas, que fue guía de los que prendieron a Jesús,
1:17 y era contado con nosotros, y tenía parte en este ministerio.
1:18 Este, pues, con el salario de su iniquidad adquirió un
campo, y cayendo de cabeza, se reventó por la mitad, y todas sus
entrañas se derramaron.
1:19 Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusalén, de tal
manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acéldama, que
quiere decir, Campo de sangre.
1:20 Porque está escrito en el libro de los Salmos:
Sea hecha desierta su habitación,
Y no haya quien more en ella;
y:
Tome otro su oficio.
1:21 Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos
con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y
salía entre nosotros,
1:22 comenzando desde el bautismo de Juan
hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba,
uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurrección.
1:23 Y señalaron a dos: a José, llamado Barsabás,
que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías.
1:24 Y orando, dijeron: Tú, Señor, que conoces los corazones
de todos, muestra cuál de estos dos has escogido,
1:25 para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que
cayó Judas por transgresión, para irse a su propio lugar.
1:26 Y les echaron suertes, y la suerte cayó sobre Matías;
y fue contado con los once apóstoles.
Primer discurso de Pedro
2:14 Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó
la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los
que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd
mis palabras.
2:15 Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis,
puesto que es la hora tercera del día.
2:16 Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
2:17 Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
2:18 Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas
en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.
2:19 Y daré prodigios arriba en el cielo,
Y señales abajo en la tierra,
Sangre y fuego y vapor de humo;
2:20 El sol se convertirá en tinieblas,
Y la luna en sangre,
Antes que venga el día del Señor,
Grande y manifiesto;
2:21 Y todo aquel que invocare el nombre del Señor,
será salvo.
2:22 Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno,
varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios
y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como
vosotros mismos sabéis;
2:23 a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado
conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole;
2:24 al cual Dios levantó,
sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido
por ella.
2:25 Porque David dice de él:
Veía al Señor siempre delante de mí;
Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
2:26 Por lo cual mi corazón se alegró,
y se gozó mi lengua,
Y aun mi carne descansará en esperanza;
2:27 Porque no dejarás mi alma en el Hades,
Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.
2:28 Me hiciste conocer los caminos de la vida;
Me llenarás de gozo con tu presencia.
2:29 Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David,
que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros
hasta el día de hoy.
2:30 Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había
jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría
al Cristo para que se sentase en su trono,
2:31 viéndolo antes, habló de la resurrección
de Cristo, que su alma no fue dejada en el Hades, ni su carne vio corrupción.
2:32 A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros
somos testigos.
2:33 Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido
del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros
veis y oís.
2:34 Porque David no subió a los cielos; pero él mismo
dice:
Dijo el Señor a mi Señor:
Siéntate a mi diestra,
2:35 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
2:36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que
a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor
y Cristo.
2:37 Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron
a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué
haremos?
2:38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno
de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados;
y recibiréis el don del Espíritu Santo.
2:39 Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para
todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro
Dios llamare.
2:40 Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo:
Sed salvos de esta perversa generación.
2:41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados;
y se añadieron aquel día como tres mil personas.
2:42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión
unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
La vida de los primeros cristianos
2:43 Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y señales
eran hechas por los apóstoles.
2:44 Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían
en común todas las cosas;
2:45 y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían
a todos según la necesidad de cada uno.
2:46 Y perseverando unánimes cada día en el templo, y
partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría
y sencillez de corazón,
2:47 alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Señor
añadía cada día a la iglesia los que habían
de ser salvos.
Discurso de Pedro en el pórtico de Salomón
3:11 Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido
sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico
que se llama de Salomón.
3:12 Viendo esto Pedro, respondió al pueblo: Varones israelitas,
¿por qué os maravilláis de esto? ¿o por qué
ponéis los ojos en nosotros, como si por nuestro poder o piedad
hubiésemos hecho andar a éste?
3:13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres,
ha glorificado a su Hijo Jesús, a quien vosotros entregasteis y
negasteis delante de Pilato, cuando éste había resuelto ponerle
en libertad.
3:14 Mas vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se
os diese un homicida,
3:15 y matasteis al Autor de la vida, a quien Dios ha resucitado de
los muertos, de lo cual nosotros somos testigos.
3:16 Y por la fe en su nombre, a éste, que vosotros veis y conocéis,
le ha confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a éste
esta completa sanidad en presencia de todos vosotros.
3:17 Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis
hecho, como también vuestros gobernantes.
3:18 Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado
por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer.
3:19 Así que, arrepentíos y convertíos, para que
sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor
tiempos de refrigerio,
3:20 y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;
3:21 a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos
de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios
por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.
3:22 Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro
Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí;
a él oiréis en todas las cosas que os hable;
3:23 y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada
del pueblo.
3:24 Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado,
también han anunciado estos días.
3:25 Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios
hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán
benditas todas las familias de la tierra.
3:26 A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo
envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta
de su maldad.
Los creyentes piden confianza y valor
4:23 Y puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo
que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho.
4:24 Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes
la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios
que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay;
4:25 que por boca de David tu siervo dijiste:
¿Por qué se amotinan las gentes,
Y los pueblos piensan cosas vanas?
4:26 Se reunieron los reyes de la tierra,
Y los príncipes se juntaron en uno
Contra el Señor, y contra su Cristo.
4:27 Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo
Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes
y Poncio Pilato,
con los gentiles y el pueblo de Israel,
4:28 para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado
que sucediera.
4:29 Y ahora, Señor, mira sus amenazas, y concede a tus siervos
que con todo denuedo hablen tu palabra,
4:30 mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales
y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús.
4:31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló;
y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo
la palabra de Dios.
Todas las cosas en común
4:32 Y la multitud de los que habían creído era de un
corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de
lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común.
4:33 Y con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección
del Señor Jesús, y abundante gracia era sobre todos ellos.
4:34 Así que no había entre ellos ningún necesitado;
porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían,
y traían el precio de lo vendido,
4:35 y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía
a cada uno según su necesidad.
4:36 Entonces José, a quien los apóstoles pusieron por
sobrenombre Bernabé (que traducido es, Hijo de consolación),
levita, natural de Chipre,
4:37 como tenía una heredad, la vendió y trajo el precio
y lo puso a los pies de los apóstoles.
Muchas señales y maravillas
5:12 Y por la mano de los apóstoles se hacían muchas señales
y prodigios en el pueblo; y estaban todos unánimes en el pórtico
de Salomón.
5:13 De los demás, ninguno se atrevía a juntarse con
ellos; mas el pueblo los alababa grandemente.
5:14 Y los que creían en el Señor aumentaban más,
gran número así de hombres como de mujeres;
5:15 tanto que sacaban los enfermos a las calles, y los ponían
en camas y lechos, para que al pasar Pedro, a lo menos su sombra cayese
sobre alguno de ellos.
5:16 Y aun de las ciudades vecinas muchos venían a Jerusalén,
trayendo enfermos y atormentados de espíritus inmundos; y todos
eran sanados.
Pedro y Juan son perseguidos
5:17 Entonces levantándose el sumo sacerdote y todos los que
estaban con él, esto es, la secta de los saduceos, se llenaron de
celos;
5:18 y echaron mano a los apóstoles y los pusieron en la cárcel
pública.
5:19 Mas un ángel del Señor, abriendo de noche las puertas
de la cárcel y sacándolos, dijo:
5:20 Id, y puestos en pie en el templo, anunciad al pueblo todas las
palabras de esta vida.
5:21 Habiendo oído esto, entraron de mañana en el templo,
y enseñaban. Entre tanto, vinieron el sumo sacerdote y los que estaban
con él, y convocaron al concilio y a todos los ancianos de los hijos
de Israel, y enviaron a la cárcel para que fuesen traídos.
5:22 Pero cuando llegaron los alguaciles, no los hallaron en la cárcel;
entonces volvieron y dieron aviso,
5:23 diciendo: Por cierto, la cárcel hemos hallado cerrada con
toda seguridad, y los guardas afuera de pie ante las puertas; mas cuando
abrimos, a nadie hallamos dentro.
5:24 Cuando oyeron estas palabras el sumo sacerdote y el jefe de la
guardia del templo y los principales sacerdotes, dudaban en qué
vendría a parar aquello.
5:25 Pero viniendo uno, les dio esta noticia: He aquí, los varones
que pusisteis en la cárcel están en el templo, y enseñan
al pueblo.
5:26 Entonces fue el jefe de la guardia con los alguaciles, y los trajo
sin violencia, porque temían ser apedreados por el pueblo.
5:27 Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo
sacerdote les preguntó,
5:28 diciendo: ¿No os mandamos estrictamente que no enseñaseis
en ese nombre? Y ahora habéis llenado a Jerusalén de vuestra
doctrina, y queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre.
5:29 Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario
obedecer a Dios antes que a los hombres.
5:30 El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien
vosotros matasteis colgándole en un madero.
5:31 A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe
y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados.
5:32 Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también
el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.
5:33 Ellos, oyendo esto, se enfurecían y querían matarlos.
5:34 Entonces levantándose en el concilio un fariseo llamado
Gamaliel, doctor de la ley, venerado de todo el pueblo, mandó que
sacasen fuera por un momento a los apóstoles,
5:35 y luego dijo: Varones israelitas, mirad por vosotros lo que vais
a hacer respecto a estos hombres.
5:36 Porque antes de estos días se levantó Teudas, diciendo
que era alguien. A éste se unió un número como de
cuatrocientos hombres; pero él fue muerto, y todos los que le obedecían
fueron dispersados y reducidos a nada.
5:37 Después de éste, se levantó Judas el galileo,
en los días del censo, y llevó en pos de sí a mucho
pueblo. Pereció también él, y todos los que le obedecían
fueron dispersados.
5:38 Y ahora os digo: Apartaos de estos hombres, y dejadlos; porque
si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá;
5:39 mas si es de Dios, no la podréis destruir; no seáis
tal vez hallados luchando contra Dios.
5:40 Y convinieron con él; y llamando a los apóstoles,
después de azotarlos, les intimaron que no hablasen en el nombre
de Jesús, y los pusieron en libertad.
5:41 Y ellos salieron de la presencia del concilio, gozosos de haber
sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre.
5:42 Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban
de enseñar y predicar a Jesucristo.
Arresto de Esteban
6:8 Y Esteban, lleno de gracia y de poder, hacía grandes prodigios
y señales entre el pueblo.
6:9 Entonces se levantaron unos de la sinagoga llamada de los libertos,
y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia, disputando
con Esteban.
6:10 Pero no podían resistir a la sabiduría y al Espíritu
con que hablaba.
6:11 Entonces sobornaron a unos para que dijesen que le habían
oído hablar palabras blasfemas contra Moisés y contra Dios.
6:12 Y soliviantaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas; y
arremetiendo, le arrebataron, y le trajeron al concilio.
6:13 Y pusieron testigos falsos que decían: Este hombre no cesa
de hablar palabras blasfemas contra este lugar santo y contra la ley;
6:14 pues le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret
destruirá este lugar, y cambiará las costumbres que nos dio
Moisés.
6:15 Entonces todos los que estaban sentados en el concilio, al fijar
los ojos en él, vieron su rostro como el rostro de un ángel.
Predicación del evangelio en Samaria
8:4 Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando
el evangelio.
8:5 Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba
a Cristo.
8:6 Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que
decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía.
8:7 Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían
éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran
sanados;
8:8 así que había gran gozo en aquella ciudad.
8:9 Pero había un hombre llamado Simón, que antes ejercía
la magia en aquella ciudad, y había engañado a la gente de
Samaria, haciéndose pasar por algún grande.
8:10 A éste oían atentamente todos, desde el más
pequeño hasta el más grande, diciendo: Este es el gran poder
de Dios.
8:11 Y le estaban atentos, porque con sus artes mágicas les
había engañado mucho tiempo.
8:12 Pero cuando creyeron a Felipe, que anunciaba el evangelio del
reino de Dios y el nombre de Jesucristo, se bautizaban hombres y mujeres.
8:13 También creyó Simón mismo, y habiéndose
bautizado, estaba siempre con Felipe; y viendo las señales y grandes
milagros que se hacían, estaba atónito.
8:14 Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén oyeron
que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá
a Pedro y a Juan;
8:15 los cuales, habiendo venido, oraron por ellos para que recibiesen
el Espíritu Santo;
8:16 porque aún no había descendido sobre ninguno de
ellos, sino que solamente habían sido bautizados en el nombre de
Jesús.
8:17 Entonces les imponían las manos, y recibían el Espíritu
Santo.
8:18 Cuando vio Simón que por la imposición de las manos
de los apóstoles se daba el Espíritu Santo, les ofreció
dinero,
8:19 diciendo: Dadme también a mí este poder, para que
cualquiera a quien yo impusiere las manos reciba el Espíritu Santo.
8:20 Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has
pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.
8:21 No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu
corazón no es recto delante de Dios.
8:22 Arrepiéntete, pues, de esta tu maldad, y ruega a Dios,
si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón;
8:23 porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que
estás.
8:24 Respondiendo entonces Simón, dijo: Rogad vosotros por mí
al Señor, para que nada de esto que habéis dicho venga sobre
mí.
8:25 Y ellos, habiendo testificado y hablado la palabra de Dios, se
volvieron a Jerusalén, y en muchas poblaciones de los samaritanos
anunciaron el evangelio.
Felipe y el etíope
8:26 Un ángel del Señor habló a Felipe, diciendo:
Levántate y ve hacia el sur, por el camino que desciende de Jerusalén
a Gaza, el cual es desierto.
8:27 Entonces él se levantó y fue. Y sucedió que
un etíope, eunuco, funcionario de Candace reina de los etíopes,
el cual estaba sobre todos sus tesoros, y había venido a Jerusalén
para adorar,
8:28 volvía sentado en su carro, y leyendo al profeta Isaías.
8:29 Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate
a ese carro.
8:30 Acudiendo Felipe, le oyó que leía al profeta Isaías,
y dijo: Pero ¿entiendes lo que lees?
8:31 El dijo: ¿Y cómo podré, si alguno no me enseñare?
Y rogó a Felipe que subiese y se sentara con él.
8:32 El pasaje de la Escritura que leía era este:
Como oveja a la muerte fue llevado;
Y como cordero mudo delante del que lo trasquila,
Así no abrió su boca.
8:33 En su humillación no se le hizo justicia;
Mas su generación, ¿quién la contará?
Porque fue quitada de la tierra su vida.
8:34 Respondiendo el eunuco, dijo a Felipe: Te ruego que me digas:
¿de quién dice el profeta esto; de sí mismo, o de
algún otro?
8:35 Entonces Felipe, abriendo su boca, y comenzando desde esta escritura,
le anunció el evangelio de Jesús.
8:36 Y yendo por el camino, llegaron a cierta agua, y dijo el eunuco:
Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?
8:37 Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo,
dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.
8:38 Y mandó parar el carro; y descendieron ambos al agua, Felipe
y el eunuco, y le bautizó.
8:39 Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor
arrebató a Felipe; y el eunuco no le vio más, y siguió
gozoso su camino.
8:40 Pero Felipe se encontró en Azoto; y pasando, anunciaba
el evangelio en todas las ciudades, hasta que llegó a Cesarea.
Saulo predica en Damasco
9:20 En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo que éste
era el Hijo de Dios.
9:21 Y todos los que le oían estaban atónitos, y decían:
¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que
invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante
los principales sacerdotes?
9:22 Pero Saulo mucho más se esforzaba, y confundía a
los judíos que moraban en Damasco, demostrando que Jesús
era el Cristo.
Saulo escapa de los judíos
9:23 Pasados muchos días, los judíos resolvieron en consejo
matarle;
9:24 pero sus asechanzas llegaron a conocimiento de Saulo. Y ellos
guardaban las puertas de día y de noche para matarle.
9:25 Entonces los discípulos, tomándole de noche, le
bajaron por el muro, descolgándole en una canasta.
Saulo en Jerusalén
9:26 Cuando llegó a Jerusalén, trataba de juntarse con
los discípulos; pero todos le tenían miedo, no creyendo que
fuese discípulo.
9:27 Entonces Bernabé, tomándole, lo trajo a los apóstoles,
y les contó cómo Saulo había visto en el camino al
Señor, el cual le había hablado, y cómo en Damasco
había hablado valerosamente en el nombre de Jesús.
9:28 Y estaba con ellos en Jerusalén; y entraba y salía,
9:29 y hablaba denodadamente en el nombre del Señor, y disputaba
con los griegos; pero éstos procuraban matarle.
9:30 Cuando supieron esto los hermanos, le llevaron hasta Cesarea,
y le enviaron a Tarso.
9:31 Entonces las iglesias tenían paz por toda Judea, Galilea
y Samaria; y eran edificadas, andando en el temor del Señor, y se
acrecentaban fortalecidas por el Espíritu Santo.
Curación de Eneas
9:32 Aconteció que Pedro, visitando a todos, vino también
a los santos que habitaban en Lida.
9:33 Y halló allí a uno que se llamaba Eneas, que hacía
ocho años que estaba en cama, pues era paralítico.
9:34 Y le dijo Pedro: Eneas, Jesucristo te sana; levántate,
y haz tu cama. Y en seguida se levantó.
9:35 Y le vieron todos los que habitaban en Lida y en Sarón,
los cuales se convirtieron al Señor.
Dorcas es resucitada
9:36 Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita,
que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en
limosnas que hacía.
9:37 Y aconteció que en aquellos días enfermó
y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala.
9:38 Y como Lida estaba cerca de Jope, los discípulos, oyendo
que Pedro estaba allí, le enviaron dos hombres, a rogarle: No tardes
en venir a nosotros.
9:39 Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó,
le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando
las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba
con ellas.
9:40 Entonces, sacando a todos, Pedro se puso de rodillas y oró;
y volviéndose al cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella
abrió los ojos, y al ver a Pedro, se incorporó.
9:41 Y él, dándole la mano, la levantó; entonces,
llamando a los santos y a las viudas, la presentó viva.
9:42 Esto fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor.
9:43 Y aconteció que se quedó muchos días en Jope
en casa de un cierto Simón, curtidor.
La iglesia en Antioquía
11:19 Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la
persecución que hubo con motivo de Esteban,
pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la
palabra, sino sólo a los judíos.
11:20 Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de Cirene,
los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron también
a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús.
11:21 Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número
creyó y se convirtió al Señor.
11:22 Llegó la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia
que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé que fuese hasta
Antioquía.
11:23 Este, cuando llegó, y vio la gracia de Dios, se regocijó,
y exhortó a todos a que con propósito de corazón permaneciesen
fieles al Señor.
11:24 Porque era varón bueno, y lleno del Espíritu Santo
y de fe. Y una gran multitud fue agregada al Señor.
11:25 Después fue Bernabé a Tarso para buscar a Saulo;
y hallándole, le trajo a Antioquía.
11:26 Y se congregaron allí todo un año con la iglesia,
y enseñaron a mucha gente; y a los discípulos se les llamó
cristianos por primera vez en Antioquía.
11:27 En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén
a Antioquía.
11:28 Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo,
daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre
en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio.
11:29 Entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía,
determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea;
11:30 lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos
por mano de Bernabé y de Saulo.
Pedro es librado de la cárcel
12:6 Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro
durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante
de la puerta custodiaban la cárcel.
12:7 Y he aquí que se presentó un ángel del Señor,
y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en
el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las
cadenas se le cayeron de las manos.
12:8 Le dijo el ángel: Cíñete, y átate
las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu
manto, y sígueme.
12:9 Y saliendo, le seguía; pero no sabía que era verdad
lo que hacía el ángel, sino que pensaba que veía una
visión.
12:10 Habiendo pasado la primera y la segunda guardia, llegaron a la
puerta de hierro que daba a la ciudad, la cual se les abrió por
sí misma; y salidos, pasaron una calle, y luego el ángel
se apartó de él.
12:11 Entonces Pedro, volviendo en sí, dijo: Ahora entiendo
verdaderamente que el Señor ha enviado su ángel, y me ha
librado de la mano de Herodes, y de todo lo que el pueblo de los judíos
esperaba.
12:12 Y habiendo considerado esto, llegó a casa de María
la madre de Juan, el que tenía por sobrenombre Marcos, donde muchos
estaban reunidos orando.
12:13 Cuando llamó Pedro a la puerta del patio, salió
a escuchar una muchacha llamada Rode,
12:14 la cual, cuando reconoció la voz de Pedro, de gozo no
abrió la puerta, sino que corriendo adentro, dio la nueva de que
Pedro estaba a la puerta.
12:15 Y ellos le dijeron: Estás loca. Pero ella aseguraba que
así era. Entonces ellos decían: ¡Es su ángel!
12:16 Mas Pedro persistía en llamar; y cuando abrieron y le
vieron, se quedaron atónitos.
12:17 Pero él, haciéndoles con la mano señal de
que callasen, les contó cómo el Señor le había
sacado de la cárcel. Y dijo: Haced saber esto a Jacobo y a los hermanos.
Y salió, y se fue a otro lugar.
12:18 Luego que fue de día, hubo no poco alboroto entre los
soldados sobre qué había sido de Pedro.
12:19 Mas Herodes, habiéndole buscado sin hallarle, después
de interrogar a los guardas, ordenó llevarlos a la muerte. Después
descendió de Judea a Cesarea y se quedó allí.
Muerte de Herodes
12:20 Y Herodes estaba enojado contra los de Tiro y de Sidón;
pero ellos vinieron de acuerdo ante él, y sobornado Blasto, que
era camarero mayor del rey, pedían paz, porque su territorio era
abastecido por el del rey.
12:21 Y un día señalado, Herodes, vestido de ropas reales,
se sentó en el tribunal y les arengó.
12:22 Y el pueblo aclamaba gritando: ¡Voz de Dios, y no de hombre!
12:23 Al momento un ángel del Señor le hirió,
por cuanto no dio la gloria a Dios; y expiró comido de gusanos.
12:24 Pero la palabra del Señor crecía y se multiplicaba.
12:25 Y Bernabé y Saulo, cumplido su servicio, volvieron de
Jerusalén, llevando también consigo a Juan, el que tenía
por sobrenombre Marcos.
Los apóstoles predican en Chipre
13:4 Ellos, entonces, enviados por el Espíritu Santo, descendieron
a Seleucia, y de allí navegaron a Chipre.
13:5 Y llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas
de los judíos. Tenían también a Juan de ayudante.
13:6 Y habiendo atravesado toda la isla hasta Pafos, hallaron a cierto
mago, falso profeta, judío, llamado Barjesús,
13:7 que estaba con el procónsul Sergio Paulo, varón
prudente. Este, llamando a Bernabé y a Saulo, deseaba oír
la palabra de Dios.
13:8 Pero les resistía Elimas, el mago (pues así se traduce
su nombre), procurando apartar de la fe al procónsul.
13:9 Entonces Saulo, que también es Pablo, lleno del Espíritu
Santo, fijando en él los ojos,
13:10 dijo: ¡Oh, lleno de todo engaño y de toda maldad,
hijo del diablo, enemigo de toda justicia! ¿No cesarás de
trastornar los caminos rectos del Señor?
13:11 Ahora, pues, he aquí la mano del Señor está
contra ti, y serás ciego, y no verás el sol por algún
tiempo. E inmediatamente cayeron sobre él oscuridad y tinieblas;
y andando alrededor, buscaba quien le condujese de la mano.
13:12 Entonces el procónsul, viendo lo que había sucedido,
creyó, maravillado de la doctrina del Señor.
Pablo y Bernabé en Antioquía de Pisidia
13:13 Habiendo zarpado de Pafos, Pablo y sus compañeros arribaron
a Perge de Panfilia; pero Juan, apartándose de ellos, volvió
a Jerusalén.
13:14 Ellos, pasando de Perge, llegaron a Antioquía de Pisidia;
y entraron en la sinagoga un día de reposo y se sentaron.
13:15 Y después de la lectura de la ley y de los profetas, los
principales de la sinagoga mandaron a decirles: Varones hermanos, si tenéis
alguna palabra de exhortación para el pueblo, hablad.
13:16 Entonces Pablo, levantándose, hecha señal de silencio
con la mano, dijo: Varones israelitas, y los que teméis a Dios,
oíd:
13:17 El Dios de este pueblo de Israel escogió a nuestros padres,
y enalteció al pueblo, siendo ellos extranjeros en tierra de Egipto,
y con brazo levantado los sacó de ella.
13:18 Y por un tiempo como de cuarenta años los soportó
en el desierto;
13:19 y habiendo destruido siete naciones en la tierra de Canaán,
les dio en herencia su territorio.
13:20 Después, como por cuatrocientos cincuenta años,
les dio jueces
hasta el profeta Samuel.
13:21 Luego pidieron rey,
y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín,
por cuarenta años.
13:22 Quitado éste,
les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio
diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme
a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero.
13:23 De la descendencia de éste, y conforme a la promesa, Dios
levantó a Jesús por Salvador a Israel.
13:24 Antes de su venida, predicó Juan el bautismo de arrepentimiento
a todo el pueblo de Israel.
13:25 Mas cuando Juan terminaba su carrera, dijo: ¿Quién
pensáis que soy? No soy yo él;
mas he aquí viene tras mí uno de quien no soy digno de desatar
el calzado de los pies.
13:26 Varones hermanos, hijos del linaje de Abraham, y los que entre
vosotros teméis a Dios, a vosotros es enviada la palabra de esta
salvación.
13:27 Porque los habitantes de Jerusalén y sus gobernantes,
no conociendo a Jesús, ni las palabras de los profetas que se leen
todos los días de reposo, las cumplieron al condenarle.
13:28 Y sin hallar en él causa digna de muerte, pidieron a Pilato
que se le matase.
13:29 Y habiendo cumplido todas las cosas que de él estaban
escritas, quitándolo del madero, lo pusieron en el sepulcro.
13:30 Mas Dios le levantó de los muertos.
13:31 Y él se apareció durante muchos días a los
que habían subido juntamente con él de Galilea a Jerusalén,
los cuales ahora son sus testigos ante el pueblo.
13:32 Y nosotros también os anunciamos el evangelio de aquella
promesa hecha a nuestros padres,
13:33 la cual Dios ha cumplido a los hijos de ellos, a nosotros, resucitando
a Jesús; como está escrito también en el salmo segundo:
Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy.
13:34 Y en cuanto a que le levantó de los muertos para nunca
más volver a corrupción, lo dijo así: Os daré
las misericordias fieles de David.
13:35 Por eso dice también en otro salmo: No permitirás
que tu Santo vea corrupción.
13:36 Porque a la verdad David, habiendo servido a su propia generación
según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido con sus
padres, y vio corrupción.
13:37 Mas aquel a quien Dios levantó, no vio corrupción.
13:38 Sabed, pues, esto, varones hermanos: que por medio de él
se os anuncia perdón de pecados,
13:39 y que de todo aquello de que por la ley de Moisés no pudisteis
ser justificados, en él es justificado todo aquel que cree.
13:40 Mirad, pues, que no venga sobre vosotros lo que está dicho
en los profetas:
13:41 Mirad, oh menospreciadores, y asombraos, y desapareced;
Porque yo hago una obra en vuestros días,
Obra que no creeréis, si alguien os la contare.
13:42 Cuando salieron ellos de la sinagoga de los judíos, los
gentiles les rogaron que el siguiente día de reposo les hablasen
de estas cosas.
13:43 Y despedida la congregación, muchos de los judíos
y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé,
quienes hablándoles, les persuadían a que perseverasen en
la gracia de Dios.
13:44 El siguiente día de reposo se juntó casi toda la
ciudad para oír la palabra de Dios.
13:45 Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de
celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando.
13:46 Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron:
A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra
de Dios; mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos
de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles.
13:47 Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo:
Te he puesto para luz de los gentiles,
A fin de que seas para salvación hasta lo último de
la tierra.
13:48 Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra
del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida
eterna.
13:49 Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella
provincia.
13:50 Pero los judíos instigaron a mujeres piadosas y distinguidas,
y a los principales de la ciudad, y levantaron persecución contra
Pablo y Bernabé, y los expulsaron de sus límites.
13:51 Ellos entonces, sacudiendo contra ellos el polvo de sus pies,llegaron
a Iconio.
13:52 Y los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu
Santo.
Pablo es apedreado en Listra
14:8 Y cierto hombre de Listra estaba sentado, imposibilitado de los
pies, cojo de nacimiento, que jamás había andado.
14:9 Este oyó hablar a Pablo, el cual, fijando en él
sus ojos, y viendo que tenía fe para ser sanado,
14:10 dijo a gran voz: Levántate derecho sobre tus pies. Y él
saltó, y anduvo.
14:11 Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho, alzó
la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de
hombres han descendido a nosotros.
14:12 Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio,
porque éste era el que llevaba la palabra.
14:13 Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a
la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente
con la muchedumbre quería ofrecer sacrificios.
14:14 Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y Pablo,
rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces
14:15 y diciendo: Varones, ¿por qué hacéis esto?
Nosotros también somos hombres semejantes a vosotros, que os anunciamos
que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que hizo el cielo
y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay.
14:16 En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes
andar en sus propios caminos;
14:17 si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo
bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando
de sustento y de alegría nuestros corazones.
14:18 Y diciendo estas cosas, difícilmente lograron impedir
que la multitud les ofreciese sacrificio.
14:19 Entonces vinieron unos judíos de Antioquía y de
Iconio, que persuadieron a la multitud, y habiendo apedreado a Pablo, le
arrastraron fuera de la ciudad, pensando que estaba muerto.
14:20 Pero rodeándole los discípulos, se levantó
y entró en la ciudad; y al día siguiente salió con
Bernabé para Derbe.
14:21 Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y
de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía,
14:22 confirmando los ánimos de los discípulos, exhortándoles
a que permaneciesen en la fe, y diciéndoles: Es necesario que a
través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios.
14:23 Y constituyeron ancianos en cada iglesia, y habiendo orado con
ayunos, los encomendaron al Señor en quien habían creído.
El regreso a Antioquía de Siria
14:24 Pasando luego por Pisidia, vinieron a Panfilia.
14:25 Y habiendo predicado la palabra en Perge, descendieron a Atalia.
14:26 De allí navegaron a Antioquía, desde donde habían
sido encomendados a la gracia de Dios para la obra que habían cumplido.
14:27 Y habiendo llegado, y reunido a la iglesia, refirieron cuán
grandes cosas había hecho Dios con ellos, y cómo había
abierto la puerta de la fe a los gentiles.
14:28 Y se quedaron allí mucho tiempo con los discípulos.
Pablo se separa de Bernabé, y comienza su segundo viaje misionero
15:36 Después de algunos días, Pablo dijo a Bernabé:
Volvamos a visitar a los hermanos en todas las ciudades en que hemos anunciado
la palabra del Señor, para ver cómo están.
15:37 Y Bernabé quería que llevasen consigo a Juan, el
que tenía por sobrenombre Marcos;
15:38 pero a Pablo no le parecía bien llevar consigo al que
se había apartado de ellos desde Panfilia,
y no había ido con ellos a la obra.
15:39 Y hubo tal desacuerdo entre ellos, que se separaron el uno del
otro; Bernabé, tomando a Marcos, navegó a Chipre,
15:40 y Pablo, escogiendo a Silas, salió encomendado por los
hermanos a la gracia del Señor,
15:41 y pasó por Siria y Cilicia, confirmando a las iglesias.
La visión del varón macedonio
16:6 Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido
por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia;
16:7 y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu
no se lo permitió.
16:8 Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas.
16:9 Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón
macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia
y ayúdanos.
16:10 Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para
Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos
el evangelio.
Encarcelados en Filipos
16:11 Zarpando, pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia,
y el día siguiente a Neápolis;
16:12 y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia
de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días.
16:13 Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al
río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos,
hablamos a las mujeres que se habían reunido.
16:14 Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura,
de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor
abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que
Pablo decía.
16:15 Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo:
Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi
casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos.
16:16 Aconteció que mientras íbamos a la oración,
nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu
de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando.
16:17 Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos
hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino
de salvación.
16:18 Y esto lo hacía por muchos días; mas desagradando
a Pablo, éste se volvió y dijo al espíritu: Te mando
en el nombre de Jesucristo, que salgas de ella. Y salió en aquella
misma hora.
16:19 Pero viendo sus amos que había salido la esperanza de
su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante
las autoridades;
16:20 y presentándolos a los magistrados, dijeron: Estos hombres,
siendo judíos, alborotan nuestra ciudad,
16:21 y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir
ni hacer, pues somos romanos.
16:22 Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados,
rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas.
16:23 Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel,
mandando al carcelero que los guardase con seguridad.
16:24 El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo
de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo.
16:25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios;
y los presos los oían.
16:26 Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera
que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante
se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.
16:27 Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la
cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los
presos habían huido.
16:28 Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún
mal, pues todos estamos aquí.
16:29 El entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando,
se postró a los pies de Pablo y de Silas;
16:30 y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué
debo hacer para ser salvo?
16:31 Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás
salvo, tú y tu casa.
16:32 Y le hablaron la palabra del Señor a él y a todos
los que estaban en su casa.
16:33 Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche,
les lavó las heridas; y en seguida se bautizó él con
todos los suyos.
16:34 Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó
con toda su casa de haber creído a Dios.
16:35 Cuando fue de día, los magistrados enviaron alguaciles
a decir: Suelta a aquellos hombres.
16:36 Y el carcelero hizo saber estas palabras a Pablo: Los magistrados
han mandado a decir que se os suelte; así que ahora salid, y marchaos
en paz.
16:37 Pero Pablo les dijo: Después de azotarnos públicamente
sin sentencia judicial, siendo ciudadanos romanos, nos echaron en la cárcel,
¿y ahora nos echan encubiertamente? No, por cierto, sino vengan
ellos mismos a sacarnos.
16:38 Y los alguaciles hicieron saber estas palabras a los magistrados,
los cuales tuvieron miedo al oír que eran romanos.
16:39 Y viniendo, les rogaron; y sacándolos, les pidieron que
salieran de la ciudad.
16:40 Entonces, saliendo de la cárcel, entraron en casa de Lidia,
y habiendo visto a los hermanos, los consolaron, y se fueron.
Pablo y Silas en Berea
17:10 Inmediatamente, los hermanos enviaron de noche a Pablo y a Silas
hasta Berea. Y ellos, habiendo llegado, entraron en la sinagoga de los
judíos.
17:11 Y éstos eran más nobles que los que estaban en
Tesalónica, pues recibieron la palabra con toda solicitud, escudriñando
cada día las Escrituras para ver si estas cosas eran así.
17:12 Así que creyeron muchos de ellos, y mujeres griegas de
distinción, y no pocos hombres.
17:13 Cuando los judíos de Tesalónica supieron que también
en Berea era anunciada la palabra de Dios por Pablo, fueron allá,
y también alborotaron a las multitudes.
17:14 Pero inmediatamente los hermanos enviaron a Pablo que fuese hacia
el mar; y Silas y Timoteo se quedaron allí.
17:15 Y los que se habían encargado de conducir a Pablo le llevaron
a Atenas; y habiendo recibido orden para Silas y Timoteo, de que viniesen
a él lo más pronto que pudiesen, salieron.
Pablo en Atenas
17:16 Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía
viendo la ciudad entregada a la idolatría.
17:17 Así que discutía en la sinagoga con los judíos
y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían.
17:18 Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos
disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá
decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses;
porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección.
17:19 Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo:
¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que
hablas?
17:20 Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos,
pues, saber qué quiere decir esto.
17:21 (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí,
en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo
nuevo.)
17:22 Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo:
Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos;
17:23 porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también
un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO.
Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio.
17:24 El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él
hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos
hechos por manos humanas,
17:25 ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo;
pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas.
17:26 Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para
que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden
de los tiempos, y los límites de su habitación;
17:27 para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan
hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros.
17:28 Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos
de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo
somos.
17:29 Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad
sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación
de hombres.
17:30 Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia,
ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan;
17:31 por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará
al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando
fe a todos con haberle levantado de los muertos.
17:32 Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos,
unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra
vez.
17:33 Y así Pablo salió de en medio de ellos.
17:34 Mas algunos creyeron, juntándose con él; entre
los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris,
y otros con ellos.
Pablo regresa a Antioquía y comienza su tercer viaje misionero
18:22 Habiendo arribado a Cesarea, subió para saludar a la iglesia,
y luego descendió a Antioquía.
18:23 Y después de estar allí algún tiempo, salió,
recorriendo por orden la región de Galacia y de Frigia, confirmando
a todos los discípulos.
Apolos predica en Efeso
18:24 Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos,
natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras.
18:25 Este había sido instruido en el camino del Señor;
y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente
lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo
de Juan.
18:26 Y comenzó a hablar con denuedo en la sinagoga; pero cuando
le oyeron Priscila y Aquila, le tomaron aparte y le expusieron más
exactamente el camino de Dios.
18:27 Y queriendo él pasar a Acaya, los hermanos le animaron,
y escribieron a los discípulos que le recibiesen; y llegado él
allá, fue de gran provecho a los que por la gracia habían
creído;
18:28 porque con gran vehemencia refutaba públicamente a los
judíos, demostrando por las Escrituras que Jesús era el Cristo.
El alboroto en Efeso
19:23 Hubo por aquel tiempo un disturbio no pequeño acerca del
Camino.
19:24 Porque un platero llamado Demetrio, que hacía de plata
templecillos de Diana, daba no poca ganancia a los artífices;
19:25 a los cuales, reunidos con los obreros del mismo oficio, dijo:
Varones, sabéis que de este oficio obtenemos nuestra riqueza;
19:26 pero veis y oís que este Pablo, no solamente en Efeso,
sino en casi toda Asia, ha apartado a muchas gentes con persuasión,
diciendo que no son dioses los que se hacen con las manos.
19:27 Y no solamente hay peligro de que este nuestro negocio venga
a desacreditarse, sino también que el templo de la gran diosa Diana
sea estimado en nada, y comience a ser destruida la majestad de aquella
a quien venera toda Asia, y el mundo entero.
19:28 Cuando oyeron estas cosas, se llenaron de ira, y gritaron, diciendo:
¡Grande es Diana de los efesios!
19:29 Y la ciudad se llenó de confusión, y a una se lanzaron
al teatro, arrebatando a Gayo y a Aristarco, macedonios, compañeros
de Pablo.
19:30 Y queriendo Pablo salir al pueblo, los discípulos no le
dejaron.
19:31 También algunas de las autoridades de Asia, que eran sus
amigos, le enviaron recado, rogándole que no se presentase en el
teatro.
19:32 Unos, pues, gritaban una cosa, y otros otra; porque la concurrencia
estaba confusa, y los más no sabían por qué se habían
reunido.
19:33 Y sacaron de entre la multitud a Alejandro, empujándole
los judíos. Entonces Alejandro, pedido silencio con la mano, quería
hablar en su defensa ante el pueblo.
19:34 Pero cuando le conocieron que era judío, todos a una voz
gritaron casi por dos horas: ¡Grande es Diana de los efesios!
19:35 Entonces el escribano, cuando había apaciguado a la multitud,
dijo: Varones efesios, ¿y quién es el hombre que no sabe
que la ciudad de los efesios es guardiana del templo de la gran diosa Diana,
y de la imagen venida de Júpiter?
19:36 Puesto que esto no puede contradecirse, es necesario que os apacigüéis,
y que nada hagáis precipitadamente.
19:37 Porque habéis traído a estos hombres, sin ser sacrílegos
ni blasfemadores de vuestra diosa.
19:38 Que si Demetrio y los artífices que están con él
tienen pleito contra alguno, audiencias se conceden, y procónsules
hay; acúsense los unos a los otros.
19:39 Y si demandáis alguna otra cosa, en legítima asamblea
se puede decidir.
19:40 Porque peligro hay de que seamos acusados de sedición
por esto de hoy, no habiendo ninguna causa por la cual podamos dar razón
de este concurso.
19:41 Y habiendo dicho esto, despidió la asamblea.
Visita de despedida de Pablo en Troas
20:7 El primer día de la semana, reunidos los discípulos
para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día
siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche.
20:8 Y había muchas lámparas en el aposento alto donde
estaban reunidos;
20:9 y un joven llamado Eutico, que estaba sentado en la ventana, rendido
de un sueño profundo, por cuanto Pablo disertaba largamente, vencido
del sueño cayó del tercer piso abajo, y fue levantado muerto.
20:10 Entonces descendió Pablo y se echó sobre él,
y abrazándole, dijo: No os alarméis, pues está vivo.
20:11 Después de haber subido, y partido el pan y comido, habló
largamente hasta el alba; y así salió.
20:12 Y llevaron al joven vivo, y fueron grandemente consolados.
Viaje de Troas a Mileto
20:13 Nosotros, adelantándonos a embarcarnos, navegamos a Asón
para recoger allí a Pablo, ya que así lo había determinado,
queriendo él ir por tierra.
20:14 Cuando se reunió con nosotros en Asón, tomándole
a bordo, vinimos a Mitilene.
20:15 Navegando de allí, al día siguiente llegamos delante
de Quío, y al otro día tomamos puerto en Samos; y habiendo
hecho escala en Trogilio, al día siguiente llegamos a Mileto.
20:16 Porque Pablo se había propuesto pasar de largo a Efeso,
para no detenerse en Asia, pues se apresuraba por estar el día de
Pentecostés, si le fuese posible, en Jerusalén.
Discurso de despedida de Pablo en Mileto
20:17 Enviando, pues, desde Mileto a Efeso, hizo llamar a los ancianos
de la iglesia.
20:18 Cuando vinieron a él, les dijo: Vosotros sabéis
cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo, desde el primer
día que entré en Asia,
20:19 sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas,
y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos;
20:20 y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros
y enseñaros, públicamente y por las casas,
20:21 testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento
para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo.
20:22 Ahora, he aquí, ligado yo en espíritu, voy a Jerusalén,
sin saber lo que allá me ha de acontecer;
20:23 salvo que el Espíritu Santo por todas las ciudades me
da testimonio, diciendo que me esperan prisiones y tribulaciones.
20:24 Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para
mí mismo, con tal que acabe mi carrera
con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús,
para dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.
20:25 Y ahora, he aquí, yo sé que ninguno de todos vosotros,
entre quienes he pasado predicando el reino de Dios, verá más
mi rostro.
20:26 Por tanto, yo os protesto en el día de hoy, que estoy
limpio de la sangre de todos;
20:27 porque no he rehuido anunciaros todo el consejo de Dios.
20:28 Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en
que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la
iglesia del Señor, la cual él ganó por su propia sangre.
20:29 Porque yo sé que después de mi partida entrarán
en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño.
20:30 Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen
cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos.
20:31 Por tanto, velad, acordándoos que por tres años,
de noche y de día, no he cesado de amonestar con lágrimas
a cada uno.
20:32 Y ahora, hermanos, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su
gracia, que tiene poder para sobreedificaros y daros herencia con todos
los santificados.
20:33 Ni plata ni oro ni vestido de nadie he codiciado.
20:34 Antes vosotros sabéis que para lo que me ha sido necesario
a mí y a los que están conmigo, estas manos me han servido.
20:35 En todo os he enseñado que, trabajando así, se
debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor
Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.
20:36 Cuando hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró
con todos ellos.
20:37 Entonces hubo gran llanto de todos; y echándose al cuello
de Pablo, le besaban,
20:38 doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, de
que no verían más su rostro. Y le acompañaron al barco.
Arresto de Pablo en el templo
21:17 Cuando llegamos a Jerusalén, los hermanos nos recibieron
con gozo.
21:18 Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver
a Jacobo, y se hallaban reunidos todos los ancianos;
21:19 a los cuales, después de haberles saludado, les contó
una por una las cosas que Dios había hecho entre los gentiles por
su ministerio.
21:20 Cuando ellos lo oyeron, glorificaron a Dios, y le dijeron: Ya
ves, hermano, cuántos millares de judíos hay que han creído;
y todos son celosos por la ley.
21:21 Pero se les ha informado en cuanto a ti, que enseñas a
todos los judíos que están entre los gentiles a apostatar
de Moisés, diciéndoles que no circunciden a sus hijos, ni
observen las costumbres.
21:22 ¿Qué hay, pues? La multitud se reunirá de
cierto, porque oirán que has venido.
21:23 Haz, pues, esto que te decimos: Hay entre nosotros cuatro hombres
que tienen obligación de cumplir voto.
21:24 Tómalos contigo, purifícate con ellos, y paga sus
gastos para que se rasuren la cabeza;
y todos comprenderán que no hay nada de lo que se les informó
acerca de ti, sino que tú también andas ordenadamente, guardando
la ley.
21:25 Pero en cuanto a los gentiles que han creído, nosotros
les hemos escrito determinando que no guarden nada de esto; solamente que
se abstengan de lo sacrificado a los ídolos, de sangre, de ahogado
y de fornicación.
21:26 Entonces Pablo tomó consigo a aquellos hombres, y al día
siguiente, habiéndose purificado con ellos, entró en el templo,
para anunciar el cumplimiento de los días de la purificación,
cuando había de presentarse la ofrenda por cada uno de ellos.
21:27 Pero cuando estaban para cumplirse los siete días, unos
judíos de Asia, al verle en el templo, alborotaron a toda la multitud
y le echaron mano,
21:28 dando voces: ¡Varones israelitas, ayudad! Este es el hombre
que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este
lugar; y además de esto, ha metido a griegos en el templo, y ha
profanado este santo lugar.
21:29 Porque antes habían visto con él en la ciudad a
Trófimo,
de Efeso, a quien pensaban que Pablo había metido en el templo.
21:30 Así que toda la ciudad se conmovió, y se agolpó
el pueblo; y apoderándose de Pablo, le arrastraron fuera del templo,
e inmediatamente cerraron las puertas.
21:31 Y procurando ellos matarle, se le avisó al tribuno de
la compañía, que toda la ciudad de Jerusalén estaba
alborotada.
21:32 Este, tomando luego soldados y centuriones, corrió a ellos.
Y cuando ellos vieron al tribuno y a los soldados, dejaron de golpear a
Pablo.
21:33 Entonces, llegando el tribuno, le prendió y le mandó
atar con dos cadenas, y preguntó quién era y qué había
hecho.
21:34 Pero entre la multitud, unos gritaban una cosa, y otros otra;
y como no podía entender nada de cierto a causa del alboroto, le
mandó llevar a la fortaleza.
21:35 Al llegar a las gradas, aconteció que era llevado en peso
por los soldados a causa de la violencia de la multitud;
21:36 porque la muchedumbre del pueblo venía detrás,
gritando: ¡Muera!
Defensa de Pablo ante el pueblo
21:37 Cuando comenzaron a meter a Pablo en la fortaleza, dijo al tribuno:
¿Se me permite decirte algo? Y él dijo: ¿Sabes griego?
21:38 ¿No eres tú aquel egipcio que levantó una
sedición antes de estos días, y sacó al desierto los
cuatro mil sicarios?
21:39 Entonces dijo Pablo: Yo de cierto soy hombre judío de
Tarso, ciudadano de una ciudad no insignificante de Cilicia; pero te ruego
que me permitas hablar al pueblo.
21:40 Y cuando él se lo permitió, Pablo, estando en pie
en las gradas, hizo señal con la mano al pueblo. Y hecho gran silencio,
habló en lengua hebrea, diciendo:
Pablo relata su conversión
(Hch. 9.1-19; 26.12-18)
22:6 Pero aconteció que yendo yo, al llegar cerca de Damasco,
como a mediodía, de repente me rodeó mucha luz del cielo;
22:7 y caí al suelo, y oí una voz que me decía:
Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues?
22:8 Yo entonces respondí: ¿Quién eres, Señor?
Y me dijo: Yo soy Jesús de Nazaret, a quien
tú persigues.
22:9 Y los que estaban conmigo vieron a la verdad la luz, y se espantaron;
pero no entendieron la voz del que hablaba conmigo.
22:10 Y dije: ¿Qué haré, Señor? Y el Señor
me dijo: Levántate, y ve a Damasco, y allí
se te dirá todo lo que está ordenado que hagas.
22:11 Y como yo no veía a causa de la gloria de la luz, llevado
de la mano por los que estaban conmigo, llegué a Damasco.
22:12 Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según
la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que
allí moraban,
22:13 vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo,
recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo
miré.
22:14 Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para
que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.
22:15 Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que
has visto y oído.
22:16 Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate
y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.
Pablo es enviado a los gentiles
22:17 Y me aconteció, vuelto a Jerusalén, que orando en
el templo me sobrevino un éxtasis.
22:18 Y le vi que me decía: Date prisa,
y sal prontamente de Jerusalén; porque no recibirán tu testimonio
acerca de mí.
22:19 Yo dije: Señor, ellos saben que yo encarcelaba y azotaba
en todas las sinagogas a los que creían en ti;
22:20 y cuando se derramaba la sangre de Esteban tu testigo, yo mismo
también estaba presente, y consentía en su muerte, y guardaba
las ropas de los que le mataban.
22:21 Pero me dijo: Ve, porque yo te enviaré
lejos a los gentiles.
Pablo en manos del tribuno
22:22 Y le oyeron hasta esta palabra; entonces alzaron la voz, diciendo:
Quita de la tierra a tal hombre, porque no conviene que viva.
22:23 Y como ellos gritaban y arrojaban sus ropas y lanzaban polvo
al aire,
22:24 mandó el tribuno que le metiesen en la fortaleza, y ordenó
que fuese examinado con azotes, para saber por qué causa clamaban
así contra él.
22:25 Pero cuando le ataron con correas, Pablo dijo al centurión
que estaba presente: ¿Os es lícito azotar a un ciudadano
romano sin haber sido condenado?
22:26 Cuando el centurión oyó esto, fue y dio aviso al
tribuno, diciendo: ¿Qué vas a hacer? Porque este hombre es
ciudadano romano.
22:27 Vino el tribuno y le dijo: Dime, ¿eres tú ciudadano
romano? El dijo: Sí.
22:28 Respondió el tribuno: Yo con una gran suma adquirí
esta ciudadanía. Entonces Pablo dijo: Pero yo lo soy de nacimiento.
22:29 Así que, luego se apartaron de él los que le iban
a dar tormento; y aun el tribuno, al saber que era ciudadano romano, también
tuvo temor por haberle atado.
Pablo ante el concilio
22:30 Al día siguiente, queriendo saber de cierto la causa por la cual le acusaban los judíos, le soltó de las cadenas, y mandó venir a los principales sacerdotes y a todo el concilio, y sacando a Pablo, le presentó ante ellos.
Complot contra Pablo
23:12 Venido el día, algunos de los judíos tramaron un
complot y se juramentaron bajo maldición, diciendo que no comerían
ni beberían hasta que hubiesen dado muerte a Pablo.
23:13 Eran más de cuarenta los que habían hecho esta
conjuración,
23:14 los cuales fueron a los principales sacerdotes y a los ancianos
y dijeron: Nosotros nos hemos juramentado bajo maldición, a no gustar
nada hasta que hayamos dado muerte a Pablo.
23:15 Ahora pues, vosotros, con el concilio, requerid al tribuno que
le traiga mañana ante vosotros, como que queréis indagar
alguna cosa más cierta acerca de él; y nosotros estaremos
listos para matarle antes que llegue.
23:16 Mas el hijo de la hermana de Pablo, oyendo hablar de la celada,
fue y entró en la fortaleza, y dio aviso a Pablo.
23:17 Pablo, llamando a uno de los centuriones, dijo: Lleva a este
joven ante el tribuno, porque tiene cierto aviso que darle.
23:18 El entonces tomándole, le llevó al tribuno, y dijo:
El preso Pablo me llamó y me rogó que trajese ante ti a este
joven, que tiene algo que hablarte.
23:19 El tribuno, tomándole de la mano y retirándose
aparte, le preguntó: ¿Qué es lo que tienes que decirme?
23:20 El le dijo: Los judíos han convenido en rogarte que mañana
lleves a Pablo ante el concilio, como que van a inquirir alguna cosa más
cierta acerca de él.
23:21 Pero tú no les creas; porque más de cuarenta hombres
de ellos le acechan, los cuales se han juramentado bajo maldición,
a no comer ni beber hasta que le hayan dado muerte; y ahora están
listos esperando tu promesa.
23:22 Entonces el tribuno despidió al joven, mandándole
que a nadie dijese que le había dado aviso de esto.
Pablo es enviado a Félix el gobernador
23:23 Y llamando a dos centuriones, mandó que preparasen para
la hora tercera de la noche doscientos soldados, setenta jinetes y doscientos
lanceros, para que fuesen hasta Cesarea;
23:24 y que preparasen cabalgaduras en que poniendo a Pablo, le llevasen
en salvo a Félix el gobernador.
23:25 Y escribió una carta en estos términos:
23:26 Claudio Lisias al excelentísimo gobernador Félix:
Salud.
23:27 A este hombre, aprehendido por los judíos, y que iban
ellos a matar, lo libré yo acudiendo con la tropa, habiendo sabido
que era ciudadano romano.
23:28 Y queriendo saber la causa por qué le acusaban, le llevé
al concilio de ellos;
23:29 y hallé que le acusaban por cuestiones de la ley de ellos,
pero que ningún delito tenía digno de muerte o de prisión.
23:30 Pero al ser avisado de asechanzas que los judíos habían
tendido contra este hombre, al punto le he enviado a ti, intimando también
a los acusadores que traten delante de ti lo que tengan contra él.
Pásalo bien.
23:31 Y los soldados, tomando a Pablo como se les ordenó, le
llevaron de noche a Antípatris.
23:32 Y al día siguiente, dejando a los jinetes que fuesen con
él, volvieron a la fortaleza.
23:33 Cuando aquéllos llegaron a Cesarea, y dieron la carta
al gobernador, presentaron también a Pablo delante de él.
23:34 Y el gobernador, leída la carta, preguntó de qué
provincia era; y habiendo entendido que era de Cilicia,
23:35 le dijo: Te oiré cuando vengan tus acusadores. Y mandó
que le custodiasen en el pretorio de Herodes.
Pablo ante Agripa y Berenice
25:13 Pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice vinieron
a Cesarea para saludar a Festo.
25:14 Y como estuvieron allí muchos días, Festo expuso
al rey la causa de Pablo, diciendo: Un hombre ha sido dejado preso por
Félix,
25:15 respecto al cual, cuando fui a Jerusalén, se me presentaron
los principales sacerdotes y los ancianos de los judíos, pidiendo
condenación contra él.
25:16 A éstos respondí que no es costumbre de los romanos
entregar alguno a la muerte antes que el acusado tenga delante a sus acusadores,
y pueda defenderse de la acusación.
25:17 Así que, habiendo venido ellos juntos acá, sin
ninguna dilación, al día siguiente, sentado en el tribunal,
mandé traer al hombre.
25:18 Y estando presentes los acusadores, ningún cargo presentaron
de los que yo sospechaba,
25:19 sino que tenían contra él ciertas cuestiones acerca
de su religión, y de un cierto Jesús, ya muerto, el que Pablo
afirmaba estar vivo.
25:20 Yo, dudando en cuestión semejante, le pregunté
si quería ir a Jerusalén y allá ser juzgado de estas
cosas.
25:21 Mas como Pablo apeló para que se le reservase para el
conocimiento de Augusto, mandé que le custodiasen hasta que le enviara
yo a César.
25:22 Entonces Agripa dijo a Festo: Yo también quisiera oír
a ese hombre. Y él le dijo: Mañana le oirás.
25:23 Al otro día, viniendo Agripa y Berenice con mucha pompa,
y entrando en la audiencia con los tribunos y principales hombres de la
ciudad, por mandato de Festo fue traído Pablo.
25:24 Entonces Festo dijo: Rey Agripa, y todos los varones que estáis
aquí juntos con nosotros, aquí tenéis a este hombre,
respecto del cual toda la multitud de los judíos me ha demandado
en Jerusalén y aquí, dando voces que no debe vivir más.
25:25 Pero yo, hallando que ninguna cosa digna de muerte ha hecho,
y como él mismo apeló a Augusto, he determinado enviarle
a él.
25:26 Como no tengo cosa cierta que escribir a mi señor, le
he traído ante vosotros, y mayormente ante ti, oh rey Agripa, para
que después de examinarle, tenga yo qué escribir.
25:27 Porque me parece fuera de razón enviar un preso, y no
informar de los cargos que haya en su contra.
Vida anterior de Pablo
26:4 Mi vida, pues, desde mi juventud, la cual desde el principio pasé
en mi nación, en Jerusalén, la conocen todos los judíos;
26:5 los cuales también saben que yo desde el principio, si
quieren testificarlo, conforme a la más rigurosa secta de nuestra
religión, viví fariseo.
26:6 Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros
padres soy llamado a juicio;
26:7 promesa cuyo cumplimiento esperan que han de alcanzar nuestras
doce tribus, sirviendo constantemente a Dios de día y de noche.
Por esta esperanza, oh rey Agripa, soy acusado por los judíos.
26:8 ¡Qué! ¿Se juzga entre vosotros cosa increíble
que Dios resucite a los muertos?
Pablo el perseguidor
26:9 Yo ciertamente había creído mi deber hacer muchas
cosas contra el nombre de Jesús de Nazaret;
26:10 lo cual también hice en Jerusalén. Yo encerré
en cárceles a muchos de los santos, habiendo recibido poderes de
los principales sacerdotes; y cuando los mataron, yo di mi voto.
26:11 Y muchas veces, castigándolos en todas las sinagogas,
los forcé a blasfemar; y enfurecido sobremanera contra ellos, los
perseguí hasta en las ciudades extranjeras.
Pablo relata su conversión
(Hch. 9.1-19; 22.6-16)
26:12 Ocupado en esto, iba yo a Damasco con poderes y en comisión
de los principales sacerdotes,
26:13 cuando a mediodía, oh rey, yendo por el camino, vi una
luz del cielo que sobrepasaba el resplandor del sol, la cual me rodeó
a mí y a los que iban conmigo.
26:14 Y habiendo caído todos nosotros en tierra, oí una
voz que me hablaba, y decía en lengua hebrea: Saulo,
Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra
el aguijón.
26:15 Yo entonces dije: ¿Quién eres, Señor? Y
el Señor dijo: Yo soy Jesús, a quien
tú persigues.
26:16 Pero levántate, y ponte sobre tus
pies; porque para esto he aparecido a ti, para ponerte por ministro y testigo
de las cosas que has visto, y de aquellas en que me apareceré a
ti,
26:17 librándote de tu pueblo, y de los
gentiles, a quienes ahora te envío,
26:18 para que abras sus ojos, para que se conviertan
de las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios; para
que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y
herencia entre los santificados.
Pablo obedece a la visión
26:19 Por lo cual, oh rey Agripa, no fui rebelde a la visión
celestial,
26:20 sino que anuncié primeramente a los que están en
Damasco,
y Jerusalén,
y por toda la tierra de Judea, y a los gentiles, que se arrepintiesen y
se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.
26:21 Por causa de esto los judíos, prendiéndome en el
templo, intentaron matarme.
26:22 Pero habiendo obtenido auxilio de Dios, persevero hasta el día
de hoy, dando testimonio a pequeños y a grandes, no diciendo nada
fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que habían
de suceder:
26:23 Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la
resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los
gentiles.
Pablo insta a Agripa a que crea
26:24 Diciendo él estas cosas en su defensa, Festo a gran voz
dijo: Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco.
26:25 Mas él dijo: No estoy loco, excelentísimo Festo,
sino que hablo palabras de verdad y de cordura.
26:26 Pues el rey sabe estas cosas, delante de quien también
hablo con toda confianza. Porque no pienso que ignora nada de esto; pues
no se ha hecho esto en algún rincón.
26:27 ¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que
crees.
26:28 Entonces Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano.
26:29 Y Pablo dijo: ¡Quisiera Dios que por poco o por mucho,
no solamente tú, sino también todos los que hoy me oyen,
fueseis hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!
26:30 Cuando había dicho estas cosas, se levantó el rey,
y el gobernador, y Berenice, y los que se habían sentado con ellos;
26:31 y cuando se retiraron aparte, hablaban entre sí, diciendo:
Ninguna cosa digna ni de muerte ni de prisión ha hecho este hombre.
26:32 Y Agripa dijo a Festo: Podía este hombre ser puesto en
libertad, si no hubiera apelado a César.
La tempestad en el mar
27:13 Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían
lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta.
27:14 Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado
llamado Euroclidón.
27:15 Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento,
nos abandonamos a él y nos dejamos llevar.
27:16 Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla llamada
Clauda, con dificultad pudimos recoger el esquife.
27:17 Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para ceñir
la nave; y teniendo temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron
a la deriva.
27:18 Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente
día empezaron a alijar,
27:19 y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los
aparejos de la nave.
27:20 Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días,
y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido
toda esperanza de salvarnos.
27:21 Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos,
puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto conveniente,
oh varones, haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para
recibir este perjuicio y pérdida.
27:22 Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá
ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave.
27:23 Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios
de quien soy y a quien sirvo,
27:24 diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante
César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan
contigo.
27:25 Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío
en Dios que será así como se me ha dicho.
27:26 Con todo, es necesario que demos en alguna isla.
27:27 Venida la decimacuarta noche, y siendo llevados a través
del mar Adriático, a la medianoche los marineros sospecharon que
estaban cerca de tierra;
27:28 y echando la sonda, hallaron veinte brazas; y pasando un poco
más adelante, volviendo a echar la sonda, hallaron quince brazas.
27:29 Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa,
y ansiaban que se hiciese de día.
27:30 Entonces los marineros procuraron huir de la nave, y echando
el esquife al mar, aparentaban como que querían largar las anclas
de proa.
27:31 Pero Pablo dijo al centurión y a los soldados: Si éstos
no permanecen en la nave, vosotros no podéis salvaros.
27:32 Entonces los soldados cortaron las amarras del esquife y lo dejaron
perderse.
27:33 Cuando comenzó a amanecer, Pablo exhortaba a todos que
comiesen, diciendo: Este es el decimocuarto día que veláis
y permanecéis en ayunas, sin comer nada.
27:34 Por tanto, os ruego que comáis por vuestra salud; pues
ni aun un cabello de la cabeza de ninguno de vosotros perecerá.
27:35 Y habiendo dicho esto, tomó el pan y dio gracias a Dios
en presencia de todos, y partiéndolo, comenzó a comer.
27:36 Entonces todos, teniendo ya mejor ánimo, comieron también.
27:37 Y éramos todas las personas en la nave doscientas setenta
y seis.
27:38 Y ya satisfechos, aligeraron la nave, echando el trigo al mar.
El naufragio
27:39 Cuando se hizo de día, no reconocían la tierra,
pero veían una ensenada que tenía playa, en la cual acordaron
varar, si pudiesen, la nave.
27:40 Cortando, pues, las anclas, las dejaron en el mar, largando también
las amarras del timón; e izada al viento la vela de proa, enfilaron
hacia la playa.
27:41 Pero dando en un lugar de dos aguas, hicieron encallar la nave;
y la proa, hincada, quedó inmóvil, y la popa se abría
con la violencia del mar.
27:42 Entonces los soldados acordaron matar a los presos, para que
ninguno se fugase nadando.
27:43 Pero el centurión, queriendo salvar a Pablo, les impidió
este intento, y mandó que los que pudiesen nadar se echasen los
primeros, y saliesen a tierra;
27:44 y los demás, parte en tablas, parte en cosas de la nave.
Y así aconteció que todos se salvaron saliendo a tierra.
Pablo llega a Roma
28:11 Pasados tres meses, nos hicimos a la vela en una nave alejandrina
que había invernado en la isla, la cual tenía por enseña
a Cástor y Pólux.
28:12 Y llegados a Siracusa, estuvimos allí tres días.
28:13 De allí, costeando alrededor, llegamos a Regio; y otro
día después, soplando el viento sur, llegamos al segundo
día a Puteoli,
28:14 donde habiendo hallado hermanos, nos rogaron que nos quedásemos
con ellos siete días; y luego fuimos a Roma,
28:15 de donde, oyendo de nosotros los hermanos, salieron a recibirnos
hasta el Foro de Apio y las Tres Tabernas; y al verlos, Pablo dio gracias
a Dios y cobró aliento.
28:16 Cuando llegamos a Roma, el centurión entregó los
presos al prefecto militar, pero a Pablo se le permitió vivir aparte,
con un soldado que le custodiase.
Pablo predica en Roma
28:17 Aconteció que tres días después, Pablo convocó
a los principales de los judíos, a los cuales, luego que estuvieron
reunidos, les dijo: Yo, varones hermanos, no habiendo hecho nada contra
el pueblo, ni contra las costumbres de nuestros padres, he sido entregado
preso desde Jerusalén en manos de los romanos;
28:18 los cuales, habiéndome examinado, me querían soltar,
por no haber en mí ninguna causa de muerte.
28:19 Pero oponiéndose los judíos, me vi obligado a apelar
a César;
no porque tenga de qué acusar a mi nación.
28:20 Así que por esta causa os he llamado para veros y hablaros;
porque por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena.
28:21 Entonces ellos le dijeron: Nosotros ni hemos recibido de Judea
cartas acerca de ti, ni ha venido alguno de los hermanos que haya denunciado
o hablado algún mal de ti.
28:22 Pero querríamos oír de ti lo que piensas; porque
de esta secta nos es notorio que en todas partes se habla contra ella.
28:23 Y habiéndole señalado un día, vinieron a
él muchos a la posada, a los cuales les declaraba y les testificaba
el reino de Dios desde la mañana hasta la tarde, persuadiéndoles
acerca de Jesús, tanto por la ley de Moisés como por los
profetas.
28:24 Y algunos asentían a lo que se decía, pero otros
no creían.
28:25 Y como no estuviesen de acuerdo entre sí, al retirarse,
les dijo Pablo esta palabra: Bien habló el Espíritu Santo
por medio del profeta Isaías a nuestros padres, diciendo:
28:26 Ve a este pueblo, y diles:
De oído oiréis, y no entenderéis;
Y viendo veréis, y no percibiréis;
28:27 Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado,
Y con los oídos oyeron pesadamente,
Y sus ojos han cerrado,
Para que no vean con los ojos,
Y oigan con los oídos,
Y entiendan de corazón,
Y se conviertan,
Y yo los sane.
28:28 Sabed, pues, que a los gentiles es enviada esta salvación
de Dios; y ellos oirán.
28:29 Y cuando hubo dicho esto, los judíos se fueron, teniendo
gran discusión entre sí.
28:30 Y Pablo permaneció dos años enteros en una casa
alquilada, y recibía a todos los que a él venían,
28:31 predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor
Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.