La Biblia
ProverbiosPrincipalCantaresECLESIASTÉS
O EL PREDICADOR
Haga clic sobre el capítulo al que desee ir
| 1 | 2 | 3
| 4 | 5 | 6
|
7 | 8 | 9
|
10 | 11 | 12
|
Capítulo 1
Todo es vanidad
1:1 Palabras del Predicador, hijo de David, rey en Jerusalén.
1:2 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador; vanidad de vanidades,
todo es vanidad.
1:3 ¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo
con que se afana debajo del sol?
1:4 Generación va, y generación viene; mas la tierra
siempre permanece.
1:5 Sale el sol, y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar
de donde se levanta.
1:6 El viento tira hacia el sur, y rodea al norte; va girando de continuo,
y a sus giros vuelve el viento de nuevo.
1:7 Los ríos todos van al mar, y el mar no se llena; al lugar
de donde los ríos vinieron, allí vuelven para correr de nuevo.
1:8 Todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede
expresar; nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.
1:9 ¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué
es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo
debajo del sol.
1:10 ¿Hay algo de que se puede decir: He aquí esto es
nuevo? Ya fue en los siglos que nos han precedido.
1:11 No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que
sucederá habrá memoria en los que serán después.
La experiencia del Predicador
1:12 Yo el Predicador fui rey sobre Israel en Jerusalén.
1:13 Y di mi corazón a inquirir y a buscar con sabiduría
sobre todo lo que se hace debajo del cielo; este penoso trabajo dio Dios
a los hijos de los hombres, para que se ocupen en él.
1:14 Miré todas las obras que se hacen debajo del sol; y he
aquí, todo ello es vanidad y aflicción de espíritu.
1:15 Lo torcido no se puede enderezar, y lo incompleto no puede contarse.
1:16 Hablé yo en mi corazón, diciendo: He aquí
yo me he engrandecido, y he crecido en sabiduría
sobre todos los que fueron antes de mí en Jerusalén; y mi
corazón ha percibido mucha sabiduría y ciencia.
1:17 Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría,
y también a entender las locuras y los desvaríos; conocí
que aun esto era aflicción de espíritu.
1:18 Porque en la mucha sabiduría hay mucha molestia; y quien
añade ciencia, añade dolor.
Capítulo 2
2:1 Dije yo en mi corazón: Ven ahora, te probaré con alegría,
y gozarás de bienes. Mas he aquí esto también era
vanidad.
2:2 A la risa dije: Enloqueces; y al placer: ¿De qué
sirve esto?
2:3 Propuse en mi corazón agasajar mi carne con vino, y que
anduviese mi corazón en sabiduría, con retención de
la necedad, hasta ver cuál fuese el bien de los hijos de los hombres,
en el cual se ocuparan debajo del cielo todos los días de su vida.
2:4 Engrandecí mis obras, edifiqué para mí casas,
planté para mí viñas;
2:5 me hice huertos y jardines, y planté en ellos árboles
de todo fruto.
2:6 Me hice estanques de aguas, para regar de ellos el bosque donde
crecían los árboles.
2:7 Compré siervos y siervas, y tuve siervos nacidos en casa;
también tuve posesión grande de vacas y de ovejas, más
que todos los que fueron antes de mí en Jerusalén.
2:8 Me amontoné también plata y oro, y tesoros preciados
de reyes y de provincias; me hice de cantores y cantoras, de los deleites
de los hijos de los hombres, y de toda clase de instrumentos de música.
2:9 Y fui engrandecido y aumentado más que todos los que fueron
antes de mí en Jerusalén; a más de esto, conservé
conmigo mi sabiduría.
2:10 No negué a mis ojos ninguna cosa que desearan, ni aparté
mi corazón de placer alguno, porque mi corazón gozó
de todo mi trabajo; y esta fue mi parte de toda mi faena.
2:11 Miré yo luego todas las obras que habían hecho mis
manos, y el trabajo que tomé para hacerlas; y he aquí, todo
era vanidad y aflicción de espíritu, y sin provecho debajo
del sol.
2:12 Después volví yo a mirar para ver la sabiduría
y los desvaríos y la necedad; porque ¿qué podrá
hacer el hombre que venga después del rey? Nada, sino lo que ya
ha sido hecho.
2:13 Y he visto que la sabiduría sobrepasa a la necedad, como
la luz a las tinieblas.
2:14 El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas;
pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá
al uno como al otro.
2:15 Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al
necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué,
pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? Y dije en
mi corazón, que también esto era vanidad.
2:16 Porque ni del sabio ni del necio habrá memoria para siempre;
pues en los días venideros ya todo será olvidado, y también
morirá el sabio como el necio.
2:17 Aborrecí, por tanto, la vida, porque la obra que se hace
debajo del sol me era fastidiosa; por cuanto todo es vanidad y aflicción
de espíritu.
2:18 Asimismo aborrecí todo mi trabajo que había hecho
debajo del sol, el cual tendré que dejar a otro que vendrá
después de mí.
2:19 Y ¿quién sabe si será sabio o necio el que
se enseñoreará de todo mi trabajo en que yo me afané
y en que ocupé debajo del sol mi sabiduría? Esto también
es vanidad.
2:20 Volvió, por tanto, a desesperanzarse mi corazón
acerca de todo el trabajo en que me afané, y en que había
ocupado debajo del sol mi sabiduría.
2:21 ¡Que el hombre trabaje con sabiduría, y con ciencia
y con rectitud, y que haya de dar su hacienda a hombre que nunca trabajó
en ello! También es esto vanidad y mal grande.
2:22 Porque ¿qué tiene el hombre de todo su trabajo,
y de la fatiga de su corazón, con que se afana debajo del sol?
2:23 Porque todos sus días no son sino dolores, y sus trabajos
molestias; aun de noche su corazón no reposa. Esto también
es vanidad.
2:24 No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su
alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la
mano de Dios.
2:25 Porque ¿quién comerá, y quién se cuidará,
mejor que yo?
2:26 Porque al hombre que le agrada, Dios le da sabiduría, ciencia
y gozo; mas al pecador da el trabajo de recoger y amontonar, para darlo
al que agrada a Dios. También esto es vanidad y aflicción
de espíritu.
Capítulo 3
Todo tiene su tiempo
3:1 Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene
su hora.
3:2 Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo
de arrancar lo plantado;
3:3 tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo
de edificar;
3:4 tiempo de llorar, y tiempo de reir; tiempo de endechar, y tiempo
de bailar;
3:5 tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo
de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar;
3:6 tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo
de desechar;
3:7 tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo
de hablar;
3:8 tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo
de paz.
3:9 ¿Qué provecho tiene el que trabaja, de aquello en
que se afana?
3:10 Yo he visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres
para que se ocupen en él.
3:11 Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el
corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que
ha hecho Dios desde el principio hasta el fin.
3:12 Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse,
y hacer bien en su vida;
3:13 y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba,
y goce el bien de toda su labor.
3:14 He entendido que todo lo que Dios hace será perpetuo; sobre
aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; y
lo hace Dios, para que delante de él teman los hombres.
3:15 Aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya; y Dios restaura
lo que pasó.
Injusticias de la vida
3:16 Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí
impiedad; y en lugar de la justicia, allí iniquidad.
3:17 Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará
Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para
todo lo que se hace.
3:18 Dije en mi corazón: Es así, por causa de los hijos
de los hombres, para que Dios los pruebe, y para que vean que ellos mismos
son semejantes a las bestias.
3:19 Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede
a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren
los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más
el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.
3:20 Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá
al mismo polvo.
3:21 ¿Quién sabe que el espíritu de los hijos
de los hombres sube arriba, y que el espíritu del animal desciende
abajo a la tierra?
3:22 Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre
que alegrarse en su trabajo, porque esta es su parte; porque ¿quién
lo llevará para que vea lo que ha de ser después de él?
Capítulo 4
4:1 Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol;
y he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien
los consuele; y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos
no había consolador.
4:2 Y alabé yo a los finados, los que ya murieron, más
que a los vivientes, los que viven todavía.
4:3 Y tuve por más feliz que unos y otros al que no ha sido
aún, que no ha visto las malas obras que debajo del sol se hacen.
4:4 He visto asimismo que todo trabajo y toda excelencia de obras despierta
la envidia del hombre contra su prójimo. También esto es
vanidad y aflicción de espíritu.
4:5 El necio cruza sus manos y come su misma carne.
4:6 Más vale un puño lleno con descanso, que ambos puños
llenos con trabajo y aflicción de espíritu.
4:7 Yo me volví otra vez, y vi vanidad debajo del sol.
4:8 Está un hombre solo y sin sucesor, que no tiene hijo ni
hermano; pero nunca cesa de trabajar, ni sus ojos se sacian de sus riquezas,
ni se pregunta: ¿Para quién trabajo yo, y defraudo mi alma
del bien? También esto es vanidad, y duro trabajo.
4:9 Mejores son dos que uno; porque tienen mejor paga de su trabajo.
4:10 Porque si cayeren, el uno levantará a su compañero;
pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que
lo levante.
4:11 También si dos durmieren juntos, se calentarán mutuamente;
mas ¿cómo se calentará uno solo?
4:12 Y si alguno prevaleciere contra uno, dos le resistirán;
y cordón de tres dobleces no se rompe pronto.
4:13 Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que
no admite consejos;
4:14 porque de la cárcel salió para reinar, aunque en
su reino nació pobre.
4:15 Vi a todos los que viven debajo del sol caminando con el muchacho
sucesor, que estará en lugar de aquél.
4:16 No tenía fin la muchedumbre del pueblo que le seguía;
sin embargo, los que vengan después tampoco estarán contentos
de él. Y esto es también vanidad y aflicción de espíritu.
Capítulo 5
La insensatez de hacer votos a la ligera
5:1 Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más
para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no
saben que hacen mal.
5:2 No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a
proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo,
y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras.
5:3 Porque de la mucha ocupación viene el sueño, y de
la multitud de las palabras la voz del necio.
5:4 Cuando a Dios haces promesa, no tardes en cumplirla; porque él
no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes.
5:5 Mejor es que no prometas, y no que prometas y no cumplas.
5:6 No dejes que tu boca te haga pecar, ni digas delante del ángel,
que fue ignorancia. ¿Por qué harás que Dios se enoje
a causa de tu voz, y que destruya la obra de tus manos?
5:7 Donde abundan los sueños, también abundan las vanidades
y las muchas palabras; mas tú, teme a Dios.
La vanidad de la vida
5:8 Si opresión de pobres y perversión de derecho y de
justicia vieres en la provincia, no te maravilles de ello; porque sobre
el alto vigila otro más alto, y uno más alto está
sobre ellos.
5:9 Además, el provecho de la tierra es para todos; el rey mismo
está sujeto a los campos.
5:10 El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que
ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad.
5:11 Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los
consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño,
sino verlos con sus ojos?
5:12 Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho, coma poco;
pero al rico no le deja dormir la abundancia.
5:13 Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol: las riquezas
guardadas por sus dueños para su mal;
5:14 las cuales se pierden en malas ocupaciones, y a los hijos que
engendraron, nada les queda en la mano.
5:15 Como salió del vientre de su madre, desnudo, así
vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo para llevar
en su mano.
5:16 Este también es un gran mal, que como vino, así
haya de volver. ¿Y de qué le aprovechó trabajar en
vano?
5:17 Además de esto, todos los días de su vida comerá
en tinieblas, con mucho afán y dolor y miseria.
5:18 He aquí, pues, el bien que yo he visto: que lo bueno es
comer y beber, y gozar uno del bien de todo su trabajo con que se fatiga
debajo del sol, todos los días de su vida que Dios le ha dado; porque
esta es su parte.
5:19 Asimismo, a todo hombre a quien Dios da riquezas y bienes, y le
da también facultad para que coma de ellas, y tome su parte, y goce
de su trabajo, esto es don de Dios.
5:20 Porque no se acordará mucho de los días de su vida;
pues Dios le llenará de alegría el corazón.
Capítulo 6
6:1 Hay un mal que he visto debajo del cielo, y muy común entre
los hombres:
6:2 El del hombre a quien Dios da riquezas y bienes y honra, y nada
le falta de todo lo que su alma desea; pero Dios no le da facultad de disfrutar
de ello, sino que lo disfrutan los extraños. Esto es vanidad, y
mal doloroso.
6:3 Aunque el hombre engendrare cien hijos, y viviere muchos años,
y los días de su edad fueren numerosos; si su alma no se sació
del bien, y también careció de sepultura, yo digo que un
abortivo es mejor que él.
6:4 Porque éste en vano viene, y a las tinieblas va, y con tinieblas
su nombre es cubierto.
6:5 Además, no ha visto el sol, ni lo ha conocido; más
reposo tiene éste que aquél.
6:6 Porque si aquél viviere mil años dos veces, sin gustar
del bien, ¿no van todos al mismo lugar?
6:7 Todo el trabajo del hombre es para su boca, y con todo eso su deseo
no se sacia.
6:8 Porque ¿qué más tiene el sabio que el necio?
¿Qué más tiene el pobre que supo caminar entre los
vivos?
6:9 Más vale vista de ojos que deseo que pasa. Y también
esto es vanidad y aflicción de espíritu.
6:10 Respecto de lo que es, ya ha mucho que tiene nombre, y se sabe
que es hombre y que no puede contender con Aquel que es más poderoso
que él.
6:11 Ciertamente las muchas palabras multiplican la vanidad. ¿Qué
más tiene el hombre?
6:12 Porque ¿quién sabe cuál es el bien del hombre
en la vida, todos los días de la vida de su vanidad, los cuales
él pasa como sombra? Porque ¿quién enseñará
al hombre qué será después de él debajo del
sol?
Capítulo 7
Contraste entre la sabiduría y la insensatez
7:1 Mejor es la buena fama que el buen ungüento; y mejor el día
de la muerte que el día del nacimiento.
7:2 Mejor es ir a la casa del luto que a la casa del banquete; porque
aquello es el fin de todos los hombres, y el que vive lo pondrá
en su corazón.
7:3 Mejor es el pesar que la risa; porque con la tristeza del rostro
se enmendará el corazón.
7:4 El corazón de los sabios está en la casa del luto;
mas el corazón de los insensatos, en la casa en que hay alegría.
7:5 Mejor es oír la reprensión del sabio que la canción
de los necios.
7:6 Porque la risa del necio es como el estrépito de los espinos
debajo de la olla. Y también esto es vanidad.
7:7 Ciertamente la opresión hace entontecer al sabio, y las
dádivas corrompen el corazón.
7:8 Mejor es el fin del negocio que su principio; mejor es el sufrido
de espíritu que el altivo de espíritu.
7:9 No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo
reposa en el seno de los necios.
7:10 Nunca digas: ¿Cuál es la causa de que los tiempos
pasados fueron mejores que estos? Porque nunca de esto preguntarás
con sabiduría.
7:11 Buena es la ciencia con herencia, y provechosa para los que ven
el sol.
7:12 Porque escudo es la ciencia, y escudo es el dinero; mas la sabiduría
excede, en que da vida a sus poseedores.
7:13 Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá
enderezar lo que él torció?
7:14 En el día del bien goza del bien; y en el día de
la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de
que el hombre nada halle después de él.
7:15 Todo esto he visto en los días de mi vanidad. Justo hay
que perece por su justicia, y hay impío que por su maldad alarga
sus días.
7:16 No seas demasiado justo, ni seas sabio con exceso; ¿por
qué habrás de destruirte?
7:17 No hagas mucho mal, ni seas insensato; ¿por qué
habrás de morir antes de tu tiempo?
7:18 Bueno es que tomes esto, y también de aquello no apartes
tu mano; porque aquel que a Dios teme, saldrá bien en todo.
7:19 La sabiduría fortalece al sabio más que diez poderosos
que haya en una ciudad.
7:20 Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien
y nunca peque.
7:21 Tampoco apliques tu corazón a todas las cosas que se hablan,
para que no oigas a tu siervo cuando dice mal de ti;
7:22 porque tu corazón sabe que tú también dijiste
mal de otros muchas veces.
7:23 Todas estas cosas probé con sabiduría, diciendo:
Seré sabio; pero la sabiduría se alejó de mí.
7:24 Lejos está lo que fue; y lo muy profundo, ¿quién
lo hallará?
7:25 Me volví y fijé mi corazón para saber y examinar
e inquirir la sabiduría y la razón, y para conocer la maldad
de la insensatez y el desvarío del error.
7:26 Y he hallado más amarga que la muerte a la mujer cuyo corazón
es lazos y redes, y sus manos ligaduras. El que agrada a Dios escapará
de ella; mas el pecador quedará en ella preso.
7:27 He aquí que esto he hallado, dice el Predicador, pesando
las cosas una por una para hallar la razón;
7:28 lo que aún busca mi alma, y no lo encuentra: un hombre
entre mil he hallado, pero mujer entre todas éstas nunca hallé.
7:29 He aquí, solamente esto he hallado: que Dios hizo al hombre
recto, pero ellos buscaron muchas perversiones.
Capítulo 8
8:1 ¿Quién como el sabio? ¿y quién como el
que sabe la declaración de las cosas? La sabiduría del hombre
ilumina su rostro, y la tosquedad de su semblante se mudará.
8:2 Te aconsejo que guardes el mandamiento del rey y la palabra del
juramento de Dios.
8:3 No te apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala persistas;
porque él hará todo lo que quiere.
8:4 Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién
le dirá: ¿Qué haces?
8:5 El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el
corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio.
8:6 Porque para todo lo que quisieres hay tiempo y juicio; porque el
mal del hombre es grande sobre él;
8:7 pues no sabe lo que ha de ser; y el cuándo haya de ser,
¿quién se lo enseñará?
8:8 No hay hombre que tenga potestad sobre el espíritu para
retener el espíritu, ni potestad sobre el día de la muerte;
y no valen armas en tal guerra, ni la impiedad librará al que la
posee.
8:9 Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que
debajo del sol se hace; hay tiempo en que el hombre se enseñorea
del hombre para mal suyo.
Desigualdades de la vida
8:10 Asimismo he visto a los inicuos sepultados con honra; mas los que
frecuentaban el lugar santo fueron luego puestos en olvido en la ciudad
donde habían actuado con rectitud. Esto también es vanidad.
8:11 Por cuanto no se ejecuta luego sentencia sobre la mala obra, el
corazón de los hijos de los hombres está en ellos dispuesto
para hacer el mal.
8:12 Aunque el pecador haga mal cien veces, y prolongue sus días,
con todo yo también sé que les irá bien a los que
a Dios temen, los que temen ante su presencia;
8:13 y que no le irá bien al impío, ni le serán
prolongados los días, que son como sombra; por cuanto no teme delante
de la presencia de Dios.
8:14 Hay vanidad que se hace sobre la tierra: que hay justos a quienes
sucede como si hicieran obras de impíos, y hay impíos a quienes
acontece como si hicieran obras de justos. Digo que esto también
es vanidad.
8:15 Por tanto, alabé yo la alegría; que no tiene el
hombre bien debajo del sol, sino que coma y beba y se alegre; y que esto
le quede de su trabajo los días de su vida que Dios le concede debajo
del sol.
8:16 Yo, pues, dediqué mi corazón a conocer sabiduría,
y a ver la faena que se hace sobre la tierra (porque hay quien ni de noche
ni de día ve sueño en sus ojos);
8:17 y he visto todas las obras de Dios, que el hombre no puede alcanzar
la obra que debajo del sol se hace; por mucho que trabaje el hombre buscándola,
no la hallará; aunque diga el sabio que la conoce, no por eso podrá
alcanzarla.
Capítulo 9
9:1 Ciertamente he dado mi corazón a todas estas cosas, para declarar
todo esto: que los justos y los sabios, y sus obras, están en la
mano de Dios; que sea amor o que sea odio, no lo saben los hombres; todo
está delante de ellos.
9:2 Todo acontece de la misma manera a todos; un mismo suceso ocurre
al justo y al impío; al bueno, al limpio y al no limpio; al que
sacrifica, y al que no sacrifica; como al bueno, así al que peca;
al que jura, como al que teme el juramento.
9:3 Este mal hay entre todo lo que se hace debajo del sol, que un mismo
suceso acontece a todos, y también que el corazón de los
hijos de los hombres está lleno de mal y de insensatez en su corazón
durante su vida; y después de esto se van a los muertos.
9:4 Aún hay esperanza para todo aquel que está entre
los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto.
9:5 Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada
saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.
9:6 También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y
nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del
sol.
9:7 Anda, y come tu pan con gozo, y bebe tu vino con alegre corazón;
porque tus obras ya son agradables a Dios.
9:8 En todo tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte ungüento
sobre tu cabeza.
9:9 Goza de la vida con la mujer que amas, todos los días de
la vida de tu vanidad que te son dados debajo del sol, todos los días
de tu vanidad; porque esta es tu parte en la vida, y en tu trabajo con
que te afanas debajo del sol.
9:10 Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según
tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni
ciencia, ni sabiduría.
9:11 Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros
la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni
de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que
tiempo y ocasión acontecen a todos.
9:12 Porque el hombre tampoco conoce su tiempo; como los peces que
son presos en la mala red, y como las aves que se enredan en lazo, así
son enlazados los hijos de los hombres en el tiempo malo, cuando cae de
repente sobre ellos.
9:13 También vi esta sabiduría debajo del sol, la cual
me parece grande:
9:14 una pequeña ciudad, y pocos hombres en ella; y viene contra
ella un gran rey, y la asedia y levanta contra ella grandes baluartes;
9:15 y se halla en ella un hombre pobre, sabio, el cual libra a la
ciudad con su sabiduría; y nadie se acordaba de aquel hombre pobre.
9:16 Entonces dije yo: Mejor es la sabiduría que la fuerza,
aunque la ciencia del pobre sea menospreciada, y no sean escuchadas sus
palabras.
9:17 Las palabras del sabio escuchadas en quietud, son mejores que
el clamor del señor entre los necios.
9:18 Mejor es la sabiduría que las armas de guerra; pero un
pecador destruye mucho bien.
Capítulo 10
Excelencia de la sabiduría
10:1 Las moscas muertas hacen heder y dar mal olor al perfume del perfumista;
así una pequeña locura, al que es estimado como sabio y honorable.
10:2 El corazón del sabio está a su mano derecha, mas
el corazón del necio a su mano izquierda.
10:3 Y aun mientras va el necio por el camino, le falta cordura, y
va diciendo a todos que es necio.
10:4 Si el espíritu del príncipe se exaltare contra ti,
no dejes tu lugar; porque la mansedumbre hará cesar grandes ofensas.
10:5 Hay un mal que he visto debajo del sol, a manera de error emanado
del príncipe:
10:6 la necedad está colocada en grandes alturas, y los ricos
están sentados en lugar bajo.
10:7 Vi siervos a caballo, y príncipes que andaban como siervos
sobre la tierra.
10:8 El que hiciere hoyo caerá en él; y al que aportillare
vallado, le morderá la serpiente.
10:9 Quien corta piedras, se hiere con ellas; el que parte leña,
en ello peligra.
10:10 Si se embotare el hierro, y su filo no fuere amolado, hay que
añadir entonces más fuerza; pero la sabiduría es provechosa
para dirigir.
10:11 Si muerde la serpiente antes de ser encantada, de nada sirve
el encantador.
10:12 Las palabras de la boca del sabio son llenas de gracia, mas los
labios del necio causan su propia ruina.
10:13 El principio de las palabras de su boca es necedad; y el fin
de su charla, nocivo desvarío.
10:14 El necio multiplica palabras, aunque no sabe nadie lo que ha
de ser; ¿y quién le hará saber lo que después
de él será?
10:15 El trabajo de los necios los fatiga; porque no saben por dónde
ir a la ciudad.
10:16 ¡Ay de ti, tierra, cuando tu rey es muchacho, y tus príncipes
banquetean de mañana!
10:17 ¡Bienaventurada tú, tierra, cuando tu rey es hijo
de nobles, y tus príncipes comen a su hora, para reponer sus fuerzas
y no para beber!
10:18 Por la pereza se cae la techumbre, y por la flojedad de las manos
se llueve la casa.
10:19 Por el placer se hace el banquete, y el vino alegra a los vivos;
y el dinero sirve para todo.
10:20 Ni aun en tu pensamiento digas mal del rey, ni en lo secreto
de tu cámara digas mal del rico; porque las aves del cielo llevarán
la voz, y las que tienen alas harán saber la palabra.
Capítulo 11
11:1 Echa tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días
lo hallarás.
11:2 Reparte a siete, y aun a ocho; porque no sabes el mal que vendrá
sobre la tierra.
11:3 Si las nubes fueren llenas de agua, sobre la tierra la derramarán;
y si el árbol cayere al sur, o al norte, en el lugar que el árbol
cayere, allí quedará.
11:4 El que al viento observa, no sembrará; y el que mira a
las nubes, no segará.
11:5 Como tú no sabes cuál es el camino del viento, o
cómo crecen los huesos en el vientre de la mujer encinta, así
ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.
11:6 Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes
reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello,
o si lo uno y lo otro es igualmente bueno.
11:7 Suave ciertamente es la luz, y agradable a los ojos ver el sol;
11:8 pero aunque un hombre viva muchos años, y en todos ellos
tenga gozo, acuérdese sin embargo que los días de las tinieblas
serán muchos. Todo cuanto viene es vanidad.
Consejos para la juventud
11:9 Alégrate, joven, en tu juventud, y tome placer tu corazón
en los días de tu adolescencia; y anda en los caminos de tu corazón
y en la vista de tus ojos; pero sabe, que sobre todas estas cosas te juzgará
Dios.
11:10 Quita, pues, de tu corazón el enojo, y aparta de tu carne
el mal; porque la adolescencia y la juventud son vanidad.
Capítulo 12
12:1 Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud,
antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los
cuales digas: No tengo en ellos contentamiento;
12:2 antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas,
y vuelvan las nubes tras la lluvia;
12:3 cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán
los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido,
y se oscurecerán los que miran por las ventanas;
12:4 y las puertas de afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido
de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas
del canto serán abatidas;
12:5 cuando también temerán de lo que es alto, y habrá
terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta será
una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada
eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles;
12:6 antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco
de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea
rota sobre el pozo;
12:7 y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu
vuelva a Dios que lo dio.
12:8 Vanidad de vanidades, dijo el Predicador, todo es vanidad.
Resumen del deber del hombre
12:9 Y cuanto más sabio fue el Predicador, tanto más enseñó
sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar,
y compuso muchos proverbios.
12:10 Procuró el Predicador hallar palabras agradables, y escribir
rectamente palabras de verdad.
12:11 Las palabras de los sabios son como aguijones; y como clavos
hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor.
12:12 Ahora, hijo mío, a más de esto, sé amonestado.
No hay fin de hacer muchos libros; y el mucho estudio es fatiga de la carne.
12:13 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios,
y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.
12:14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con
toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.
Volver arriba é
Proverbios
Principal
Cantares